LA CUESTIÓN DE LA AGRAVACIÓN Y LA DOSIS

Experiencias en el tratamiento con potencias LM Resumen El método homeopático puede conseguir la curación de manera suave, sin provocar en el enfermo efectos no deseados. La condición para conseguirlo necesita un manejo adecuado de la técnica homeopática. Haremos una revisión de la cuestión de la dosis, esencial para llevar a una curación suave, también revisaremos el fenómeno de la agravación llamada homeopática. Al final expondremos, después de la citada revisión y apoyándonos en ella, la convicción de que es posible acercarse al ideal de curación propuesto por Hahnemann en el Parágrafo 2 con el empleo de las potencias LM y el adecuado manejo de la potencia-dosis. Palabras clave: Curación suave, dosis adecuada, agravación homeopática, potencias LM, medicamento eficaz e inocuo. Introducción Un Comité de Expertos de la OMS[1] de hace unas decenas de años afirmaba, que en el caso de la mayoría de las técnicas sanitarias, la conexión entre intervención y efecto es hipotética y se debe intentar determinar el grado de eficacia de las diversas técnicas utilizadas para la promoción de la salud, en la prevención de la enfermedad y en la terapéutica. Incluso podemos ir más allá y no centrarnos solo en la eficacia, también atender a la eficiencia y además a la inocuidad de la terapéutica farmacológica, y todo aplicado a lo que nos concierne, a la terapéutica homeopática. La terapéutica en el siglo XVIII se basaba en conjeturas fundadas en sistemas[2] que buscaban un tratamiento sencillo y universal de las enfermedades o en un empirismo grosero, Hahnemann denunció su ineficacia y buscó una terapeútica eficaz que luego desarrolló y depuró. Fue pionero en la búsqueda del mayor grado de eficacia de la terapéutica y genial en el descubrimiento y desarrollo de un método terapéutico que, si se emplea correctamente, promueve la curación sin causas daños. Después de 200 años tenemos que seguir demostrando que nuestra terapia es eficaz, incluso sabiendo que no solo es eficaz también se muestra respetuosa con la vida y con el medio. El hecho de haber atraído a tantos médicos y pacientes durante tanto tiempo puede dar idea de la bondad de nuestro método, lo natural, si nos atenemos a las críticas recibidas desde la medicina normal, hubiese sido que cayera en el olvido y que en el año 2008 formase parte de algunas páginas olvidadas en los textos de la Historia de la Medicina. La realidad es otra, nuestro método es seguido hoy por pacientes y médicos en todo el mundo, y todo ello a pesar de los evidentes avances tecnológicos de la medicina oficial. La Homeopatía, sometida a un permanente examen, tiene que seguir mostrando lo evidente, que es una terapéutica eficaz. El núcleo más conservador de la medicina oficial se niega a admitir la existencia de una terapéutica “alternativa” muy eficaz, eficiente y con escasas y reversibles reacciones adversas si se utiliza bien. Podemos explicar lo ocurrido –y lo que sigue ocurriendo- citando unas palabras de T. Kuhn a propósito del modo de recibir por la medicina oficial cambios verdaderamente innovadores que inestabilicen sus creencias, dice así: “La ciencia normal suprime frecuentemente innovaciones fundamentales, debido a que resultan necesariamente subversivas para sus compromisos básicos”.[3] Todo médico, por el hecho de serlo, busca la curación de sus pacientes, no hablaremos aquí de la eficacia de nuestra terapéutica, suficientemente demostrada a lo largo de dos siglos de existencia, nos centraremos en la inocuidad, en la curación suave, sin agravaciones ni efectos no deseados, muro infranqueable contra el que se estrellan, una y otra vez, las terapias basadas en el método alopático oficial. La curación ideal es restituir la salud de los enfermos de un modo rápido, suave y duradero (§ 2). Hahnemann dedicó toda su vida a la búsqueda de esa curación ideal. Nosotros entendemos que el método homeopático más perfeccionado es el reflejado en la última edición del Órganon, la 6ª, sobre todo con el desarrollo de la escala LM y las consideraciones posológicas que en él se describen. Entendido así y guiados por quienes nos enseñaron[4] emprendimos en la Academia de Homeopatía de Asturias un camino, con humildad, basándonos fundamentalmente en el estudio de la 6ª edición del Órganon y del Tratado de Enfermedades Crónicas, y este camino es el que queremos mostrar. ¿Es el estudio de la obra de Hahnemann útil para el médico práctico? ¿O se trata de un ejercicio meramente teórico? Tratar de basar la práctica homeopática en sus obras consideramos que no es signo de anquilosis ni prueba de fundamentalismo o sectarismo, tampoco es negar el progreso terapéutico. El progreso en la terapéutica parte de unos principios, de un cuerpo de doctrina básico que no puede cambiar; sea bienvenido el progreso si no entra en contradicción con los principios. Nuestro paradigma se apoya en una base amplia constituida por la obra de Hahnemann y toda evolución y progreso en la terapéutica partirá de esa base amplia que resulta, por naturaleza, esencial. Toda “evolución” del método que no tenga en cuenta lo esencial no podrá catalogarse genuinamente como verdadera homeopatía, será otra cosa. Para nosotros resulta sorprendente que, después de dos siglos, el estudio de las obras básicas del método siga aportando conocimientos esenciales para la práctica diaria del médico homeópata. Si Hahnemann no estaba en lo cierto nuestro camino morirá en la nada y nuestra práctica será un fracaso clamoroso, por el contrario, si Hahnemann tenía razón, y su obra de madurez describe el método homeopático más perfeccionado, el empleo de las potencias LM debería ser el camino mayoritariamente seguido por sus seguidores, pues con él estaríamos más cerca de conseguir ese ideal de curación reflejado en el Parágrafo 2. La realidad no es ésta. En España somos una minoría los que empleamos de modo sistemático esta escala de potencia. No entraremos en el debate sobre las causas de esta realidad, mostraremos nuestras experiencias con dicha escala y trataremos de mostrar que el uso de estas potencias consigue curaciones sin producir agravaciones importantes. Haremos una revisión de la cuestión de la dosis y la agravación y, al final, hablaremos de nuestra experiencia sobre la temida agravación, ilustrada posteriormente con la exposición de un caso clínico que presentará la Dra. Inmaculada González-Carbajal. La quimera de Hahnemann En lo referente a la técnica de aplicación de los medicamentos hay en Hahnemann una idea central, la de conseguir la curación con el menor daño posible. Así la pequeñez de la dosis se convirtió, para él, en una cuestión permanente. Todo médico consciente de su labor, el verdadero médico, como Hahnemann dice, fantasea con poder disponer del “medicamento perfecto”, el fármaco ideal, que cure al enfermo, sin causar desórdenes ni efectos no deseados, y fácil de obtener. Un medicamento eficaz, eficiente, inocuo, con bajo coste de producción y que su elaboración y posterior destrucción sea respetuosa con el medio ambiente. ¿Es esto posible? Hahnemann abrió el camino a esta posibilidad, al desvelar el poder curativo de las sustancias presentes en la naturaleza, muchas de ellas supuestamente sin propiedades curativas, y lo continuó con la búsqueda tenaz de una técnica de aplicación, siguiendo la ley de semejanza, que no produjera reacciones indeseables y poder llegar a la curación de los enfermos sin sobresaltos. ¿Es el legado de Hahnemann una quimera? Resumen Breve de Técnica homeopática Lo que el médico necesita para tratar, adecuada y eficazmente, las enfermedades aparece reflejado a la perfección ya en el Parágrafo 3 del Órganon del siguiente modo: 1. Saber claramente lo que hay que curar, conocimiento de la enfermedad, indicador (diagnóstico homeopático) 2. Conocer el principio curativo de las medicinas, conocimiento del poder medicinal (patogenesia) 3. Saber como adaptar conforme a principios perfectamente definidos lo curativo de las medicinas a lo patológico de los enfermos (farmacoterapia) 4. Saber elegir el remedio cuyo modo de acción sea más útil al caso individual (farmacoterapia individual) 5. Conocer el modo exacto de preparación de los medicamentos (farmacotecnia) 6. Emplear la cantidad requerida –dosis apropiada- del remedio y el periodo conveniente para repetir la dosis (posología) 7. Conocer y remover los obstáculos que puedan impedir la curación a pesar de una correcta elección de la medicina. Nos centraremos en el punto 6º referente a la posología. Es destacable el hecho que en la formación homeopática el tema de la dosificación[5] no sea objeto de un tratamiento profundo. De manera habitual se trata superficialmente y como algo supuesto, a pesar de ser la posología fundamental en lo referente a la suavidad de la curación, segunda cualidad en nuestro ideal terapéutico. No puede un médico homeópata tratar cabalmente sin conocer el modo de administrar los remedios, la escala más adecuada, la cantidad y la frecuencia. Ese es un arte (technê) de la medicina que hay que saber, que aprender y, por supuesto, que enseñar. La cuestión de la dosis El Dr Shuji Murata decía[6]: “La medicina no es una mera ciencia, la ciencia va de lo particular a lo general (la episteme aristotélica), la ciencia es apodíctica, demuestra. Saber que un fármaco ha curado a alguien es un saber por experiencia, empírico, pero saber por qué este fármaco cura es lo propio de la technê o arte, no solo concierne al orden de producir los efectos que se intentan, sino al modo de saber producirlos. La medicina, en este sentido, es un arte (technê iatrikê) que no consiste en hacer las cosas, sino en saber hacer las cosas.” Por lo anteriormente expuesto intentaremos, no sólo hacer las cosas, sino saber cómo hacerlas, o cómo evitarlas (reacción indeseable) y así revisaremos las bases teóricas que hacen referencia a los efectos de los medicamentos homeopáticos y concretamente al fenómeno de agravación y a la dosificación de los mismos. La estimación de la dosis es fundamental en la aplicación práctica de los remedios. La dosis entendida como cantidad y frecuencia y la potencia entendida como grado de dinamización, como la titulación que actúa en el paciente. Ya hemos dicho que es algo recurrente en Hahnemann, por lo tanto no haremos un exhaustivo análisis, inviable en esta exposición, intentaremos reflejar, a nuestro parecer, lo más significativo. Se hace difícil hablar de acción medicamentosa o de agravación sin mencionar, al menos de pasada, el efecto que producen las sustancias medicamentosas sobre los seres vivos. Me refiero a los efectos primario y secundario. Efecto Primario y Secundario Comenzaremos definiendo lo que es acción primaria. Entendemos por tal la propiedad que tienen ciertos agentes de perturbar la dynamis durante un periodo más o menos largo. Esta alteración se traduce en lo que llamamos efecto primario, producido por la dynamis desequilibrada y que se manifiesta en lo que conocemos por síntoma primario. Aunque empleamos de manera indistinta los términos acción, efecto y síntoma, en sentido estricto acción es la operación de un agente que en el caso que nos ocupa actuando sobre la dynamis produce unos resultados (efectos), los síntomas son la expresión de la dynamis perturbada por el agente (noxa o sustancia medicamentosa). En la práctica nos referimos de manera indistinta a acción primaria, efecto primario y síntoma primario. Para Hahnemann, aunque la acción primaria sea producto del poder del agente y de la fuerza vital conjugados, dicha acción primaria se debe fundamentalmente al agente (§ 63)[7] Parece que la fuerza vital se comporta de una manera meramente pasiva (receptiva) tolerando el poder que actúa desde fuera (§ 64)[8] sería comparable a la impresión que un sello produce en una tablilla de cera, donde la cera cede pasivamente a la presión; o como las huellas que quedan en la arena de una playa cuando caminamos al borde del mar. Tanto la cera como la arena oponen en principio poca resistencia y el efecto persiste un tiempo mayor o menor hasta ir desapareciendo para volver al estado anterior. En los seres vivos ocurre en un primer momento algo similar, después aparece una reacción que conocemos por acción secundaria o efecto secundario, que no es otra cosa que una reacción de la dynamis, que después de un comportamiento pasivo tras la acción de los agentes morbíficos desarrollará (§ 64) : “La condición de salud exactamente opuesta (acción reactiva, acción secundaria) a aquel efecto (acción primaria) que sobre ella actuó y siempre que tal opuesto pudiera darse y en un grado de intensidad proporcional a la del efecto del agente medicinal o morbífico artificial (acción primaria) y proporcional también a su propia energía; o, si no hubiere en la naturaleza un estado exactamente opuesto al de la acción primaria, pareciera que intenta neutralizar a esta, es decir, ejercitar su poder superior en extinguir el cambio impuesto sobre ella desde el exterior (por la medicina) sustituyéndolo por el estado normal que le es propio (acción secundaria, acción curativa)” Y todavía Hahnemann añade en el § 65[9]: “Y siempre ocurre de manera parecida, después de la acción primaria de una medicina que, administrada en grandes dosis, produce un cambio considerable en el estado de salud de una persona sana, se producirá un exacto opuesto por obra de la fuerza vital en acción secundaria si, como ya ha sido señalado, tal estado existe en la realidad.” Hay, lo que podemos considerar un tercer tipo de efecto, el conocido por acción alternativa, que Hahnemann describe en los Parágrafos 115 y 251[10], que solo poseen determinadas medicinas (ignatia, bryonia, rhus y otras) Entre los síntomas primarios de estas medicinas se producen otros que son opuestos, parcial o totalmente, a otros síntomas que aparecieron en primer término, lo que no debe ser considerado como una verdadera acción secundaria, son estados alternativos de la acción primaria, se trata de acciones alternativas. El fenómeno de la Agravación En este momento, después de este rápido recuerdo de los diferentes efectos que los remedios producen sobre los organismos vivos entenderemos mejor por qué Hahnemann estaba obsesionado con la idea de la reducción de la dosis, tanto en la patogenesia como en la terapéutica. Lo explica en el trabajo sobre la Materia Médica de China con estas palabras: “No es en virtud de una opinión preconcebida ni por amor de la singularidad por lo que me decidí a favor de tan débiles dosis, tanto para la China como para cualquier otra sustancia. He llegado a esto después de experiencias a menudo renovadas, que me han demostrado que de las más grandes cantidades de medicamentos, aún en los casos que hacen bien, actúan con más intensidad de lo que es necesario para obtener la curación. También las he disminuido y como yo observé siempre los mismos efectos, aunque en un grado menor, he descendido hasta las dosis mínimas que me parecen suficientes para ejercer una acción saludable sin actuar con una violencia capaz de retardar la curación.” En un primer momento la reducción de la dosis se realizó para evitar efectos tóxicos, posteriormente fue para conseguir un efecto primario con el grado más adecuado posible para curar la enfermedad y no producir daños, a la par descubrió que, además de evitar dichos efectos no deseados había un desarrollo de mayores poderes curativos mediante la trituración-dilución-sucusión (dinamización) Nació así la dosis infinitesimal. En esencia consiguió que no apareciera el efecto tóxico y si un mayor poder curativo, y observó que los remedios seguian actuando con una intensidad mayor de la necesaria para obtener la curación suave y siguió disminuyendo tratando de llegar a la dosis mínima eficaz y lo más inocua posible. Si el medicamento homeopático produce, por efecto primario, una enfermedad artificial similar a la natural, que desplaza y reemplaza en el principio vital a dicha enfermedad natural, promoviendo una reacción (efecto secundario) del principio vital desequilibrado para alcanzar una nueva armonía (curación)[11], es fácil entender, al menos en el plano teórico, que la sintomatología de la enfermedad se verá incrementada en algún grado. Es la causa del fenómeno de la agravación llamada homeopática. Esta teoría sustitutiva deja abierta la puerta a la consideración de que la agravación será inevitable y que para esperar una rápida y total curación es, además, deseable. En el plano teórico en que nos movemos el problema, si es tal, sería cuestión de grado. De este modo si tenemos un paciente con una enfermedad aguda febril y 38ºC de temperatura y tras la administración de un medicamento, por el citado efecto primario (agravación), sube la temperatura a 39ºC, no es lo mismo que si sube a 41ºC, en éste último caso podríamos tener algún problema por hipertermia durante el tiempo de actuación del efecto secundario que haga bajar la temperatura corporal. En este caso tendríamos un efecto primario excesivo del remedio por dosis demasiado grande, la solución consistiría en dar una menor dosis. ¿Es la agravación homeopática inevitable? En la terapéutica homeopática hay que administrar tal cantidad de medicina que actuando –por efecto primario- sobre la dynamis del enfermo promueva un efecto secundario curativo sin someter al enfermo a mayores perturbaciones como Hahnemann dice en el Parágrafo 154 del Órganon[12], de este modo la medicina administrada producirá una enfermedad artificial lo más similar posible a la natural, enfermedad artificial que como hemos visto tendrá una mayor energía para poder desplazar al principio vital enfermo hacia una disarmonía y provocar una reacción que lleve a la liberación de enfermedad, a una nueva armonía (§§ 34 y 70). En el Parágrafo 155 explica, de nuevo, cómo conseguir la curación sin perturbar al enfermo con el uso de diminutas dosis del simillimum al caso. La enfermedad natural es sustituida por la enfermedad medicamentosa, si la dosis es pequeña no producirá otros síntomas del medicamento no homeopáticos al caso en las partes del cuerpo que están exentas de enfermedad, mas los efectos primarios del remedio similares a los de la enfermedad natural actuando en las partes del organismo afectadas por dicha enfermedad promoverán la reacción curativa del principio vital enfermo (efecto secundario). Según lo anterior la incomodidad o perturbación excesiva derivada del efecto primario del medicamento será fundamentalmente promovida por el desajuste en la dosis, si es lo suficientemente pequeña no producirá los otros síntomas no homeopáticos al caso particular, sí debería producir algun incremento leve de los síntomas similares. En esta ocasión, si aparece agravación importante, sería por dosis inadecuada. En el Parágrafo 156[13] nos previene sobre la agravación notoria, perturbaciones que aparecerán sobre todo tras la toma de dosis mayor de la necesaria y en pacientes muy irritables y sensitivos, aunque aparezcan síntomas nuevos, leves, pues es casi imposible la exacta correlación entre los síntomas de la enfermedad y del remedio, y estas perturbaciones serán fácilmente extinguidas por la dynamis (efecto secundario) no siendo percibidas estas incomodidades por pacientes que no sean especialmente sensibles. La agravación, en este caso, se debería a dosis excesiva, medicamento similar e hipersensibilidad del paciente. En el Parágrafo 157[14] hablando de enfermedades agudas describe una agravación leve de la enfermedad durante las primeras horas tras la toma del medicamento si la dosis no resultase adecuada (y durante más tiempo si la dosis fuera excesiva) Se trata de una enfermedad medicinal más fuerte que la natural. La agravación sería por exceso de dosis. Aún así Hahnemann parece considerar inevitable (en la enfermedad aguda) una leve agravación tras la toma del remedio homeopático al caso (§ 158)[15] que considera de buen pronóstico y está de acuerdo con lo que debe ser ya que la enfermedad artificial debe exceder en energía a la natural para producir la curación. Pero lo matiza en el Parágrafo 159[16] diciendo, una vez más, que cuanto menor sea la dosis del remedio con el que se trate una enfermedad aguda, tanto más leve y más breve será esta aparente acentuación de la enfermedad durante las primeras horas. En el Parágrafo 160[17] sigue considerando que para eliminar la enfermedad natural, reciente y no complicada, hay que dar, en la menor dosis posible, el remedio con síntomas análogos y se producirá, por efecto primario, que deberá ser más fuerte que la enfermedad, una agravación de los síntomas durante las primeras horas tras su ingestión. En el Parágrafo 161[18] desvela el misterio de la agravación homeopática, de manera evidente dice que la agravación es producto de la acción primaria de la medicina homeopática que parece incrementar los síntomas de la enfermedad original en la primera o primeras horas en una enfermedad de carácter agudo y reciente. La agravación verdaderamente homeopática al comienzo del tratamiento, con la menor dosis eficaz posible, signo de buen pronóstico, es verdadera solamente para un tipo concreto de dolencias, las de carácter agudo y reciente. En otros casos habrá que considerar dicha agravación como no deseada y consecuencia de dosis inadecuada. Continúa Hahnemann : “Cuando medicinas de acción prolongada tienen que combatir a un mal de antiguo arraigo, tal incremento aparente de la enfermedad natural no debería aparecer durante el tratamiento y no aparecerá si la medicina seleccionada exactamente fuera dada en dosis apropiadamente pequeñas y gradualmente mayores, cada una modificada en algo mediante dinamizaciones que se renovarán. Tal incremento de los síntomas originales de una enfermedad crónica puede aparecer solamente a la finalización del tratamiento, cuando la curación ha sido casi o totalmente lograda.” La exposición no deja lugar a dudas, no deberíamos tener una agravación al comienzo del tratamiento de una enfermedad crónica, en todo caso ésta puede aparecer al final del tratamiento. La diferencia con los parágrafos anteriores es significativa, la agravación homeopática de comienzo, la inevitable, por efecto primario, con energía necesariamente mayor que la enfermedad natural para desplazar al principio vital a un nuevo desorden, solamente debe aparecer en el tratamiento de enfermedades agudas y recientes. En el caso de enfermedades antiguas, crónicas, nunca debe aparecer al comienzo y si aparece se trata de una agravación innecesaria y no deseada, por exceso de dosis, por hipersensibilidad del paciente o por remedio equivocado. En estos casos crónicos la agravación debe aparecer al final del tratamiento. La agravación, según lo visto, para Hahnemann no solo es evitable, podríamos decir que es indeseable. ¿Cuántas veces hemos escuchado lo contrario? ¿Hay una contradicción entre lo que dice el Órganon y la clínica? La respuesta aparece, una vez más, en la lectura comparada entre las dos últimas ediciones del Órganon. Diferencias, en lo que a agravación se refiere, entre el Órganon 5ª y 6ª Edición Consideramos que la 6ª Edición del Órganon contiene las últimas enseñanzas, las más depuradas, extraidas tras una larga vida de trabajo e investigación, y por ello debería mostrar el método homeopático más perfeccionado. Haremos un breve estudio comparado entre algunos parágrafos de esta edición y de la anterior. Antes citábamos el parágrafo 161, uno de los corregidos en la 6ª Edición del Órganon. Si revisamos el mismo en la 5ª Edición dice: “Si refiero a la primera hora o a las primeras horas la agravación homeopática, o mas bien la acción primitiva del medicamento homeopático, que parece que acrecienta un poco a la enfermedad natural, este plazo se aplica solo a las enfermedades agudas recientes. Mas cuando medicamentos cuya acción se prolonga mucho tienen que combatir un mal antiguo y muy antiguo, que por consiguiente una dosis tiene que continuar obrando durante muchos días seguidos, entonces se ven pronunciarse, de cuando en cuando durante los 6, 8 o 10 primeros días algunos de los efectos primitivos de algunos medicamentos, algunas de las exasperaciones aparentes de los síntomas del mal primordial que duran una o muchas horas, mientras que el alivio general se pronuncia de una manera sensible en los intervalos. Una vez transcurrido este pequeño número de días, el alivio producido por los efectos primitivos del medicamento continúa todavía durante muchos días casi sin que nada le turbe” (§ 161-5ª Edición)[19] En la 5ª consignaba, todavía, una agravación tras el comienzo del tratamiento durante los primeros 10 días, en la 6ª esta agravación ya no debe producirse, puede aparecer al final del mismo. En el Parágrafo 278 se plantea la pregunta que todos tenemos en mente ¿Cuál es el grado de pequeñez de la dosis que más conviene para producir efectos reparadores seguros y suaves?¿Qué dosis dar para conseguir la mejor curación? La respuesta no puede salir de las conjeturas teóricas. Lo único que puede dar la respuesta, en cada caso individual, será la experimentación pura, la observación cuidadosa de la sensibilidad de cada paciente y la precisión con que se lleve a cabo toda experiencia. Pero la experiencia pura establece de un modo absoluto que cuando la enfermedad no depende manifiestamente de una alteración profunda de un órgano importante (aún cuando pertenezca a las crónicas y complicadas) la dosis del remedio seleccionado homeopáticamente y altamente potenciado para comenzar el tratamiento de una enfermedad importante, especialmente crónica, nunca podrá ser preparada tan diminuta como para que no resulte más fuerte que la enfermedad natural que debe eliminar, debe excederla en poder, al menos en parte y extinguirla de la sensibilidad del principio vital, comenzando así la curación. En éste parágrafo hay sustanciales modificaciones si lo comparamos con el de la 5ª Edición. En la última edición matiza que el remedio seleccionado homeopáticamente será altamente potenciado, en clara referencia a la nueva escala de remedios, la LM. Y en la 5ª todavía habla de una aparición después de la administración de síntomas semejantes y un poco más intensos. En el parágrafo de la 6ª solamente habla de promover la curación, nunca de agravación sintomática. En el Parágrafo 280 todavía es más explícito, lo transcribimos en su totalidad: “La dosis de la medicina que continúe siendo útil y que no produzca nuevos síntomas perturbadores debe ser continuada pero en ascenso gradual en tanto el paciente experimente una mejoría general y hasta que comience a sentir que retorna suavemente a una o varias de sus dolencias antiguas. Esto indica una curación próxima mediante un ascenso gradual de la dosis moderada, modificada cada vez mediante sucusiones; indica también que el principio vital no requiere seguir siendo afectado por la enfermedad medicinal similar a fin de desembarazarse de la sensación de la enfermedad natural, Finalmente indica que el principio vital, ahora libre de la enfermedad natural, comienza a sufrir únicamente algo de la enfermedad medicinal, conocida hasta aquí como agravación homeopática." En el mismo Parágrafo de la 5ª sigue hablando de la mínima dosis que debe producir una agravación lo más leve posible al comienzo del tratamiento. ¿Qué ha cambiado? Esta notable diferencia entre las dos ediciones del Órganon debe hacer pensar que Hahnemann nunca consideró la agravación inevitable y que siempre buscó su desaparición, perfeccionó el método tratando de obtener la mínima dosis posible para promover la curación sin alterar al enfermo. La diferencia significativa entre las dos ediciones fue el desarrollo de la nueva escala de potencia (LM) que permitió una utilización más gradual y mayor flexibilidad en la posología. Si no lo hubiese comprobado en la práctica nunca habría hecho estas correcciones. Consideramos que, con la utilización de la nueva escala de potencia, la agravación llamada homeopática en el comienzo del tratamiento de las enfermedades crónicas no debería presentarse. Si aparece, con toda probabilidad se deberá a un mal manejo posológico. Cuando seguimos diciendo que la agravación al comienzo del tratamiento en una enfermedad crónica es de buen pronóstico ¿de qué estamos hablando? Haremos referencia, en este caso, a la 5ª Edición del Órganon, nunca a la 6ª, y será necesario revelar qué escala de potencia estamos utilizando en el tratamiento. Si utilizamos las CH o las Korsakovianas es probable que la agravación de comienzo sea inevitable. En otro caso, si deseamos una curación suave, con posología flexible, hay que desterrar lo antiguo, seguir las indicaciones de la 6ª edición y prescribir en escala LM. ¿Por qué el miedo a utilizar la escala LM se centra, precisamente, en la agravación? ¿Es el resultado de la experiencia de quienes lo dicen? El estudio del Órganon nos dice lo contrario, alienta a volcarse en este modo de tratar, que fue el que Hahnemann empleó al final de su ejercicio y el que quiso dejar, con la última edición del Órganon, a sus seguidores. Conclusiones sobre la agravación 1. La agravación leve tras la toma del medicamento solo es deseable y permisible en los casos de enfermedad aguda y reciente, en los que además es de buen pronóstico. 2. La agravación notoria no es deseable en ningún caso y si ésta se produce al comienzo del tratamiento será por: · Error de potencia (acción patogenética primaria) · Exceso de dosis (acción patogenética primaria) · Remedio equivocado (acción patogenética primaria, aparición de síntomas nuevos) · Enfermo incurable: Agravación originada por efecto primario. Estamos ante la Primera Observación Pronóstica de Kent, agravación prolongada y empeoramiento progresivo del enfermo. Su organismo no es capaz de superar la enfermedad por falta de energía, no hay efecto secundario curativo. · Enfermo hipersensible (Hay que disminuir aún más la dosis) 3. La agravación puede aparecer al final del tratamiento en las enfermedades crónicas, nunca debe aparecer al principio y si aparece debemos pensar que estamos en presencia de alguna de las causas de agravación notoria descritas antes. 4. La agravación del paciente se puede reducir al mínimo con el empleo de las potencias LM y la llamada agravación homeopática solo debe aparecer, si aparece, al final del tratamiento. Dosis adecuada ¿Cuál es la dosis mínima que se puede emplear? Hahnemann va desvelando la respuesta a lo largo de su obra, en la que refleja la evolución en el modo de tratar, fruto de su experiencia y de la de sus seguidores, razón por la cual la lectura sosegada de sus obras debe hacerse en sentido cronológico, de otro modo es posible entrar en contradicciones que limiten las posibilidades terapéuticas de nuestro método. En el Prefacio al III Volumen del Tratado de Enfermedades Crónicas (1837)[20] dice: “Cuando se pone sobre la lengua un pequeño glóbulo seco impregnado de una de las más altas dinamizaciones de un medicamento, o la olfacción moderada de un frasco abierto que contiene uno o varios de estos glóbulos, que es la más pequeña dosis que se puede emplear, la más débil, aquella de acción más corta, uno se da cuenta fácilmente de que la increíble diversidad de los enfermos aportan necesariamente grandes diferencias en el tratamiento y por consiguiente en la elección de las dosis. Diversidad de los enfermos en cuanto a su excitabilidad, su edad, su desarrollo espiritual y corporal, su género de vida, su energía vital y sobre todo a la naturaleza de su enfermedad..." Así la dosis mínima utilizable es un glóbulo pequeño, una dracma, la cuarta parte de una gota. "...Esta dosis mínima tomada por olfacción tiene una acción que dura menos tiempo que la que se toma sobre la lengua, aunque se encuentran enfermos de naturaleza tan excitable para los que en los pequeños males agudos y frente a los cuales el remedio ha sido elegido homeopáticamente, esta dosis es suficiente para socorrerlos..." Como vemos, en la elección de la dosis, en cada caso individual, hay que tener en cuenta, con rigor, todas las circunstancias condicionantes (edad, sensibilidad, desarrollo, energía vital y naturaleza de la enfermedad) sigue diciendo: “...La experiencia me ha mostrado, como lo ha hecho también ciertamente con los mejores de mis seguidores, que en las enfermedades de cierta importancia, sin exceptuar las más agudas, pero con más razón en las enfermedades crónicas, lo mejor es utilizar los potentes glóbulos homeopáticos solamente bajo la forma de disolución y administrar ésta en dosis fraccionadas al enfermo..." En el Parágrafo 272[21] de la 6ª Edición el Órganon leemos: “Que un glóbulo seco, puesto sobre la lengua es la dosis mínima para una enfermedad reciente y moderada... Pero otro igual al anterior, triturado con azúcar de leche, disuelto en bastante agua y sacudido bien antes de cada toma, se convierte en un medicamento mucho más poderoso, apto para usar durante varios días.” La dosis mínima eficaz sigue siendo un glóbulo, la experiencia dice que la eficacia se acota a las enfermedades recientes y moderadas y en caso de enfermedades crónicas lo mejor es utilizar un glóbulo diluido y fraccionar las dosis. Hay que disolver un glóbulo en una cantidad variable de agua (7 a 20 cucharadas) y administrar en las enfermedades agudas cada 6, 4, 2 horas o si la enfermedad es muy grave cada hora o media hora, una cucharada de cada vez, en los enfermos debilitados y en niños reducir esta dosis a la mitad (una o dos cucharaditas de té o café) Y en enfermedades crónicas una cucharada cada día o cada dos días, siempre modificando el grado de dinamización, mediante sucusiones (5 ó 6) o cambiando el grado de dinamización del remedio por medio de una nueva solución con un glóbulo de mayor potencia. Si en el transcurso del tratamiento apareciese mucho efecto primario hay que reducir o espaciar las tomas. Este modo de proceder fue utilizado por Hahnemann con potencias CH, en la etapa parisina, y siguió utilizándolo con las potencias LM. Aunque en la 6ª Edición del Órganon establece ligeras modificaciones que se citan a continuación: Recomienda hacer la solución medicinal con un glóbulo disuelto en una cantidad variable de agua, con 40, 30, 20, 15 u 8 cucharadas de agua, añadiendo alcohol o carbón de leña para preservarla, lo que representa de 400 a 80cc de agua, si tenemos en cuenta que aproximadamente una cucharada tiene 10cc. Suponemos que la diferente cantidad de la solución se hará en función de las veces que necesitaremos administrar el remedio al enfermo. Después de 5, 8, 10 ó 12 sucusiones le damos al paciente una cucharada (o varias) de las de té. En casos agudos cada dos a seis horas, si el caso es muy urgente cada hora o más frecuentemente. En enfermedades crónicas o prolongadas cada día o cada segundo día. Para pacientes sensibles disolvemos un glóbulo en menor cantidad de agua (de 7 a 8 cucharadas soperas) para hacer la solución primera, y después de las sucusiones extraemos una cucharada sopera y la echamos en un vaso de agua (que contenga de siete a ocho cucharadas) removemos bien el contenido y damos una dosis de una o dos cucharadas de las de té, con la frecuencia que corresponda según su dolencia. Si el paciente fuera muy sensible podemos echar una cucharada de té del primer vaso a un segundo vaso y después de remover bien dar una cucharada de té de éste segundo al paciente. Hay pacientes que pueden llegar a necesitar la dilución en un tercer o un cuarto vaso. Cada vaso se prepara diariamente sucusionando previamente el frasco que tiene la poción medicinal. En el tratamiento de las enfermedades crónicas, cuando la solución queda consumida, o en un plazo de 7 a 15 días, se prepara una nueva solución con un glóbulo de una potencia más alta. El tratamiento continuará hasta la curación completa o cuando aparezca la llamada agravación final, un retorno de síntomas de la enfermedad. En este caso se suspenderá el tratamiento y si la curación es completa los síntomas desaparecerán poco a poco quedando el enfermo curado. Nosotros, como principio general, empleamos las potencias LM diluyendo un glóbulo en 20cc de agua en un frasco de 30cc para tomas repetidas, una gota diaria o alterna (previa sucusión) durante 15 ó 20 días, con descansos hasta la dosis siguiente o sin ellos, dependiendo del tipo de enfermedad y de la respuesta individual, de este modo se va aumentando el grado de potencia, habitualmente de 3 en 3, cada 15, 20 ó 30 días. En dosis única diluyendo un glóbulo de la potencia correspondiente en 10 cucharadas de agua y le decimos al paciente que tome una cucharada y deseche el resto. Subiendo de potencia cada 15, 20 ó 30 días, según el caso. En el tratamiento de enfermedades agudas genuinas o en enfermedades epidémicas estacionales empleamos también potencias LM (3, 6, 9 ó 12 LM) en dosis diluidas y fraccionadas, según el tipo de dolencia. Al emplear esta escala de potencia podemos flexibilizar la dosis al máximo y jugar con la frecuencia según la respuesta al tratamiento. Antes utilizábamos la escala CH o K (30, 200 ó 1000) un glóbulo en seco y esperar respuesta, en general la 30 exige una frecuente repetición y es difícil el seguimiento en los pacientes. Particularmente he observado agravaciones por exceso de dosis (repetición frecuente) Con el empleo de potencias LM hay un óptimo manejo de la dosis y la mejoría es gradual, sin agravación importante. En nuestra experiencia, en el tratamiento de enfermedades de larga evolución, si aparece agravación al comienzo del tratamiento con esta escala de potencia es habitualmente por exceso de dosis (cantidad y frecuencia), por error de potencia (potencia demasiado alta), por hipersensibilidad del paciente o por remedio equivocado (aparición de síntomas nuevos) Generalmente no se produce agravación homeopática en los primeros días, o algunos trastornos leves (en toma única del 2º al 9º día) que pueden requerir ajuste de dosis. La agravación final no se ve en todos los casos. Para un estudio en profundidad sobre la aplicación de esta escala remito al lector a la obra de la Dra. Inmaculada Gonzalez-Carbajal, Bases Teóricas y Aplicación Práctica de las Potencias LM[22] Conclusiones sobre la dosis · La dosis mínima eficaz, la de acción más corta, es un glóbulo, una dracma, la cuarta parte de una gota. Se administrará un glóbulo en seco sobre la lengua, o la olfacción moderada de un frasco que contiene uno o más de esos glóbulos. Conviene al tratamiento de enfermedades moderadas y de reciente aparición. · Para el tratamiento de enfermedades crónicas, graves y antiguas se emplearán dosis diluidas, fraccionadas y con aumento progresivo de la dinamización. · La cantidad de medicamento es importante, no produce el mismo efecto un glóbulo que un gránulo o que varios glóbulos y esto también es aplicable al volumen de las dosis diluidas y a la frecuencia de repetición. · La dosis apropiada surgirá de la elección de la potencia justa, la cantidad necesaria y la repetición adecuada al caso individual. · No sólo hay un simillimum de medicamento sino también de potencia y dosis apropiada a cada caso individual que ponga en marcha la ley de curación. · Potencia y dosis parecen constituir dos partes de un conjunto energético único que pone en marcha la ley de curación en cada caso individual. Quizás deberíamos hablar de potencia-dosis. · No es posible hacer un esquema posológico rígido en cuanto a la potencia-dosis. · El ajuste de la potencia-dosis se hará de acuerdo a variables individuales: edad, situación vital, antigüedad de la enfermedad y plano de manifestación de la misma, grado de sensibilidad del paciente, complejidad miasmática del caso y tipo de enfermedad (aguda o crónica) Conclusiones Finales El objetivo de Hahnemann de conseguir la curación rápida, suave y duradera puede no ser quimérico, el método que nos dejó es una terapéutica eficaz y bien empleado puede resultar inocuo, me atrevo a decir que “casi inocuo” ya que no siempre “mucho” de algo bueno trae buenas consecuencias. La dosis es importante y la escala utilizada también. Hahnemann nos dejó su método más perfeccionado, lo que no quiere decir que el objetivo esté conseguido en toda su plenitud. Podemos seguir este camino que Hahnemann dejó inconcluso, el llegó a tratar hasta la potencia 30 LM, nosotros tenemos que seguir ascendiendo en la escala hasta que la enfermedad tratada sea desplazada del principio vital y desaparezca, y si para ello hay que ascender hasta la potencia 200 LM, o hasta la 1000, mientras sea técnicamente posible, lo haremos. De este modo será posible extraer la máxima eficacia del método, y demostrar que nuestra terapéutica consigue curaciones sin producir efectos indeseables en el enfermo. Bibliografía I. E. Giampietro. Doctrina y Clínica avanzada en Homeopatía. Editorial Dilema 2004 II. I. González-Carbajal García. Bases Teóricas y aplicación práctica de las Potencias LM. AHA 2005 III. S. Hahnemann. Tratado de Enfermedades Crónicas. Academia de Homeopatía de Asturias Segunda Edición 2005 IV. S. Hahnemann. Las Enfermedades Crónicas, su naturaleza peculiar y su curación homeopática. Ediciones Tomás Pablo Paschero 1999 V. S. Hahenamnn. Órganon de la Medicina. 6ª Edición. Editorial Porrúa 1996 VI. S. Hahnemann. Órganon del Arte de Curar. 5ª Edición. Imprenta Chilena. Santiago de Chile 1855 (Traducción del Dr. Benito García Fernández) VII. E. Morales Prado. Fundamentos de Nosología Homeopática. Editorial Dilema 2004 VIII. S. Murata. Lecciones de Homeopatía. Academia de Homeopatía de Asturias 1990 Notas: [1] Comité de Expertos de la OMS: Aplicación del Análisis de Sistemas. Serie de Informes Técnicos nº 596. Organización Mundial de la Salud. Ginebra 1976 [2] Dr. E. MORALES PRADO. Fundamentos de Nosología Homeopática. Editorial Dilema 2004 p.33 [3] T.S.KUHN. La Estructura de la Revoluciones Científicas.F.C.E. México 1971 [4] Dr. SHUJI MURATA † y Dr. ERNESTO GIAMPIETRO. [5] Excepción notable es la enseñanza del Dr. Ernesto Giampietro, recibida durante casi dos décadas, a quién expreso públicamente mi gratitud. [6] S. MURATA. Lecciones de Homeopatía, Academia de Homeopatía de Asturias, 1990. pp. 97. [7] S. HAHNEMANN. Órganon de la Medicina, 6ª Edición. Traducida por J.C. Torrent, Editorial Porrúa 1996. § 63. [8] S.HAHNEMANN : opus cit., § 64 [9] Ibid., § 65 [10] Ibid., §§ 115 y 251 [11] E. GIAMPIETRO. Doctrina y Clínica Avanzada en Homeopatía. Editorial Dilema, 2003, pp. 254
[12] Órganon 6ª Edición, § 154 y 155 [13] Ibid.,§ 156 [14] Ibid.,§ 157 [15] Ibid.,§ 158 [16] Ibid.,§ 159 [17] Ibid.,§ 160 [18] Ibid., § 161 [19] S. HAHNEMANN. Órganon del Arte de Curar.Vª Edición. Traducción del Dr. Benito García Fernández. Imprenta Chilena. Santiago de Chile (1855) § 161 [20] S. HAHNEMANN. Tratado de Enfermedades Crónicas. Academia de Homeopatía de Asturias (2005), pp. 27 [21] Órganon 6ª Edición. § 278 [22] Dra. I. GONZÁLEZ-CARBAJAL. Bases Teóricas y Aplicación Práctica de las Potencias LM. Gráficas Cano, Oviedo (2005) Autor: Dr. José Eugenio López García. Academia de Homeopatía de Asturias. eugenlogar@yahoo.es Ponencia presentada en el III Congreso Nacional de Homeopatía. Valladolid, 2-4 mayo 2008.

No hay comentarios: