Aprendiendo de la historia (de la Homeopatía)

Dicen que es bueno conocer la historia para no repetirla, para no caer en los mismos errores que ya cayeron nuestros ancestros. Lamentablemente ese consejo se sigue poco, y se repiten y se repiten las mismas equivocaciones. Aquello de tropezar con la misma piedra varias veces, peor que los burros.

Esta introducción viene a cuento por lo que está ocurriendo con la Homeopatía en España y en el mundo. La oposición a la Homeopatía es constante desde su fundación. Ya Hahnemann tuvo que lidiar con ella. ¿Hemos aprendido alguna lección a lo largo de más de dos siglos de andadura?

Los detractores de la Homeopatía existieron entonces y existen ahora, a pesar de las diferentes condiciones sociopolíticas. La oposición de los médicos alópatas (ahora les llamamos “convencionales”) se ha mantenido a lo largo del tiempo, a pesar de la prevalencia de la práctica homeopática y de sus evidentes resultados beneficiosos para la salud. En distintas épocas los éxitos terapéuticos se han  observado en distintas patologías. 

Al principio, fueron muy definitivos con el tratamiento de las epidemias infecciosas que afectaban a gran parte de la población; ahora son más claros con las enfermedades crónicas, la mayoría incurables con la terapéutica química, que precisan de tratamiento continuo, con añadido de efectos secundarios.

La historia del auge y el declive de la Homeopatía en EEUU es un ejemplo claro de la actitud de los médicos, tanto alópatas como homeópatas. Harris Coulter, un historiador de la medicina y, en especial, de la Homeopatía, realizó un estudio exhaustivo de la historia de la medicina en Occidente, desde Hipócrates hasta el siglo XX, poniendo de relieve los conflictos entre médicos alópatas y homeópatas. Su obra cumbre, en 4 gruesos volúmenes, fue Divided Legacy. Una historia del cisma en el pensamiento médico. Ya sea porque no se ha leído (-se leen poco los libros de historia, además de no estar éste traducido al español-) o si se ha leído porque no se le ha hecho el caso suficiente, la cuestión es que, en la historia del desarrollo de la Homeopatía en EEUU, la actitud de los médicos da indicios suficientes del colectivo con el que estamos profesionalmente implicados. Y debería darnos claves para saber cómo actuar, para no caer en los mismos errores que ya cayeron nuestros predecesores.

Vamos a intentar resumir el problema de la forma más concisa y clara posible.

La medicina es un negocio. La medicina en sí misma no es un negocio, no lo ha sido en otras épocas; lo es sobre todo en el sistema económico capitalista que tenemos ahora. Quien se opone a dicho negocio puede tener graves problemas. Un ejemplo se muestra en la película Un jardinero fiel, del 2005; hasta entonces no se había realizado ninguna película que criticara los tejemanejes de la industria farmacéutica. Para los que no habéis visto la película, se basa en una novela de John Le Carré, donde se investiga un asesinato relacionado con la sospecha de malas prácticas empresariales en la investigación de un nuevo medicamento con riesgo para la población de Kenia a quien se le administra.

Todas las partes son cómplices de dicho negocio. Tanto políticos de la sanidad, gestores de la salud, como médicos,  enfermeros, y, por supuesto, la industria farmacéutica. Son escasas las voces que se alzan criticando esta situación, honrosas excepciones de algunos profesionales, entre ellos, clínicos como los médicos de familia Juan Gervás, del equipo Cesca[i], y Abel Novoa, de la plataforma NoGracias[ii], el farmacólogo Joan-Ramon Laporte, entre algunos pocos, que parece que tienen poca repercusión mediática.

La Homeopatía, dentro de la medicina, supone un negocio limitado. Por un lado, pone en entredicho el uso de muchos medicamentos químicos de escasa o nula utilidad o con demasiados efectos adversos, para los que la Homeopatía ofrece alternativas terapéuticas inocuas y eficaces; por otro lado, supone una competencia con la medicina alopática (llamada ahora “convencional”), al ofrecer tratamientos efectivos para la mayoría de patologías agudas y crónicas. En una reunión de la Asociación Médica Americana, uno de los médicos ortodoxos más respetados dijo que “debemos admitir que nunca luchamos contra los homeópatas por cuestión de principios, sino porque vienen y nos quitan el negocio”.[iii]

Los tratamientos homeopáticos son baratos. Incluso en las condiciones actuales del mercado farmacéutico, cualquier tratamiento homeopático es mucho más barato que cualquier tratamiento químico convencional, empezando por el uso de un solo medicamento, donde la medicina convencional prescribe varios. Hahnemann también tuvo conflicto con los farmacéuticos de su época, por el uso tan limitado de medicamentos, y, además, porque los daba él mismo para asegurarse de su forma de preparación. Sin llegar a la propuesta, ya olvidada, de Hahnemann, de un solo laboratorio nacional, que asegurara el suministro de medicamentos homeopáticos bien elaborados.

Cualquier medicina barata es un peligro. Además de la Homeopatía, cualquier forma de tratamiento que por su idiosincrasia abarate los costes supone un riesgo para el negocio de la salud, entre otras cosas porque pone en evidencia los exagerados recursos que se dedican a la fabricación de medicamentos químicos. Aquí podemos incluir a todas las formas de medicina tradicional, natural, y todas las técnicas que prescinden de medicamentos (higienismo, dietas, masajes, imposición de manos, manipulaciones, etc).

Hay que ser conscientes que estamos hablando del tercer sector de la economía, detrás de la venta de armas y el narcotráfico. La revista Forbes publicó en 2015 un artículo sobre los sectores de negocio más rentables en EEUU. En lo alto de la lista destacaban las tecnologías de la salud, incluyendo las farmacéuticas, con 21%. Las tres principales empresas farmacéuticas: Pfizer, Merck & Co y Johnson & Johnson, todas presentan tasas de beneficio del 25% o superiores. Los EEUU se embolsan la mayor parte (45%) de esos ingresos, seguido por las industrias de la salud europeas, que se encuentran en declive.

Después de la Standard Oil de Rockefeller (hoy Exxon), el segundo conglomerado de empresas farmacéuticas y petroquímicas más grande del mundo durante la primera mitad del siglo XX, fue del grupo IG Farben con sede en Alemania. Este conglomerado de empresas fue el factor principal que explica la subida de Hitler al poder y su invasión conjunta de Europa y del mundo. De hecho, la Segunda Guerra Mundial fue una guerra de agresión preparada, comenzada y dirigida desde los consejos de planificación de IG Farben. IG Farben fue la accionista principal de la Standard Oil de Rockefeller, y viceversa. En el Consejo de Crímenes de Guerra de Nuremberg de 1947 contra los directores del cartel IG Farben, algunos de ellos (24 ejecutivos) fueron declarados culpables y condenados por cometer crímenes contra la humanidad, como masacres, pillaje y otros delitos. El Consejo de Crímenes de Guerra de Nuremberg también desmanteló el cartel IG Farben, que se disolvió en las empresas Hoechst, Bayer y BASF. Hoy en día, cada una de estas sociedades es más
grande que su antigua sociedad matriz IG Farben en aquel momento.

Una condición previa para el auge de la industria farmacéutica como fulgurante negocio de inversión fue la eliminación de la competencia de las terapias seguras y naturales, ya que éstas no son patentables y sus márgenes de beneficio son escasos. Y  esto es lo que seguimos viendo hoy en día.

Conclusiones
1.- La defensa del gremio médico en su conjunto, por parte de los dirigentes políticos (nacionales y de las organizaciones profesionales) supone siempre un detrimento para los homeópatas, porque siempre son una minoría. Las negociaciones con ellos son inútiles por infructuosas.
2.- La industria farmacéutica dominante hará siempre todo lo posible para evitar el desarrollo de la Homeopatía (y de cualquier terapia que se erija como alternativa a los medicamentos químicos y cuyos productos no sean patentables), porque pone en peligro su propio desarrollo.
3.- Las organizaciones médicas y la industria farmacéutica suelen coincidir y colaborar en muchas cuestiones de interés mutuo, que no incluyen a la Homeopatía, o quizás sí, su crítica.
4.- Pretender que los médicos convencionales escuchen las reivindicaciones de los homeópatas es pecar de inocencia. ¿Por qué les podría interesar a los médicos alópatas llegar a un acuerdo con los homeópatas?
5.- Cuando los homeópatas se esfuerzan en complacer a sus “colegas” alópatas, eso suele ir en detrimento del ejercicio de la Homeopatía: la formación y la práctica homeopáticas se “alopatizan”, se deja de tratar la totalidad sintomática a expensas de prescribir por la patología o la queja principal (sin modalizar).
6.- Lo anterior, junto a otras razones, favorece la desunión entre los propios homeópatas, haciéndoles perder fuerza, la fuerza minoritaria que ya tienen.
7.- La única fuerza que podemos tener los homeópatas son los resultados, valorados por los médicos y los pacientes, y reivindicados a través de organizaciones de homeópatas y de pacientes y usuarios. Por lo tanto, manteniéndonos en una práctica homeopática rigurosa, sin concesiones a la medicina oficial predominante.

Los homeópatas siempre hemos sido minoría en el sector médico, y probablemente seguiremos así durante mucho tiempo. Sólo podemos blandir el argumento ético del respeto a las minorías, en una sociedad supuestamente democrática: la minoría de médicos que ejercen libremente la Homeopatía y la minoría de pacientes que la eligen libremente como opción terapéutica, ambos satisfechos con ella.

¿Seguiremos repitiendo los errores históricos que diezmaron a la Homeopatía en el pasado o miraremos hacia el futuro para forjar un nuevo camino?


Notas sobre la historia de la Homeopatía en EEUU[iv]
Como ya hemos dicho, una de las razones principales por las que a los médicos convencionales no les gusta ni la Homeopatía ni los homeópatas es porque les quitamos el negocio, no es por cuestión de principios, que en todo caso es una buena excusa.[v]

En Estados Unidos los homeópatas crearon una asociación médica nacional en 1844 (el American Institute of Homeopathy), que fue la primera asociación médica americana, dos años antes de fundarse la American Medical Association (A.M.A.) en 1846, en parte para frenar el auge de la Homeopatía.[vi] Varios miembros de la A.M.A., que eran particularmente adversos a la Homeopatía de hacía tiempo, decidieron purgar todas las asociaciones de médicos locales donde hubiera homeópatas.[vii] Además de ello, desalentaron la asociación con homeópatas; en 1855 la A.M.A. estableció un código ético donde sancionaba a los médicos ortodoxos con perder su condición de miembro si tan solo consultaban a un homeópata o a cualquier practicante “irregular”, cosa que en algunos estados suponía la pérdida de la licencia para practicar medicina.[viii]

Hacia el 1900 existían 22 escuelas médicas homeopáticas, más de 100 hospitales homeopáticos, unos 60 orfanatos y residencias de ancianos, y más de 1.000 farmacias homeopáticas en E.E.U.U. Las estadísticas indican que el número de homeópatas en Nueva York se doblaba cada cinco años entre 1829 y 1869. Según la Comisión de Educación de E.E.U.U., tres de las cuatro escuelas médicas con las bibliotecas más grandes eran homeopáticas. Y a finales de siglo XIX, existían unas 29 revistas homeopáticas diferentes.

Probablemente, la razón principal de la popularidad de la Homeopatía fue el éxito en el tratamiento de varias epidemias infecciosas que asolaron América y Europa durante el siglo XIX. Las estadísticas indican que la mortalidad en los hospitales homeopáticos por dichas epidemias a menudo era de la mitad a una octava parte de la que se daba en los hospitales médicos convencionales.

En 1910, la Fundación Carnegie publicó el famoso/infame informe Flexner. El informe Flexner era una valoración de las escuelas médicas americanas presidido por Abraham Flexner, en colaboración con líderes de la A.M.A.[ix] Con pretensiones de objetividad, el informe establecía directrices para sancionar a las escuelas médicas ortodoxas y condenar a las homeopáticas. Como consecuencia de dicho informe, sólo a los graduados de las escuelas que recibían una alta valoración se les permitía realizar los exámenes para licenciarse en Medicina. De los 22 colegios homeopáticos que había en 1900, sólo quedaban dos en 1923. Para hacer frente a las directrices y para poder acceder a los nuevos exámenes de licenciatura que exigían ciencias básicas, los colegios homeopáticos decidieron ofrecer más formación en patología, química, fisiología, y otras ciencias médicas. Aunque ofrecían mejor formación en esas disciplinas, la formación homeopática se resintió.[x] Como resultado, los graduados de esos colegios homeopáticos estaban menos preparados para practicar bien la Homeopatía: en lugar de individualizar los medicamentos según la totalidad de los síntomas de la persona, muchos homeópatas empezaron a prescribir medicamentos en función de las enfermedades. Las consecuencias de ese tipo de práctica eran resultados predeciblemente pobres, con lo que muchos homeópatas renunciaron al ejercicio homeopático y muchos pacientes homeopáticos buscaron otras formas de tratamiento.

Quizás la historia hubiera cambiado si John D. Rockefeller, un fuerte defensor de la Homeopatía, hubiera concedido mayores subvenciones a las instituciones homeopáticas. Instruyó a su asesor financiero, Frederick Gates, para hacerlo así, pero éste, ferviente defensor de la medicina ortodoxa, no cumplió las órdenes de Rockefeller[xi]. Esa pérdida de financiación fue trágica, pues supuso unos 300-400 millones de dólares, a principios del siglo XX, que fueron a parar a instituciones médicas ortodoxas.

Además de varios factores externos que obstaculizaron el crecimiento de la Homeopatía, también hubo problemas entre los mismos homeópatas. El desacuerdo dentro de la Homeopatía tiene una larga tradición. Los más famosos homeópatas norteamericanos fueron hahnemanianos. Sin embargo, la mayoría de homeópatas no prescribían sus medicamentos en base a la totalidad de los síntomas, sino principalmente según la queja principal; eran lo que Hahnemann, ya en su tiempo, llamó pseudohomeópatas. Las escuelas de altas y bajas potencias desarrollaron organizaciones, hospitales y revistas separados. En 1901, debido a ese desacuerdo, en Chicago existían cuatro asociaciones médicas homeopáticas diferentes.

Hacia 1950 todos los colegios homeopáticos de EEUU fueron cerrados o ya no enseñaban Homeopatía. Sólo quedaban 50-150 médicos homeópatas practicantes, y la mayoría tenían más de 50 años.



[iii] Martin Kaufman, Homoeopathy in America, Baltimore: Johns Hopkins, 1971, 158.
[iv] Selección y traducción del artículo A Condensed History of Homeopathy de Dana Ullman, leído en junio 2019 en https://homeopathic.com/a-condensed-history-of-homeopathy/
[v] Martin Kaufman, Homoeopathy in America, Baltimore: Johns Hopkins, 1971, 158.
[vi] Harris Coulter, Divided Legacy, Berkeley: North Atlantic, 1975, volume III, 124-126.
[vii] Harris Coulter, Divided Legacy, Berkeley: North Atlantic, 1975, volume III, 199.
[viii] Harris Coulter, Divided Legacy, Berkeley: North Atlantic, 1975, volume III, 206-219.
[ix] Paul Starr, The Social Transformation of American Medicine, New York: Basic, 1982, 119.  Harris Coulter, Divided Legacy, Berkeley: North Atlantic, 1975, volume III, 446.
[x] Harris Coulter, Divided Legacy, Berkeley: North Atlantic, 1975, volume III, 444.
[xi] E. Richard Brown, Rockefeller’s Medicine Men, Berkeley: University of California, 1979, 109-111.