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Aportaciones de la Homeopatía a la ciencia médica actual
Resumen
La ciencia médica actual, basada en el método científico, es reduccionista como el método de observar la realidad que tiene de referencia. Adolece de una serie de limitaciones, sin tener en cuenta una serie de parámetros que también forman parte de la realidad clínica.
Esas limitaciones condicionan el concepto de curación, por lo tanto influyen decisivamente en el objetivo primordial de la medicina moderna actual, totalmente distinto en el caso de la Homeopatía.
La Homeopatía al no ser tan reduccionista amplía las posibilidades de curación, mediante la aportación de nuevos instrumentos médico-farmacológicos. La anamnesis homeopática es el medio diagnóstico específico de la Homeopatía.
Abstract
Homeopathic contributions to current medical science
The current medical science, based upon the scientific method, is reductionist as the method of observing the reality that it has as a reference. It suffers from a series of limitations, without taking in account a series of parameters that are a part of the clinical reality.
These limitations modify the concept of healing, therefore influencing dramatically on the leading aim of current modern medicine, totally different from the case of Homeopathy.
Homeopathy, not being so reductionist, enlarge the possibilities of healing, through the contribution of new medical and pharmacological tools. The homeopathic anamnesis remain the specific diagnostic means of Homeopathy.
La ciencia médica actual sigue todavía anclada en la utilización del método científico, tal como lo ideó Francis Bacon en el siglo XVII, como único instrumento válido para interpretar la realidad clínica. Dicha aplicación universal conlleva un reduccionismo de los hechos clínicos sometidos a observación que adolece, entre otras, de las siguientes limitaciones:
1- objetividad “ideal” (irreal)
2- reproductibilidad (incontingencia)
3- causalidad determinista y lineal
4- falta de intención
5- localización de la patología
El establecimiento de un diagnóstico y de un tratamiento congruentes adolecerán a su vez de estas limitaciones, produciendo en definitiva un margen de error considerable, al no tomar en consideración una serie de parámetros que forman parte de la realidad mórbida, de la enfermedad que se quiere curar.
Esos parámetros obviados son la contrapartida de las limitaciones antedichas:
1- subjetividad -en la observación
-en los síntomas
2- irreproductibilidad (contingencia) de ciertos hechos clínicos
3- causalidad ‘probabilística’, sincronicidad
4- intencionalidad (teleología)
5- relación de la parte con el todo (globalismo)
el todo en cada parte (holismo)
Bajo esa perspectiva podrían analizarse los repetidos fracasos de la terapéutica convencional, basada en muchas ocasiones en hipótesis etio-patogénicas insuficientes, en el uso empírico o azaroso de productos medicinales, o en la consideración exclusiva de lo que Kent llamaba “los productos finales” de la enfermedad, es decir, la alteración en su fase más orgánica, más lesional; eso sin hablar del abuso medicamentoso indiscriminado, con el que todo buen clínico estaría de acuerdo.
Una medicina racional, pretensión constante del enfoque hahnemanniano, no puede basarse en interpretaciones de la patología ni en la sola consideración del estado patológico en sus fases terminales, sino que debe ceñirse estrictamente a los síntomas de la enfermedad tal como se presentan en cada caso, a través de una observación completa, rigurosa y pormenorizada del enfermo en toda su complejidad humana.
No es fortuito que la ciencia médica actual logre sus mejores éxitos terapéuticos en el ámbito de la cirugía, donde el reduccionismo del ser humano a una complicada maquinaria representa una menor distorsión del fenómeno observado. Pero, propiamente, ¿puede considerarse la cirugía como una técnica curativa?
Los efectos más espectaculares de la terapéutica convencional producen en el mejor de los casos una “buena” paliación –a expensas de la eliminación o reducción de síntomas molestos aislados- (sin entrar aquí en el riesgo de la supresión sintomática), o una reparación mecánica transitoria de órganos deteriorados. Pero, ¿alguna vez consiguen una curación?
Aquí traigo a colación el concepto fundamental de “curación”, fin último necesario de toda medicina.
El reduccionismo en la observación, por tanto en el diagnóstico y en el tratamiento correspondiente, supone una limitación a la idea de curación.
En este sentido, la Homeopatía aporta un concepto de curación nuevo a la práctica médica actual (de los últimos dos siglos). Porque, aunque el concepto de salud se haya ampliado en los últimos decenios, asumiendo la importancia de los factores físicos junto a los psíquicos, familiares, sociales y ambientales (v. la definición de salud de la OMS), el logro del restablecimiento de la salud a partir de una situación de enfermedad no tiene en cuenta en la práctica todos esos factores.
Permitidme una aproximación a la definición del concepto de curación teniendo en cuenta esos parámetros que la aplicación del método científico clásico descarta por inconmensurables.
La curación la podríamos definir como la manifestación de un proceso vital de restablecimiento de la salud, durante el cual el individuo puede elegir cada vez más (libertad) y con mayor acierto (resistencia) sus propias actitudes correctoras (medidas higiénicas), con menor necesidad de ayuda terapéutica externa (autonomía). La curación, en este sentido, no es una meta final, sino un camino activo que recorre el enfermo desde un proceso vital de difícil adaptación biológica (enfermedad) hacia otro de constante adaptación (salud). Ese camino de la curación implica un aumento progresivo de la libertad, la autonomía y la resistencia individuales ante cualesquiera factores externos (físicos o psíquicos) potencialmente nocivos.
La Homeopatía, a partir de este concepto integral y global de curación, aporta algunos instrumentos propios al quehacer médico:
1- un instrumento diagnóstico específico: la anamnesis homeopática
2- unos instrumentos terapéuticos específicos: los remedios homeopáticos
3- una relación terapéutica curativa para las enfermedades naturales: la ley de similitud
4- un método propio y original para conocer las propiedades curativas de las sustancias: la experimentación homeopática pura (proving)
5- una forma de preparación específica de los medicamentos: la potenciación (dilución + dinamización en serie)
6- una forma de administración de los medicamentos: la dosis mínima
Estas aportaciones amplían las posibilidades de curación al incorporar nuevos instrumentos médico-farmacológicos que la medicina convencional desconoce.
Quisiera extenderme un poco más en la primera aportación.
‘Anamnesis’ es un término filosófico acuñado por Platón, que significa ‘recuerdo’, en el contexto de «el saber como un recordar» o como «diálogo del alma consigo misma». El concepto es utiliza en medicina para referirse a la historia de los antecedentes de un caso particular de enfermedad.
La anamnesis homeopática es el medio diagnóstico por excelencia de la ciencia homeopática; de su correcto uso dependerá la conclusión diagnóstica y, en definitiva, el éxito terapéutico.
La anamnesis homeopática pone de manifiesto la metodología homeopática en lo que se refiere a su punto de partida filosófico, delimitando claramente el objeto y el sujeto de la observación, que apuntaremos en tres vertientes:
a) qué observar (objeto de la observación)
b) cómo observar (condiciones de la observación)
c) con qué observar o quién observa (sujeto de la observación)
a) El objeto a observar es, por supuesto, el enfermo, no sólo una parte de él, un órgano o sistema, sino en su totalidad, que incluye datos objetivos y subjetivos, prestando especial atención a aquello que lo particulariza, que lo hace único, irrepetible, por lo tanto irreproducible; fijándose también en las relaciones entre los diferentes datos (causalidad, sincronicidad, intencionalidad, globalidad), y pormenorizando los datos a nivel local y particular (modalidades de los síntomas) para encontrar su significación global (holismo).
El registro de la totalidad de los síntomas es la parte más difícil del trabajo del médico homeópata (Órganon, § 104), especialmente en las enfermedades crónicas (Órganon, § 82, 83, 95, 98).
b) La pretendida objetividad en la observación como condición indispensable ha sido refutada radicalmente por algunas disciplinas de la “nueva ciencia” (p.e. por el principio de incertidumbre de Heisenberg en Física cuántica): el observador siempre modifica la observación.
No hay otros requisitos mas que los propios del observador, que se convierte en el único instrumento de la observación.
c) El sujeto de la observación, el médico homeópata, se erige como único medio posible y real para llegar a un diagnóstico correcto, con todo el riesgo que implica por sus limitaciones humanas. En Homeopatía no existen exploraciones complementarias o máquinas especiales que permitan detectar las alteraciones propias de la enfermedad, los síntomas. Sólo el médico, mediante sus cinco sentidos externos indemnes y actuando en calidad de “observador sin prejuicios” (Órganon, § 6, 83) puede detectar las modificaciones que la enfermedad imprime en la economía vital.
Por eso, las exigencias personales para un médico homeópata son más elevadas que para cualquier otro médico, cuyo diagnóstico esté más condicionado a unos resultados analíticos o a otras pruebas estandarizadas, y cuyo tratamiento siga unos protocolos pre-establecidos.
Lo que el médico escuche, vea, toque, huela, … y al final registre en el historial clínico, se convierte en la base de datos sobre la que llegar a un diagnóstico. Los órganos sensoriales del homeópata son el filtro que discrimina la información útil de la desechable.
“En ninguna profesión más que en la del médico existe la exigencia de conocer tanto la técnica específica como la propia personalidad del que conoce”.- decía T. P. Paschero. Y continuaba:
“Resulta ineludible e impostergable que el médico se conozca a sí mismo, escrute su propia actitud interior y tome conciencia de los verdaderos motivos que han fraguado su vocación”.
“En tales condiciones de inmadurez psicológica (-que acaba de citar Paschero en su texto-), el médico enfrenta su vida y su profesión con evidente incapacidad para comprender el enfermo y cumplir con su deber médico. Se halla sujeto a mecanismos infantiles que le restan la serenidad y objetividad necesarias para el examen de la realidad, y sus ideas, así como sus experiencias clínicas están sobrevaloradas por los contenidos afectivos tendenciosos que le falsean la observación”.
La categoría humana, ética, del médico se convierte en un requisito indispensable para la buena praxis homeopática.
El homeópata debe desarrollar la capacidad de hacer despertar al enfermo de su “amnesia”, conduciendo hábilmente la entrevista para que el enfermo recuerde lo que permanecía en el olvido; síntomas en forma de sensaciones, sentimientos, impresiones, ilusiones, … almacenados en su memoria deberán reaparecer en la superficie de la conciencia.
La “an-amnesis” es el proceso por el cual el homeópata despierta la conciencia del enfermo y provoca el recuerdo de aquello que hace sufrir al enfermo, más allá de las apariencias, es decir, más allá de las molestias superficiales que muchas veces motivan su consulta. Pocas veces el sufrimiento real del paciente se presenta claro y diáfano, y es labor del homeópata escudriñar en los recovecos de la memoria hasta hacer aflorar la emoción contenida, que acompaña a la sintomatología física y/o mental. Cuando se logra, esa catarsis es en sí misma terapéutica, y forma parte del efecto placebo de la entrevista homeopática.
El proceso de curación puede ponerse en marcha a partir de una entrevista de tal calidad emocional, aunque no sea su objetivo, y el homeópata debe respetar la evolución clínica sin interferir con otros efectos terapéuticos, estando preparado para intervenir con el remedio homeopático diagnosticado cuando el proceso se detenga o se tuerza el camino curativo.
La anamnesis homeopática amplía, pues, la entrevista médica convencional a la búsqueda de la semiología característica del enfermo, más allá de la sintomatología propia de la enfermedad; seleccionando los síntomas característicos (Órganon, § 153) frente a los demás síntomas comunes, porque son los que individualizan cada caso (Órganon, § 82), ya sea por su intensidad (s. llamativos o notables), por ser únicos en su clase (s. singulares), por su rareza (s. inhabituales o extraordinarios), o por aparecer en pocas enfermedades (s. peculiares) (Órganon, § 102); valorando los datos subjetivos por encima de los objetivos; mediante una técnica de observación lo más imparcial posible, respetando la espontaneidad del relato, y priorizando la nitidez sintomática y la intensidad de su presentación.
En Homeopatía conocer el instrumento diagnóstico es ‘conocerse a sí mismo’, para saber los propios condicionantes, impulsos, deseos, tendencias, disposiciones, limitaciones, interpretaciones, …y para, conociéndolos, tomar medidas para que no interfieran en la apreciación del enfermo.
En palabras del propio Hahnemann, cuando escribe a propósito de la necesidad e importancia de realizar provings el mismo médico:
“…el médico…debido a estas observaciones notables realizadas en sí mismo, podrá comprender sus propias sensaciones, su modo de pensar y sus estados de ánimo (fundamento de la verdadera sabiduría:”conócete a ti mismo”) y también se adiestrará así en ser un buen observador, como es preciso que todo médico sea.”
(Órganon, §141, nota)
Y acabo con la insistencia de Hahnemann sobre este tema:
“Sé muy bien que cuando los prejuicios están enraizados en nuestro espíritu y han adquirido por su antigüedad un cierto carácter de santidad se necesita mucho valor para sacudirse uno mismo el yugo, y que, de no haber una gran capacidad de discernimiento uno no es capaz de desembarazarse de todas las locuras que han machacado nuestra infancia impresionable como otros tantos oráculos, y cambiarlas por nuevas verdades.”
(El Observador en Medicina. Escritos Menores)
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