Aprovecho la reciente lectura del artículo aparecido en la Revista Homeopática nº 57, “A propósito de un caso de Ruthenium metallicum”, para plantear algunas cuestiones referentes a la adjudicación de unos resultados terapéuticos a la acción del remedio prescrito. La cuestión clave es ¿cuándo podemos atribuir con certeza los resultados terapéuticos obtenidos a la acción del remedio administrado?, es decir, ¿cuándo podemos decir que un caso es de tal determinado remedio?
La cuestión a primera vista puede parecer baladí, al menos por cómo se la toman alegremente algunos de nuestros colegas, incluso algunos prestigiosos; cualquiera cuando presenta un caso de curación lo hace con la convicción plena de que el efecto terapéutico es debido al remedio, y no a cualquier otra influencia, pero ¿se han descartado todas esas posibles influencias para llegar a una certeza razonable?
Dada la importancia admitida ampliamente del efecto placebo, y más debido a las características especiales de la anamnesis homeopática, que la hace todavía más susceptible de generar efecto placebo, creemos que, aparte de la convicción personal, son necesarios algunos requisitos objetivos mínimos para poder asegurar que la curación de un caso es la consecuencia directa o indirecta de la acción de un remedio.
Volviendo al caso de Ruthenium, y aunque sólo sea como ejemplo y con la información proporcionada en el artículo, vemos como tras un año de evolución con tres tandas de tratamiento de 5 días cada una (empezando la primera tanda tras la 1ª consulta), a razón de 3 glóbulos de la potencia 200K, no se plantea ninguna duda ni reparo en atribuir la buena evolución del caso exclusivamente al efecto del remedio prescrito. ¿Será verdad? ¿Qué probabilidad de verdad? ¿Qué posibilidad de verdad? ¿Qué confirmaciones tenemos?
Una frase al final de la exposición del caso es reveladora: “Rápidamente tuve la sensación de que no valía la pena repertorizar, en este paciente había síntomas muy interesantes que no sabía dónde encontrar.” Si, maliciosamente, invertimos la frase y la convertimos en aforismo nos queda: “Cuando en un caso dado haya síntomas interesantes que no sepamos encontrar, no vale la pena repertorizar.” Ya sé que es exagerado, pero así se puede apreciar mejor también el error del planteamiento: cuando hay síntomas interesantes no aplicar el método homeopático clásico.
Soy consciente que es un tema polémico, pero creo al mismo tiempo que tenemos que tener el rigor suficiente para afrontarlo, sin soslayarlo más, no podemos permitirnos el construir el edificio de la Homeopatía sobre una base clínica que no sea suficientemente sólida, demasiados lo han hecho ya antes de nosotros. Ese rigor todavía debe ser más extremado cuando se proponen estrategias terapéuticas nuevas, que prescinden muchas veces de una patogenesia de referencia, y por lo tanto sólo se apoyan en la clínica, poniendo en entredicho la Homeopatía clásica corroborada en los últimos 200 años.
No quiero extenderme más en este comentario, y remitir para una mayor discusión a mi artículo “Criterios para validar la EXPERIENCIA CLÍNICA HOMEOPÁTICA”.
Publicado en la Revista Homeopática 2007, nº 58, sección 'cartas al Director'.
El escrito resulta tan pertinente hoy como cuando fue publicado. Un auténtico oasis en el panorama de la homeopatía médica actual, desertizándose por momentos de rigor, de praxis y de metodología médicas. Qué alucinantes homeopatías deben estar ideando algunos por esos pagos de la intuición y de la sensación, con la aceptación pasiva y acrítica de muchos. Con este tipo de "método" tan güay, tan intuitivo, tan vitalmente sensacional(“Rápidamente tuve la sensación de que no valía la pena repertorizar"), ¿a quien le interesan, quien tiene tiempo para leer los "Criterios para validar la EXPERIENCIA CLÍNICA HOMEOPÁTICA" del mismo autor y otros textos actuales que tratan de sistematizar este aspecto fundamental de la práctica médica homeopática? Vía libre al haga-usted-lo-que-sepa-con-su-intuición. Lo hacen... ¡y lo publican!
ResponderEliminarBien por las escasas voces críticas frente a tanto desvarío en la homeopatía médica actual.
Marino Rodrigo