El consumo como elemento fundamental de la economía ha llevado, en el campo sanitario, a la utilización irracional de determinados medicamentos que, bajo la idea de prevenir, no consiguen tal resultado, sino el contrario, además de comportar gastos innecesarios.
Vivimos en una economía de mercado. Es decir, nuestra economía se basa en el consumo. En el consumo desmedido, sin control. En el consumo que mantiene viva la maquinaria de la inversión, producción, venta y despilfarro. Es un consumo voraz que lleva a más y más gasto. Cada día gastamos más energía, por ejemplo; más agua, también; más bienes, sin casi límites. Los límites los impone nuestra capacidad económica. Parece que consumir es vivir, y consumir más es vivir mejor. ¿Hasta cuándo? Los bienes son muchas veces no renovables. Y la contaminación es muchas veces inevitable e imborrable. Es decir, somos una Humanidad enloquecida que consume y contamina sin límites, cuando puede. El que no puede se muere, incluso de hambre (50.000 niños diarios mueren de hambre). El que puede consume hasta el despilfarro. De hecho, si no consumes, si ahorras, puedes contribuir a que la economía entre en deflación, y a deteriorar la situación como ha sucedido por décadas en Japón.
Buen ejemplo de esta conducta consumidora es el agotamiento de las reservas pesqueras, entre otras cosas por el comportamiento depredador de las pesquerías españolas y japonesas. En Somalia hemos contribuido a destruir el entramado local de la pesca artesanal, y nuestros privados atuneros depredadores (con banderas de conveniencia) necesitan protección militar pública española para evitar a los piratas (antiguos pescadores ya sin artes ni mejor opción que robar y secuestrar). ¿Quién es el verdadero ladrón?
Más y más antibióticos
En los países nórdicos el antibiótico más utilizado es la penicilina (la vieja fenoxi-metil-penicilina). El consumo de antibióticos está liderado por la penicilina. Es decir, los médicos daneses, finlandeses, islandeses, noruegos y suecos continúan utilizando con éxito un antibiótico que lleva más de medio siglo en el mercado. En el mercado español de antibióticos el último antibiótico que se consume es la penicilina. Es decir, su consumo es anecdótico, por más que sigan siendo de elección en, por ejemplo, la amigdalitis por estreptococo beta-hemolítico. Da igual el ejemplo nórdico; en España somos grandes consumidores de nuevos antibióticos, como si consumir más antibióticos nuevos fuera mejor. Además, se consumen antibióticos "de última generación" hasta "quemarlos". Así, por ejemplo, las quinolonas en las infecciones urinarias, por más que la vieja, barata y modesta nitrofurantoína tenga muchas menos resistencias y sea todavía extremadamente útil, igual que el trimetropín. Pero el médico español ve estos productos como "anticuados", fuera de uso, inútiles. Es decir, con los antibióticos el médico español se comporta como con la economía de mercado en general, hasta llegar al despilfarro. Con grandes costes en dinero y salud, obviamente, pues más "nuevo" no es mejor "salud", sino al contrario.
Tome estatinas y evite quemaduras, heridas y accidentes
Ha habido quien ha propuesto distribuir estatinas con el agua del grifo, como el flúor. También, hay quien propone una "poli-píldora", con estatinas y acetilsalicílico entre otros componentes, "para prevenir" infartos de miocardio y eventos cardiovasculares en general. Son verdaderas locuras, pero se proponen con mucha seriedad.
Los del grupo de Therapeutics Iniative, de la Universidad de British Columbia (Canadá) hicieron un estudio en el que comparaban los pacientes que tomaban con los que no tomaban estatinas en prevención primaria (pacientes sin enfermedad isquémica). Demostraron que los que tomaban estatinas tenían menos infartos de miocardio, como se esperaba (riesgo relativo, 0,72). Pero también muchísimos menos accidentes de tráfico (riesgo relativo, 0,75) y laborales (riesgo relativo, 0,77). Además, se quemaban menos, tenían menos lesiones y caídas, menos infecciones, menos litiasis biliar, más participación en campañas de cribados de cáncer, etc. Si aplicamos "la navaja de Occan", lo lógico es deducir que los pacientes que toman estatinas en prevención primaria no las necesitan, pues se cuidan muy bien, son mucho más sanos y tienen hábitos más saludables que los que no toman estatinas. Pero en España, y otros muchos países, se está dispuesto a pagar y consumir estatinas, sin límites, cada vez más, aunque sean innecesarias y tengan impacto negativo en la salud y en el coste. Es el despilfarro de la economía de mercado.
JUPITER
Hay muchos estudios, ensayos clínicos, sobre el uso de las estatinas en la prevención primaria (en pacientes sin isquemia de miocardio). Pero ninguno ha sido tan popular como JUPITER, que "hubo que terminar" antes de tiempo pues descendió el riesgo relativo de eventos cardiovasculares un 44% (el descenso del riesgo relativo fue del 54% para el número de infartos mortales y no mortales). Si uno mira los datos de cerca, la verdad es que el riesgo absoluto descendió un modestísimo 1,2% para los eventos cardiovasculares (y un 0,4% para los infartos de miocardio mortales y no mortales). Es decir, no compensa el tratamiento.
Ahora, en Archives of Internal Medicine han revisado los once mejores ensayos clínicos sobre estatinas y prevención primaria, con participación conjunta de más de 65.000 pacientes (incluye, claro, JUPITER). Como era de esperar, los resultados demuestran que las estatinas son inútiles en prevención primaria.
Puesto que estos estudios (la revisión de los once ensayos clínicos y otros tres más en el mismo número de la revista, todos coincidentes) van contra el pensamiento único, ni se citarán ni se comentarán. Será como si nunca hubieran sido publicados. Aquí lo que importa es consumir más y más estatinas, al coste que sea, por más que sean inútiles en prevención primaria.
Pensamiento único
La Cuarta Guía Europea de Prevención Cardiovascular en la Práctica Clínica también recomienda las estatinas en prevención primaria. Ha sido presentada en España por el Comité Español Interdisciplinario para la Prevención Cardiovascular, y aplaudida por el Ministerio y las Consejerías de Sanidad. Su aplicación lleva al uso de estatinas en prevención primaria, al despilfarro de miles de millones de euros y al tratamiento innecesario de millones de españoles. Pura economía de mercado, puro consumo despilfarrador (y peligroso).
Es el pensamiento único, el "más vale prevenir que curar", por más que se lleve por delante salud y dinero. Es más, se incentiva a los médicos a aplicar las tablas de riesgo. Las tablas de riesgo están en los ordenadores y se les anima a los médicos a que enseñen los resultados obtenidos de su aplicación en el paciente individual, para "demostrarle" al enfermo el nivel de riesgo que tiene en los próximos diez años. Este ejercicio carece de fundamento científico, no predice nada, pero sirve de toma de decisiones de tratamiento, y de establecimiento de "metas" en tensión, LDL-colesterol y hemoglobina glucosilada. Se podría hacer la predicción al albur (por ejemplo, tratar a los pacientes que sonrieran al entrar en la consulta, o tratar a los que tengan bigote, o a las que utilicen tacones) y el resultado sería similar. Pero las tablas de riesgo dan impresión de "ciencia".
Ni ciencia, ni conciencia. Puro consumo despilfarrador (y peligroso).
Autor: Dr. Juan Gérvas (jgervasc@meditex.es) es Médico General y Promotor del Equipo CESCA.
Fuente: Acta Sanitaria
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