Hace ya muchos años (1955 y 1962) Thomas Kuhn explicó, siguiendo las huellas de L. Fleck, cómo es la dinámica de los paradigmas dominantes y alternativos. Cómo los científicos se nuclean alrededor de una ciencia normal que se considera “la” ciencia, una, eterna e inmutable, certera, necesaria, probada, al lado de los herejes y disidentes del paradigma alternativo, irracionales y peligrosos.
Kuhn se dedicó más bien a explicar cómo cambian los paradigmas “debido a esto” (ese fue su gran aporte), porque en principio ese comportamiento anti-dialógico cerraría el paso al progreso científico, como advertía Popper en su momento. Y tenía razón, sólo que Kuhn fue más perspicaz en advertir que hay una racionalidad espontánea, no relacionada con la voluntad de los científicos, esencial para el desarrollo de la ciencia.
Los científicos, además, no pueden “probar” nada. El término “prueba” implica un razonamiento necesario, deductivo. La pretensión de J.S.Mill de lograr eso con el método experimental ya había sido refutada en su momento por Pierre Duhem, y luego por C. Hempel -no precisamente un post-moderno- quien explica claramente que el razonamiento condicional de la ciencia (si p entonces q, ahora bien q, luego p) de ningún modo “prueba” necesariamente la hipótesis, sino que, como mucho, no la contradice hasta el momento, cosa que fue llevada a sus últimas consecuencias lógicas por Popper, quien explicó claramente que la ciencia consiste en conjeturas no necesarias y refutaciones no necesarias. Lo interesante de todo esto es que es una simple cuestión de lógica. La afirmación del consecuente de un razonamiento condicional no prueba el antecedente, y decir lo contrario implica la falacia de afirmación del antecedente.
Todo esto implicó en su momento un golpe necesariamente mortal a las pretensiones ilusorias de los habitantes de los paradigmas dominantes, esto es, que ese paradigma es el necesario, el probado, el irrefutable.
Pero caso nadie se toma en serio todo esto, porque parece que tomarse en serio a la filosofía de la ciencia implica muchos desafíos vitales que pocos están dispuestos a asumir. Bueno, eso pasa con toda la filosofía.
Científicos, divulgadores científicos, periodistas, médicos, ingenieros -con las siempre honrosas excepciones del caso- ignoran absolutamente todo esto o si tienen una vaga idea creen que es una discusión académica intrascendente para su función en la vida. Y allí es cuando cometen errores que comprometen la vida y la libertad de las personas.
Lo peor, desde un punto de vista moral y político, sucede cuando los paradigmas dominantes -cosa también explicada por Kuhn- se unen al poder político, persiguiendo judicialmente (y creen que hacen bien) al que piensa diferente, porque sería un delincuente peligroso que está mintiendo, que está difundiendo falsedades que ponen en peligro la vida de los ciudadanos. Lo mismo sucedía -como explica perfectamente Feyerabend, al que casi nadie se lo toma en serio- en el medioevo cristiano con la religión dominante y la alternativa. Poder civil y sus “expertos” (los inquisidores) se encargaban de llevar a juicio quien difundieran falsas doctrinas que pusieran en peligro la salvación del alma. La ilustración cientificista no cambió nada, sólo puso otra religión autoritaria por encima (lo cual NO implica que el Cristianismo o la ciencia sean autoritarios en sí mismos). Ahora el poder civil, el estado moderno, asesorado por los expertos, los inquisidores del paradigma dominante, se encargan de llevar a juicio a los modernos herejes que difunden medicinas falsas que pongan en peligro la salvación del cuerpo.
Inquisidores medievales y médicos actuales no se daban cuenta y no se dan cuenta (cabría la pregunta: ¿quiénes tienen mayor responsabilidad?) de que en una sociedad libre, así como hay libertad religiosa, los ciudadanos también deben decidir sobre los demás temas, no porque la verdad no exista, sino porque la verdad no se impone por la fuerza. Esto parece saberlo hoy el predicador cristiano que está seguro de su Fe, pero parece no saberlo el predicador de una ciencia que para colmo es falible en sí misma, como explican Duhem, Hempel, Popper, Kuhn, Lakatos, Feyerabend, a quienes nunca leen ni quieren leer ni estudiar. O, cuando mucho, esas son cosas “de los filósofos”. Ellos, los nuevos sacerdotes infalibles, no se sienten tocados por reflexiones escritas todas por gente que proviene de su propio campo (la ciencia pero autoconsciente de sus límites).
En ese sentido, el escándalo de los inmunólogos del paradigma dominante (http://inmunologia.org.ar/; http://inmunologia.org.ar/wp-content/uploads/2020/08/Documento-SAI-COVID19.pdf) contra el paradigma alternativo (https://www.youtube.com/watch?v=lKtqH7gQvFU&feature=share&fbclid=IwAR1-pDLeNDwxKDQcGdlRMsJDEoVg0VeWKetlfhDwoY4Vrh2tmTio7mCtdak - https://www.youtube.com/watch?v=9IUskNhtOVA ) constituye un ejemplo perfecto de todo lo que acabamos de explicar.
No se trata, por parte de la filosofía de la ciencia que va de Popper a Feyerabend, de explicar ahora quién tiene razón. Se trata de recordar a ambos bandos (porque el alternativo también parece reclamar “la prueba de los hechos” a su favor) que en una sociedad libre las personas deciden según su conciencia, y no un experto con la fuerza del estado, como si fueran los nuevos dueños de granjas esclavistas. El inicio del texto del “comunicado nro. 1” (¿se acuerdan?) de la Sociedad Argentina de Inmunología es una espantosa muestra del autoritarismo que esta buena gente ignora que tiene: “…La Sociedad Argentina de Inmunología manifiesta su preocupación por la difusión en medios de comunicación de información inexacta y carente de sustento científico que confunde a la población y atenta contra el cumplimiento de las medidas que han demostrado, tanto en nuestro país como en el mundo, evitar la saturación del sistema de salud y las muertes que ello podría ocasionar”. Miren las expresiones utilizadas: “…su preocupación por la difusión”; “…información inexacta y carente de sustento científico”; “…las medidas que han demostrado…”. No hay informaciones inexactas, gente, hay paradigmas versus paradigmas, y en una sociedad libre las personas los discuten libremente y deciden, faliblemente, a cuál seguir. Y esto NO tienen nada que ver con el escepticismo post-moderno. Porque no es que NO exista la verdad, sino que la verdad NO se decide por la fuerza. Pero, ¿de qué estamos hablando? ¿De libertad de expresión? ¡Oh, no para las nuevas ciencias sagradas!!! Por eso están “preocupados” por “la difusión”…… Seguramente si alguno de ellos lee esta herejía se sentirá preocupado por la difusión de este artículo….
Médicos: el debate no es médico. El debate es que ustedes no admiten el debate y están dispuestos a perseguir judicialmente a quien piense diferente, con la misma buena voluntad que los inquisidores católicos perseguían a los herejes. Era por la salvación de las almas, y ahora ustedes, los nuevos inquisidores, lo hacen por la salvación del cuerpo. Inquisidores y ustedes no terminan de entender que la verdad (SI la tienen) NO se impone por la fuerza. El debate es un debate sobre el debate. Es un debate de filosofía política: coacción versus libertad, que ustedes creen que no les toca. El debate no es sobre las cadenas de ADN, sobre cuánto se tarda en hacer una vacuna, sobre el origen del virus, sobre los ácidos nucleicos, sobre si la vacuna modificaría el ADN o no. ¿Están en desacuerdo con lo que dicen otros inmunólogos? Ok, exprésenlo libremente, luego toca a los ciudadanos decidir. Ah no, eso nunca, claro.
Sí, son dos paradigmas enfrentados, pero no biológicos, sino políticos. Ustedes, médicos asociados al gobierno, al conicet que es del gobierno, creen que están autorizados a la coacción. Otro paradigma, Feyerabend, yo y tal vez algún otro, se atreverá a decirles que no es así.
Por supuesto, ustedes se dedicarán a perseguir también a este paradigma disidente, a calumniarlo como negacionista, ignorante, anticientífico, conspiranoide. No leerán nunca, y si la leen no se la tomarán en serio, a la bibliografía que les propongo, y seguirán justificando “por medio de la ciencia” a la cuarentena obligatoria. Enjoy it. Se llama la banalidad del mal.
BIBLIOGRAFÍA para los médicos e inmunólogos del paradigma dominante:
Feyerabend, P. —Adiós a la razón; [versión inglesa]; Tecnos, Madrid, 1992
—Ambiguedad y armonía; Piados, 1999
—Diálogos sobre el conocimiento; Cátedra, Madrid, 1991
—Diálogo sobre el método; Cátedra, Madrid, 1989
—Killing Time; University of Chicago Press, 1995
—La ciencia en una sociedad libre; Siglo XXI, 1982
—La conquista de la abundacia; Paidós, Barcelona, 2001.
—Matando el tiempo, Debate, Madrid, 1995
—Philposophical Papers, vol 1 y 2; Cambridge University Press, 1981
—Tratado contra el método; Tecnos, Madrid, 1981
Fleck, L.: Genesis and Development of a Scientific Fact; University of Chicago Press, 1979.
Gadamer, H-G —El giro hermenéutico, Cátedra, Madrid, 1998
—El inicio de la filosofía occidental [1988]; Paidos, 1999
—El problema de la conciencia histórica [1959], Tecnos, Madrid, 1993
—En conversación con Hans-Georg Gadamer, Tecnos, 1998, Carsten Dutt. (Editor)
—Mis años de aprendizaje [1977]; Herder, Barcelona, 1996
—La actualidad de lo bello, Paidos, 1991
—Mito y razón, Paidos, 1997
—Verdad y método, I, y II [1960/1986]; Sígueme, Salamanca, 1991/1992
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—Ideas… Second book [1928 aprox.], Kluwer Academic Publishers, 1989
—Investigaciones lógicas [1900]; Alianza, Madrid, 1982, tomos I y II
—Invitación a la fenomenología, Paidos, 1992
—La filosofía como ciencia estricta [1911]; Universidad Nacional de Buenos Aires,
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—Meditaciones cartesianas, Tecnos, Madrid, 1986 [1931]
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—Sull’orlo della scienza, a cura di Matteo Motterlini; Rafaelo Cortina Editore, 1995
Lakatos and Musgrave, Editors: —Criticism and the Growth of Knowledge; Cambridge
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