ALGUNAS VENTAJAS DE LAS POTENCIAS LM Y UN CASO PRÁCTICO

Resumen
Las potencias LM son la última aportación de Hahnemmn al método homeopático. La aplicación de las mismas es poco frecuente debido a que la tradición de la homeopatía se forjó con el uso de las CH. Sin embargo, la escala LM ofrece algunas ventajas que los homeópatas no pueden dejar de lado. Es importante conocer bien estas potencias que ofrecen una serie de ventajas si se aplican de forma correcta.
La escala LM es la última aportación de Hahnemann a la homeopatía. Un hallazgo valioso que le acercó al objetivo de curar de forma suave, permanente y duradera. Debido a las dificultades para que la última edición del Órganon llegara al mundo homeopático, su uso es poco habitual y escasamente conocido, más bien podemos afirmar que la mayoría de los homeópatas no se atreven a indicar este tipo de potencias de forma asidua, por desconocimiento y porque pesa sobre ellas el “fantasma de la agravación”. La experiencia durante años aplicando este tipo de potencias, me permite afirmar que las agravaciones frecuentes y/o intensas derivan de un uso incorrecto de esta escala. Hay que tener en cuenta dos variables importantes: potencia y dosis que deben ajustarse a cada caso individual. La pericia del médico radica en adecuar al paciente la potencia justa y la dosis correcta, tanto en cuanto a la frecuencia como en cuanto a la cantidad. El médico también debe saber cómo incrementar las potencias y cómo ir modificando la dosis a lo largo del tratamiento, según indiquen los cambios experimentados por el paciente en las distintas fases del proceso. De forma general, podemos decir que en enfermedades crónicas y de larga duración, deben alcanzarse potencias más altas en menos tiempo y se tolera mejor una mayor frecuencia en la toma del medicamento. En enfermedades recientes y moderadas las dosis deben ser menores, incluso pueden aplicarse dosis únicas. En enfermedades agudas la repetición es más frecuente, cada dos o seis horas y con potencias más bajas. Una de las ventajas del uso de esta escala deriva precisamente de que ofrece una amplitud mayor en cuanto a la elección de la potencia. Si hay una buena homeopaticidad y si el enfermo muestra buena vitalidad, es posible iniciar el tratamiento con potencias más elevadas para facilitar que la mejoría se produzca en un tiempo breve. Mientras haya mejoría se puede incrementar la potencia del medicamento de forma progresiva. La variabilidad de la dosis también ofrece una mejor adecuación a cada caso. Dosis única o diluida, esta última puede ser tomada a diario o cada dos días, con descansos entre una potencia y otra o sin ellos, diluida en una cucharada de agua o en diez, en una sola dilución o en doble o triple, según sea la sensibilidad de cada uno. Podemos buscar para cada paciente la dosis mínima que pueda actuar sobre su fuerza vital poniendo en marcha la ley de curación. Indudablemente, el gran número de posibilidades que ofrece esta escala con la variedad de potencia y dosis, pone al médico homeópata en situación de tener que manejar la teoría y la técnica homeopática de forma cabal para no incurrir sucesivamente en una aplicación incorrecta. La homeopatía es un método pero es también un arte. En cuanto método posee una teoría y una técnica, en cuanto arte implica un conocimiento adecuado de ambos aspectos que se ajustan a cada caso individual. Otra ventaja de las LM es que se puede acelerar la curación. Si tenemos seguridad respecto al medicamento elegido y aplicamos correctamente todos los parámetros, es posible en un caso dado indicar potencias más altas desde el inicio y cambiarlas con mayor frecuencia, cada veinte días, quince, incluso cada diez, de modo que el paciente pueda experimentar la mejoría en un plazo más corto y sin agravaciones molestas. En ocasiones, he podido comprobar cómo algún paciente que había sido tratado previamente por otro compañero, no había experimentado una mejoría notable simplemente porque le había indicado el mismo medicamento en potencias muy bajas y en dosis escasas. Al introducir el remedio con dosis más frecuentes y cambiando la potencia en intervalos más cortos, el paciente experimentó una mejoría en un tiempo más corto. La indicación de potencias LM permite observar una respuesta en el paciente que nos indica muy pronto si el medicamento es el correcto. No podemos subir las potencias durante mucho tiempo si no observamos cambios en los síntomas. Si es así, hay que retomar el cuadro y estudiar si la sustancia es la adecuada o si hay obstáculos a la curación que impidan la acción del medicamento sobre la fuerza vital del paciente.
Un caso práctico M.C.P. de 23 años de edad, acudió a la consulta en marzo del año 2002. En junio del 2001 le diagnosticaron en el Hospital del Bierzo (León), una hepatitis autoinmune con hipertransaminasemia crónica y fluctuante de dos años de evolución. Padece poliartralgias en manos, hombros, rodillas y tobillos, de origen no reumático. Tiene signos de otras enfermedades autoinmunes con elevación de los anticuerpos antimicrosomiales y antitiroglobulina, lo que permite sospechar una tiroiditis. Se ha descartado una infección por virus B o C, toxicidad farmacológica, ingesta de alcohol. El tratamiento que le indican en el hospital es Prednisona 50, un comprimido al día junto con un protector del estómago, Opiren 30. Pasadas dos semanas disminuir el corticoide a la mitad y según la evolución valorar la introducción de un inmunosupresor. Antecedentes familiares: padre con hepatitis C por una transfusión, operado de hemorroides. Madre con hipotiroidismo subclínico. Los abuelos paternos fallecieron de un paro cardíaco y de una leucemia. El abuelo materno de un cáncer de colon y la abuela vive y ha sido operada de vesícula. Un tío materno es diabético. Antecedentes personales: no ha sido nunca transfundida, no ha sufrido intervenciones quirúrgicas ni ha tenido enfermedades previas. No ha tenido reacciones específicas a ninguna vacuna y la última que recibió fue la del tétanos dos años antes de empezar con el cuadro actual. Al iniciar la consulta homeopática cuenta lo siguiente: hace un año (marzo 2001) empezó con dolor de estómago y eructos con olor a huevo podrido, la persistencia y la intensidad del dolor la llevaron a hacer una analítica en la que aparecieron una GPT de 1010 y una GOT de 420. Al poco tiempo aparecieron muchos dolores articulares generalizados y en los análisis que le hicieron entonces se encontraron también anticuerpos antitiroglobulina 1010 y antimicrosomiales de 680. Dice que es muy estreñida desde siempre y toma con frecuencia algún tipo de laxante, a veces va al baño una vez por semana y no siente ningún deseo. Los eructos con sabor a huevos podridos ya los tenía de vez en cuando desde hace años, todavía los tiene. El dolor de estómago es como un pinchazo fuerte, como si le clavaran algo, tiene que doblarse y se agrava después de comer. Come de todo, le gusta el queso fresco, la tortilla de patata, a veces necesita tomar algo dulce. Le sienta mal la grasa, el huevo cocido. Suele tener mucha sed, bebe mucha agua a temperatura ambiente, incluso si está muy fría la calienta, toma bastante cantidad cada vez que bebe. Después de diagnosticarle la hepatitis empezó con dolores articulares, incluso con inflamación en los dedos de las manos. Tuvo un episodio de fiebre intensa con dolor articular muy agudo para el que le dieron corticoides. El dolor articular le mejora con la manta eléctrica. En la piel tuvo en los dedos de las manos y de los pies unas vejigas que no le picaban, el dermatólogo le indicó una pomada de corticoides. Este cuadro fue anterior al cuadro actual pero no sabe determinar cuánto tiempo antes. Padece también dolores de cabeza que le empiezan en las comisuras de los ojos, luego se localizan en un lado, el derecho o el izquierdo, y le alivia con la presión. A pesar de que los dolores articulares le mejoran con el calor, sin embargo, no soporta bien el calor, le produce cansancio y abatimiento, la deja molida. Tiene los pies fríos y las manos calientes. Suda por manos y axilas pero sin olor. No suda en la cama. No duerme bien desde que empezó con los dolores articulares, tiene que está quieta y el dolor es más intenso al principio del movimiento. No le afectan los cambios de tiempo o temperatura, tan sólo siente que está peor con el tiempo húmedo, se le pone una sensación de pesadez en la zona lumbar y en las rodillas. Las menstruaciones son regulares, abundantes y antes se siente peor en general, tanto física como psíquicamente. Cuando le dijeron lo de la enfermedad se puso muy aprensiva y sensible, no quería que los demás se enterasen. No le gusta que le pregunten y prefiere que la dejen en paz, no quiere estar pensando en lo que tiene. Dice que siempre tuvo miedo a la enfermedad, a las alturas, a los rayos, a los perros. Estando así se siente más sensible a lo que puedan hacerle o decirle, está pendiente de lo que los demás hablan sobre ella. De todos modos en el momento de hacer la primera consulta dice encontrarse mejor de ánimo, no está irritable y en general está bastante bien. Los síntomas elegidos para buscar el medicamento fueron los siguientes: Generales: agravación antes de la menstruación, por el tiempo húmedo, por el calor y con la comida grasa. Estómago: deseo de dulces, de bebidas tibias, eructos como huevos podridos y sed de grandes cantidades. Dolor que agrava después de comer. Mentales: temor de enfermedad, de alturas y de tormenta eléctrica. Extremidades: dolor articulaciones que mejora con el calor, frialdad de pies. Genitales femeninos: menstruación copiosa. Cabeza: dolor que mejora con la presión. La totalidad de los síntomas la cubre Sulphur, detrás aparecen Phosphorus y Lycopodium, más lejanos están Bryonia, Sepia, Calcarea Carbónica, Natrum Muriaticum y Mercurius. Después del diagnóstico diferencial le indico Sulphur 15, 18, 24 y 30 LM en dilución, tomando una gota diaria diluida en una cucharada de agua, después de agitar el frasco 10 veces antes de cada toma y cambiando la potencia cada 15 días. Los criterios que tengo en cuenta son: la homeopaticidad del caso, la importancia de la enfermedad y la buena vitalidad de la paciente. A los dos meses la reviso y me cuenta: Estoy mucho mejor en general. El dolor no ha sido tan intenso y puedo mover las manos sin problemas. Los pies se le hincharon y le salieron unas ampollitas que ya había tenido en otro momento, cuando estaba embarazada, pero se le quitaron en unos días. Del estómago está bien, las digestiones han mejorado y no ha vuelto a tener los eructos con sabor a podrido. Persiste el estreñimiento. Duerme bien pero nota sensación de pesadez a las mañanas. Las reglas han sido abundantes como siempre y con agravación general en los días previos. Se siente mejor en general, tanto de vitalidad como de ánimo, con mejor humor, está más tranquila con su enfermedad y no piensa tanto en ella. Nota más sudoración por todo el cuerpo, es un sudor sin olor en cabeza, axilas y vientre. La paciente ha experimentado una mejoría de su estado general, hay también mejoría de algunos síntomas como son los eructos y los dolores articulares; no ha tenido ningún tipo de agravación y todo indica que se debe seguir subiendo la potencia del medicamento. Se le indica por tanto Sulphur 33, 36 y 39 LM de forma diaria, en la misma dosis de una gota en una cucharada de agua. En la siguiente revisión la paciente cuenta que sigue sudando por todo el cuerpo con las mismas características referidas anteriormente. Le volvieron a salir las ampollitas de los pies que también se le quitaron en unos días. Durante todo este tiempo no ha tenido dolores articulares. Se le quitó también el dolor de estómago y tiene mucho apetito. No le volvieron los eructos, que ya le habían desaparecido en la primera revisión y empieza a notar que mueve el intestino con más facilidad, casi todos los días. Se siente mejor porque ya no tiene tanto cansancio. De humor se encuentra más irritable, salta a la mínima y luego se arrepiente, esto le ocurría ya antes de ponerse enferma. La evolución sigue siendo favorable. La paciente prosigue su mejoría y le indico potencias crecientes del Sulphur 42, 45, 48, 51, 54, 57, 60, 63 y 66, todas ellas de forma diaria, manteniendo la misma dosis de una gota en una cucharada de agua y cambiando cada 15 ó 20 días. Después de tomar la potencia 66 LM la veo en revisión y me cuenta que ha estado bien todo el tiempo. No ha tenido dolores de estómago, está bien de apetito y mueve el intestino con regularidad. No tiene dolores articulares. Le han hecho una revisión con ecografía hepática y analítica, los resultados son normales. Duerme bien y ya empezó a trabajar hace unos meses en una peluquería; aguanta bien el ritmo de trabajo y tan sólo le molesta el exceso de calor. En los dedos de las manos le han salido unos granitos que le pican. Se siente bien de ánimo, de vitalidad, está contenta, no piensa en la enfermedad y se siente como nueva. Le subo las potencias de LM pero le bajo la dosis en lo que a la frecuencia se refiere, pasando de tomarla de forma diaria a días alternos, mantengo la misma cantidad, una gota en una cucharada de agua. En las revisiones siguientes prosiguen los granos en los dedos, parecidos a los que había tenido antes de manifestarse la enfermedad. Ante la persistencia de este síntoma y puesto que está en la dilución 96 LM y se mantiene la estabilidad de la mejoría general, le indico esta potencia pero diluyendo la gota en cinco cucharadas de agua y tomando de esa mezcla sólo una cucharilla, además, le digo que después de hacer sólo siete tomas que pare de tomar la medicina. La reviso dos meses más tarde y me cuenta que al dejar de tomar la medicación le desaparecieron los granitos de las manos. Se encuentra bien en general. No tiene ningún tipo de molestia ni dolor. De vitalidad bien, duerme bien, está con buen ánimo. Reglas regulares y abundantes pero sin molestias en los días previos. No tiene dolor de cabeza. Hizo una revisión en el hospital en el mes anterior, estaba todo normal y le dieron el alta, justo dos años después de haber empezado con la enfermedad. En estos momentos está embarazada y dada la mejoría general interrumpimos la medicación. Después de dar a luz le hago otra revisión. El parto se adelantó dos semanas y fue por cesárea. Recuperó perfectamente y se encuentra bien de todo. No tiene dolores articulares, tiene buen apetito, las digestiones y deposiciones son normales. Duerme bien. Las reglas son normales y sólo nota algo de cansancio en los días previos. Las manos las tiene bien. De ánimo está bien, contenta y con buena vitalidad. Decidimos seguir sin medicación porque se mantiene estable la mejoría alcanzada al inicio del embarazo y no hay ninguna vuelta de síntomas después del parto. Este es un caso en el que se produce una mejoría progresiva desde el principio, no hay agravaciones en el transcurso del tratamiento que obliguen a variar el medicamento, la potencia o la dosis, esta última se cambia después de un tiempo de estabilidad y al final aparece el síntoma de piel que la paciente había tenido antes de empezar con la enfermedad motivo de consulta, lo que indica que debe suspenderse el medicamento y observar la evolución. En ese tiempo la paciente fue dada de alta en el servicio de medicina interna del hospital que la controlaba.
Autora: Dra. Inmaculada González-Carbajal García
Artículo publicado en la Revista Española de Homeopatía, invierno 2006, nº 17: 5-8.

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