El Aula de Divulgación Científica de la Universidad de La Laguna ha arremetido contra la medicina homeopática, declarándola pseudomedicina, pseudoterapia carente del mínimo valor médico, y ha reprochado al Presidente del Gobierno Canario y al propio Parlamento por apoyarla. Es curioso, yo felicito a ambos por su conciencia abierta y su valentía al apoyar, con su presencia, la alternativa médica homeopática a la convencional medicina alopática. Es también curioso que muchos alópatas, no todos, se sientan atacados por la homeopatía en su triste conciencia de clase corporativa. Además, víctimas de un gatillazo regresivo infantil, los científicos laguneros se enfadan con papá Paulino, porque también valora y ama a otros hijos…
Queridos colegas científicos y canarios, déjenme protestar por su inconmensurable salida de tono contra la medicina homeopática. ¡No la consideran vds. como ciencia! ¿Y quiénes son Vds. para considerar como científica o no una actividad humana? Sean, por favor, hipotéticos y opinantes, no dogmáticos y excluyentes. Dicen Vds. que en 2003 se fundó su Aula con tres objetivos: el primero, divulgar el conocimiento científico, el segundo, divulgar el pensamiento crítico y el tercero la identificación de las pseudociencias.
Vayamos por partes, porque la triple finalidad de esta Aula de Divulgación Científica, encierra cierto peligro. En primer lugar, niegan Vds. que la homeopatía, y me imagino que también el psicoanálisis, la psicología transpersonal, la medicina china, la medicina chamánica y otras muchas disciplinas, sean conocimiento científico. ¿Sabemos realmente lo que es el conocimiento, más allá del superficial saber? Algunos científicos no saben que el adjetivo “científico”, aplicado al conocimiento, supone una limitación y una represión del mismo. La ciencia, cuando se apoya en ese conocido método inflexible, excluyente e hipermaterialmente empírico, ya no es un trampolín para el verdadero conocimiento y el auténtico progreso; sino una trampa en manos de los poderes fácticos. Creer lo contrario es lo que convierte toda comunidad científica en una secta, en una religión laica, tan delirantemente infalible como las sectas religiosas. En segundo lugar, ¿de qué pensamiento crítico hablan los “científicos” de una secta científica? ¡Claro que el pensamiento crítico es piedra angular del método científico! pero ¿por qué tienen Vds. tanto miedo a lo nuevo, a lo alternativo? ¿Por qué la comunidad científica ha padecido siempre de una terrible psicopatología que es el misoneísmo (miedo patológico a lo nuevo), señalado valientemente por Carl G. JUNG? ¿No anotan Vds. en sus hojas de registro que todos los innovadores, descubridores y creadores, reconocidos, luego, como científicos, fueron primero temidos y perseguidos por la ortodoxia corporativista de la comunidad científica?
Muchos científicos olvidan que la experiencia de la incertidumbre permanente, el anti dogmatismo, la capacidad siempre abierta al cambio y a lo nuevo y la disposición de observación desinteresada y de escucha sin defensas, constituyen la actitud fundamental científica, tan importante, o quizás más, que la objetividad del llamado, ¡con muchas reservas!, método científico.
En tercer lugar, y llegando a un nivel delicado y peligroso, el Aula Cultural de Divulgación Científica de la ULL, se asigna la misión inquisitorial de “identificar a las pseudociencias”. Si las identifican como falsas ciencias, es para excomulgarlas y anatematizarlas. Es la Santa Inquisición de la Ciencia, que no teniendo ya la posibilidad de la hoguera en pública plaza, expulsa y declara ineptos a los nuevos, a los críticos, a los innovadores, siendo estos tan médicos como aquellos.
Queridos colegas científicos y canarios, usen el conocimiento, pero con sus tres ojos, corporal, psíquico y espiritual, es decir, el conocimiento holístico que es el único auténtico y científico, entonces podrán conocer, sin prejuicios de clase, que la homeopatía es también una manifestación de la investigación científica. Utilicen también el pensamiento crítico, que para ser sano, ha de estar acompañado del pensamiento autocrítico y usen la sencillez humilde tan importante para estar lejos de posiciones sectarias, dogmáticas e inquisitoriales.
Termino diciéndoles que la homeopatía, y esa vez no fue la alopatía, me salvó a mí de un importante trasplante de órgano. O fue un milagro en el que los científicos no creen, o fue un acierto de la ciencia homeopática y un fracaso de la ciencia alopática. Colaboro científicamente con homeópatas desde hace más de veinte años. Por ello, leyendo su nota quiero recordarles, con todo respeto, de igual a igual, que los científicos procuramos sumar y no restar, los científicos dialogamos y experimentamos, no anatematizamos, los científicos escuchamos y nos autoanalizamos en el uso del llamado método científico; pero mucho más, investigamos y observamos los movimientos de nuestra propia actitud científica, que es una aplicación de nuestra actitud fundamental frente a la vida.
Autor: Jaime Llinares Llabrés, psicólogo clínico.
Las Palmas de Gran Canaria (Islas Canarias).
Publicado en la Revista Digital San Borondón, viernes, 17 de diciembre de 2010.
1 comentario:
JAIME , GRACIAS POR ESTA CARTA TAN CERTERA E INTELIGENTEMENTE ESCRITA. DEMUESTRAS EL CONOCIMIENTO COMO SICOLOGO DE LA MENTE HUMANA Y DEMUESTRAS TU AMPLIO ARSENAL DE CONOCIMIENTO.TUS RAZONES NOS SERVIRAN DE GRAN AYUDA FRENTE A SITUACIONES DE ESTE TIPO QUE SE DAN EN TAMBIEN EN GALICIA TIERRA EN LA QUE VIVO.
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