En la Tribuna de Diario Médico del pasado 26 de Julio, titulada Un flaco favor en las terapias naturales, las doctoras Giralt y Mestre, presidentas, respectivamente, de las secciones de Acupuntura y Homeopatía del Colegio Oficial de Médicos de Barcelona, exponían sus argumentos contra la última versión del proyecto de decreto sobre terapias naturales del Departamento de Salud de Cataluña. Aporté entonces algunas reflexiones que consideraba de interés profesional general, al tiempo que apoyaba a los colegas catalanes en su intento de hacer valer sus intereses en aquel proceso de debate público. Después de todo, lo que de allí saliera serviría muy probablemente como referente para la regulación de estas actividades por parte de otras administraciones.
Es obvia la necesidad de regular una actividad que, espontáneamente, tendería, como cualquier otra, a practicarse bajo intereses muy particulares, a veces muy alejados del interés general de la población. No cabe esperar menos de una Administración pública mínimamente competente, y el citado Departamento de Salud merece el reconocimiento de abordar en forma pionera un asunto de impacto social, sanitario y económico creciente como es el de la práctica sanitaria no convencional, con varios sectores defendiendo intereses propios, diversos y hasta contrapuestos, incluso entre los miembros de un mismo colectivo. Yo no voy a entrar en la forma en que se planteó el proyecto de regulación, generadora de una polémica que habrá de dirimirse en el ámbito catalán. Mi propósito es centrar la atención en un aspecto de sus contenidos que pertenece al ámbito estatal: el del campo de actuación de los profesionales dedicados a la práctica médica no convencional (PMNC).
El citado proyecto pillaba un tanto a contrapelo a este colectivo porque venía a regular algo que aún estaba, y está, por desarrollar digamos internamente. ¿Cuáles son las competencias profesionales de los médicos homeópatas, acupuntores y naturistas? Más allá de la tradición y de orientaciones genéricas al respecto emitidas por instituciones nacionales y europeas, sin controles internos de su aplicación y con escaso reconocimiento externo, es preciso delimitar campos de actuación profesional que, citando a Oteo (1), incluyan no solo los aspectos clínico-asistenciales, sino también otros relacionados con la medicina preventiva y comunitaria, la docencia, la investigación, la capacidad de trabajo en equipo, la calidad de las actuaciones intra e interprofesionales y la capacidad de comunicación con el entorno sociocultural, sin olvidar los aspectos éticos y deontológicos. Una vez definidas competencias, habilidades y actitudes necesitamos métodos que las evalúen, en un proceso de mejora continua de la calidad de los servicios sanitarios ofertados a la población que los profesionales de la PMNC deben asumir tanto individual como colectivamente. No existe ningún motivo por el que la PMNC deba quedar excluida de esta periódica recertificación ante la sociedad. En este contexto se perfila como fundamental la colaboración con las administraciones.
A las agrupaciones profesionales les corresponde un papel dinamizador fundamental como garantes de la competencia y profesionalidad de sus miembros ante la sociedad. La responsabilidad es mayor por cuanto la LOPS reconoce que el ejercicio de las profesiones sanitarias se llevará a cabo con plena autonomía técnica y científica. No dependerá solo de la inquina de la Administración , sino, en buena parte, de la pasividad de los propios profesionales el que su actividad quede reducida al restringido ámbito de los consultorios privados, sin controles de calidad externos, con una formación continuada (FC) dependiente de las erráticas fluctuaciones del mercado cursillero, con escaso interés en desarrollar investigación clínica y aún menor interacción con los mundos científico, asistencial y académico convencionales. Seamos realistas, hoy no se reconoce ninguna práctica médica seria que no tenga como guías de sus actuaciones dos parámetros principales: calidad y adecuación a las necesidades sanitarias de la población. No mendiguemos migajas. Parafraseando el título del bienintencionado escrito de las colegas catalanas, no nos sentemos a esperar favores para las terapias naturales, ni flacos ni de los otros. Más bien, definamos el espacio que creemos les corresponde, determinemos las condiciones en que deben ofertarse con garantías a la población y trabajemos por conseguirlo.
Dos meses antes de la presentación de este proyecto de decreto planteé un condicional referido al ejercicio profesional de la homeopatía pero extensible a todas las áreas de
Más allá de la aprobación del proyecto catalán, más allá de los meritorios aunque insuficientes pasos dados hasta ahora en la dirección de la mejora profesional, los profesionales y agrupaciones de la PMNC de nuestro país tienen pendiente la tarea de estructurar e implementar actuaciones dirigidas a su desarrollo profesional en múltiples ámbitos a corto, medio y largo plazo, según parámetros de adecuación y calidad perfectamente conocidos y aplicados en otras áreas. ¿A qué esperamos?
REFERENCIAS
- Oteo LA. Sistema sanitario y medicina contemporánea. Una visión de futuro. Revista Española de Homeopatía. Primavera-verano 2001. Nº 10:35-47.
- Rodrigo M. Formación continuada en homeopatía: a propósito de veintisiete actividades docentes. Revista Homeopática. 2006. Nº 56:37-46
Autor: Dr. Marino Rodrigo. Médico especialista en Medicina Interna, Urgenciólogo y Master Universitario en Homeopatía. Profesor Clínico Asociado de Medicina en
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