Teorías sobre la Fuerza Vital, las Diluciones Homeopáticas y el Mecanismo de Acción de los Medicamentos Homeopáticos

La Fuerza Vital:

A la fuerza vital se le considera como uno de los pilares de la doctrina homeopática; sin embargo Hahnemann sólo hace alusión a ella en la cuarta edición del Organón (1829) y desarrolla más ampliamente la idea en la quinta (1833).

Esto demuestra que sólo después de 25 a 30 años de práctica de la Homeopatía, Hahnemann acepta la noción vitalista; siendo ella, por consiguiente, no indispensable para esta doctrina terapéutica.

Hahnemann declara en el artículo 9 del Organón: “En el estado de salud del hombre, la fuerza vital autocrática que dinámicamente anima el organismo material, gobierna con poder ilimitado. Conserva todas las partes del cuerpo en admirable y armoniosa operación vital, tanto respecto a las sensaciones como a las funciones. Sin embargo, la fuerza vital… es ininteligente e instintiva y rige la vida… sólo mientras está en salud, pero es incapaz de curarse por sí misma en caso de enfermedad”.

En el prefacio de la cuarta edición del Organón, Hahnemann escribe: “la fuerza vital admite sin variación las más grandes plagas de nuestra existencia…, es decir, las enfermedades crónicas”.

En el artículo 10 explica como la fuerza vital es la diferencia entre un organismo vivo y uno muerto; “ya que sólo el principio vital inmaterial, que lo anima tanto en estado de salud como de enfermedad, le permite sentir todas las sensaciones y realizar todas las funciones vitales”.

Los conocimientos actuales dejan poco lugar a la inmaterialidad, y la fuerza vital o principio vital de Hahnemann no tiene porqué ser la excepción. Maurice Jenaer ha postulado una interesante teoría al respecto, para lo que se hace necesario en primer lugar conocer el concepto de “cómputo”.
El “cómputo” es un término creado por Edgar Morin y se refiere a la capacidad que presentan las células vivas para examinar, evaluar y estimar los datos que le entrega el medio, y responder a ellos siendo lo más importante. la posibilidad de transformar esta información en programa. Esta capacidad “computante” da a la célula la posibilidad de tener autonomía, siendo ésta, por supuesto, más refleja que consciente.

Un interesante ejemplo de “cómputo” lo constituyen las bacterias, las cuales, mediante sus quimiorreceptores de membrana, aprecian el medio ambiente y adaptan su metabolismo, de acuerdo a él, formando flagelo, esporulando, multiplicándose, etc. Si las bacterias, organismos unicelulares, poseen estas capacidades, con mayor razón las tendrán las células nucleadas.

Toda la capacidad “computante” esta dada por el A.D.N.; ya que él, por medio de el A.R.N., es quien regula la producción de proteínas y, por consiguiente, todo el metabolismo celular. Es también el A.D.N. quien determina la formación de los antígenos de histocompatibilidad, verdadera carta de identidad genética, sobre la membrana celular.

Los antígenos de histocompatibilidad son esenciales para la acción “computante”; ya que ellos le dan a la célula la noción de “Si”, tomada en su contexto inmunológico, y, por exclusión, la de “No - Si”. Esta función es asegurada sobre todo por los lifoncitos, que llevan en su superficie, en una cantidad mayor que en otras células, marcadores de histocompatibilidad.

Sin embargo, la capacidad “computante” de las células vivas, como toda función biologico, es susceptible de caer en error. En efecto, si la célula es capaz de traducir la información del mundo exterior adaptándola a un programa para luego actuar en función de la situación, es lógico pensar que en algunas de las delicadas etapas del proceso puede producirse un error que muchas veces tendrá consecuencias fatales para la célula y para el organismo del cual forma parte, dependiendo ello de la importancia de dicha célula dentro de la economía.

Como podemos ver, la facultad de “cómputo” es el núcleo mismo de la vida a nivel celular; y entre sus características se pueden encontrar muchas de las dadas por Hahnemann en su “Principio vital”. Es fundamentalmente, al igual que el principio vital, la diferencia entre el ser vivo y el muerto, del ser animado el inanimado; es el principio vital biológico o, en otras palabras, el principio biológico organizador.

El “cómputo” es también, por sus cualidades, la estructura susceptibles de reaccionar al impacto medicamentoso y, además, es la organización celular susceptible de caer en errores que conduzcan a la enfermedad, como la fuerza vital de la doctrina homeopática que admite la existencia de los miasmas crónico.

Otra interesante teoría, con respecto al principio vital, es aquella que lo relaciona con el campo electrodinámico del organismo y, de este modo, con los principios conocidos de la física. La energía y la materia se intercambian en un campo electrodinámico; el cual es medible en términos de onda, vale decir, frecuencia, longitud y amplitud.

Toda sustancia tiene una particular frecuencia de resonancia, la cual vibrará con una energía mayor cuando es estimulada por una onda de similar frecuencia. Esta frecuencia de resonancia puede ser fácilmente medible en un objeto homogéneo, pero difícilmente en un organismo humano.

Vithoulkas considera al plano electromagnético del organismo humano como un plano dinámico de inconcebible complejidad, el cual concuerda con todas las leyes y principios desarrollados en los conceptos electromagnéticos de resonancia, de armonía, de refuerzo y de interferencia.

Esta teoría ha recibido un fuerte impulso por los estudios que se han realizado utilizando el efecto Kirlian en individuos tratados con preparados homeopáticos.

En efecto Kirlian se logra al poner los dedos de las manos y de los pies del sujeto en un campo electromagnético de una intensidad tal que produzca en el una descarga, a la manera de un condensador. Al aumentar considerablemente el flujo de electrones del organismo, este se hace visible y fotografiable; ya que cada electrón al ser arrancado del organismo emite un fotón en el espectro ultravioleta.

Numerosos investigadores han estudiado las variaciones que se producen en el campo electrodinámico del individuo, visualizado por el efecto Kirlian, antes y después de aplicar un medicamento homeopático; constatando modificaciones importantes.

En el fondo ambas teorías no se contraponen; ya que el campo electrodinámico del organismo de todos los seres vivos es solo el resultado de la actividad celular, la cual es controlada por el “cómputo” o expresión funcional de la información contenida en el A.D.N.


Las Diluciones Homeopáticas:

Una de las grandes interrogantes de la homeopatía es que es exactamente una dilución homeopática. Si bien las dosis infinitesimales son ya completamente aceptadas; y los microgramos, nanogramos y picogramos son expresiones corrientes en relación a hormonas, vitaminas, virus y elementos a nivel celular; los médicos oficiales aun consideran que los homeópatas conocen poco acerca de las drogas diluidas que recetan. Es por ello que es interesante hacer una revisión sobre el tema.

Es bien conocido por el homeópata, que existen diferencias, tanto en la experimentación pura como la clínica, si se utiliza una baja dilución o una alta dilución. En la experimentación pura, al usar medicamentos en bajas potencias (entre la primera y la sexta) los efectos primarios de la sustancia base se manifiestan de una manera intensa entre los experimentadores, disminuyendo esta intensidad a medida que la dilución se aleja de la concentración inicial de la sustancia base. Por otro lado, los efectos secundarios de la sustancia base que sirven para diferenciarla de las demás tales como los psíquicos y generales, aparecen en numero escaso. A medida que se emplean potencias más altas, los efectos primarios del medicamento se van haciendo menos patentes y los secundarios más numerosos y nítidos.

En la clínica; al emplear remedios en potencias bajas en el tratamiento del enfermo, se observa que los síntomas constituciones no sufren modificación en forma fácilmente apreciable; siendo necesario para alcanzar modificaciones sustanciales en la enfermedad constitucional, el empleo de potencias medianas o altas.

De las observaciones anteriores se desprende que el método de la dinaminzación, a medida que va elevado la potencia numérica del medicamento, produce determinados cambios en su estado energético. La sustancia base con la cual se elabora una dilución homeopática es portadora de dos tipos de energia:

1. Una energía Química, la cual producirá en el organismo, como su nombre lo dice reacciones del tipo químico y por ello su comportamiento se asemejaría más al de las drogas alopáticas; y

2. Una Energía Fármaco - dinámica, termino acuñado por Hahnemann para explicar aquella “sui géneris” de sus medicamentos capaces de modificar la energía vital del organismo, que por su naturaleza sería la causante de los efectos secundarios del medicamento, detectables al utilizar las potencias medias y altas, los cuales no guardan ninguna relación con el efecto masivo, de la sustancia sobre el organismo.

Ambas energías en conjunto están siempre presentes en una dilución homeopática, el efecto que ella produzca en el organismo dependerá de la proporción en que se encuentren estas energías en el preparado.

La energía química es muy notoria en aquellas potencias cercanas al estado natural de la sustancia de la cual derivan y van disminuyendo a medida que aumenta la dilución, para desaparecer casi completamente al traspasar el número de Avogadro (homeopáticamente D24). De ello se desprende que la energía química es directamente dependiente de la cantidad de soluto en la dilución.

Por otro lado, la energía farmacodinámica casi nula en las bajas potencias, apreciable en las medias y muy notoria en las altas y cuya acción es característica y específica de la sustancia de la cual proviene, sería más bien dependiente de la interacción soluto solvente favorecida por la dinamización.

Si bien se ha comprobado que la sustancia base modifica al vehículo que la porta y que de ello resulta una dilución homeopática con propiedades terapéuticas muy diferentes a aquellas de las sustancias que la componen en forma separada, es muy poco conocida la forma como se traspasa esta información, llamémosla energía farmacodinámica, en primer lugar del soluto al solvente y luego de dilución en dilución.

Los estudios en este campo son muy pocos; sin embargo, en los años 80 parecen haber encontrado un buen rumbo con las investigaciones de Jean Boiron, quien ha utilizado el efecto Raman Laser para analizar los preparados homeopáticos.

El efecto Raman fue descubierto alrededor de 1930 y consiste básicamente en la aparición de rayas espectrales cuando un haz de luz es dispersado por un líquido o un gas, dependiendo este fenómeno principalmente de dos factores: la constante dieléctrica y la viscosidad del líquido o gas.

Jean Boiron encontró que el espectro de las diluciones homeopáticas, vegetales y minerales, era diferente al dado por el vehículo puro utilizado para dichas diluciones: etanol de 70°.

Posteriores estudios del mismo investigador utilizando diluciones de sustancias químicas, han confirmado el fenómeno y han permitido sospechar que él depende exclusivamente de varios factores físico químicos propios del principio activo tales como la polaridad, la ionicidad, la carga, la solubilidad en el agua y en el alcohol, el tamaño de los agrupamientos moleculares, etc. Es así como se podría considerar a una dilución homeopática como una entidad que ha adquirido una estructura específica resultante directamente de una ligera modificación de la viscosidad y de la constante dieléctrica de la estructura del vehículo.

Si se considera que la viscosidad de un líquido depende del tamaño, de la forma y de la movilidad de las moléculas o agrupaciones moleculares que la constituyen y por otro lado que la constante dieléctrica está en función del momento eléctrico, de la polaridad y de la movilidad de estas mismas moléculas, se puede pensar que las variaciones de la viscosidad de la constante dieléctrica podrían encontrar su origen en la recombinación estructural macroscópica intermolecular.

Estos conceptos ahora más estudiados, no son nuevos; ya en 1936 Jarricot declaraba que: todo contacto por dilución con los elementos de una sustancia, confiere al vehículo de esa sustancia características específicas.

El estudio del vehículo de los medicamentos homeopáticos, una mezcla de alcohol y agua, ha demostrado que el alcohol etílico es un solvente que tiene una gran facultad de asociación por su momento polar elevado (dipolo) y por los enlaces hidrógenos que pueden reunir sus agrupamientos hidroxílicos. El alcohol es, pues, un medio líquido de estructura compleja.

Sin embargo, el agua presenta una mayor complejidad estructural que el alcohol. Esta complejidad superior está dada esencialmente por el hecho de que el agua posee dos grupos hidroxilos, así como un momento dipolar mucho más elevado que el alcohol.

De esto se desprende que la mezcla hidroalcohólica que constituye el solvente de las diluciones homeopáticas, es un medio en el cual las posibilidades de combinación molecular es casi infinito, por poco que se induzca esta combinación por un procedimiento cualquiera.

Si se tiene en cuenta que la sucusión y la trituración a las que se someten los preparados homeopáticos, tienen la propiedad de acelerar el movimiento de las moléculas contenidas en la preparación, aceptando que toda aceleración molecular trae como consecuencia la producción de energía y por otro lado, que los vehículos empleados en dicha preparación, alcohol, agua y lactosa, son ricos en enlaces hidrógenos en forma activa, podemos suponer que la energía liberada por las moléculas en las primeras potencias de los medicamentos homeopáticos, que lleva potencialmente las propiedades farmacodinámicas de la sustancia que lo ha originado, reaccionaría con los enlaces de hidrógeno del vehículo, para imprimirle en forma estable estas mismas propiedades a través de cambios en su estructura molecular.

La unión por puentes o enlaces de hidrógeno tiene la característica, además de su gran capacidad de unión con moléculas de carga negativa, de ser la causa de la estabilidad estructural de la naturaleza, comprendiéndose así la no pérdida de la actividad de los medicamentos homeopáticos, a pesar de haber sido preparados mucho tiempo antes.

A modo de resumen se puede decir que, las bajas diluciones homeopáticas son entidades terapéuticas constituidas por un vehículo hidroalcohólico (etanol de 45°), sobre el cual actúa en diverso grado, según la dilución, una sustancia base. Esta acción consistiría en un reordenamiento de las moléculas agua - agua, alcohol - alcohol y agua - alcohol del vehículo.

Las altas diluciones pueden ser consideradas como un vehículo cuyos agrupamientos moleculares agua - agua, alcohol - alcohol y agua - alcohol han sido modelados por una sustancia base que ya no está presente.



El mecanismo de acción:

Sin lugar a dudas, uno de los campos más interesantes de la investigación en homeopatía es el estudio del mecanismo de acción de los medicamentos homeopáticos.

Todavía, hoy en día es muy poco lo que se conoce al respecto, siendo lo más logrado dos o tres teorías, que si bien son sólo teorías, tienen la importancia de que marcan un rumbo para futuras investigaciones.

Para facilitar un poco la comprensión de estas teorías y de las bases sobre las cuales se sustentan, se han dividido en dos grupos:
1. Mecanismo de acción de las bajas diluciones.
2. Mecanismo de acción de las altas diluciones.

Mecanismo de acción de las bajas diluciones:
Las bajas diluciones, como ya se explicó, corresponden a entidades resultantes de la interacción de un soluto o sustancia base y de un solvente, alcohol de 45°. En estos tipos de diluciones la sustancia base se expresa por dos mecanismos: una acción primaria, ejercida por la energía química propia del soluto y una acción secundaria, consecutiva al traspaso de información, si se puede llamar así, entre el soluto y el solvente, siendo esta última la acción que perdura al aumentar la dilución.

La acción primaria o química de las bajas diluciones ha sido más ampliamente estudiada, ya que se refiere a la inversión del efecto que presentan las sustancias dependiendo de su concentración en un organismo vivo. Este fenómeno, descrito por primera vez en 1888, se conoce actualmente como la ley de Arndt - Schulz.

Numerosas investigaciones han demostrado que uno de los sitios de acción de los medicamentos homeopáticos en bajas diluciones, es a nivel de receptores celulares siendo uno de los trabajos más interesantes al respecto el de Grandgeorge.

Este médico francés observó, durante su práctica en el hospital de Grenoble, que el uso de Opium C9 le daba excelentes resultados en el tratamiento de la apnea del recién nacido. Similares éxitos obtenía al utilizar Nux vómica o Strychninum en los casos de espasmos musculares producidos por una excitabilidad refleja de origen medular, los espasmos de los músculos de la cara y el opistótono, todos ellos síntomas de un cuadro denominado Encefalopatía por Glicina.

Es importante recordar como funciona una sinapsis nerviosa y qué funciones cumplen los neurotransmisores. Se sabe ya desde hace varios años, que las células nerviosas se comunican entre sí mediante sustancias químicas, llamadas neurotransmisores, las cuales son sintetizadas y almacenadas en sus terminaciones.

La producción de neurotransmisores es controlada por una enzima dependiente del receptor pre - sináptico, correspondiendo a un fenómeno de “feedback” negativo ejercido por el transmisor mismo.

Bajo el efecto del influjo nervioso y de fenómenos de membrana que de él resultan, el neurotransmisor es liberado a la sinapsis, donde lo encontramos en una concentración de 1010 moles por litro. De aquí él se fija a los receptores post - sinápticos para ejercer su acción.

Pero hay otro destino para el neurotransmisor, el cual es de particular interés para la homeopatía, y es la fijación específica sobre receptores pre - sinápticos, ejerciendo así la modulación de su propia síntesis, como ya se mencionaba.

Estudios realizados en embrión de pollo han demostrado que estos receptores pre - sinápticos poseen una sensibilidad mucho mayor que los post - sinápticos; vale decir que ellos necesitan una concentración mucho menor de neurotransmisor para ser estimulados.

Es así como bajas concentraciones de un transmisor, incapaces de estimular un receptor post - sináptico, producirán en el receptor pre - sináptico un estímulo que se traducirá en un “feedback” negativo sobre su propia síntesis. De este modo se explicaría, al menos a este nivel orgánico, el efecto contrario de una dosis infinitesimal de una sustancia con respecto al que ella misma produce en dosis ponderales.
En relación con las observaciones de Grandgeorge con Opium y Nux vómica. Como es sabido, el opio y sus derivados producen, en dosis ponderales, una depresión respiratoria. El mecanismo íntimo del fenómeno estaría dado por una saturación de los sitios post - sinápticos específicos de un neurotransmisor, la endorfina, por el opio; estos receptores endorfínicos son numerosos en los centros respiratorios, lo que explicaría el efecto de dicha sustancia.

Por el contrario, según la teoría del autor citado, una dosis infinitesimal de opio no alcanzaría a sobrepasar el umbral de sensibilidad de los receptores post - sinápticos, pero sí estimularía los receptores pre - sinápticos desencadenando un feedback negativo sobre la síntesis de endorfina, la cual está aumentada en la apnea del recién nacido, disminuyendo la acción de ésta sobre el centro respiratorio.

Ahora bien, la Nux vómica y su alcaloide, la estricnina, al parecer actuarían de igual modo que el opio, imitando a un neurotransmisor natural la glicina. Esta glicina sería la encargada de la inhibición post - sináptica de las neuronas motoras, controlando de este modo la actividad fina del sistema piramidal.

Las dosis ponderales de estricnina producen una inhibición del sistema piramidal, acción que logra ocupando un lugar vecino al receptor post - sináptico específico de la glicina, resultando ello en una hipertonía generalizada, con opistótonos y espasmos musculares difusos. En dosis homeopática la Nux vómica bloquearía la síntesis del producto natural, corrigiendo así la falla.

La posible acción de las bajas diluciones homeopáticas a nivel de receptores celulares han sido estudiada por Guillemain (1982), quién comprobó la actividad de Histaminum C4 sobre los receptores H2 de la mucosa gástrica y puso en evidencia el efecto de las diluciones de Ignatia sobre los receptores de membrana en la rata.

Considerando todos estos hechos, Maurice Jenaer postuló su modelo de acción del rnedicamento homeopático, tomando como base a la biología celular.

Esta rama de la ciencia enseña que la información genética contenida en el A.D.N. es igual para todas las células de un organismo vivo. Esta información, sin embargo, se encuentra reprimida en su mayor parte dependiendo de la especialidad de una célula, de la parte activa en su genoma.

Ahora bien, según su especificidad, cada célula tendrá en su superficie receptores específicos, los cuales son capaces de captar cantidades mínimas de ciertas sustancias cuya estructura molecular, y particularmente la de ciertos radicales terminales, les permite un anclaje mutuo por su configuración complementaria (sistema llave cerradura).

La fijación de una sustancia al receptor de membrana, conduce a un reordenamiento de las moléculas superficiales de la célula, lo cual constituye una señal para el núcleo celular, el cual reaccionaría de acuerdo con su naturaleza. Esta reacción proporcional a la carga de los receptores explicaría la ya comentada ley de Arndt - Schulz, que habla de la inversión de la acción de acuerdo con la dosis; ya que una carga suave inducirá sólo un efecto reaccional a nivel celular mientras que una dosis fuerte a menudo repetida, produciría el efecto primario de la sustancia, impuesto por esta carga dominadora.

Para Jenaer aquí estaría la clave para explicar el mecanismo de acción de los fármacos homeopáticos; sus dosis infinitesimales se fijarían a los receptores de membrana de la célula de acuerdo con su configuración molecular, desencadenando una señal energética al interior de la célula o bien siendo absorbido al citoplasma por endocitosis, llegando a constituir parte del metabolismo celular. Es interesante mencionar que los receptores de membrana, específicos para una sustancia - medicamento determinada, podrían aparecer o ser modificados por las perturbaciones metabólicas secundarias a la enfermedad, siendo ellos en este caso, en alguna forma específicos de la enfermedad.

Allí estaría la base de la ley de similitud; las modificaciones bioquímicas intracelulares, que son el origen de la síntomatología mórbida, se acompañarían de modificaciones de las propiedades de la membrana celular y por ende de los receptores de membrana, en el sentido de una defensa contra la enfermedad. El medicamento homeopático hallaría así un receptor neoformado específico donde fijarse, interviniendo de esta forma en la tentativa espontánea hacia la curación.

Es así como existirían sustancias que se adaptarían a los receptores específicos de un órgano, ellos serían los remedios de drenaje u organotropos. Otras sustancias serán capaces de unirse a los receptores propios de un tipo de tejido, lo que determinaría una acción más polivalente, más generalizada que si fuera a nivel de un solo órgano, éstos serían los semipolicrestos.

Si se acepta que un medicamento homeopático actúa a nivel de un órgano de manera limitada, fijándose para ello en los receptores celulares, es difícil imaginarse como un medicamento policresto puede influir así en todas las células de un organismo. Para ello basta recordar que los órganos y los tejidos son supervisados por las células nerviosas, ya sean ellas cerebrales o periféricas, las cuales tendrían una función de carácter directivo. Como el medicamento policresto se selecciona en base al conjunto de síntomas mentales y generales, es lógico pensar que su impacto será a nivel de células directivas, en otras palabras las células nerviosas, las cuales traducirán esta información y la repartirán del centro a la periferia desde arriba hacia abajo, vía el sistema nervioso periférico, por conducto anatómico o por neurotransmisores. Esto sería la explicación de la ley de Hering.

Se debe tener en cuenta que, ciertas sustancias de estructura similar a la específica son capaces de interaccionar con los receptores celulares, realizando un anclaje imperfecto que por lo general es de corta duración. Esto explica los peligros del complejismo y su eficacia restringida. Aun si el complejo lleva entre sus componentes el remedio “simil”, éste sólo tendrá una acción restringida, ya que sólo logrará unirse a un número muy pequeño de receptores, porque la mayoría estará ocupado por los otros medicamentos del compuesto.

La capacidad limitada de los receptores celulares, para fijar a ellos las sustancias específicas, se debe tener también en cuenta con respecto a la repetición de las dosis. De ello se desprende lo innecesario de una repetición frecuente del medicamento homeopático, salvo en aquellas patologías que ponen fuera de circulación las células saturadas, como son ciertas enfermedades agudas, formas crónicas necrosantes y las afecciones proliferativas, en donde las nuevas células deben encontrar el remedio.

Antecedentes sobre el mecanismo de acción de las altas diluciones:
El mecanismo de acción de las diluciones homeopáticas altas vale decir aquellas que superan el mecanismo de Avogadro (C12 o D24), ha sido muy poco estudiado; pese a las importantes investigaciones que han demostrado claramente la actividad de estas potencias.

Entre las experiencias, las más conocidas es sin lugar a dudas la publicada por Benveniste y colaboradores en 1988 en la mundialmente conocida revista Nature, la cual levantó un gran revuelo en el ámbito científico, por lo inquietante de sus resultados. Básicamente consistió en estudiar la degranulación de basofilos humanos estimulados por un altamente diluido (1 x 10-120) antisuero anti inmuno globulina E (IgE). Los resultados positivos llevaron a los investigadores a postular que la información se debió transmitir durante el proceso de dilución y agitación, clásico de la homeopatía. El portador de la información sería el agua, mediante modificaciones de su estructura molecular sustentada por enlaces de hidrogeno y campos electromagnéticos.

Las discusiones sobre la “memoria del agua”, fueron largas y no han terminado aún. El Dr. Benveniste publico otro trabajo en el Comptes Rendu de la Academia de París, titulado “La agitación de soluciones altamente diluidas no induce actividades especificas”. El titulo hace referencia a una hipótesis según la cual los resultados obtenidos se deberían a una reacción de oxido - reducción producido por el oxigeno atmosférico captado durante la agitación.

En este trabajo queda claramente demostrado la falsedad de dicha hipótesis y, lo que es más interesante, se comprueba la acción de un medicamento clásico, el Apis mellifica, en un diseño experimental semejante al de los primeros ensayos, siendo mayor la actividad de esta sustancias en las diluciones 10-30 y 10-34, un poco inferior en 10-32 y 10-40 y más pobre en la 10–36 y 10-38. Todas las diluciones citadas están sobre el límite molecular.

Todo parece indicar que la información guardada por el solvente de los medicamentos homeopáticos es de carácter energético; de allí se desprende la principal teoría que intenta aclarar el mecanismo de acción de las altas diluciones, situándolo en ese plano.

Esta teoría supone que la fuerza vital de Hahnemann sería comparable al campo electrónico dinámico de organismo, siendo en consecuencia factible su estudio mediante los principios de la física. Para que los medicamentos altamente diluidos se transformen en remedio, sería necesario que sus vibraciones tuvieran las mismas características, vale decir la misma longitud de onda, que las e la fuerza vital alterada por la enfermedad.

Al interactuar las ondas medicamento y de la enfermedad, con seguridad se producirá un fenómeno de interferencia, en el cual, según la física, dos vibraciones de una misma frecuencia dan lugar a una disminución de la vibración, dependiendo esto de la diferencia de fase con que llegan al punto considerado.

En la clínica homeopática, se pude atribuir a la agravación medicamentosa a una respuesta biológica del tipo de refuerzo de ondas, tras la administración del símil; en cambio las curaciones sin agravación, serían más bien una disminución vibratoria.

Los síntomas de las patogenesis serían el resultado de la interacción entre las vibraciones del medicamento homeopático y las propias del organismo sano, las cuales serían afectadas por las primeras.

En este campo ha trabajado por largos años el Dr. Fritz Popp, físico alemán de la Universidad de Kaiserlautern. Para el los sistemas biológicos tienen la posibilidad de percibir señales teóricamente silenciosas, de protegerse contra ellas y también de reforzarlas. Esto se explicaría por la sensibilidad selectiva se los seres vivientes ante los impulsos electromagnéticos.

Según Popp, cada sistema biológico dispondría de un amplio espectro de campos electromagnéticos, cuyas modulaciones sirven de comunicación y regulación intra e intercelular. La falsa regulación se manifiesta, entre otras cosas, por cambios en la bioquímica celular.

Para el Dr. Popp, el método de fabricación de los medicamentos homeopáticos desarrollaría un sistema de equilibrio no térmico, donde el solvente acumularía fotones de una determinada frecuencia, dependiente de las características del soluto o sustancia disuelta. Popp ha demostrado el uso por parte de las células vivas, de la luz como frecuencia portadora para comunicarse.

El físico ingles Cyril W. Smith, de la Universidad Salford, conjuntamente con el Médico Dr. Roy Choy, han realizado experiencias cuyos resultados se ajustan al modelo de Popp. Ellos han tratado pacientes alérgicos con impulsos electromagnéticas débiles, de frecuencias que varían entre pocos Hertz y Megahertz, obteniendo buenos resultados. También apoyan esta teoría la investigación del biofísico norteamericano Dr. Adam Sack, quien estudio la resonancia magnética nuclear de los medicamentos homeopáticos: demostrando diferencias, incluso en las diluciones altas, en comparación con el solvente.

De gran interés son las exigencias de Gagnon y Rein quienes recientemente emularon la configuración interna de una dilución homeopática D200 de Aconitum napellus, mediante la aplicación de ondas no Hertzianas o escalares al agua, con la cual estimularon en un 100% la proliferación linfocitaria, al compararla con un grupo control. El agua retuvo esta carga por 14 días.

Mediciones de la frecuencia de resonancia de preparados han sido hechas por Ludwig, quien determinó la frecuencia de Arnica D1000 como 9.725 Khz y de Phosphorus D6 como 300 Hz.

Por ultimo, Monro neutralizó los síntomas de pacientes alérgicos mediante la administración de agua previamente expuestas a las frecuencias emitidas por sustancias alergenicas.

Demostración de energías en glóbulos homeopáticos
(Originalmente publicado en la revista Divulgación de la Homeopatía, Nº 239 / Octubre de 1986)
Mario G. Marino (Ing. electrónico) y Mario A. Marino (médico)

Al enterarnos en octubre de 1984 de las enormes diluciones de los remedios homeopáticos, de su comprobada eficacia desde la época de Hahnemann, hace más de .un siglo y medio, y de que esta eficacia se atribuye a que estos remedios poseen una hipotética energía calificada de "vital", quisimos poner a prueba si tal energía existe, a los efectos de confirmarla o refutarla.

Las diluciones de los remedios homeopáticos son enormes. En el sistema centesimal hahnemanniano una dilución 3 significa un millonésimo, es decir, l x 106; una dilución 200 es l x lO400 (un cero, coma, seguido por 399 ceros y un uno). Así, una dilución enorme, de máxima potencia, como 3 millones, equivaldría a 1 x 106.000.000 o sea un cero, coma, seguido por 5.999.999 ceros y un uno, lo suficiente para llenar de ceros un libro de 2.000 páginas a razón de 3.000 ceros por página.

Teóricamente, una molécula gramo de una sustancia dada contiene 1022 moléculas (número de Avogadro), de modo que el peso molecular de una sustancia, expresada en gramos y diluido homeopáticamente a la 1 la potencia (1 x 1022) debería tener una sola molécula de la sustancia original; así, a una potencia 3.000.000 centesimal, para tener una sola molécula se requerirían unos 300 kg de remedio homeopático.

No cabe duda de que si en 10 globulitos, que pesan menos de medio gramo, se puede decir que no existe ninguna molécula de la sustancia original del remedio cuando está diluido a potencias enormes como la 3.000.000 centesinal y si a esta dilución se producen efectos clínicos, tiene que haber una energía capaz de producir la curación o la patogenesia del remedio

Para verificar si esta energía se puede visualizar decidimos recurrir al fenómeno Kirlian.

El Efecto Kirlian
A principios de este siglo, el científico ruso Sermion Davidovich Kirlian tuvo ocasión de ver los legendarios fuegos de San Selmo, que consisten en una luminiscencia o halos de colores azulados que se forman alrededor de los objetos metálicos y no metálicos de los barcos cuando navegan en medio de una tormenta eléctrica. Aparece primero un aura coloreada en las puntas de los mástiles, que después se propaga a la arboladura y los objetos de la cubierta, pero en torno de las personas que permanecen inmóviles (el timonel, por ejemplo) aparece un contorno luminoso distinto al de los objetos inanimados.

Esta observación indujo a Kirlian a construir un pequeño aparato de laboratorio que fuese capaz de distribuir un potencial electrostático similar a lo que acontecía en el barco.

La cámara Kirlian
La cámara Kirlian consiste en dos placas conductoras paralelas (como capacitor) alimentadas con un potencial eléctrico de 15.000 a 20.000 voltios para generar un campo electrostático entre las armaduras o placas.

En el interior de este dispositivo Kirlian introdujo una hoja de una planta recién arrancada, dispuesta sobre una película fotográfica común. Al revelar la película, no sólo apareció dibujada la hoja en cuestión, sino que todo su contorno se continuaba con un aura de luminiscencia, a modo de líneas filiformes irradiadas perfectamente definida en el negativo fotográfico. En cambio, una hoja muerta no producía este aura. Con posterioridad fotografió con su dispositivo una hoja fresca a la cual había arrancado una muesca de su contorno y en la película apareció el contorno de la hoja intacta en la parte faltante, como si la hoja tuviese un molde vital persistente aunque se le eliminase un trozo; a esto lo llamó "energía fantasma".

En los experimentos realizados por nosotros se comprobó que determinadas hojas proyectan focos de energía a su alrededor y que estos focos adoptan la forma de soles o estrellas, como en el caso de la radicheta silvestre.

Al ensayar plantas medicinales -ruda, por ejemplo- este fenómeno de los focos de energía satélite sumada al aura de las hojas, es más acentuado, al extremo de que al principio los confundimos con los "fantasmas" de globulitos homeopáticos (Cina 6), que habíamos ensayado con anterioridad y que impregnaban de energía las placas de acrilico de la máquina, como veremos más adelante. A estas concentraciones de energía alejadas del perímetro de la hoja las denominamos "proyecciones" y a los focos de energía que quedan en el sitio donde han estado los globulitos homeópáticos los llamamos "fantasmas" porque corresponden a elementos ensayados que estuvieron en fotografías anteriores pero no están más al hacer la fotografía actual, lo cual significa que se debe cambiar el acrílico que recubre al electrodo porque ha quedado impregnado con la energía (algo así como una "dinamización").

Los Globulitos Homeopáticos
Para verificar si los glóbulos homeopáticos contienen o no energía fotografiable con la cámara Kirlian, ensayamos dos tipos de remedios: Borax a la potencia 6 y Cina a las potencias 6 y 200. Elegimos Borax porque fue lo primero que teníamos a mano y Cina porque, siendo un vermífugo, uno de nosotros (M.A.N.) podría confirmar su eficacia clínica en seres humanos y en perros. Como control, usamos glóbulos homeopáticos no medicados, es decir, placebo.

Con el placebo se observa una energía muy escasa, similar a la que acusa cualquier objeto inanimado que no haya estado en intimo contacto con la piel del ser humano. Además, para evitar la interferencia magnética del observador o experimentador, se decidió normalizar los experimentos manteniendo constantes los valores eléctricos de la máquina Kirlian y haciendo que las exposiciones tuviesen lugar en forma diferida, en ausencia del experimentador.

Los disparos o exposiciones fueron de 25 kv y de una duración de un segundo, a una frecuencia de 2.500 c.p.s. (2,5 KHz). Los voltajes más bajos no revelaron características muy perceptibles y los más altos produjeron ennegrecimiento difuso del negativo y arcos de chisporroteo en los bordes del electrodo. Se usó película radiográfica común con doble emulsión, para odontología y también con emulsión simple del tipo usada en abreugrafía.

Para disparar la máquina a distancia se construyó un timer o disparador retardado. Además se agregó un dispositivo piezoeléctrico para ensayar exposiciones acompañadas de vibración mecánica, similar a la que soportaría el medicamento cuando es dinamizado.

Estas variantes se introdujeron para considerar todas las influencias que suelen afectar las distintas imágenes logradas en la experimentación

Bórax 6
Este remedio tiene la particularidad de proyectar círculos de un tamaño dos a tres veces más grande que el globulito físico. La cantidad de estos círculos es variable y no depende de la cantidad de globulitos puestos en la máquina.

El globulito medicamentoso produce en la película la misma imagen que el placebo en el sitio de su lugar físico, pero la diferencia es que el medicamentoso proyecta círculos bien definidos y el placebo no, es decir, proyecciones de energía similares a las que ocurren con la radicheta silvestre y con la ruda.

Cina 6 y Cina 200
El comportamiento de Cina es por completo distinto al de Borax 6 porque no produce ningún tipo de proyección, sino unos pequeños soles con filamentos o rayos que parten del centro hacia afuera~ Los soles de Cina 6 tienen una distribución un tanto anarquica y de aspecto desprolijo; los de Cina 200 son muy prolijos y todos idénticos entre ellos, revelando así un ordenamiento energético superior a Cina 6, más simétrico e iguales entre si.

Los globulitos de Cina, en ambas potencias ensayadas, tienen la insólita propiedad de que imprimen su potencia en la lámina de acrílico que cubre el electrodo de la máquina K¡rhan, de manera que al repetir la exposición habiendo retirado los globulitos, la película registra su presencia lo mismo, aunque no estén. A estas imágenes de globulitos que existieron pero no están más, las denominamos "fantasmas".

Efecto Kirlian con vibrador ultrasónico
Una experiencia interesante es la de adicionar al electrodo de masa un transductor ultrasónico a fin de causar una vibración mecánica en el globulito homeopático durante la exposición.

Se efectuó el vibrado del placebo y el vibrado de un único globulito de Borar 6, y se comprobó una dispersión de la energía en torno del globulito ensayado en ambos casos, pero mayor para el medicamento que para el placebo.

Conclusiones de las experiencias
1) Se pudo comprobar que tanto una hoja de planta como un globulito de medicamento homeopático, poseen energía vital, reafirmando lo dicho por Kent cuando se refieré a la "sustancia simple".
2) Diferente comportamiento en el caso de los tres medicamentos homeopáticos ensayados (proyecciones difusas con limites bien marcados para Borax 6, impregnación de acrílico para Cina y perfección simétrica para Cina 200).
3) Comprobación, por medio del vibrador, de la trasferencia de energía a áreas circundantes al globulito de medicamento, lo que justificaría en parte la dinamización.
4) Durante el manipuleo de los globulitos se observó que si éstos eran colocados sobre la máquina Kirlian con una pinza para algodón (de acero inoxidable), había una pérdida de energía vital bastante considerable. Debió construirse especialmente una pinza de acrílico con dos pequeñas muescas en ambas puntas.
Todas estas conclusiones son fáciles de demostrar y pueden ser realizadas por cualquiera que desee entrar en la investigación de la bioenergia, para lo cual necesitará construirse su propia cámara Kirlian y disponer de un cuarto oscuro para llevar a cabo las investigaciones.
 

Autor: Dr. Flavio Briones Méd. Vet., 1989
Fuente: http://www.homeovet.cl/index.php?option=com_content&view=article&id=133:art-mecde-accion&catid=35:articulos-categoria-homeopatia&Itemid=55

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