Debo reconocer que uno de los conceptos homeopáticos que siempre me ha costado digerir ha sido la teoría miasmática. Tal vez tenga ello que ver con mi relación, durante los años formativos, con la escuela mexicana del Dr. Proceso Sánchez Ortega. Aunque el planteamiento global resultaba coherente, quizás el estilo excesivamente doctrinario o ese toque cuasi religioso con el que estudiábamos el Órganon y las Enfermedades Crónicas, unido al gran culto a la personalidad hacia la figura del “maestro Proceso” despertaron resistencias que dificultaron por mi parte la asimilación del método. La técnica de la seriación miasmática de los síntomas, por otra parte, dificultaba aún más mi aceptación; se me antojaba simplista y artificiosa.
Posteriormente ingresé en el departamento de Doctrina de la AMHB, en la actualidad Bases Teóricas, con el ánimo de aclarar las dudas que a diario me planteaba la actividad clínica. Las obligaciones docentes por un lado y los intercambios con otros miembros del departamento, hicieron posible que poco a poco me fuera ubicando en el universo conceptual homeopático. Una de las primeras sorpresas fue constatar que la teoría miasmática hahnemaniana, difería notablemente de la teoría miasmática procesiana. Tal vez si nos hubieran explicado la génesis y la ulterior evolución de las diferentes corrientes miasmáticas la confusión hubiese sido menor. Pero así son las cosas, quizás no estaban preparados o era otra la intención.
De todas formas la confusión conceptual, origen de todas las batallas miasmáticas, se produce cuando Hahnemann traslada el esquema infecto-contagioso de los miasmas venéreos, que él relaciona con entidades clínicas concretas, al resto de enfermedades agrupándolas bajo un epígrafe nuevo al que denomina Psora. A partir de ese momento la Psora es la responsable de la mayoría de enfermedades que afectan y han afectado a la humanidad y su origen es imposible de determinar aunque algunos se remontan al momento de "la caída", al momento en que el hombre quiso comer el fruto del árbol prohibido, el "árbol del bien y del mal". Este es el elemento que torna indigerible para mí al miasma psórico y que, por otro lado, hace que su plasmación clínica resulte un tanto confusa.
Han pasado los años y, en mi caso, la teoría miasmática, según plantean algunas escuelas, continúa siendo farragosa e inaprensible como método de abordaje clínico. No tengo nada que objetar y merecen un gran respeto los colegas que han desarrollado una metodología clínica basándose en estos presupuestos, ahí están las aportaciones de Proceso, de Giampietro, de Sankaran y de los clásicos. Ahora bien, que algunas técnicas miasmáticas me resulten farragosas no significa que desdeñe la teoría miasmática y que no la tenga en cuenta en el quehacer diario. En algunos casos, lo que podemos llamar impregnaciones, bloqueos, antecedentes o herencias miasmáticas, ya sean tuberculínicas, blenorrágicas, carcinosínicas y, en menor medida, sifilíticas resultan tan evidentes que es imposible obviarlas. Las psóricas son otro cantar. Como ejemplo, reseño dos historias clínicas de Medorrhinum (medicamento que simboliza en muchos aspectos los signos de los tiempos) que ponen de manifiesto que eso que los clásicos llamaban Sycosis existe, es palpable.
CASO 1
J. D. tenía 7 años recién cumplidos cuando viene a la consulta por primera vez en Febrero de 1998. Los padres lo traen porque desde los 3 años padece de los oídos, siendo diagnosticado por los pediatras de otitis crónica serosa bilateral. JD siempre ha padecido muchos cuadros catarrales y duerme con la boca abierta.
JD tiene una hermana 2 años mayor y desde hace 2 años vive con ellos una niña saharaui. El padre es una persona de temperamento fuerte, expansivo y comprometido socialmente desde la juventud. La madre es de carácter reservado, con una constitución que podemos llamar carbónica. Durante el embarazo de JD requirió el uso de insulina por diabetes gestacional. JD pesó 3.200g al nacer, tuvo una dentición tardía y caminó a los 13 meses. Fue amamantado los 6 primeros meses de su vida, recibiendo todas las vacunas del calendario sin complicaciones aparentes. La madre hizo un cuadro de hipertiroidismo en el postparto, con bocio. El padre había padecido otitis, eccemas y tiene antecedentes blenorrágicos.
JD estuvo bien hasta los 2 años cuando hizo un cuadro febril de 3 semanas que requirió ingreso por pérdida importante de peso. Fue dado de alta sin diagnóstico concreto pero los médicos, debido al adelgazamiento, pudieron constatar la existencia de un bultito en zona latero-cervical derecha que se consideró como un resto embrionario. Unos meses después el quiste se inflamó, se formó un absceso y empezó a supurar. Unas semanas más tarde, cesada la supuración, se procedió a la exéresis quirúrgica del mismo, siendo catalogado como un adeno-absceso.
A partir de ese momento empezó a sufrir las otitis que tras sucesivos tratamientos acabaron llevando nuevamente a JD al quirófano. Habían transcurrido 4 años. Se le extirparon las adenoides y se le implantaron drenajes transtimpánicos. Le visito un mes y medio después, los padres manifiestan: “al salir del hospital le dimos antibióticos durante 15 días y ahora está peor y supura un poco”.
JD es un niño muy caluroso que suda mucho por cualquier actividad. Come de todo aunque le gustan los platos fuertes, el embutido y el queso. Antes tomaba mucha leche y tiene aversión a los purés. Tiene la piel seca y una vez tuvo eccemas. Los padres dicen que es un niño inquieto al que “le cuesta centrarse en los estudios” y tiene reacciones raras, “se descontrola” y se altera fácilmente, lo que relacionan con “el síndrome del niño enfermo”. JD es un niño que tiene una relación muy estrecha con el padre, al que lleva a situaciones extremas, “sólo lo llama a él”. Con la niña saharaui se lleva a matar, es una relación de amor y odio. Al parecer no le gustan los médicos y se pone nervioso cuando ha de ir a visitar a alguno; sin embargo, cuando está mal él mismo los pide y si no le dan medicamentos piensa que no le quieren. Se agita y se muestra preocupado por mínimos dolores. Necesita controlarlo todo y no le gustan las situaciones nuevas, le inquietan, le cuesta salir de casa. Se queja, necesita llamar la atención, es muy posesivo.
A la exploración se visualizan los drenajes y una ligera descarga mucopurulenta en oído izquierdo.
Teniendo en cuenta los antecedentes blenorrágicos, la metástasis mórbida, la patología catarral y los rasgos del temperamento la primera prescripción fue Medorrhinum 10 mil K, 2 tomas separadas 12 horas.
Visito a la JD un mes después: “Los oídos están mejor, ya no supura. Un día se quejó del oído izquierdo. Tiene unos granitos que recuerdan a la erupción que tuvo hace tiempo. Está más contento y más feliz, el carácter ha cambiado. Está más tranquilo, piensa que se va a curar aunque sigue obsesionado con su enfermedad”. En la exploración el drenaje derecho ha caído.
La mejoría clínica experimentada desde las primeras semanas se mantuvo en los meses siguientes. Las tomas de Medorrhinum 10 mil K se repitieron a los 2 y a los 4 meses de la primera prescripción por la vuelta de los síntomas óticos en forma de molestias y descargas mucopurulentas abundantes, en ambas ocasiones la mejoría fue rápida cayendo también el drenaje del oído izquierdo. A los cuatro meses, después de la última toma de Med. 10 mil, apareció una nueva erupción en cuero cabelludo que evocaba a otra anterior.
Las siguientes visitas se fueron centrando en el comportamiento, pasando los trastornos óticos a segundo término. Aunque JD estaba más tranquilo y la niña saharaui había marchado, continuaban “las reacciones extremadas sin venir a cuento” que generaban gran tensión en el seno familiar. Paulatinamente el trasfondo abandónico se hizo más evidente y las salidas de tono se producían cuando los padres mostraban intención de ausentarse. La posesividad, la necesidad de controlarlo todo, las resistencias a salir de casa y la angustia abandónica me hicieron prescribirle Lachesis 200K, remedio que recibió en tres ocasiones.
La última vez que vi a JD fue en Mayo de 1999 aunque he sabido de él con frecuencia. En ese momento hacía ya casi un año que no presentaba patología ORL aguda. En una ocasión durante el invierno coincidiendo con un cuadro faríngeo tuvo molestias en forma de pinchazos en los oídos. Come bien y de todo, sigue deseando sabores fuertes. No ha tenido nada en la piel. Al igual que el padre tiene algún episodio de epistaxis nocturna. El comportamiento ha mejorado notablemente: “está más sensato, menos estados de descontrol, acepta normas, obedece, ya no lleva la contraria, trabaja muy bien en el cole y se queda en casa de los amigos".
CASO 2
JM es el papá de JD y tiene 43 años cuando nos encontramos por primera vez en Julio de 1999. Es una persona de complexión fuerte. Le gusta el atletismo y desde joven es corredor de fondo, actividad que sigue practicando cuando las molestias del aparato locomotor no se lo impiden. Animado por la evolución, tan favorable como inesperada, de su hijo, decide consultar también.
JM es el tercero de 5 hermanos. Su padre fue militar y a sus 83 años está bien de salud aunque ha tenido eczemas. La madre tiene algunos trastornos sin importancia. JM fue un niño sano y sólo recuerda haber tenido erupciones en la cabeza y alguna otitis.
Consulta porque tiene achaques varios. Refiere padecer alergia desde hace 6 años. Con 20 años tuvo una especie de crup con disnea, estando en la playa, que no ha vuelto a repetir. Las crisis alérgicas se remontan a 1993; ese año empezaron a picarle los ojos y a hinchársele los párpados. Desde entonces cada primavera-verano tiene accesos de rinitis y coriza con picor en ojos, nariz, estornudos y en alguna ocasión disnea. Los síntomas se agravan después de correr.
Desde hace tiempo tiene problemas de ciática de lateralidad izqda. Las imágenes de una RMN realizada en 1991 son sugestivas de discopatía L4-L5. Las crisis agudas han sido después de reposar y mejoran con el movimiento. También tiene problemas en la rodilla izquierda, todo lo cual relaciona con su actividad deportiva. Refiere molestias uretrales intermitentes desde hace años en forma de polaquiuria, molestias al orinar después del coito y, a veces, dolor al eyacular. También padece de hemorroides y le llama la atención que cuando éstas se agudizan lo hacen también los síntomas uretrales. Hace 8 años después de un esfuerzo físico prolongado orinó sangre. A temporadas le salen eccemas en los codos y pliegues interglúteos. De niño también los tenía en el cuero cabelludo. Esporádicamente ha utilizado corticoides. Por su actividad profesional es vacunado con regularidad. Las últimas vacunas recibidas han sido hepatitis B y tétanos en los años 94 y 95.
JM ha tenido 2 episodios blenorrágicos. El primero con 19 años, el segundo con 24-25. Este segundo episodio "me dejó tocado”. A partir de ese momento sus contactos sexuales se hicieron más selectivos. De alguna manera él siempre ha relacionado las molestias uretrales con estos episodios.
JM es una persona sumamente vehemente, apasionada, valiente. Es una persona comprometida socialmente que no se rinde fácilmente y cree en las ideas y en la coherencia. Aunque es emocionalmente estable, a los 33 a. pasó una crisis existencial relacionada con la paternidad. Es muy caluroso. Con 5 ó 6 horas de sueño tiene suficiente y dice que a veces saca un pie de la cama. Come de todo aunque prefiere lo salado y no tiene hábitos tóxicos. Le gustan el vino y el té.
Teniendo en cuenta los trastornos uretrales, los articulares, algunos síntomas mentales y generales y los antecedentes blenorrágicos prescribo Medorrhinum 10 mil K, 2 tomas separadas 12 horas.
Al mes siguiente JM dice estar muy bien de la alergia “apenas he tenido algunos picores. Muy bien a nivel urinario. Se me han intensificado algunas cosillas: me salió un poco de eccema en los codos y rodillas y tengo una molestia en el hombro izqdo., que ya tenía, con cierta impotencia funcional. He entrenado muy bien estos días.”
JM vino por la consulta durante un año. Sé por relaciones interpuestas que las molestias del hombro izquierdo fueron a más y que ha estado haciendo rehabilitación sin grandes resultados. Le han diagnosticado finalmente una plexitis braquial que según los traumatólogos es la causa de la atrofia deltoidea. La alergia es menos intensa y las molestias uretrales han desaparecido por completo.
VALORACIÓN
Aunque a la hora de valorar los resultados del tratamiento el periodo es realmente corto, es evidente que nos encontramos ante dos personas cuya patología es el resultado de la perturbación dinámica de origen miasmático que conocemos como sycosis. La respuesta al remedio, incluyendo la vuelta de síntomas antiguos, no deja lugar a dudas. La localización de la patología y la naturaleza de la misma tampoco. En la figura paterna la impregnación sycósica es, como mínimo adquirida, en la del hijo heredada. En el caso de JM es difícil precisar el momento de la sycotización. Hay un intervalo de 5-6 años entre ambas gonorreas y no siempre es fácil establecer una cronología de las afecciones. Desde niño había padecido eczemas. Entre las blenorragias aparece un crup a orillas del mar. JM no puede fijar con precisión el momento de aparición de las molestias uretro-prostáticas y las del aparato locomotor. El cuadro alérgico aparece posteriormente y no sabemos qué papel juegan las vacunas recibidas, pero podría pensarse que incrementan la sycotización. De todas formas el cuadro es de claridad meridiana y parece un caso de libro si nos atenemos a lo que los clásicos consideran manifestaciones de la Sycosis.
En el caso de JD, aunque diferente, muestra con nitidez la herencia sycósica. Durante el embarazo la madre hace una diabetes gestacional que miasmáticamente no sabría cómo catalogar. Pero él nace, al parecer, con un quiste, diagnosticado como resto embrionario, que después de supurar es extirpado dando lugar a una metástasis mórbida cuyo órgano diana son los oídos. Siempre tuvo catarros. Tiene los antecedentes blenorrágicos y un temperamento extremado con trastornos del comportamiento, que bien podrían ser consecuencia de la supresión, que encaja con el perfil del remedio que recibió. Para los clásicos también sería un cuadro franco de Sycosis.
Para ilustrarlo una pequeña reseña de la clase sobre la Sycosis impartida en el curso de postgrado en Barcelona por el Dr. Joan Mora basándose en las aportaciones de T. Henry Allen. Según este autor cada miasma tiene unas determinadas modalidades reaccionales, unos órganos diana y unos determinados tipos de alteración o lesión. En el caso de la Sycosis las repasamos a continuación.
SYCOSIS
Modalidades reaccionales:
- Agravación por los cambios barométricos, los cambios estacionales, por la humedad, al amanecer, por el reposo.
- Mejoría por el movimiento, presión, aparición de verrugas, secreciones catarrales.
- Largas convalescencias, recaídas frecuentes, naturaleza insidiosa de los trastornos.
- Secreciones excoriantes y fétidas. Olor a pescado podrido.
- Supresiones: de secreciones catarrales, verrugas, fístulas, fibromas.
- Consecuencias de la supresión:
- Enfermedades en los órganos pélvicos: inflamación, hipertrofia, quistes.
- Enfermedades reumáticas.
- Cefaleas, neuralgias.
- Alteraciones mentales, estados psicóticos.
Órganos diana:
- Genital y órganos pélvicos
- Órganos urinarios
- Mucosas, secreciones catarrales
- Tejido peri-articular: infiltración, reumatismos, gota.
- Acción hemolítica: anemia.
Alteración lesional:
- Estasis en los tejidos que produce infiltración y endurecimiento. Excesiva reacción del tejido conectivo, muscular y tendinoso.
- Anemia: color pálido ceroso.
Soy consciente de mis limitaciones en el ámbito miasmático, es un tema al que me he aproximado con cautela, obviamente por el ansia de respuesta a numerosos interrogantes clínicos. La cautela es el resultado de la profunda complejidad del tema que nos ocupa.
De entrada la aprehensión del concepto resulta dificultosa para personas, la mayoría de nosotros, procedentes del paradigma mecanicista, cuando entramos en contacto con las bases teóricas de la homeopatía. Para la hermenéutica médica de dicho paradigma la comprensión del vitalismo y de la teoría miasmática es tarea muy ardua. En segundo lugar es una disciplina árida de la que pocos colegas tienen conocimientos amplios y contrastados. En consecuencia la actividad clínica, la bibliografía y el trasiego de información se resienten. Finalmente existen y surgen diferentes interpretaciones y escuelas, lo que determina que no siempre las mismas palabras sean los mismos conceptos. Al laberinto mórbido se le suma el laberinto conceptual miasmático. Una pequeña muestra.
La SYCOSIS según Hahnemann, Kent y Ghatak.
Para Hahnemann[1] la Sycosis o enfermedad condilomatosa era el resultado de una afección venérea, la gonorrea, que no siempre era sycotizante. Es el miasma que menos enfermedades crónicas importantes produce. La sycosis era una enfermedad interna constitucional cuya manifestación externa eran los condilomas, que en primera instancia aparecían en los genitales. La supresión de esta manifestación local podía dar lugar a la aparición de condilomas o formaciones verrugosas en otras zonas del cuerpo, incluso a otras afecciones entre las que destaca la contractura tendinosa de los flexores sobre todo de las manos. Para Hahnemann el tratamiento de elección de esta situación era Thuya occidentalis. En caso de Sycosis complicada con Psora desarrollada hay que tratar primero la enfermedad más grave, es decir la Psora.
Para Kent sin Psora previa no pueden existir ni Sycosis, ni Syphilis, ni enfermedad alguna: "es la primera enfermedad verdadera de la especie humana, que es una enfermedad espiritual, desde cuyo estado primitivo la raza humana progresó a lo que se podría llamar la verdadera susceptibilidad a la Psora"[2]. Kent relaciona a la Psora con el pensamiento pérfido y a la Sycosis y a la Syphilis con la acción.
Existen para Kent[3] dos tipos de gonorrea, ambas contagiosas. Una aguda, la más frecuente, que se resuelve sin problemas y que, aún en caso de supresión, no sycotiza. La sycotizante es la crónica cuyos efectos constitucionales aparecen tras la supresión. Si la constitución es fuerte aparecerá una descarga catarral nasal, de no ser así aparecerán afecciones más profundas en forma de anemias, cuadros reumáticos, afecciones hepáticas, pulmonares, renales…El contagio se puede producir en la fase primaria (flujo uretral) y en la secundaria. En este segundo caso la reaparición del flujo uretral en el tratamiento curativo no es preceptiva. Si se establece un estado sycótico, el remedio será de carácter antisycótico, de no ser así el remedio será antipsórico. También puede heredarse.
Para Ghatak la Sycosis es una afectación del organismo después de padecer una gonorrea "hecha desaparecer por un tratamiento no homeopático o por sí misma"[4]. Puede ser adquirida o heredada. Ghatak sigue el esquema kentiano de pensamiento-acción pero va más allá al caracterizar el psiquismo característico de cada miasma: " La Psora hace a la mente sobre-activa, la Sycosis mal-activa y la Syphilis inactiva. La Psora es rápida, la Sycosis mala, la Syphilis lenta. El psórico es inteligente, el sycótico dañino y el syphilítico idiota"[5]. Para Ghatak “la Psora es la más difundida pero la Sycosis es la más peligrosa e insidiosa”[6]. En caso de interacciones miasmáticas, a juicio de Ghatak el tratamiento debe dirigirse en primer lugar al miasma predominante.
CONCLUSIÓN
No pretendo hacer una reseña de las diferentes aportaciones a la teoría miasmática, podríamos seguir con Allen, con Roberts, con Proceso, con Masi, con Giampietro, Sankaran…. pero vemos ya como desde el principio existen diferentes interpretaciones. Para Hahnemann la Sycosis es el miasma que menos enfermedades crónicas produce. Para Ghatak es el miasma más peligroso e insidioso. Para Hahnemann en caso de complicación miasmática primero hay que tratar la Psora; para Kent, y más claramente para Ghatak, el miasma predominante. Para Hahnemann los remedios antisycósicos son Thuya y Nitric Acidum. Ghatak establece una clasificación de remedios según su actividad miasmática. Para Masi todos los remedios son trimiasmáticos…vemos pues como el laberinto, al que hacíamos mención anteriormente, se complica y se complicaría aún más si continuáramos con otros autores. Asistimos, como en la vida y en los seres vivos, a la unidad y diversidad de la Homeopatía. Asimismo, asistiremos a situaciones clínicas diversas, unas sencillas otras complejas, pero es evidente que la noción de bloqueo, de impregnación miasmática, o como se le quiera llamar, debe estar presente en nuestro pensamiento a la hora de comprender el caso (diagnóstico, pronóstico, evolución) y de establecer estrategias de prescripción.
En estos momentos sabemos un poco cómo es el hijo de JM. No sabemos cómo serán los de JD y qué impregnaciones miasmáticas, radiactivas, transgénicas, vacunales, químicas, tendrán. Teniendo en cuenta la creciente presencia de tóxicos biológicos en el medio ambiente, los cambios medioambientales acelerados y el ritmo trepidante, esto es, nuevas condiciones específicas enfermantes, el "tenebroso laberinto"[7] mórbido puede complicar cada vez más la comprensión del caso y la clínica. Los médicos, y en especial los homeópatas, no deberían perder de vista esto último, a veces la búsqueda del simillimum perdido nos hace olvidar lo más elemental. En expresión tomada del Dr. Isidre Lara, el parágrafo nº 4 del Órganon de Hahnemann sigue siendo el gran olvidado en la clínica homeopática.
Un pequeño apunte sobre la gonorrea
Como sin duda todos sabemos la gonorrea es una enfermedad infecto-contagiosa de transmisión sexual cuyo agente causal es la Neisseria gonorrhoeae. El gonococo es un microorganismo que crece formando parejas (diplococos) y el emparejamiento hace posible la enfermedad.
La clínica en el hombre suele ser franca en forma de uretritis con secreción purulenta. Puede dar lugar a epididimitis aguda unilateral. Dependiendo de los hábitos sexuales puede aparecer gonorrea ano-rectal y faríngea. Aunque poco frecuentes puede ser asintomática.
En la mujer suele ser asintomática aunque puede producir uretritis, vulvo-vaginitis, con escozor, proctitis y faringitis. En el 15% de los casos se produce, por progresión ascendente, la enfermedad inflamatoria pélvica (EIP) que puede dar lugar a endometritis, salpingitis, abscesos tubáricos y peritonitis pelviana, pudiendo llegar a afectar a la cápsula hepática. La madre puede infectar al neonato antes, durante y después del parto, dando lugar a la oftalmía neonatorum, que antaño era la primera causa de ceguera en USA.
Más significativa, por el tropismo que descubre, es la infeccion gonocócica diseminada (IGD) cuyas manifestaciones más habituales son la artritis séptica y el síndrome artritis-dermatitis. Se dice que en general la causa es una bacteriemia (75% son mujeres y el momento la menstruación) y se observa en el 0,5-3% de los infectados siendo la causa principal de artritis séptica en adultos jóvenes. El síndrome artritis-dermatitis afecta asimétricamente las rodillas, los codos y otras articulaciones distales y en un porcentaje alto se asocia a la periartritis o tenosinovitis, lesiones cutáneas pápulo-maculosas habitualmente en las extremidades que se resuelven espontáneamente, pero la artritis puede afectar a otras articulaciones.
El miasma sycósico debe estar muy extendido si tomamos en consideración los casos de gonorrea recogidos por los servicios de vigilancia epidemiológica que, por otro lado, casi siempre son inferiores a los reales, debido a la infranotificación. En los Estados Unidos se sabe que hubo un pico máximo a mitad de los años setenta, decreciendo paulatinamente de modo que en 1987 las tasas eran de 324 cada 100.000 habitantes. En Suecia en esas mismas fechas las tasas eran de 31 por 100.000 habitantes.
En España es enfermedad de declaración obligatoria desde 1982. En la gráfica de morbilidad por enfermedades venéreas en España se observa un pico máximo en 1985 con 31.250 casos notificados, en 1999 los registros dan la cifra de 1.465 casos. De los datos se deduce que la irrupción del SIDA ha debido tener una repercusión notoria en los hábitos sexuales de los occidentales, ¿será esto lo que ayude a disminuir la incidencia de la sycosis?, ¿tendrían razón Kent y Ghatak?
Notas
[1] Hahnemann S.,(1991), Tratado de enfermedades crónicas, Ed. Academia de Homeopatía de Asturias, p. 114-116.
[2] Kent J.T.,(1982), Filosofía de la Homeopatía, Ed. El Ateneo, Buenos Aires, p.110
[3] Kent J.T.,(1982), Filosofía de la Homeopatía, Ed. El Ateneo, Buenos Aires, p. 128-135.
[4] Ghatak N.,(1998), Enfermedades crónicas, Ed. Jain Publishers, New Delhi, p. 66
[5] Ghatak N.,(1998), Enfermedades crónicas, Ed. Jain Publishers, New Delhi, p. 226
[6] Ghatak N.,(1998), Enfermedades crónicas, Ed. Jain Publishers, New Delhi, p. 221
[7] Expresión utilizada por Galileo Galilei para referirse a la naturaleza.
Autor: Dr. Juan Manuel Marín Olmos
Ponencia presentada en las V JORNADAS NACIONALES DE HOMEOPATÍA. FEMH. Alicante, 4-6 Abril 2003.
Artículo publicado en la Revista Homeopática de la Academia Médico Homeopática de Barcelona, nº 49: 27-33, noviembre de 2003.
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