Resumen
La llamada Ley de Hering es una de las guías más importantes en el seguimiento y pronóstico de un caso homeopático y se supone que sus enunciados orientan sobre lo correcto o incorrecto del camino seguido.
Sin embargo dicha ley no es propiamente tal puesto que su autor seguramente nunca pretendió hacer tal cosa sino, como mucho, algún tipo de observación práctica por lo que sus proposiciones muchas veces no se cumplen en la práctica o son contradictorias.
Asimismo se muestra la extrañeza de que conceptos en apariencia tan importantes y básicos se mantengan o tergiversen sin un mínimo filtro como ejemplo de un escaso rigor metodológico.
Palabras clave
Ley, Hering, regla, observación, pronóstico, crítica
Introducción
¿Qué diríamos si en un congreso de física, por poner el caso, alguien nos dice que la ley de gravedad de Newton no es una ley puesto que existen múltiples excepciones y que además dicha ley no es de Newton en su totalidad porque parte de ella, la más importante, ya la había formulado otro autor?
¿Y si además resultase que todo esto ya se hubiese expuesto con anterioridad pero aparentemente la comunidad de los físicos en su conjunto no hubiese “reparado” en ello porque no casa con la teoría predominante? ¿Y si, además, no se tratase de un caso aislado sino que con relativa frecuencia ciertos aspectos teóricos no se correspondiesen con la práctica pero se siguiesen repitiendo y repitiendo sin un mínimo replanteamiento y sin saber ya quién los enunció y porqué? ¿Y si encima esta disciplina se quejase amargamente de que la atacan malintencionadamente desde otros ámbitos y no le dejan ocupar el lugar que le correspondería en “la ciencia”?
Pues seguramente se nos ocurrirían varias cosas. Una de ellas sería que el rigor no es precisamente una de las características de dicha disciplina.
Esta es, a mi entender, la situación actual de la medicina homeopática y aunque en los últimos años se ha avanzado mucho, el peso de cierta tradición mal entendida se deja aún notar con bastante intensidad.
Tal como yo lo veo, la homeopatía debería aclararse primero y aclarar después en qué tradición quiere insertarse, si en la científica, en la chamánica o en cualquier otra (todas muy legítimas) y actuar en consecuencia. Esto significa dotarse de unos argumentos claros, sencillos, abiertos a la crítica y en un lenguaje propio de la tradición en la que se quiera insertar (la científica si es el caso).
¿Y por qué digo todo esto? Porque son ya varios los ejemplos en que a poco que se escarbe en conceptos aparentemente consolidados y básicos se descubren inexactitudes llamativas, desencaje con la realidad clínica, inconsistencias varias, etc.
Como muestra, y quiero recalcar lo de muestra porque aquí se ven reflejados aspectos que van más allá del caso concreto, abordaré en este artículo la llamada Ley de Hering. Y como en el ejemplo de Newton expondré en primer lugar cómo no es ni nunca pretendió ser una Ley y, en segundo, que tampoco es de Hering en su totalidad.
Hering
No sería exagerado afirmar que después de Hahnemann la figura de Constantine Hering (1800-1880) aparece como una de las más importantes de la historia de la homeopatía.
En efecto sus aportaciones son múltiples y variadas y todas ellas capitales.
Enumeremos algunas:
experimentador y por tanto introductor principal del medicamento Lachesis, el veneno de la temible serpiente surukuku, en un proving cuasi épico en la Guyana holandesa, introductor en medicina de la nitroglicerina (Glonoinum) para cefaleas y dolores cardíacos 30 años antes de su uso en medicina convencional, considerado con justicia “el padre de la homeopatía americana” fue el fundador de la primera academia homeopática en 1836 en Allentown, Pennsylvania, autor de los Guiding Symptoms of Our Materia Medica en 10 volúmenes, donde plasmó su experiencia clínica de más de 50 años, una de las obras más importantes de toda la historia homeopática.
Como se ve cualquiera de estos logros aisladamente ya sería merecedor por sí sólo de la máxima grandeza homeopática, no digamos ya todos ellos en su conjunto.
Ley de Hering
Sin embargo se conoce también a Hering por una supuesta Ley pronóstica que se supone también los homeópatas vienen utilizando desde hace más de 150 años para orientarse en el seguimiento de una caso.
Esta “ley” se puede enunciar de varias maneras pero la más usual sería que para considerar que estamos en el camino correcto tras una prescripción la curación debería de ir:
De dentro afuera
De los órganos más importantes a los menos importantes
De arriba abajo
En el orden inverso a su aparición, o sea, los últimos síntomas en presentarse son los primeros en desaparecer.
Y tal es la reputación de esta “ley” que incluso se invoca en círculos no estrictamente homeopáticos como el naturismo, herbalismo, acupuntura y otras terapias alternativas...
Hacía unos años que me había llamado la atención el comprobar, al hacer un trabajo sobre Sankaran (1) y leer un comentario suyo sobre esta supuesta ley, que el último enunciado de ella pertenecía a Hahnemann (Enfermedades crónicas) y por tanto no a Hering.
Por otro lado, tampoco en mi práctica ni en los casos que leía en las revistas ni en los que podía comprobar de los colegas veía cumplirse en su totalidad tal ley, pero como en tantos otros aspectos la tendencia en homeopatía es pensar que algo hacemos mal nosotros y no que la teoría pueda fallar. Y menos aún en este supuesto concreto tan importante y en apariencia confirmado de sobra por el paso de los años.
Origen histórico
Fue un libro de un estudioso y prestigioso homeópata, el canadiense A. Saine (2), justo es reconocerlo, con el que finalmente pude ir atando cabos en todo este asunto.
La pregunta, aunque parezca sorprendente a estas alturas, sería ¿cuándo y dónde habla Hering de esta supuesta ley? La primera sorpresa es que le dedica muy poquito espacio considerando el conjunto de su obra.
Como dice Saine ningún homeópata contemporáneo suyo menciona una ley de dirección de la cura y menos atribuida a Hering. Y estamos hablando de Boenninghausen, Jahr, Wells, Lippe, Guernsey, Dunham, Farrington, Allen, Nash, Close, Roberts... o sea, los homeópatas más destacados de la historia en la época más floreciente de la homeopatía. Igualmente cuando se reunieron homeópatas de todo el mundo a la muerte de Hering para rendirle homenaje nadie hizo mención a su famosa ley. Qué extraño todo...
¿Cuál es, pues, la verdadera historia?
La primera referencia la encontramos hacia 1845 en el prefacio a la edición americana de Las enfermedades crónicas de Hahnemann.
Ahí Hering enuncia básicamente las observaciones de Hahnemann y dice que para una enfermedad crónica se cure totalmente debe acabar en una erupción, aunque también puede aparecer (la erupción) si la curación es imposible o si el remedio es inadecuado...Habla también de que esta erupción representa la totalidad de la acción mórbida que va de dentro afuera y que alivia el sufrimiento del paciente y previene una afección más peligrosa.
Y, en la parte más importante para nuestro tema, dice [traducción, cursivas y paréntesis míos]:
“...todo homeópata debe haber observado que la mejoría en el dolor (¡sólo habla de dolor!) va de arriba abajo, y el de las enfermedades, de dentro afuera...”
Habla también después de una especie de “ley de orden” (order, en inglés, puede tener varios significados) en la que los órganos más importante son curados primero y en la que la curación desaparece en el orden en la cual los órganos fueron afectados, siendo los más importantes en ser los primeros aliviados, después los menos importantes y la piel en último lugar.
A propósito de ello y como comenta el Dr. Jean Claude Grégoire (3) este último enunciado es lo contrario de lo que escribe Hahnemann, a saber, que la enfermedad desaparece en el orden inverso en el que aparece...
Pero dejando eso a un lado, lo importante es concluir que se trata de un prefacio como presentación de la obra de Hahnemnan y Hering intenta corroborar sus afirmaciones. Pero en lo que a nuestro asunto se refiere Hering habla claramente de dolor y no de otros síntomas. Por otro lado, es obvio que el último enunciado de la “ley” es realmente de Hahnemann y no de Hering puesto que es Hahnemann quien lo escribe en 1828 en Las enfermedades crónicas (4):
“Los síntomas que han aparecido los últimos en una enfermedad crónica... son los que ceden primero con el tratamiento antipsórico...”
Pasan los años y Hering no vuelve a mencionar nada al respecto hasta 1868 en que en “Hahnemann's three rules concerning the rank of symptoms” ya no habla de ninguna ley sino de unas observaciones, de un plan, una regla práctica y donde, ahora sí, dice que:
“...en las enfermedades crónicas donde los síntomas han ido viniendo en cierto orden, en tales casos, el orden durante la curación debería ser el inverso; los últimos deberían desaparecer primero y los primeros los últimos...”
Sigamos mencionando de paso que estamos hablando de un artículo de una revista de la época para situarnos en la importancia que podemos darle en el conjunto de su obra.
Finalmente en 1875, en Analytical Therapeutics of the Mind sólo se refiere ya al último enunciado de la “ley” (el del orden inverso...) como una regla evidente y práctica y no menciona en absoluto las otras proposiciones.
Queda claro pues que Hering nunca pretendió hacer ninguna ley, que todos sus contemporáneos así lo entendieron y que como mucho habla de ciertas reglas u observaciones, y que la proposición aparentemente más importante, la del orden inverso en la desaparición de los síntomas, es de Hahnemann.
Sobre esto último, y para estimular la controversia, habría que decir que estamos hablando de los síntomas presentes y quizá no podemos esperar que en un tratamiento homeopático reaparezcan todos los síntomas del pasado del paciente.
Práctica
En la práctica clínica se ven también situaciones contradictorias con los otros enunciados de la ley. Si tenemos por ejemplo un paciente con una afectación emocional-mental, un problema cardíaco y otro de piel (por este orden), ¿qué debería desaparecer primero, lo mental porque debe ir de dentro afuera, o la piel, porque debe desaparecer en el orden inverso?
O como comenta Saine ¿acaso para la desaparición en el orden inverso no habría que tener en cuenta la reversibilidad de las lesiones? Porque muy bien una lesión artrítica podría ser reversible pero otra no y mejorar una y no la otra y la curación no sigue por ello ningún orden aparente.
Más ejemplos, puesto que la curación debería ir de dentro afuera (de los órganos más importantes a los menos) quiere decir que previamente la enfermedad habría ido de fuera adentro, profundizando cada vez más... Sin embargo las denominadas enfermedades psicosomáticas parecen ir en sentido contrario puesto que es bastante frecuente que se afecte lo emocional-mental primero y después lo físico (un eccema por ejemplo) y tampoco es infrecuente que se cure primero el eccema (lo físico, o sea lo más externo) y después lo emocional-mental (lo más interno) con lo que se contradice la curación de dentro-fuera, o incluso, también frecuente, que vayan mejorando progresivamente las dos cosas a la vez.
En fin que más allá de la bondad de estos ejemplos lo cierto es que se dan situaciones que parecen no adaptarse al dogma de la ley aunque como reglas u observaciones puedan tener su mayor o menos utilidad.
Reflexiones finales
¿Cómo se generó entonces todo el equívoco? Quizá no tenga mayor importancia... Saine lo atribuye a Kent, que en un artículo de 1911, Correspondencia de órganos y dirección de la cura”, escribe que “Hering introdujo la ley de dirección de los síntomas...” y seguidamente enuncia las proposiciones de la ley.
En todo caso, seguramente no es tanto la responsabilidad de Kent sino la del conjunto de homeópatas que, tan puntillosos a la hora de seguir a pie juntillas a Hahnemann, parecen olvidarse de lo más importante, el espíritu que siempre le guió y que no fue otro que el de poner en duda todo aquello que no pudiese ser corroborado por la experiencia.
Y más aún si pensamos que como sucede en otros aspectos de la homeopatía la crítica y/o llamadas de atención ya han sido hechas en el pasado por otros eminentes homeópatas, que nadie inventa nada (y menos este modesto artículo) pero que la comunidad homeopática parece preferir, por razones que se me escapan, el mirar para otro lado en todo aquello que contravenga algún “principio” o postulado que considera intocable ya sea por pereza o por ideología o por no se sabe bien qué.
A nivel personal puedo decir que al finalizar la ponencia de la que este artículo es reflejo hablé con un par de colegas de mayor experiencia, y, de nuevo para mi sorpresa, uno ya estaba totalmente enterado del asunto (lo que me hace pensar que muchos otros también) y, la otra, incluso ya había presentado algo similar en otra ponencia hacía años (5).
Bien, si esto es así ¿por qué no está al alcance del conocimiento de todos lo que sucede realmente para que no se confundan en su práctica? ¿Por qué no se habla claramente? ¿Por qué a los alumnos de másters y postgrados en homeopatía se les sigue preguntando que enuncien o expliquen y, aún peor, apliquen la Ley de Hering?
En fin, por si sirve de algo acabaré con un escrito del mismo Hering (6), como homenaje a su persona y al mismo espíritu crítico que compartía con Hahnemnan. Esta sí me parece la postura no sólo de un verdadero científico sino la de un verdadero sabio.
“Sea que las teorías de Hahnemann estén destinadas a perdurar más o menos tiempo, sea que sean las mejores o no, sólo el tiempo lo puede determinar; en todo caso es una cuestión de poca importancia. Generalmente se me considera como discípulo y partidario de Hahnemann, y estoy entre los más entusiastas en rendir homenaje a su grandeza; no obstante también manifiesto, que desde mi primer encuentro con la homeopatía en 1821 hasta hoy, nunca acepté teoría alguna del Organon sólo porque estuviese allí promulgada. No tengo inconveniente en admitirlo ante el venerable sabio en persona. El genuino espíritu hahnemanniano es hacer caso omiso de toda teoría, incluso las elaboradas por uno mismo, cuando resultan contrarias a los resultados de la pura experiencia. Ninguna tiene en absoluto ningún peso hasta que conduzcan a nuevos experimentos y proporcionen unos mejores resultados.”Referencias (1) G. Fernández, P. Udina, Filosofía homeopática de Sankaran, Revista homeopática de la AMHB, 40: 5-11 (2) André Saine, Psichiatric patients I, Lutra Services .B. V., Eindhoven 1997, p. 4-11 (3) Samuel Hahnemann, Les maladies chroniques, Ecole Belge d’Homeopathie, Bruselas, 1985, p. 255 (4) Samuel Hahnemann, Les maladies chroniques, Ecole Belge d’Homeopathie, Bruselas, 1985, p. 190 (5) Dr. Isidre Lara, Dr. Anna Pla, comunicación personal (6) C. Hering. Preface to the first American edition. In the Organon of Homœopathic Medicine. New-York: William Radde, 1836, citado en A. Saine, Hering's Law: Law, Rule or Dogma?, http://www.homeopathy.ca/ Autor: Dr. Gonzalo Fernández Quiroga, responsable del departamento de Bases Teóricas de la Academia Médico Homeopática de Barcelona.
Ponencia presentada en el III Congreso Nacional de Homeopatía. Valladolid, 2-4 mayo 2008.
Correspondencia: 24428gfq@comb.es
Publicada en la Revista Médica de Homeopatía, vol. I, nº 1, septiembre-diciembre 2008.
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