Vacunaciones masivas al descubierto

Han pasado más de dos siglos desde que Edward Jenner experimentara la primera vacuna, no con su prole sino con el hijo de un bracero que trabajaba para su familia, y en la actualidad la vacunación es una práctica médica habitual aunque no por ello deja de ser una práctica especial. El calificativo de habitual no nos dice gran cosa; también son habituales el consumo de antibióticos, de antiinflamatorios y otras sustancias. Las vacunas son especiales porque concurren en ellas una serie de circunstancias, tan extraordinarias y complejas, que ha hecho que se las eleve a la categoría de mito.
La palabra mito puede ser utilizada con una doble acepción; se puede utilizar como algo sublime, como aquello que encarna, simboliza atributos extraordinarios; y también se puede utilizar como aquello carente de base, como deseo más que como realidad, como fábula o fantasía. Este segundo sentido es el que nosotros le damos.
Pero... ¿cuál es el mito?

Si hiciéramos una encuesta, un estudio de opinión y, por ejemplo, lanzáramos la pregunta: "¿cuál cree Ud. que es la causa más importante del descenso de las enfermedades infecto-contagiosas?" es probable que, tanto entre la población general, como entre la población sanitaria en particular, la respuesta más común fuese: "Las vacunas son las responsables de este descenso." Este sería el mito; es decir, la creencia generalizada — y subrayamos la palabra creencia— de que "gracias a las vacunas han desaparecido las epidemias". Y no estamos diciendo con esto que las vacunas no tengan efectos biológicos, lo que queremos afirmar es que esta creencia, está tan firmemente arraigada en la población, que a menudo no solo se obvian aspectos fundamentales en el control y evolución de las de las enfermedades infecto-contagiosas, sino que se atribuyen, de manera simplista y maniquea, a las vacunas méritos que corresponden a otras medidas y a otros factores.
Nos estamos refiriendo al desarrollo de la higiene, al desarrollo económico y a la mejora, en definitiva, de las condiciones de vida: alimentos, vivienda, ropa, calefacción, potabilización de aguas, recogida de basuras, recogida de aguas residuales, red de cloacas...(...)

El concepto de inmunidad colectiva o de grupo es la piedra angular que define las estrategias vacunales cuando se quiere controlar e incluso eliminar una enfermedad. Según la teoría para que esto sea posible la enfermedad en cuestión ha de reunir unos requisitos básicos e imprescindibles, entre los que cabe destacar dos:
1) que el reservorio del teórico agente causal sea exclusivamente humano, es decir, que el microorganismo sólo se localice en el hombre.

2) que la transmisión sea exclusivamente interhumana, que sea directa, es decir, que no pueda sea ser contagiada por otro vehículo o vector.

Sería el caso del sarampión, paperas, rubéola y de todas las vacunas que configuran el actual calendario vacunal infantil a excepción del tétanos cuyo reservorio se reparte entre diferentes especies animales y además no es infecto-contagioso. A estos dos requisitos se les añaden otros de los que hablaremos a continuación.


CONCLUSIÓN
(...)Consideramos probado que la creencia generalizada de que gracias a las vacunas han desaparecido las epidemias, resulta, en lo que a Occidente se refiere, insostenible. La mayoría de enfermedades que han contribuido a fortalecer el mito vacunal, como la difteria, tos ferina, sarampión, tuberculosis, etc. presentaban curvas epidemiológicas descendentes de larga de evolución cuando se iniciaron planes de vacunación masivos. Han sido los cambios en las condiciones de vida, acaecidos en los últimos cincuenta años, los responsables fundamentales de la práctica desaparición de las epidemias que asolaron a Europa en siglos pasados. La evolución de enfermedades de las que nunca se ha llegado a vacunar (escarlatina) o de las que nunca se llegó a vacunar masivamente (fiebre tifoidea) así lo corroboran. Aguas potables, alimentos, fin de las guerras, mejoras en las condiciones de vida, y menos jeeps cargados de vacunas, es precisamente lo que necesitan las gentes y los pueblos del llamado Tercer Mundo.

Que las vacunas no hayan sido las responsables de este descenso no significa que sean inocuas. Las vacunas son potentes fármacos que deberían ser utilizados con prudencia. Sin embargo, su uso masivo e indiscriminado junto al desconocimiento de las interacciones de antígenos, adyuvantes y conservantes con el sistema inmune y con todo el organismo, nos hace pensar, de forma legítima, que las inmunizaciones reiteradas, además de producir efectos adversos inmediatos fácilmente constatables, pueden estar detrás del surgimiento de nuevas y complejas enfermedades. Esta realidad, junto al predominante patrón epidemiológico de marcado carácter de degenerativo debería ser suficiente para cuestionar las actuales estrategias de vacunación; sin embargo, en una especie de huida hacia delante, observamos todo lo contrario: nuevas y sofisticadas vacunas para enfermedades benignas o de muy baja incidencia y una política de negación sistemática de los efectos adversos a corto, a medio o largo plazo. Por todo ello, la necesidad de un debate profundo sobre la oportunidad y pertinencia de los programas masivos de vacunación que implique a las autoridades, a los profesionales y a los ciudadanos se torna ineludible. (...)



Autor: Dr. Juan Manuel Marín Olmos, licenciado en Medicina y Cirugía y en Geografía e Historia. Profesor de Materia Médica y Bases Teóricas de la AMHB en el postgrado de Homeopatía de la Universidad de Barcelona. Expresidente de la Sección de Médicos Homeópatas del Colegio Oficial de Médicos de Barcelona y miembro fundador del European Forum for Vaccine Vigilance.
Extractos del libro "Vacunaciones sistemáticas en cuestión, ¿son realmente necesarias?". Aquí publicamos la introducción y las conclusiones, para más extractos ir a la fuente.
Fuente: http://disiciencia.blogspot.com/2010/11/vacunaciones-masivas-al-descubierto.html

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