Páginas

FUNDAMENTOS TEÓRICOS DE LAS POTENCIAS LM

Máxima energía curativa con el mayor control Resumen El objeto de este trabajo es el estudio de los fundamentos de una escala de dinamización poco utilizada. Se trata de la escala LM, cincuentamilesimal o Q. “Nuevo método de dinamización” propuesto por Hahnemann al final de su vida y dado a conocer en la Sexta Edición del Órganon. Se trata de una escala de potenciación que permite la utilización de altas potencias con repetición frecuente de las dosis, haciendo posible así una mayor duración del tratamiento y un mayor control, condiciones necesarias en el tratamiento de las enfermedades crónicas. Escala de potenciación con un amplio margen de utilización.
Palabras clave: Suavidad. Eficacia. Dosis mínima. Repetición frecuente. Alta potencia. Introducción La Homeopatía ha tenido y tiene, en su larga historia que se acerca ya a doscientos años, un desarrollo lleno de dificultades. No es lugar ni momento para un exhaustivo análisis pero si para una reflexión. En este camino nosotros, los médicos homeópatas, también hemos impedido ese desarrollo. ¿ Por qué menciono esto? La autocrítica se hace necesaria al constatar que después de este largo camino estamos defendiendo una escala de dinamización casi olvidada, denostada y, lo que es peor, desconocida por una gran parte de los médicos homeópatas. Se hace evidente la mención y el objeto de este trabajo. Nuestra conducta produce cuando menos asombro. Se que podemos aducir mil justificaciones, desde los avatares sufridos por el legado de Hahnemann tras su muerte con la “pérdida” del manuscrito de la Sexta Edición del Órganon hasta el gran desarrollo de la homeopatía por parte de grandes maestros como Kent, Allen J.H[1] y sus discípulos que no conocieron esta última edición y cuyas enseñanzas todos hemos recibido. Y quizás esta inercia sea la responsable. Hahnemann, médico estudioso, de clara inteligencia, concienzudo y pragmático publicó la Primera edición del Órganon en 1810, a esta siguieron una segunda en 1818, la tercera y la cuarta en 1824 y la quinta en 1833. En las sucesivas ediciones se fueron reflejando nuevas aportaciones nacidas de la experiencia. En el Tratado de Enfermedades Crónicas, en su segunda edición de 1835, ya aparecen ideas referentes al tratamiento que apuntan una evolución en el modo de tratar las enfermedades, sobre todo las de larga evolución, siendo la antesala de su última obra. El manuscrito de revisión de la quinta edición que sería la Sexta edición, “la que más se aproxima a la perfección” en palabras del propio Hahnemann, estuvo listo para enviar a la imprenta en 1842. El resto de la historia ya es conocido. La Sexta edición fue publicada en versión original por el Dr. Haehl en 1920 y la versión inglesa por el Dr. Boericke en 1921.La obra de referencia, donde se refleja la síntesis de este proceso seguido por la terapéutica homeopática es, sin duda, la Sexta Edición del Órganon. Hemos perdido casi un siglo.
Fundamentos Hahnemann se marcó un objetivo: la restitución de la salud de forma suave, rápida y permanente. En el desarrollo de su obra y quehacer profesional se guió por dos ideas clave: 1. Suavidad 2. Eficacia Los medicamentos deberían poseer estas características: que no agravaran al enfermo (suavidad) y que fueran capaces de eliminar la enfermedad (eficacia/potencia) Para que un medicamento fuera suave y eficaz debería provocar poca o nula agravación. Esta menor agravación podría conseguirse con: 1. Dosis correcta 2. Adecuada repetición de dosis. Una dosis correcta se conseguirá con una menor cantidad de medicamento (dosis pequeña), la dosis reducida no debería suponer una pérdida de eficacia del mismo. Para llegar a esto el medicamento debería tener una mayor atenuación y desarrollar, paradójicamente, una mayor potencia (eficacia). Una repetición adecuada será posible con dosis diluidas y con fraccionamiento de las dosis. La respuesta al punto primero la encontró con el “nuevo método de dinamización”, que proporcionaba a los remedios mayor potencia de empleo. Fue el genial descubrimiento de las más altas potencialidades curativas extraídas de la materia, la nueva escala de potencias, la cincuentamilesimal o LM. La respuesta al punto segundo fue la mayor flexibilidad de empleo de esta nueva escala LM, el método llamado posteriormente “plus”, la dilución y fraccionamiento de la dosis. La mayor potencia y la mayor flexibilidad de empleo, necesarias para una curación suave, rápida y permanente, la proporciona la escala LM, cincuentamilesimal o Q. A partir de aquí haremos un recorrido cronológico a través de la obra de Hahnemann, siguiendo sus pasos llegaremos a asimilar su experiencia y estaremos entonces preparados para avanzar en lo que es nuestro principal propósito: curar de forma rápida, suave y permanente. Hacia la curación “suave” En el Tratado de Enfermedades Crónicas, en su segunda edición de 1835, Hahnemann, refiriéndose al tratamiento de las enfermedades de larga evolución señala, con reiteración, dos indicaciones: Que el remedio tras su administración altere lo menos posible al enfermo. Dejar actuar al remedio administrado y esperar el tiempo necesario hasta que agote su acción beneficiosa. Las dos indicaciones tienen como fin evitar al enfermo la agravación por efecto del remedio. Preocupado por evitar el daño nos previene en dicha obra contra la actuación incorrecta en cuanto al tratamiento, y en el Párrafo 222 nos enumera las tres faltas graves que no se deben cometer, a saber: 1. Considerar demasiado débiles las dosis que fueron moderadas por mí para cada medicamento antipsórico de acuerdo a múltiples ensayos e incluso a través de experiencias precisas. 2. Administrar un medicamento imperfectamente homeopático para el uso considerado. 3. Repetir precipitada y precozmente el medicamento, es decir, no esperar todo el tiempo necesario para que agote su acción. Nos centraremos en la primera y tercera faltas ya que la segunda no es objeto de este estudio. En relación con la primera falta advertimos la gran preocupación por conseguir la dosis correcta, lo más ajustada posible para actuar sobre el principio vital y al mismo tiempo no hacer daño. En otro lugar de la obra citada, en el párrafo 219 dice: “No es lo mismo cuando la agravación, habiendo sido intensa al principio, en vez de disminuir continúa, incluso aumenta. Indica con toda seguridad que el medicamento antipsórico, pese a su carácter perfectamente homeopático, se ha dado en una dosis demasiado grande, esta agravación persistente lleva lógicamente a temer que no se consiga la curación...” En relación con la tercera falta en el párrafo 227: “La tercera falta capital que el médico homeópata debería evitar con esmero y perseverancia en el tratamiento de las enfermedades crónicas luego de haber administrado, en dosis conveniente, un remedio antipsórico bien elegido y que se ha mostrado útil durante varios días, consiste en la precipitación irreflexiva de prescribirlo de nuevo suponiendo, erróneamente, que una dosis tan pequeña no puede actuar ni ser de ayuda más de ocho o diez días; error que se respalda por el hecho de que, efectivamente, cuando se deja al remedio la posibilidad de ejercer su plena acción pueden reaparecer en cierta medida un día u otro o de vez en cuando los síntomas mórbidos pendientes de anular para los que habría sido prescrito”. Y en el párrafo 228 hace referencia a la duración de acción del medicamento: “Pero en el momento en que un medicamento, cuya elección se ha hecho minuciosamente, actúa eficazmente y en el buen sentido, de lo cual podemos estar convencidos del octavo al décimo día aproximadamente, pese a que puede asistirse a una ligera agravación durante el intervalo de media hora o media jornada, la marcha favorable no enlentece por ello, y en las enfermedades crónicas inveteradas solo al cabo de 24 a 30 días se dibuja la mejoría de forma totalmente evidente. En tal caso la experiencia enseña que la dosis inicial no ha ejercido su acción completa, en general, hasta los 40 o 50 días o incluso más, intervalo en que sería absurdo, no científico y obstaculizaría el progreso de la mejoría, administrar una nueva dosis u otro medicamento...No hay método más certero para acelerar la curación que dejar al medicamento antipsórico bien seleccionado todo el tiempo necesario hasta agotar la totalidad de su acción... El médico inteligente sabrá mantenerse prudentemente expectante mientras la mejoría producida por la primera dosis del medicamento continúe, aunque tenga que prolongarse...En interés del enfermo, en consecuencia, no administrar un nuevo medicamento hasta lo más tarde posible”. Nos centraremos entonces en estas dos ideas: 1) La dosis correcta del remedio. 2) La repetición de la dosis.
Dosis adecuada Para conseguir lo primero indica en el párrafo 223: “ ... administrando dosis más pequeñas, incluso más que las indicadas por mí mismo, si es posible obtenerlas. No ha de temerse que sean demasiado mínimas, estas dosis jamás serán demasiado débiles, mientras en el régimen y el comportamiento del enfermo se evite todo aquello que sea capaz de modificar o destruir su acción y que el medicamento así administrado haya sido seleccionado según las reglas homeopáticas. Si, no obstante, la elección no ha sido perfecta, al menos tenemos esta ventaja y es que tendremos menos problemas para neutralizar la acción del medicamento seleccionado inexactamente y dado del modo antedicho en la menor dosis, lo que permitirá continuar el tratamiento sin demora por medio de un antipsórico más apropiado.” Y en el párrafo 220 nos señala cómo antidotar: “Hasta los 16, 18 o20 días de acción del medicamento, dado en cantidad demasiado alta, no se apercibe uno de su error. Hay tres medios de remediarlo: a) Prescribir de inmediato su antídoto, si se conoce. b) Si éste no se conoce aún, administrar en alta dinamización un único glóbulo de otro medicamento antipsórico lo más apropiado posible a la actual sintomatología. c) Si esto no basta para destruir esta intoxicación medicamentosa persistente, hay que recomenzar la anamnesis y prescribir, a partir de esta última imagen sintomática revisada, un nuevo medicamento que sea lo más homeopático posible con respecto a los síntomas”. Sigue en el 221: “Si mediante el antídoto o por el empleo consecutivo de algunos otros antipsóricos se ha podido paralizar el tempestuoso ataque de una dosis demasiado grande de un remedio por otra parte homeopáticamente acertado, no por ello nos privaremos de utilizarlo más adelante ni dejaremos de esperar efectos curativos tan pronto como sea homeopáticamente oportuno. Pero tendremos cuidado de emplear dosis más exiguas, y en una dilución potenciada mucho más alta, es decir dotándola de propiedades más suaves”. Nos dice cuál debe ser la dosis correcta de remedio, entendiendo por dosis la cantidad de remedio, sin entrar en mas discusión (aún siendo cierto que en otros lugares de su obra se puede interpretar que dosis y potencia son términos intercambiables aquí el significado es evidente) Así vemos que a mayor cantidad de medicamento más intensidad de síntomas por efecto patogenético, por lo que la dosis correcta debe ser “la menor cantidad posible del remedio” sin tener miedo de que “sean demasiado débiles”. De este modo tendremos menos efecto patogenético y si tenemos que antidotar será menos difícil. Y aquí introduce otra idea, muy importante para este estudio, la idea de dosis pequeña con efecto más suave, pero “más potente”. Una “dosis exigua a dilución potenciada mucho más alta y de efecto más suave”. Esta será para Hahnemann y debería ser para nosotros la respuesta a la pregunta ¿cómo debería ser la dosis correcta? La pequeñez de la dosis parece ser condición indispensable.
Repetición de la dosis En el párrafo 228 nos dice que no administremos una nueva dosis del medicamento hasta lo más tarde posible. Seguimos leyendo: “...Quien pueda a este respecto controlar su impaciencia llegará más ciertamente y más rápidamente a la meta. Sólo cuando los síntomas por los que el enfermo consultaba, que habían desaparecido casi o totalmente gracias al remedio empiezan a reaparecer o a incrementarse de forma llamativa tras algunos días de observación, ha llegado el momento de prescribir el medicamento más homeopático al conjunto de estos últimos trastornos. A este respecto únicamente debe pronunciarse la experiencia, y su respuesta ha sido tan clara en mis observaciones que no me permite albergar la más mínima duda sobre la decisión a tomar” Esto es lo que la experiencia de Hahnemann dictaba en 1835, era rotundo en sus conclusiones. El remedio bien elegido puede prolongar su acción durante 40, 50 días o más. Y hay que dejar que actúe mientras continua la mejoría. La evolución de los síntomas marcará la repetición de la dosis. En caso de repetición de la dosis, por agotamiento de su acción y detención de la mejoría nos dice en el Párrafo 235 que tendremos que dar una nueva dosis, “tan pequeña como la primera” del mismo remedio pero en otro grado de dinamización, modificando la potencia. En este párrafo en la Nota 220 nos indica un nuevo procedimiento técnico: “... disolverá un glóbulo de la dinamización que estime apropiada en unos 120 cc de agua, de la que administra el primer tercio de inmediato, el segundo tercio al día siguiente y el resto al tercer día, teniendo cuidado de agitar bien la poción antes de cada toma, para variar algo el grado de potencia y modificar el medicamento. Dado de esta forma, el remedio parece actuar más profundamente en el organismo y acelerar la curación, en los sujetos todavía robustos y no excesivamente hipersensibles”. Tenemos un nuevo elemento, además del cambio en el grado de potencia al repetir el remedio, aparece el fraccionamiento de la dosis. Tendremos en cuenta que estas precisas indicaciones de cambio en el grado de potencia y dosis diluida y fraccionada están en párrafos añadidos por Hahnemann a esta segunda edición del Tratado de las Enfermedades Crónicas. Podemos apreciar esta evolución en el Prefacio del Tercer volumen de dicho Tratado de Enfermedades Crónicas de 1837: “Desde la última vez que hablé al público de nuestro arte de curar, he tenido ocasión, entre otras cosas, de hacer experiencias sobre la mejor manera posible de administrar las dosis a los enfermos, y voy a decir aquí lo que me ha parecido más conveniente a este respecto. Cuando se pone sobre la lengua un pequeño glóbulo seco, impregnado de una de las más altas dinamizaciones de un medicamento, o la olfacción moderada de un frasco que contiene uno o varios de estos glóbulos, lo que se comprueba que es la dosis más pequeña, la más débil, aquella de acción más corta, uno se da cuenta fácilmente de que la increíble diversidad de los enfermos aportan necesariamente grandes diferencias en el tratamiento y por consiguiente en la elección de las dosis... Esta dosis mínima tomada por olfacción tiene una acción que dura menos tiempo que la que se toma sobre la lengua, aunque se hallan enfermos de naturaleza tan excitable para que en los pequeños males agudos y frente a los cuales el remedio ha sido elegido homeopáticamente, esta dosis es suficiente para socorrerlos. La experiencia me ha mostrado, como lo ha hecho también ciertamente con los mejores de mis seguidores, que en las enfermedades de cierta importancia, sin exceptuar las más agudas, pero con más razón en las enfermedades crónicas, lo mejor es utilizar los potentes glóbulos homeopáticos solamente bajo la forma de disolución y administrar ésta en dosis fraccionada al enfermo, por ejemplo: disolver el remedio en 7 a 20 cucharadas de agua y administrarlo en las enfermedades agudas y muy agudas cada 6, 4 ó 2 horas, y si el peligro es inminente, cada hora o cada media hora, una cucharada cada vez de la solución sin ninguna adición, y en los sujetos débiles o en los niños reducir esta dosis a la mitad o más (una o dos cucharaditas de té o de café) En las enfermedades crónicas he encontrado que lo mejor es hacer tomar una dosis ( por ejemplo de una cucharada), de esta solución del remedio adecuado a intervalos que no pasen de dos días, pero más habitualmente darla todos los días”. “...nuestra energía vital no soporta que se haga tomar dos veces seguidas al enfermo la misma dosis (potencia) no modificada del medicamento, y mucho menos más frecuentemente. En tal caso el bien que ha hecho la dosis precedente se ve en parte destruido y aparecen nuevos síntomas y nuevas incomodidades que pertenecen no a la enfermedad sino al remedio y dificultan la curación; en una palabra, el mismo medicamento homeopático seleccionado acertadamente produce un efecto incorrecto y alcanza la meta de forma incompleta o no lo alcanza en absoluto. De ahí las numerosas contradicciones entre los homeópatas a propósito de la repetición de la dosis. Pero si cuando se quiere administrar una misma sustancia repetidamente (lo que es indispensable para alcanzar la curación de una enfermedad crónica importante), se tiene cuidado de cambiar cada vez, aunque solo un poco el grado de dinamización y la energía vital del enfermo acepta tranquilamente el mismo medicamento, incluso a cortos intervalos, un número increíble de veces, una tras otra con el mayor éxito, yendo cada vez en aumento el bienestar del enfermo. Este leve cambio en el grado de dinamización se consigue cuando se dan con el brazo 5 ó 6 sacudidas fuertes al frasco que contiene la disolución de uno o varios glóbulos, antes de cada toma del remedio”. Según hemos leído es mejor usar los remedios disueltos, no en seco, y administrarlos en dosis fraccionada. Para todas las enfermedades, tanto agudas como crónicas, leves, graves o muy graves. Nos atrevemos a decir que en toda ocasión, para toda enfermedad. Hay que disolver el glóbulo en una cantidad de agua variable, de 7 a 20 cucharadas de agua (aproximadamente 70 a 200 cc) y administrar con frecuencia en relación con el proceso, si es agudo o muy agudo cada media, dos, cuatro o seis horas. Si el proceso es crónico cada día o cada dos días. Se cambia el grado de dinamización si a la disolución y antes de administrar cada toma sacudimos “vigorosamente” el frasco 5 ó 6 veces. Así es como administraba Hahnemann los remedios al final de su vida profesional, vemos la evolución en su pensamiento, fruto de la experiencia, la suya y la de sus colaboradores más fieles. La falta de flexibilidad de la posología anterior, que obligaba a administrar el remedio y esperar largos periodos quedaba de este modo superada.
Hacia el desarrollo del método “perfecto” En todo este recorrido a través de la obra de Hahnemann nos damos cuenta que esta muy cerca de conseguir su mayor deseo: “la curación ideal”, objetivo e idea central de toda su obra y su vida que no es otro que “de manera rápida, suave y permanenterestituir la salud ”[2]. Se plantea alcanzar una curación más rápida, con la menor agravación posible por medio de un remedio de alta potencia. Se trata sin duda de un gran reto: llegar a alcanzar el método perfecto. El citado Tratado de Enfermedades Crónicas, en su segunda edición se puede considerar un puente entre la 5ª y la 6ª ediciones del Órganon, pero es en su obra póstuma, la citada Sexta edición, donde nos da las claves para conseguir ese ideal de curación. Fundamental es el desarrollo de la nueva escala de potencia, el “nuevo método de dinamización” como Hahnemann dice. Seguiremos el desarrollo de su pensamiento en esta obra, la Sexta Edición del Órganon. A partir del parágrafo 245 expone lo concerniente a los remedios y el modo de emplearlos. En el parágrafo 246 vuelve al tiempo de actuación de los remedios. De nuevo a la administración de una dosis única seguida de una mejoría uniformemente progresiva durante 40, 50, 60 o 100 días. No tenemos que hacer nada. Sólo esperar ¿Retornamos a la dosis única? “ ...Esto ya ha constituido un gran beneficio, y sin embargo, tanto para el paciente como para el médico será de la mayor importancia la posibilidad de disminuir este periodo a la mitad, a un cuarto y más aún, de modo que sea posible alcanzar la curación mucho más rápidamente. Y esto podrá ser logrado con toda felicidad bajo las siguientes condiciones, tal como he deducido de repetidas observaciones efectuadas recientemente: 1º Que la medicina seleccionada con el mayor cuidado sea perfectamente homeopática. 2º Que ella sea muy potenciada, disuelta en agua y dada en pequeña dosis de acuerdo a lo que la experiencia ha enseñado como más apropiado y a intervalos definidos a fin de lograr una más rápida curación, pero con esta precaución: que el grado de potencia varíe en algo respecto del de la dosis precedente y que también varíe el grado de la próxima, a fin de que el principio vital que habrá de ser alterado por una enfermedad medicinal similar no sea excitado hacia reacciones desfavorables y tumultuosas, como ocurre siempre que se repiten rápidamente sin variación alguna”. Es probable que Hahnemann citando la referencia a la dosis única al comienzo del parágrafo nos quiera decir que éste es un buen modo de proceder si la enfermedad no compromete mucho al enfermo. Esta pauta puede resultarnos útil en casos determinados. Sin embargo, en muchas ocasiones necesitamos actuar con rapidez y recurriremos a la medicina diluida, en tomas repetidas. Como recomienda en el Parágrafo 272: “El glóbulo triturado en azúcar de leche, disuelto en bastante agua y bien sacudido antes de cada toma se convierte en un medicamento mucho más poderoso, apto para usar durante varios días”. Con este procedimiento repetiremos las tomas con mayor frecuencia y alcanzaremos una mejoría más rápidamente, siempre que cambiemos el grado de potencia. Para evitar confusiones nos dice en la nota 132: “Lo que he dicho en la 5ª edición del Órganon, en una larga nota a este parágrafo y con la finalidad de prevenir tales reacciones indeseables de la energía vital era todo cuanto mi experiencia había justificado hasta entonces. No obstante, durante los últimos 4 o 5 años todas esas dificultades han sido completamente solucionadas por mi método, diferente a la par que perfeccionado. La misma medicina que fue seleccionada cuidadosamente puede ahora ser dada diariamente y durante meses, si fuera necesario, de este modo: una vez que el grado inferior de potencia haya sido usado durante una o dos semanas en el tratamiento de la enfermedad crónica, del mismo modo se avanzará hacia graduaciones superiores (comenzando con el uso de los grados inferiores de acuerdo al nuevo método de dinamización que aquí se enseña)” Se usa un determinado grado de potencia (comenzando por los inferiores) fraccionado en tomas sucesivas durante una a dos semanas de acuerdo con el nuevo método de dinamización que veremos a continuación. En el Parágrafo 269 y en la Nota 146 nos dice cómo desarrollar el poder medicinal de las sustancias por medio de la trituración y sucusión (dinamización o potenciación) con el empleo de un vehículo indiferente en determinadas proporciones. La sustancia desarrolla así, por trituración y agitación de la solución que la contiene, su potencial dinámico curativo ( Nota 147) El poder medicinal se desarrolla por acción mecánica, restregando y sacudiendo con el concurso de una sustancia indiferente, líquida o árida, que separa las partículas de la citada sustancia. Este es el proceso de dinamización o potenciación y de él resultan las dinamizaciones o potencias en sus diferentes grados. Estas potencias (Nota 149) no son meras diluciones, hay en ellas una disociación de la sustancia material, una liberación de energías submoleculares que la nueva física nos desvelará, energías que están detrás de las propiedades curativas. La dilución por sí misma no desarrolla las propiedades curativas de las sustancias. En el Parágrafo 270 explica, detenidamente, el proceso para elaborar las potencias en sus diferentes grados y como desarrollar este nuevo método, la escala LM o cincuentamilesimal. En este parágrafo y en la Nota 150 está la farmacotecnia de esta escala de potenciación y a sus indicaciones nos debemos remitir. En la Nota 155 señala el objetivo que se había propuesto, que no es otro que desarrollar un nuevo método de dinamización para conseguir medicinas más potentes y sin embargo de acción más suave y explícitamente nos dice que por este método se logran medicinas con "el más elevado desarrollo de poder y la acción más suave, pese a lo cual, si se las ha escogido atinadamente, alcanzan con su acción curativa a todas las partes afectadas". Y en la Nota 156 “...La acción de la preparación así lograda acusa máximo poder y la mayor suavidad, es la más perfeccionada...la parte material de la medicina es reducida en 50.000 veces con cada grado de dinamización y, pese a ello y por increíble que resulte, ha aumentado su poder,...la parte material por obra de tales dinamizaciones se ha disuelto finalmente en su esencia individual”. Y este nuevo método de dinamización es el que nos acerca a la consecución de los medicamentos “casi perfectos”, potentes, suaves y eficaces. En cuanto a la repetición de la dosis dice en el parágrafo 247: “Carece de sentido repetir las mismas dosis del remedio sin haberla variado, peor aún repetirlo con frecuencia. El principio vital no acepta tales dosis sin variación y las resiste, o sea que se manifiestan otros síntomas de la medicina diferentes de aquellos que son similares a la enfermedad por curar, debido a que la dosis anterior ya había cumplido el cambio que se esperaba sobre el principio vital y una segunda dosis, sin cambio alguno y similar dinámicamente, ya no encuentra a la fuerza vital en iguales condiciones. Pero si la dosis subsiguiente fuera modificada ligeramente cada vez, fuera “potentizada” algo más (p.269-270) entonces el principio vital podría ser alterado sin dificultad por la misma medicina (lo que equivale a disminuir la sensación de la enfermedad natural) y así se aproximaría la curación”(133). Nota 133: “No se debe permitir que el paciente tome una segunda o una tercera dosis, en seco, de la medicina homeopática así fuere la mejor seleccionada, por ejemplo un glóbulo de la misma potencia que fue beneficiosa en un principio. De igual manera, si la medicina fue disuelta en agua y la primera dosis resultó ser benéfica, una segunda o tercera dosis o también una dosis más pequeña extraída del frasco sin haberlo agitado –aún mediando un intervalo de varios días- no será benéfica aunque la preparación original hubiera sido “potentizada” mediante diez sucusiones o, como he sugerido posteriormente, con solo dos sucusiones, a fin de obviar esta desventaja y ello de acuerdo a razones expuestas. Pero mediante la modificación de cada dosis en su grado de dinamización, como aquí enseño, se evita todo perjuicio aún cuando se repitan las dosis con mayor frecuencia y aún cuando el medicamento resultare muy “potentizado” a causa de tantas sucusiones. Pareciera como si el remedio homeopático mejor seleccionado fuera capaz de extraer el desorden mórbido que afecta a la fuerza vital y tratándose de enfermedades crónicas extinguirlas, únicamente si se le emplea en varias formas diferentes”. En este parágrafo nos dice de manera explícita que no podemos repetir el remedio sin cambio en la dinamización o potenciación, lo que lograremos por medio de la sucusión antes de cada toma del remedio disuelto en agua. Nunca debemos dar una dosis repetida en seco, nunca sin cambio en el grado de potencia. Y en el 248: “Con tal propósito “potenciamos” de nuevo a la solución (Nota 134) medicinal (con unas 8, 10 ó 12 sucusiones) de la cual damos al paciente una o varias dosis (aumentando gradualmente) de cucharadas de las de té, llenas; en enfermedades que se prolongan diariamente o cada segundo día; en enfermedades agudas cada dos a seis horas y en casos muy urgentes cada hora o más frecuentemente. Así, en las enfermedades crónicas, toda medicina homeopática elegida correctamente, aún aquellas cuya acción es de larga duración, puede ser repetida diariamente durante meses con beneficio creciente. Si la solución ha quedado consumida (al cabo de 7 a 15 días) es necesario agregar a la próxima solución de la misma medicina, de seguir siendo ella la indicada, uno o varios glóbulos (esto último muy raramente) de una potencia más alta, con la cual continuaremos mientras el paciente experimente mejoría y en tanto no experimente un malestar que jamás haya tenido. Porque si esto ocurriere, si el cuadro de la enfermedad apareciere dentro de un grupo de síntomas alterados, entonces se debería seleccionar otra medicina mejor relacionada que la anterior y administrarla en las mismas dosis repetidas cuidando, no obstante, de modificar la solución de cada dosis con sucusiones firmes y vigorosas, aumentando así, en algo, su grado de potencia...” Nota 134: "(La solución medicinal) Preparada con 40, 30, 15 u 8 cucharadas soperas de agua con la adición de algo de alcohol o un trocito de carbón de leña a fin de preservarlo; si se usare este último será suspendido dentro del frasco por medio de un cordel para poder quitarlo cuando el frasco sea sometido a sucusiones. Puede facilitarse la preparación de la solución de un glóbulo medicinal (y raramente será necesario usar más de un glóbulo) de una medicina bien potenciada dentro de una cantidad mayor de agua, preparando una solución de solamente 7 a 8 cucharadas soperas de agua y después de una consumada sucusión del frasco que la contiene extraer de él el contenido de una cucharada sopera y verterlo en un vaso de agua (que contenga de siete a ocho cucharadas), remover bien este contenido y después dar una dosis al paciente. Si éste estuviera inusualmente excitado o fuere muy sensitivo, una cucharada de té de esta solución podrá ser vertida en un segundo vaso de agua, revuelto bien éste contenido y darle dosis de una o más cucharadas de las de té. Hay pacientes con sensibilidad tan extrema como para que pueda ser necesario preparar, mediante igual proceder, un tercer frasco y hasta un cuarto. Cada vaso preparado de este modo debe ser renovado diariamente. Al glóbulo de mucha potencia es preferible triturarlo en unos pocos granos de azúcar de leche que el paciente podrá poner luego en el frasco para que sea disuelto en la cantidad de agua requerida." Podemos hacer la solución medicinal con un glóbulo disuelto en una cantidad variable de agua, con 40, 30, 20, 15 u 8 cucharadas de agua, añadiendo alcohol o carbón de leña para preservarla, lo que representa de 400 a 80 cc de agua, si tenemos en cuenta que aproximadamente una cucharada tiene 10 cc. Suponemos que la diferente cantidad de la solución se hará en función de las veces que necesitaremos administrar el remedio al enfermo. Después de 8, 10 ó 12 sucusiones le damos al paciente una cucharada (o varias) de las de té. En casos agudos cada dos a seis horas, si el caso es muy urgente cada hora o más frecuentemente. En enfermedades crónicas o prolongadas cada día o cada segundo día. Para pacientes sensibles disolvemos un glóbulo en menor cantidad de agua (de 7 a 8 cucharadas soperas) para hacer la solución primera, y después de las sucusiones extraemos una cucharada sopera y la echamos en un vaso de agua (que contenga de siete a ocho cucharadas) removemos bien el contenido y damos una dosis de una o dos cucharadas de las de té. Con la frecuencia que corresponda según su dolencia. Si el paciente fuera muy sensible podemos echar una cucharada de té del primer vaso a un segundo vaso y después de remover bien dar una cucharada de té de éste segundo al paciente. Hay pacientes que pueden llegar a necesitar la dilución en un tercero o un cuarto vaso. Cada vaso se prepara diariamente sucusionando previamente el frasco que tiene la poción medicinal. Cuando la solución queda consumida, o en un plazo de 7 a 15 días, se prepara una nueva con un glóbulo de una potencia más alta. Todas las recomendaciones han sido explicadas. Qué escala de potencia (LM) y cómo debemos administrar las dosis, cantidad y frecuencia. La variación de dosis y frecuencia adecuada a la diferente condición de la enfermedad sea ésta aguda o crónica. Cómo preparar las soluciones medicinales, como preservarlas. Cuando debemos cambiar la potencia. Hahnemann nos legó un depurado y experimentado método. Podemos servirnos de su experiencia o no. Nuestro punto de partida podría ser su síntesis final, el uso y perfeccionamiento, a través de nuestra experiencia, de la escala cincuentamilesimal o LM.
Nota: En el texto, cuando se hace referencia a Párrafo se refiere a los párrafos del Tratado de Enfermedades Crónicas numerados así en la Segunda Edición de la traducción y revisión de dicha obra editada por la Academia de Homeopatía de Asturias en el año 2005. Por el contrario, cuando se citan Parágrafos en negrita se refiere a los parágrafos del Órganon Sexta Edición.
Bibliografía: I. I. González-Carbajal García. Bases Teóricas y aplicación práctica de las Potencias LM. AHA 2005 II. S. Hahnemann. Tratado de Enfermedades Crónicas. Academia de Homeopatía de Asturias Segunda Edición 2005 III. S. Hahnemann. Las Enfermedades Crónicas, su naturaleza peculiar y su curación homeopática. Ediciones Tomas Pablo Paschero, 1999. IV. S. Hahenamnn. Órganon de la Medicina. 6ª Edición. Editorial Porrúa, 1996.
Referencias: [1] Inmaculada González-Carbajal (2005): Bases Teóricas y Aplicación Práctica de las Potencias LM, Oviedo: A.H.A, pp. 23-24. [2] S. Hahnemann (1986): Órganon de la Medicina, 6ª edición, traducida por J.C. Torrent, México, p. 77.
Autor: Dr. José Eugenio López García - Academia de Homeopatía de Asturias - Email: mailto:meugenlogar@yahoo.es
Ponencia presentada en el II Congreso Nacional de Homeopatía. Tenerife, 28 Abril a 1 Mayo de 2006.
Publicado en la Revista Española de Homeopatía, primavera 2007. 19: 18-26.

No hay comentarios:

Publicar un comentario