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Frases de PASCHERO en relación a la repertorización
El homeópata, imbuido de esta cosmovisión clínica que inspiró la doctrina hahnemanniana expuesta en el Organon, puede jerarquizar los síntomas del paciente y trasladar el caso particular a la materia médica. Pero para ello necesita, indefectiblemente, dominar el arte de la repertorización. El repertorio de Kent es el repertorio de la materia médica que se conforma estrictamente con la idea hahnemanniana del paciente, al esquema clínico que permite individualizarlo desde la mente a los órganos, del síntoma en general al síntoma en particular, desde el centro de la actividad vital del individuo, su instintividad, sus deseos y aversiones, amores y odios, hasta las modalidades particulares correspondientes a los últimos sectores de su economía. Es el hombre completo, trasuntado en la esencialidad de sus síntomas característicos particulares, el que se refleja en el repertorio, a través de una correcta repertorización.
Los síntomas característicos o peculiares pueden hallarse en los tres grandes grupos en que se divide la sintomatología : mentales, generales o particulares, entendiendo por particulares los que se refieren a las partes del cuerpo.
Estos tres grades grupos determinan los rubros del repertorio que se refieren a los síntomas en general, concernientes a todos los sectores de la economía y registrados en las 37 secciones del repertorio. Cada rubro, es decir, cada síntoma en general -que cuando incluye muchos remedios es un síntoma común y por ende no útil para la repertorización-, se encuentra modificado por seis factores que siguen en todos los rubros la misma ordenación; son ellos 1°) la lateralidad; 2°) horario; 3°) condiciones, circunstancias, etc.; 4°) extensión; 5°) localización y 6°) carácter.
Es en estas modificaciones del síntoma en general, que por estar así modificado se transforma en un síntoma en particular (aquí la palabra particular se refiere a la particularización del síntoma y no a las partes del cuerpo), donde se hallarán los síntomas característicos peculiares del paciente y muchas veces, por corresponder a uno o dos remedios, se descubrirá un síntoma raro, extraño y peculiar, verdadero keynote del caso, cuando se presenta netamente marcado.
El trabajo repertorial después de una correcta caracterización del paciente, es una labor artística que pone en juego las dotes del buen homeópata. La ciencia informa al médico sobre la ley y la doctrina homeopáticas, pero la clínica exige de él los recursos de sus facultades artísticas para la buena anamnesis y la aplicación de la doctrina.
El arte clínico del homeópata lo lleva a elegir los 3 o 4 síntomas característicos que no pueden ser omitidos en su paciente, síntomas raros, extraños y peculiares que no pueden ser explicados dentro del mecanismo patogénico de ningún proceso patológico o síntomas mentales y generales comunes, modificados por una o varias de las seis modificaciones que modalizan cada rubro.
Si el homeópata se capacita para extraer del cuadro total de síntomas que la historia biopatográfica del enfermo le da, los síntomas característicos fielmente marcados que se refieren a las reacciones del paciente como un todo y no a reacciones inflamatorias o álgicas locales reconocerá los 3 o 4 síntomas determinativos que, según el enfermo de que se trata, serán mentales, generales o modalidades particulares y que lo llevarán a hacer un diagnóstico clínica y terapéuticamente exacto.
Lo importante es que sepa modalizar o particularizar los síntomas comunes que se presentan en el orden mental, general o particular y que comprenda bien que lo que pragmáticamente le da el rango de característico al síntoma no es su valor como síntoma aislado sino su integración con otros síntomas generales, para determinar un complejo que refleja la imagen de un enfermo y de un remedio.
El complejo característico integrado con síntomas mentales y generales, cuando éstos son muy marcados y evidentes en el enfermo, eliminan los síntomas particulares, que pueden no ser tomados en cuenta. Un síntoma mental fuertemente marcado elimina los síntomas generales que no concuerdan, pero un síntoma general debe estar cubierto por el síntoma o condición mental para que tenga valor.
Siempre los síntomas mentales definen categóricamente un cuadro, cuando el homeópata domina el arte y la paciencia para saberlos extraer o comprender a través de un atento relato histórico.
Debemos advertir que por síntomas mentales no deben entenderse solamente las manifestaciones psíquicas conscientes o los rasgos de conducta. Dentro de la expresión general síntomas mentales existe una categoría de valores que distingue los síntomas de la voluntad, de la inteligencia, de la afectividad y de la memoria. Los síntomas de la voluntad se refieren a las tendencias instintivas que determinan los deseos y aversiones o amores y odios concernientes a la relación con la vida y los semejantes, los deseos y aversiones referentes a los alimentos que hacen al instinto de auto conservación y las manifestaciones sexuales que expresan el instinto de preservación de la especia. La instintividad en estos tres aspectos fundamentales es la voluntad inconsciente que emerge de lo más profundo del ser, allí donde de la energía vital preside los cambios del metabolismo celular y genera biológicamente las tendencias instintivas que estructuran la personalidad psicofísica.
Lo central, lo nuclear del proceso mórbido se halla siempre en la instintividad del enfermo, que no solo se manifiesta en los síntomas de la afectividad, sino también en los deseos, aversiones y perturbaciones del apetito y del funcionalismo gastrointestinal (por el tractus digestivo pasan los alimentos y las emociones) y en la esfera genital con las perturbaciones sexuales y menstruales. De menor valor son los síntomas de la inteligencia -confusión mental, incapacidad para la concentración, etc.- y los referentes a la memoria.
Las formaciones caracterológicas enmascaran frecuentemente los síntomas mentales de orden psíquico, por lo que hay que despistar la disposición anímica del enfermo soslayando el examen directo de la conducta, para dirigirse a la investigación de las perturbaciones físicas surgidas de la voluntad inconsciente.
Todos los síntomas generales : reacciones climáticas, deseos y aversiones alimenticias, transpiración, actividad, manifestaciones sexuales, sueños, periodicidad, hemorragias, reparación anormal de los tejidos y carácter de la descarga, secreciones y excreciones, obedecen a perturbaciones emocionales que expresan una determinada forma de ser a través del soma y la conducta. Es de observación corriente que una emoción puede hasta provocar un olor especial en la transpiración o un determinado carácter a cualquier secreción.
Lo importante es consignar que apartando toda clase de conjetura o deducción clínica, deben tomarse los síntomas clínicos que expresan al paciente en sí como unidad vital y que estos síntomas no puedan ser omitidos, así sean mentales, generales o modalizaciones de un síntoma particular.
En homeopatía lo que interesa es la persona y no la enfermedad. Los síntomas que expresan la función de la persona no están solamente en la mente, según el concepto de la psicología clásica, sino en todo el cuerpo. En este sentido la homeopatía realiza la concepción psicosomática prevalente en el pensamiento médico moderno. Un síntoma característico, y por ende expresión de la persona del paciente, puede ser una modalidad de un síntoma particular, o simplemente un síntoma aislado que aparece desvinculado del síndrome correspondiente a la enfermedad orgánica o local, y por ende, como síntoma raro, extraño y peculiar al que Guernsey le diera el nombre de key-note porque "abría" el caso a la identificación del paciente. No obstante ser particularidades de síntomas locales, por no ser patognomónicos de la enfermedad local, pertenecen al paciente y no a la enfermedad, aunque no aparenten ser síntomas generales que expresen la totalidad del paciente.
Pero es necesario tener la cautela de no tomarlos aisladamente y prescribir solamente por ellos. Los síntomas generales y la condición mental del enfermo deben corresponder y no contradecirlos. Se debe tener siempre presente que la supresión de un síntoma no significa la curación del enfermo y que ésta sólo se promueve cuando se ha contemplado la totalidad de los síntomas.
Fuente: Fragmentos extraídos del capítulo 'La búsqueda del similimum' del libro 'Homeopatía' de Tomás P. Paschero.
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