El movimiento cultural y filosófico conocido como Ilustración, desarrollado sobre todo a lo largo del S. XVIII, se caracteriza fundamentalmente por el intento para que el hombre salga de su minoría de edad, que se sirva de su propio entendimiento para explicar los fenómenos que le rodean.
A lo largo de toda su biografía Hahnemann se nos muestra como un hombre de su tiempo, un racionalista ilustrado que pretende quitar a la medicina todo elemento oscurantista que no pueda ser debidamente probado. Esto junto a su carácter iconoclasta hacen de él la persona adecuada para poder ir a contracorriente del pensamiento médico de su tiempo y no arredrarse ante las dificultades que un proceso de ese tipo conlleva, como nos muestra la historia en tantos casos.
Resulta curioso al hilo de todo esto, el que muchos de los argumentos contrarios a la homeopatía estén basados en algún tipo de carácter esotérico o espiritualista de ésta, carácter que a mi entender están muy lejos del intento hahnemaniano.
En realidad lo que Hahnemann pretende es un paso adelante en la razón y la explicación humana de las enfermedades.
Recordemos también que según parece Hahnemann era deísta, es decir, aquellos que creen en la existencia de Dios y presuponen la existencia de una “naturaleza humana” racional, pero no lo ven como un ser personal sino que una vez que crea el mundo no interviene ya en él, negando pues el concepto de providencia divina. O sea, de nuevo una religión basada en la razón teórica y que obedece a un planteamiento predominantemente intelectual.
Y como buen ilustrado deseó (y creyó) ardientemente poder llevar el progreso a sus semejantes. Los homeópatas no deberíamos olvidar todos sus trabajos, previos a la homeopatía, respecto de por ejemplo su exigencia de construcción de hospitales, la desinfección de piezas e instrumentos, sus planes para la construcción de nuevos barrios en la ciudad, acabando con los “barrios viejos, sus callejones sofocantes, y sus antiguas casas, donde anida la pobreza, cuna de la suciedad, el hambre y la depresión...” y ya entonces se refirió a la contaminación del aire del agua y de los alimentos, ideas todas ellas un tanto insólitas en su época (1)...
Pero yendo más a lo terapéutico, una de sus mayores contribuciones no fue tanto la ley de los semejantes, conocida siglos antes, sino la de esa su idea, probablemente también hija de su tiempo y ya con algún antecedente, de experimentar medicamentos y anotar los efectos (puros) que producen en el ser humano.
Y hay que recalcar bien este carácter pragmático de la homeopatía hahnemaniana, no solo en su famoso parágrafo 1 (“la única y elevada misión del médico es la de restablecer la salud en los enfermos...” (2) sino cuando por ejemplo dice (parágrafo 8) que una vez que los síntomas han desaparecido, la enfermedad también está curada internamente. Esta afirmación hizo que la medicina de la época (Hufeland), según se explica en la nota 9 del mismo parágrafo, acusase a la homeopatía de ser una medicina ¡¡sintomática!!
En esta misma línea más nos sorprenderá la nota 106 del parágrafo 145 que creo es un gran resumen de la pretensión racionalista de Hahnemann: “...entonces [hablando de la Experimentación Pura] el arte de curar se acercará, en cuanto a certeza, a las ciencias matemáticas”. Sí, amigos, por mucho que les duela a ciertos espíritus sensibles eso es lo que Hahnemann quería para su ciencia: nada de esoterismo “espiritual” sino entendimiento, certeza y matemáticas. [Y esto, desde luego, no desdice en nada lo espiritual (sin comillas) que él pudiera ser, que lo era y mucho].
Hay que admirar también su determinación para llevar adelante sus ideas. Y ahí es donde vamos, determinación y rigor que no abundan hoy en día. En efecto, los homeópatas en general son severamente críticos con la medicina convencional o con la mayor parte de sus aspectos, pero sorprendentemente crédulos y sumisos a todo aquello que dijera tal o cual autoridad homeopática. Y cuanto más antiguo sea, más credulidad, pues parece que el paso del tiempo da un plus de respetabilidad y veneración.
Por mi parte pienso que por supuesto hay que respetar la tradición y la experiencia que nos ha precedido (y más en esta disciplina cuyo saber es acumulativo) y que nada se construye con la crítica por la crítica, o en buscar sinuosos recovecos allá donde no existen, pero eso tampoco debería llevarnos al extremo de impedirnos la sana e higiénica (y si os ponéis, psórica) costumbre de la duda. Recordemos que con las premisas de la credulidad la homeopatía nunca habría aparecido. Si hay un espíritu que siempre guió a Hahnemann ese fue el de dudar de todo lo que al propio entendimiento no fuera comprensible (lo dijera quien lo dijera).
Con ese ánimo deberíamos acercarnos pues, a mi entender, a cualquiera de los aspectos teóricos homeopáticos y entre ellos también a la M. M. Pura, uno de los pilares, sino el pilar básico, en el que se sustenta esta nuestra práctica.
Así que vamos a preguntarnos sobre esa presunta pureza... Y lo curioso, también aquí como en otros aspectos del devenir homeopático, es que muchos de los reproches que pueden hacérsele no son de ahora, sino que ya desde su inicio figuras prominentes de los tiempos de Hahnemann hacían consideraciones críticas sobre ella.
Veamos en primer lugar cómo ha quedado la M. M. Pura de Hahnemann después de las sucesivas ediciones (3).
Características de la M. M. Pura de Hahnemann:
- Un preámbulo de generalidades, origen de la sustancia, preparación y características farmacodinámicas.
- Se citan los asistentes de la experimentación.
- Se citan las autoridades de la “vieja escuela”
- Síntomas ordenados (psíquicos al final).
- En algunas ocasiones cronología de los síntomas.
Y veamos ahora cuáles fueron las fuentes de esta M. M. que como sabemos será el esqueleto que después pasará a conformar las otras dos M. M. Experimentales más importantes: la de Allen y la de Hering.
Fuentes de la M.M. Pura:
- Patogenesias realizadas por él mismo y sus familiares y amigos.
- Patogenesias realizadas por sus asistentes.
- Síntomas de intoxicaciones.
- Patogenesias u síntomas extraídos de autores de la “vieja escuela”
- Patogenesias y síntomas realizados por otros homeópatas de forma independiente.
- Síntomas observados en los enfermos tras la administración de la droga.
Así de entrada ya se ve que no es del todo “pura”, si por pura entendemos el efecto exclusivo de los medicamentos en el hombre sano, o si se prefiere así, pura pero con más cosas añadidas.
¿Cuáles serían pues algunas de las consideraciones críticas que históricamente se han hecho a la M.M. Pura de Hahnemann? Podríamos resumirlas, siguiendo en parte a Baur (4) en:
Consideraciones críticas a la M. M. Pura:
- Presunta credulidad de los experimentadores.
- Falta de coherencia de las experimentaciones.
- No tener siempre en cuenta la cronología de los síntomas.
- No tener en cuenta los síntomas habituales de los experimentadores asistentes.
- Síntomas procedentes de envenenamientos o sobredosis.
- Síntomas procedentes de la “vieja escuela”.
- Síntomas obtenidos en enfermos tras la administración de la droga.
- Problemas en la interpretación de los síntomas.
Como se ha dicho antes hay que recalcar que la mayoría de estas críticas no son de ahora sino que fueron los propios homeópatas contemporáneos de Hahnemann quienes las hicieron. Y muchas de ellas siguen sin estar claras en el presente. Han pasado casi 200 años y aún hay opiniones bastante contradictorias entre los “maestros” sobre, por poner un ejemplo básico, cómo hacer un proving (¿como dice Vithoulkas?, ¿como dice Sankaran?, ¿cómo dice Sherr?) y cuáles son las sustancias más apropiadas para hacerlo (¿sólo las conocidas como dice Hahnemann en el parágrafo 122? ¿cualesquiera otras? ¿cabe hacerlo como se ha hecho con Venus, Luz de Luna, Muro de Berlín, etc.? (5).
Por todo ello quizá valga la pena decir algo sobre cada uno de los puntos anteriores:
· 1.-Presunta credulidad de los experimentadores:
No parece correcto criticar cualquier circunstancia histórica con las herramientas del presente sin tener en cuanta los conocimientos de esa época. Así, sería injusto lamentarse de que las experimentaciones homeopáticas no se hubiesen hecho a doble ciego (o similar) puesto que no se sabían las cosas que hoy se saben.
Sin embargo, hay que mencionar que ya algunos homeópatas de la época no estaban muy de acuerdo en el modo en que se hacían las experimentaciones y así por ejemplo el Dr. Piper (6) en 1839 ya hablaba de que el sujeto de las experimentaciones no debería saber que es lo que toma y habría antes que observarlo diariamente para detectar cualquier anomalía en su estado de salud. Asimismo Wesselhoeft, en Boston, introdujo un método simple ciego para la utilización de placebo en el hombre sano y ya vio muchos síntomas de suplantación antes de que hubiesen tomado la verdadera sustancia (Carbo Vegetabilis) (7).
Hoy día parece claro que el deseo de agradar al experimentador, y más si se trata de conocidos y/o familiares, influye en la aparición de síntomas y que cualquier experimentación con fines patogenéticos debería incluir alguna precaución de este tipo o al menos tenerlo en cuenta.
· 2.-La falta de coherencia en la experimentaciones:
En efecto, muchas experimentaciones se hacían en bruto, otras después de la trituración y otras con dinamizaciones muy diferentes puesto que las indicaciones de Hahnemann al principio eran muy vagas. Es sólo a partir de 1833 que defendió la 30 CH de manera general para los provings. Aún así hubo críticas tanto de los que preconizan dinamizaciones más altas como más bajas.
Habría que ver de qué manera este uso tan distinto de las sustancias influye en la producción de síntomas, por no mencionar la probabilidad, que apuntan algunos, de que con otras escalas, ejemplo LM, pudiesen aparecer también síntomas diferentes y/o nuevos (8).
· 3.-No tener siempre en cuenta la cronología de los síntomas:
Sobre esto hay que leer el parágrafo 139 del “Organon” en el que se dice:“ se debe anotar claramente las sensaciones, sufrimientos, accidentes y cambios de salud que experimente en el momento de su presentación, mencionando a qué hora, después de la ingestión de la droga, se manifiesta cada síntoma, si duró mucho tiempo y el tiempo de sus duración.”
Como vemos en su M. M: Pura y en otras, esto no siempre se hizo y es más la excepción que la regla.
· 4.-No tener en cuenta los síntomas habituales de sus experimentadores asistentes (parágrafo 138).
Esto podríamos considerarlo uno de los defectos mayores o al menos uno de los grandes interrogantes de las patogenesias de Hahnemann y sus asistentes. Y no por inconsciencia, sino porque él creía que así debería hacerse según sugiere el parágrafo mencionado. Allí dice que los síntomas que aparecen durante una experimentación aún habiéndolos tenido el experimentador tiempo antes pertenecerán a la experimentación del remedio.
Por ejemplo vemos en la M. M. Pura que Langhamer participa en 40 provings, Franz y Stapf en 32, Gross, en 28, Wislicenus en 26, Hartmann en 23, etc.
Este aspecto ha sido criticado por muchos autores, pero sobre todo por Hughes para quien Langhamer por ejemplo era “deforme en su físico y desgraciado en sus circunstancias, de ánimo abatido y muy enfermizo... de modo que sus síntomas morales son de un carácter muy similar con todos los medicamentos que experimentó y muchos deben considerarse dudosos...” (9).
En casi todos los provings presenta hipo, dilataciones y contracciones de las pupilas, disurias (parece ser que tenía un condiloma en el glande fruto de una enfermedad venérea que lo explicaría) y, con menos frecuencia, estornudos, problemas ORL, sensaciones de calor y frío, transpiración al despertar, vértigos y problemas de equilibrio con miedo de caer, sueño perturbado, etc. (10).
Sobre él es curioso que Hahnemann interpreta varios síntomas mentales en varios remedios (por ejemplo en Cicuta, Cyclamen, Drosera, Staphisagria, Thuja, etc.) como acción curativa secundaria, lo que implicaría la cronicidad de su estado depresivo. Habría que preguntarse si esos síntomas no pertenecerían más bien a su alternancia maníaca.
Por su parte, Stapf tenía manifestaciones eróticas y Von Gerdosff (Ambra, Carb-v, y Iodum) flatulencias (11).
Wislicenus parece que era impresionable y presenta síntomas más “teatrales” en el proving de Camphora. También sus síntomas de pecho son frecuentes (dolores, opresión...) y no confirmados por otros autores (12).
La verdad es que en la actualidad se tiende a tener en cuenta estos síntomas previos. El mismo Kent dice que hay que hacer “... un cuidadoso examen de todos los síntomas de que es víctima actualmente o desde hace meses y ponerlos aparte...” (13).
Por su parte Sherr dice que “cualquier síntoma que es usual o corriente para el experimentador debe ser excluido a menos que se intensifique a un grado muy marcado...” y que “los síntomas ocurridos en la historia reciente (un año o menos) no deberían ser incluidos” (14).
Ahí queda pues esa importantísima cuestión...
· 5.-Síntomas procedentes de envenenemientos o sobredosis.
De los segundos nos ocuparemos en el siguiente epígrafe. Los primeros se extrajeron de personas sanas (toxicología) y tienen un cierto valor para la homeopatía, a pesar de que la sintomatología pudo verse alterada por los antídotos que se dieron a título terapéutico.
¿Cuál es el valor concreto que tienen estos síntomas?
Hay que recordar que muchos provings se hicieron con tinturas y otras dosis ponderales. El mismo Hahnemann hizo su famoso proving de Cinchona con 15 gramos (!) dos veces al día.
Después de diversas discusiones sobre el tema en nuestro grupo “Viernes” de M. M., queda claro, sin embargo, que no es lo mismo los síntomas más gruesos y brutos de una intoxicación, independientemente de su valor para el proving, que los supuestamente más sutiles, finos e individualizados hechos con dinamizaciones más altas (que dará más sensaciones, emociones, etc.).
Sankaran (15), a mi entender, aporta bastante luz sobre el asunto. El dice que cuando una droga se dinamiza pierde sus efectos toxicológicos y locales pero gana en efectos dinámicos y generales. Ejemplo Arsénico en forma tóxica producirá diarrea, gastritis, cambios en la piel, el pelo, etc. pero en su forma dinamizada produciría la delusion de una situación en la que hay miedo a la muerte, fastidio, sed, etc. Cuanto más dinamizada, más clara la delusion y si la persona es sensible esta se seguirá más tarde de trastornos generales y locales.
Así pues -continúa- ¿hay algún síntoma de la toxicología que pueda ser tomado como dinámico? Sí, aquellos que incluso en forma tóxica afecten al sistema psiconeuroendocrinoinmunológico (PNEI para él), puesto que estos persistirán también en un proving dado en forma dinamizada. Ejemplo, los efectos de opio y otros narcóticos sobre el SNC...
Según esto, muchos de los síntomas toxicológicos no tienen especial valor para los homeópatas. Y hay que recordar de nuevo que muchos provings se hicieron con dosis ponderales.
· 6.-Síntomas procedentes de la “vieja escuela”:
Ya hemos visto que numerosos síntomas de la M. M. Pura son en realidad citas de autores de la época, lo cual nos plantea una vez más su valor homeopático, pero es que además su introducción en la M. M. Pura es de valor muy dudoso.
Una vez más aquí hay que destacar el trabajo inmenso del Dr. Richard Hughes al verificar para la Enciclopedia de Allen más de 4000 citas de Hahnemann con el objetivo de expurgar de la homeopatía todo elemento incierto o incorrecto que pudiera contener.
Por ejemplo, cita Hughes (16) el caso de Greding y sus observaciones en Cuprum y Acónitum. Greding al tratar algunos epilépticos, uno de ellos perdió el conocimiento por poco tiempo inmediatamente después de la dosis y otro que tenía hemorroides tuvo hemorragia cuatro días seguidos. El mismo Greding desconfía de estos síntomas pero Hahnemann los incluye en la patogenesia de Cuprum con los números 15 y 208 respectivamente. En Acónitum una mujer maníaca tuvo síntomas de su afección en el periodo menstrual, cosa muy común, pero Hahnemann también lo incluye en la patogenesia (síntoma 252, “fury on the occurrence of the menses”, y que pasó, claro está, al repertorio de Kent. En fin, otro que padecía habitualmente de una tos angustiosa y en la patogenesia se habla de “dry cough” (síntoma 269).
Lo mismo pasa con el Barón Störck, otra “autoridad” citada. Una enferma con cáncer de mama tose y expectora antes de morir. Como era de esperar se vio que la enfermedad había invadido los pulmones, sin embargo “purulent expectoration from the chest” (síntoma 205) y “ coughing causes pain in the ulcer” (síntomas 271) pasaron a la patogenesia de Conium y así unos 33 síntomas más que van unidos a las observaciones del Barón preferentemente en cancerosos en los que él dice que no se observa ningún mal efecto por las dosis de Conium pero que Hahnemann hace entrar en la patogenesia (17).
Hughes cita también a Arnica, Antimonium crudum, Cinchona, Dulcamara, como más ejemplos de síntomas que nunca debieron considerarse patogenéticos.
· 7.-Síntomas obtenidos en enfermos tras la administración de la droga:
Este punto va muy unido al anterior.
Ya desde un principio Hahnemann consideró los síntomas en los enfermos. Pero no obstante afirma que aunque los medicamentos manifiestan sus efectos también en las enfermedades entonces están mezclados con los síntomas mórbidos y hay que ser muy observador para poder distinguirlos (18). Así quedó también en el Organon (parágrafo 142).
En el parágrafo 107 dice además que si los medicamentos se dan en personas enfermas poco o nada preciso se verá de sus efectos verdaderos, puesto que las alteraciones debidas al medicamento están mezcladas con los síntomas de la enfermedad y rara vez pueden observarse distintamente.
Además, en un escrito a Stapf añade que “no debemos incluir los síntomas de una agravación en los efectos positivos puros de los medicamentos, sino en todo caso guardarlos en la memoria para cuando aparezcan de una manera pura, o sea, en casos donde nunca se presentaron antes después de la administración del remedio” (19).
A pesar de todo ello muchos de los síntomas de su M. M. Pura son observaciones en personas enfermas y además, como ya vimos, en el parágrafo 138 defiende que todos los síntomas aparecidos en una experimentación pertenecen al remedio aunque hubiesen existido antes.
Hughes cree que Hahnemannn, hacia el final de su vida y en su deseo de síntomas y de demostrar la actividad de los medicamentos, hace entrar como efectos patogenéticos síntomas que en realidad son de la enfermedad u otras causas Y añade que muchísimos de Calc, Phos. y Sep. proceden todos de personas enfermas (20).
En fin, que es esta una cuestión también muy importante que no está nada clara y que, en todo caso, no ha sido bien resuelta hasta ahora.
· 8.-Problemas en la interpretación de los síntomas
Como sabemos Hahnemann distingue entre efectos primarios, secundarios y alternantes. El mismo Baur comenta que muchas veces es muy difícil, sino imposible, distinguirlos y esto parece ser que dio lugar a incontables estudios y debates (21). Unos se alinearon con Hahnemann pero hubo otros que no lo vieron tan claro, como Hering para el que los efectos secundarios no eran más que alternantes.
Kent creía que a efectos prácticos no se necesitaba hacer ninguna distinción de este tipo.
Clarke dice que esto dependerá del experimentador o del paciente (22).
Sherr concluye que los efectos primarios y secundarios son aspectos de una dualidad y la secuencia puede revertir según las circunstancias gobernadas por la susceptibilidad, potencia y otros factores como la consciencia del observador y pone varios ejemplos de ello (23).
O sea, otra cuestión tampoco bien aclarada.
Y para finalizar, un par de ejemplos más extraídos en una revisión de urgencia de algunos de los medicamentos trabajados en nuestro grupo “Viernes” de M. M.:
Secale: casi todos los síntomas mentales son de delirio puesto que la experimentación se hizo con tintura. Una de los síntomas más utilizados de este remedio es la delusion de que “hay dos personas enfermas en la cama, una que se pone bien y otra no” (Del. that two sick people in bed, one whom got well and the other did not). Bien pues como podemos comprobar en la Enciclopedia de Allen este síntoma se obtiene en el 5º día en una mujer que sufre de menstruación continua y que muere el día 11. Y de esta misma experimentadora se obtienen otros 10 síntomas mentales de indudable importancia para la imagen del remedio tales como “Constant moaning an fear of death with strong desire to live”, o “Loathing of life”; o “Despair”, o “Anxiety and fear of death”, o “Strong desire to recover”, etc. Vistas las circunstancias de la mujer, ¿qué validez pueden tener?
En Opium (en la M.M. de Hahnemann) de un total de 662 síntomas sólo unos ciento veintitantos son de Hahnemann y sus asistentes, el resto son citas de autoridades de la “vieja escuela” dado en general para aliviar dolores, etc.
En Cyclamen (experimentación hecha con tintura) los síntomas de culpabilidad y pena (síntomas muy importantes en este remedio) se dán sobre todo en Langhamer (asistente del que ya se ha hablado), y sus sensaciones de un mayor contento consigo mismo Hahnemann las atribuye a una acción secundaria curativa como vimos.
Sin salir de este remedio y como ejemplo particularmente llamativo de observaciones en enfermos son las hechas con los números 23 a 36 de la Enciclopedia de Allen donde se lee literalmente: “23 a 36, Dr. N’.s experimenta en un hospital para sifilíticos sobre chicas en su mayor parte convalecientes de blenorragia o condilomas... (!) (la cursiva es mía). Aquí se repite la pregunta sobre qué valor pueden tener estos síntomas...
En resumen habría que concluir que la M. M. Pura no es tan pura y que eso, lejos de ser un freno, debería ser un estímulo que nos motive a todos a pulirla y perfeccionarla. Para ello deberíamos no solo estar abiertos a las críticas que se han hecho y se hacen, en vez de intentar taparlas, sino que, siguiendo la estela de Hahnemann, contribuir en lo que podamos a que los provings sean lo más correctos posibles para que lo síntomas también lo sean, porque si muchas veces prescribimos predominantemente por uno, dos o tres síntomas y resulta que están mal obtenidos o tienen errores, flaco servicio nos van a hacer.
Asimismo se plantea algún tipo de coordinación a nivel general para primero llegar a un consenso sobre cómo hacer un proving, cómo obtener los síntomas, cuáles, qué criterios seguir para incorporarlos al repertorio, etc. y , yendo más allá, incluso poder hacerlos en distintas partes del mundo para ampliar la visión de un remedio en todas sus diferencias culturales, de lenguaje , etc.
Mención especial habría que hacer (por básica) a la correcta manufactura de la sustancia en todas sus fases así como de subsanar los errores que se han cometido (¿y se cometen?) en las diferentes farmacopeas en la preparación de las mismas, caso de Anacardium, Bryonia, Aloe, Apis, etc. como muchos farmacéuticos e investigadores han puesto de relieve (24).
Por otro lado, y aunque lo más importante sean los efectos puros de los medicamentos, tampoco habría que olvidarse de la Materia Médica Clínica. Una adecuada conjunción entre las dos es lo que confiere a la homeopatía una mayor fiabilidad. Como dice Wieland (25) “cuando la alopatía experimenta un medicamento lo hace para probar su eficacia, sin embargo los provings homeopáticos sólo son una recogida de datos, una investigación de la cualidad del remedio, que más tarde la clínica tiene que confirmar y poner en su lugar.”
En otro reciente artículo, cuyo título es bastante elocuente, Scholten (26) también aboga más o menos por lo mismo.
Parece esta una buena posición que desacraliza (una palabra muy bonita para nuestra práctica) la M. M. Pura y la hace un poco más imperfecta, lo cual a mi entender lo hace todo más sencillo y humano.
Nota: Gracias a los otros miembros del grupo abierto Viernes de Materia Médica (Consol Casajoana, Anna Juan y Pilar Udina) y a los demás asistentes a las reuniones por su aportaciones.
REFERENCIAS BIBLIOGRÁFICAS
- 1. H. Ritter, Samuel Hahnemann, p. 30, Santiago de Chile, Hochstetter, 1990
- 2. Samuel Hahnemann, Organon de la Medicina (6ª edición), Buenos Aires, Albatros, 1989 (para todas las citas de dicho texto)
- 3. Samuel Hahnemann, Materia Medica Pura, New Delhi, Jain Publishers, 1995 (para todas las citas de dicho texto)
- 4. J. Baur, La Matière Médicale Homoeopathique, Genève, 1987. (Hay una traducción parcial por M. Pluma en la Revista de la AMHB, 1986, 1987, vol. 5, 6 y 7).
- 5. G. Fernández, El estado de la polémica, Revista Homeopática de la AMHB, 2001, (43): p. 42-47
- 6. J. Baur, Op. cit., p. 26
- 7. R. Hughes, Adiciones al Manual de Farmacodinámica, p. 153, Barcelona 1882
- 8. R. P. Patel, My experiments with 50 millesimal scale potencies, (5ª ed.), p. 63, Hahnemann Homoeopathic Pharmacy, Kottayam, Kerala, 1986
- 9. R. Hughes, Op. cit., p. 23,
- 10. P. Souk-Aloun, La Matière médicale pure est-elle...PURE?, htpp//homeoint.org/books/soukrexp/index.htm
- 11. R. Hughes, Op. cit., p. 23
- 12. P. Souk-Aloun, Op. cit.
- 13. J. T. Kent, Filosofía Homeopática, p. 254, Buenos Aires, Albatros, 1988
- 14. Jeremy Sherr, The Dynamics and Methodology of homoeopatic provings, p. 70, Dynamis Books, Malvern, 1994
- 15. Rajan Sankaran, The Spirit of Homoeopathy, p. 49, p. 98, Homoeopathic Medical Publishers, Bombay, 1992
- 16. R. Hughes, Op. cit., p. 32
- 17. R. Hughes, Op. cit., p. 33
- 18. J. Baur, Op. cit., p. 30
- 19. R. Hughes, Op. cit., p. 47
- 20. R. Hughes, Op. cit., p. 46
- 21. J. Baur, Op. cit., p. 34
- 22. M. L. Tyler, Homoeopathic Drug Pictures, p. 613, New Delhi, Jain Publishers,
- 23. J. Sherr, Op. cit., p. 22
- 24. Friedrich Dellmour, Endangered Homoeopathic Medicines, Homoeopathica (Journal of LMHI), 1994, (2), 24-31.
B. Gudjons, The Manufacture of Authentic Homoeopathic Remedies, Homoeopathica (Journal of LMHI), 1994, (2), 58-60.
- 25 Frank Wieland, Seminario, Barcelona, 2001
- 26.J. Scholten, Dogmatism in homoeopathy, Homeopathic Links, 2002, vol. 15 (1), 15-16
Autor: Dr. Gonzalo Fernández Quiroga
Publicado en Revista Homeopática nº 45, julio 2002.
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