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Las aportaciones de Masi Elizalde


Las aportaciones de Masi Elizalde a la Homeopatía pueden resumirse esquemáticamente así:
1-    Adopción del esquema antropológico tomista como marco de referencia para la mejor comprensión del hombre hahnemanniano sano y enfermo. Básicamente la adopción del concepto de “compuesto sustancial” y todo lo que ello implica.
2-    Dinámica miasmática
3-    Metodología para el estudio de la materia médica.


  1. EL ESQUEMA ANTROPOLÓGICO TOMISTA

A lo largo de su artículo Concepto de enfermedad y curación[1] Masi explica y argumenta su convicción de que el esquema antropológico que Hahnemann sustentaba era el mismo que sustenta la filosofía escolástica, en particular Santo Tomás de Aquino. En primer lugar, la idea de que el hombre es un compuesto sustancial, es decir que sus principios constituyentes (alma racional y cuerpo físico) conforman una nueva realidad (hombre) que no es el resultado de la mera aposición, mezcla o amalgama de los anteriores. Esta noción de compuesto sustancial es la base y fundamento antropológico del concepto psicosomático de enfermedad y curación, propio de la homeopatía.

También que el hombre, degradado por el Pecado Original, ha perdido su privilegiada posición edénica, sufriendo un merma en su naturaleza. En la actual situación el hombre sufre en la profundidad de su inconsciente el dolor de lo perdido. (A esta profunda sensación la llama psora primaria.)[2]

Ese dolor, dice Masi, se argumenta de manera general, como se aprecia en las patogenesias tomadas en su conjunto o en los síntomas de consulta tomados en su conjunto, en unos temas fundamentales, los núcleos,  que recuerdan intensamente el drama de la Caída tal y como se relata en el Génesis:
Núcleo de la transgresión, la falta o la culpa.
Núcleo de la pérdida y el sufrimiento.
Núcleo del recuerdo y la nostalgia.
Núcleo del temor al castigo
Núcleo de la disculpa y la justificación.
Pero cuál sea la naturaleza de esa falta en un caso particular está por determinar para cada medicamento y para cada paciente. De manera que en cada medicamento y en cada enfermo encontraremos de manera más o menos evidente los citados núcleos, argumentados de diversas maneras de acuerdo a la temática particular.
2. DINÁMICA MIASMÁTICA
El concepto de dinámica miasmática es muy sencillo: para Masi los miasmas no son entidades independientes, sino sólo aspectos distintos del sufrimiento, tendencias morbosas, actitudes reactivas. La psora es la única enfermedad, siendo sycosis ysyphilis únicamente modos equivocados de defensa ante el sufrimiento psórico. Estas defensas que se producen en clave de hipertrofia o de destrucción lo mismo en el plano físico que en el psíquico, componen, con el sufrimiento original (psora) un triángulo dinámico cuya comprensión permite, no sólo explicar la sintomatología conocida, sino también “predecir” actitudes que, no apareciendo en la patogenesia (porque las patogenesias son necesariamente limitadas), deben corresponder dinámicamente a lo que sí aparece. Así, si en una patogenesia encontramos síntomas que muestran un gran apego a la riqueza, al dinero, que calificamos de “sycosica”, habremos de admitir que la psora correspondiente a esa sycosis será la del temor de la pobreza, y en syphilis debemos adelantar el hallazgo de una liberalidad desordenada; todo lo cual, naturalmente debe ser confirmado por la clínica. En los medicamentos bien experimentados siempre se encuentran, más o menos desarrolladas, las tres tendencias morbosas (miasmáticas), y sin excepción se corresponden matemáticamente en sus argumentos.
3. METODOLOGÍA PARA EL ESTUDIO DE LA MATERIA MÉDICA
a) La organización de material patogenético
El material patogenético (igual que el clínico) puede organizarse, con vistas a su mejor comprensión, de muy diversas maneras.
-  En primer lugar tenemos el protocolo patogenético, en el que los síntomas aparecen agrupados por experimentadores y ordenados según el momento de su aparición.
-  Hahnemann y sus seguidores no conservaron las patogenesias según los protocolos originales, es decir, los síntomas en su orden de aparición, sino que los redistribuyeron por órganos y sistemas. Esta es ya una primera manipulación que algunos autores han considerado como muy grave, aunque a nosotros no nos lo parece porque creemos que tal distribución ayuda al estudio de la materia médica, y facilita su comparación con los síntomas de la clínica que también solemos recoger por órganos y sistemas.
-  También podemos reagrupar los síntomas, dentro de cada órgano o sistema, por orden alfabético. De ahí los repertorios.
-  Otros autores seleccionan, entre los síntomas patogenéticos, aquellos grupos de síntomas que recuerdan los síndromes de la patología y tratan de establecer la semejanza entre dichos grupos de síntomas y los mencionados síndromes.
-  Finalmente algunos seleccionan, tanto en el paciente como en las enfermedades, grupos de síntomas de acuerdo a su matiz miasmático y establecen la semejanza entre ambos según  determinadas series numéricas.
Ninguno de estos hace especulaciones metafísicas a propósito de la esencia íntima de las enfermedades. Ninguno inventa los síntomas de las patogenesias o del paciente. Todos dicen, y es un hecho cierto, estar aplicando el principio de semejanza. Cada uno de ellos ha utilizado un método para organizar los síntomas de las patogenesias y los síntomas de la clínica de manera que puedan ser comparados entre sí. Todos tratan de cumplir la ley.
En el método de Masi los síntomas se toman de las patogenesias, y se comparan con los de la enfermedad, pero cuando estos síntomas se organizan para su mejor comprensión, no se hace por orden cronológico, ni alfabético, ni sistémico, ni sindrómico, ni por series miasmáticas, ya que los miasmas[3] no son algo estático, sino que se agrupan por temas.
No obstante, Masi y su metodología han sufrido permanentes ataques que, como suele ocurrir, no se centran en los verdaderos errores que pueda haber en sus planteamientos sino precisamente en lo contrario, en lo que es incuestionable: se le acusa de especular en el vacío, de ignorar los hechos, los síntomas. Pero lo cierto es que los síntomas, tanto patogenéticos como clínicos, están en el centro de toda la reflexión, no hay forma de escapar de ellos (ni siquiera hacia la clínica convencional). Constituyen el núcleo de cada fase metodológica, se los estudia desde diferentes puntos de vista: antropológico, simbólico, lingüístico, y es preciso volver a ellos una y otra vez.
Si miráis con detenimiento las materias médicas puras veréis, ¡ay!, con dolor que son un verdadero galimatías, un inventario interminable de síntomas que, salvo unos pocos, se parecen terriblemente entre sí, de tal manera que tras varias páginas de lectura es prácticamente imposible para una mente normal recordar lo que ha leído. No digamos nada si nos adentramos sucesivamente en las páginas de varios remedios distintos. Esta circunstancia vuelve muy difícil la práctica de la homeopatía, y es lo que ha inducido a los distintos autores a intentar reagrupar el material de las distintas maneras que hemos visto anteriormente.
Pues bien, si seguimos mirando con atención esos listados de síntomas patogenéticos, observaremos la recurrencia de ciertos temas, de ciertos argumentos. No me extenderé en este punto que sólo la experiencia mostrará al lector con toda claridad. Así pues, sabemos que los síntomas de una patogenesia suelen mostrar una inusitada tolerancia a ser agrupados en temas, y también sabemos que estos temas suelen ser coherentes, guardar cierta relación entre ellos. Por consiguiente, aquí existe ya un principio de orden que como digo no es cronológico ni alfabético ni anatómico, sino que es temático.
Así, el primer paso en la metodología de Masi para el estudio de las patogenesias es establecer en lo posible un orden temático. Este orden temático no invalida los anteriores. Sólo es un nuevo modo, un modo más de organizar los síntomas. Esto permite, como digo, un principio de comprensión que es coherente con la condición racional del médico y del paciente. Vemos así que el sufrimiento humano se estructura alrededor de determinados argumentos, que se configura argumentadamente. Cada persona (y cada medicamento) muestra un determinado número de temas, siempre los mismos. Esto se refleja en el refranero popular con la frase “cada loco con su tema”. Somos así y es perfectamente razonable que esa condición de recurrencia en ciertos temas, a la que estamos naturalmente inclinados, se refleje en la manifestación de nuestra enfermedad.
Este hallazgo nos permite un nuevo modo de establecer la relación de semejanza, abriendo la posibilidad de valorar ciertas argumentaciones existenciales características del paciente que, no correspondiendo a un síntoma concreto de la materia médica o del Repertorio, no nos era dado utilizar anteriormente para la prescripción.
Así, un paciente nos habla de su necesidad de bastarse a sí  mismo, de lo horrible que sería estar imposibilitado y depender de los demás, y esto lo relaciona con cada uno de sus síntomas,  con sus deseos, con sus proyectos, y sentimos que eso es más importante que un mero síntoma porque impregna toda la vida del paciente. Otros insisten en temas tales como el amor, la muerte, el dinero, el servicio a los demás, la enfermedad, la seguridad, y estos temas cobran un importancia tal que de ninguna manera podrían ser considerados como meros síntomas. Por lo demás, en muchas ocasiones no hay modo de incluirlos en una repertorización al uso.
En los medicamentos encontramos los mismos temas, y en ocasiones con la misma importancia. Esto requiere establecer, como se ha dicho, un nuevo tipo de similitud.
b) La relación entre los temas
Los temas que hallamos en un medicamento pueden ser aparentemente inconexos, pero un estudio más detallado suele mostrar que están relacionados entre sí, resumiendo a menudo uno de ellos, por así decir, la esencia del remedio.
En algún momento de todo este estudio vislumbramos un sufrimiento nuclear que podría explicar toda la patogenesia, y que en sí mismo es inexplicable. A este sufrimiento básico, del que toda la enfermedad va a depender se le llama, en la metodología de Masi, “psora primaria”. También me excusaré de abundar en este tema dado que por otro lado será inexcusable su demostración práctica. Y es aquí donde empezamos a tomar contacto con la antropología tradicional, la antropología escolástica. Para Santo Tomás, la naturaleza humana está mermada, caída. Esta merma, este déficit proviene del  Pecado Original, un acto en el que el hombre, envidiando la naturaleza divina, quiso compararse a Dios, ser como Dios. A partir de ese momento toda la estructura psíquica y orgánica del hombre se vio comprometida, sobrevino el imperativo de la muerte y por lo tanto el de la enfermedad. Y ese acontecimiento radical (por más que simbólico), origen de lo que Masi llama psora primaria se manifiesta, como corresponde a la ortodoxia hahnemanniana, en una sensación que por lo que sabemos se refiere básicamente a una pérdida, a una minusvalía. La sensación de no ser feliz, la sensación de no ser querido, la sensación de no ser comprendido, la  sensación de la proximidad de la muerte, la sensación de ser injustamente tratado, etc.
Masi propone comparar la psora primaria con alguno de los aspectos del relato del Génesis y establecer (simbólicamente) con qué aspecto de la Divinidad se ha querido comparar ese individuo representado en la patogenesia, o en su caso el paciente. A esto es a lo que llama el drama metafísico. Adán quiso compararse con la totalidad de la naturaleza divina, pero cada hombre en particular (o cada medicamento) no tiene tanta capacidad, y se compara únicamente con un aspecto de ésta.
La confrontación entre la naturaleza divina y la humana puede parecer un poco fantástica, pero verdaderamente constituye, desde una perspectiva simbólica, el meollo del drama humano. Hay que pensar en ello sin prejuicios. Más allá de esto, en un terreno meramente práctico, la necesidad de dicha comparación para descifrar el daño, el sufrimiento que supone el drama metafísico, nos obliga al estudio de la teología y de la antropología.
De Dios nada sabemos, salvo que es. Lo que de Él predicamos se lo atribuimos, por eso decimos que son atributos: atributos divinos. Del hombre conocemos sus capacidades. Estas capacidades no siempre se realizan, no siempre están en acto. Por eso las llamamos potencias.
Entre las potencias del hombre y los atributos de Dios no existe sólo una diferencia de grado, sino por encima de todo una diferencia cualitativa: en el hombre se da el movimiento, los mejores logros del hombre requieren una actualización de sus potencias, un cambio, un gasto, un devenir. En Dios todo es acto, sea cual sea el atributo al que nos refiramos está presente en grado sumo sin un antes ni un después, no hay nada que deba ser desarrollado, perfeccionado, o meramente realizado, en Dios no hay devenir, es acto puro. Por eso, el intento del hombre de alcanzar por sus medios la naturaleza divina puede considerarse una locura, una falta de previsión[4]. Y sin embargo es eso precisamente lo que ocurre en cada momento de nuestras vidas.
Adquirir un mínimo de nociones escolásticas sobre los atributos divinos y las potencias humanas requiere un esfuerzo. Es esto lo que ha desanimado a muchos de los que se han interesado por las ideas de Masi. Algunos de éstos proponen un método abreviado, a saber, tomar los temas de la patogenesia y los temas del paciente, y simplemente establecer la posible semejanza entre unos y otros, con lo que obtendríamos todas las ventajas del método sin tanto trabajo. Sin embargo, los temas tal y como los obtenemos de las patogenesias no siempre son útiles, pueden ser equivocados, una simple fantasía del que investiga, una mera coincidencia de algunas palabras. Para que estos temas puedan ser utilizados como elementos de comparación en una homeopatía tan profunda, deben adquirir significado antropológico, deben poder integrarse dentro de una visión del hombre en su drama. No pocas veces he visto a principiantes (y no tan principiantes) enumerar en el estudio de una patogenesia temas sin la menor utilidad y sin el menor sentido. Tal vez una persona que haya profundizado algo más en la naturaleza humana pueda, de entrada, elegir los temas adecuadamente, pero siempre necesitará situarlos en el terreno en el cual el sufrimiento se genera, el hombre en el mundo, para adquirir su últimos significados; quedarse en la superficialidad del enunciado de los temas, por muy bien elegidos que éstos resulten, comporta el mismo peligro que quedarse en el enunciado de los síntomas, a saber que, llegado el decisivo momento de la consulta, el paciente no nos los diga con las palabras con que nosotros los hemos formulado, y no podamos entenderlo.
Una vez establecida la hipótesis de cuál puede ser el drama metafísico que resume el sufrimiento de tal determinado remedio, nos aguarda el trabajo de explicar, con base en esa hipótesis, todos y cada uno de los temas y todos y cada uno de los síntomas significativos del remedio. Para esta tarea nos ayudamos de los conocimientos a los que podamos recurrir, especialmente la simbología, la lingüística y la sabiduría popular, todo ello en el marco de la antropología escolástica, naturalmente. Si la hipótesis es acertada, debe poder explicar a plena satisfacción de cualquiera la totalidad de la patogenesia. La experiencia demuestra que estas explicaciones adquieren tal grado de evidencia que suele arrancar exclamaciones de asombro y alguna que otra risa nerviosa.
Ahora tenemos unos temas, que generalmente son muy pocos, en ocasiones sólo uno, tenemos un hipótesis sobre cuál ha podido ser el sufrimiento básico manifestado en la patogenesia, y que es de índole metafísica[5], y hemos podido explicar con dicha hipótesis la totalidad de la patogenesia, dinámica miasmática incluida. Debemos pues comprobar su utilidad clínica. Para ello será necesario que con los síntomas del paciente realicemos un trabajo análogo hasta que podamos descubrir en su sufrimiento un significado central que explique todo lo demás y que sea semejante al significado que exhibe un determinado medicamento. Generalmente si ello es posible, también lo será establecer la semejanza de los síntomas, y podremos hacer la prescripción con todas las garantías: semejanza de los síntomas repertorizables, semejanza de los temas y semejanza del drama metafísico, del núcleo de sufrimiento, de la psora primaria. Siguiendo un caso así podremos verificar que la curación comporta, además de la desaparición del cuadro clínico que trajo al paciente a la consulta, la desaparición también de ese sufrimiento radical que (como hipótesis) habíamos establecido en la base de todo el edificio morboso.

[1] Alfonso Masi Elizalde. Concepto de enfermedad y curación. Actas del Instituto Internacional de Altos Estudios Homeopáticos “James Tyler Kent”. Nº 1 al 7.
[2] Huelga decir que, en esta imputación de la enfermedad al Pecado Original, Masi no hace (como él mismo lo señala) sino ponerse a la cola de una larguísima tradición religiosa, filosófica y médica, que también han compartido explícitamente, como no podía ser de otro modo, muchos de los grandes clásicos de la homeopatía. Por otra parte, desde un punto de vista puramente clínico, el concepto de psora primariaconstituye el núcleo de la comprensión de la enfermedad psicosomática. La expresión “psora primaria” es original de Masi y, al contrario de lo que algunos piensan, jamás fue utilizada por Hahnemann. Denomina una profunda sensación de sufrimiento, una angustia sin referencias, un desasosiego casi inconsciente, que el método puede, hasta cierto punto, objetivar y relacionarlo con  el conjunto de la enfermedad, reconociéndolo como su causa.
[3] Las relación del autor con el concepto hahnemanniano de “miasma crónico” se ha deteriorado mucho en los últimos años. A este respecto, cfr. Fundamentos de nosología homeopática. Dilema, 2004. “Los errores de Hahnemann en la teoría de los miasmas crónicos”, pp. 237-245.
[4] Al hilo del concepto de “imprevisión” “imprudencia”, es dado recordar que un drama análogo queda recogido en el mito de Prometeo y Epimeteo.
[5] El drama metafísico representa, en última instancia, una equivocada relación del hombre con Dios. Hablando con propiedad, desde el punto de vista de Masi (que es un punto de vista religioso) debería llamarse “drama espiritual”.


Autor: Dr. Emilio Morales.

Vaccination and Homeopathy


Introduction
Vaccination presents a difficult choice. On one hand it is aimed to prevent serious diseases whose mere names terrifiy us, like polio or tetanus; on the other hand we tend to instinctively reject the idea of injecting young babies with pathological material. In 1796 Jenner tried his vaccine against smallpox and in 1799 Hahnemann used homoeopathic Belladonna as a preventive for Scarlet fever. Conventional medicine followed efforts to prevent disease in a manner similar to that used by Edward Jenner. Due to lack of systematic studies, homoeoprophylaxis was never established as a scientific and effective method of disease prevention.
The adverse effects of injecting ‘live’ bacteria and viruses are evident, but due to the huge government support and lack of other alternatives, the experimental work on vaccination continued. Later vaccination attempts were with killed pathogens. Nowadays vaccines are ‘attenuated’ or consist only of ‘antigenic proteins’. But even then, adverse reactions to conventional vaccines are not rare and efficacy of many vaccines is still questioned.
The National Vaccine Information Center (NVIC), in Adverse Effects of Vaccines: Evidence and Causality,reviewed by the Institute of Medicine Committee reported that more than 1,000 vaccines studies foundconvincing evidence of 14 health outcomes — including seizures, inflammation of the brain and fainting — that can be caused by certain vaccines. The Institute of Medicine admitted, “Vaccines are not free from side effects, or “adverse effects”. For the majority (135) of potential vaccine-related side effects reviewed, there was inadequate evidence to conclude whether or not vaccines caused the side effect.
In the last few decades, there has been a dramatic resurgence of homoeopathy around the world. This growth with increasing awareness about the bad effects of conventional vaccination has prompted many people to look for alternatives to conventional vaccination.

 Burnett & his vaccinosis

Burnett was the first Homoeopath to forcefully warned against the dangers of vaccination. He believed that vaccination generated a state of disease, not that of the disease intended to be protected against, but rather a similar low chronic state of ill health; a contracted miasm.
He argued that vaccination, as practiced by Pasteur and Jenner using material doses will eventually end in disaster, because it is temporary protection. It does not individualize the dose to the strength of individual and it brings long term chronic consequences.  Burnett warned against the reaction of individuals to particular vaccines on the basis of individual susceptibility back in 1884. In a recent report in August 2011 of IOM in review of adverse effects of vaccine, they clearly mention under the heading of susceptibility that ‘individuals with certain characteristics are more likely to suffer from cer­tain adverse effects from particular immunizations’. Modern medicine is late to actually realize the importance of individual characteristics for evaluating the adverse events of vaccination.
Burnett also noted that vaccination actually increases the mortality rate, because in addition to the vaccinosis incurred, if a person also catches the disease prophylaxis was intended to prevent, he or she is more likely to die from the disease than if had just caught the disease without vaccination.  Neil Z Miller and Gary S Goldman in their research published in Human and experimental toxicology found the positive correlation between the number of vaccine doses in the first year of life and increasing Infant mortality rates (IMRs)of a nation. The US childhood immunization schedule specifies 26 vaccine doses for infants aged less than 1 year—the most in the world—yet 33 nations have lower IMRs. The author concludes with a note ‘A closer inspection of correlations between vaccine doses, biochemical or synergistic toxicity, and IMRs, is essential’.
What Burnett said in the 18th century and what research reflects currently about adverse effects of vaccination is similar. We must think twice before denying facts in the present situation.

Concept of prevention of disease in Homoeopathy
Even before the field of bacteriology originated, Dr. Hahnemann advised immunization during pregnancy in footnote 164 for aphorism 284 of Organon of Medicine, 6th edition he directs to administer Sulphur during the first pregnancy, in order to protect the fetus from psora. He also mentions that such mothers give birth to children usually healthier and stronger.
The homoeopathic approach to epidemic diseases in general was first employed by Hahnemann in 1799, during an extensive scarlet fever epidemic in the province of Saxony. The principal remedy, which corresponded to the genus epidemicus (the main characteristics of the outbreak as a whole), was then given prophylactically to people exposed to the disease, and also to the patients in early stages of illness–before the critical point, when other remedies would sometimes be needed, was reached. The results were quite dramatic. Those so treated either did not get sick at all or suffered much milder illnesses, on the whole, than their compatriots who were not treated or who received the drugs and other heroic measures in standard practice at the time.
“What will cure a disease according to the law of similars will also prevent that same disease.”
Hahnemann mentioned in ‘on proposed remedy for Hydrophobia’ in his lesser writings, that ‘In like manner there cannot be any prophylactic of hydrophobia that does not prove itself to be at the same time a really efficacious remedy for the fully developed hydrophobia’.
Dr. Boenninghausen clearly wrote about preventive medicines in his lesser writings in a chapter on prevention of cholera, ‘Of course, these are and can be only such remedies as are able to cure the disease after it has broken out, which indeed is the first and most necessary requisite of all prophylactics, and without which they would not deserve the least confidence’.
Since the early years of development of Homoeopathy the concept of prevention of disease was clear in Hahnemann mind. Now we are using it with more confidence and we have evidence to prove it to the scientific world.  Homoeopathic medicines can serve as the best preventives as well as curative for any epidemic disease.

Current literature on Homoeoprophylaxis
‘Prevention is better than cure’
Homoeopathy offers a unique perspective on the treatment and prevention of contagious diseases. Rather than aiming treatment at removal of the offending pathogen, homoeopathy focuses on treating the susceptibility of the individual. With reduction in susceptibility, disease naturally goes away. If an individual susceptibility is treated prior to exposure, the disease will have less impact. The best preventive treatment is constitutional treatment.
Kate Birch in her book on vaccine free prevention of infectious contagious diseases with homoeopathy mentions ‘Preventive remedies could be the nosode of that disease, the nosode of miasmatically related diseases or medicines prescribed on a constitutional basis. Administration of the nosode of particular diseases delivers an energetic form of the disease which is more effective in addressing the underlying susceptibility to the disease and effecting prevention without introducing actual harmful germs or incurring the negative side effects of vaccination. This power of the nosode is proved in a recent study conducted in Cuba for prevention of Leptospirosis using the strains of the causative bacteria as a Nosode for prevention.
  • Leptospirosis epidemic control
Cuba goes through a yearly cycle of a Leptospirosis epidemic, especially after the hurricanes flood the countryside and water pollution reaches its height. Many people are left homeless, flooded out and under the stress of a disaster situation.
A homeoprophylactic formulation was prepared from dilutions of four circulating strains of Leptospirosis. This formulation was administered orally to 2.3 million people at high risk for epidemic in a region affected by natural disaster. The data from surveillance were used to measure the impact of the intervention by comparing with historical trends and non-intervention regions. After the homeoprophylactic intervention, a significant decrease of the disease incidence was observed in the intervention region. No such modifications were observed in non-intervention regions.
An study was published in the international journal ‘Homeopathy’ (2010) which concluded that the homeoprophylactic approach was associated with a large reduction of disease incidence and control of the epidemicThe results suggest the use of HP as a feasible tool for epidemic control, further research is warranted.
  • Prevention of Japanese encephalitis  with miasmatic prescription
A study was conducted by the Government of Andhra Pradesh from 1999 to 2004. This project was named B.C.T, as prophylactic drugs, Belladonna 200 on 1st ,2nd , and 3rd  day one dose each, Calcarea carb 200 on 10th day and Tuberculinum 10M on 25th day were administered in phase manner to all children between the age of 0 -15 in the month of August every year for three consecutive years.
Symptoms similarity, complementary relationship, virulence and underlying miasm were taken into consideration for selection of medicines. After its commencement in 1999 the mortality and morbidity rates of J.E. fell drastically. 343 cases were reported in 2000 with 72 deaths; In 2001 only 30 cases with 4 deaths; in 2002 only 18 cases but no deaths; In 2003 and 2004 no cases were recorded.
  • In-Vitro study on prevention of JE with Belladonna
The in-vitro study was aimed at assessing the prophylactic action of Belladonna in Homoeopathic potencies on Chorioallantoic Membrane (CAM) of chick embryo infected with JE virus. A study published in 2010 in theAmerican Journal of Infectious Diseases by researchers of Kolkata’s School of Tropical Medicine and the Central Council for Research in Homeopathy (CCRH) showed that the homeopathic medicine Belladonna prevented infection in chick embryos infected with the Japanese Encephalitis virus. The study showed significant decrease in the viral load when treated with Belladonna in different potencies, in comparison to placebo.
In 1974, during an outbreak of Meningococcal disease in Brazil, 18,640 children were protected homeopathically against Meningococcal infection, and 6,340 were not. The following results were obtained:
18,640 protected homeopathically – 4 cases of Meningococcal infection.
6,340 not protected – 32 cases of Meningococcal infection.
Based on the infection (attack) rate in the unprotected group, 94 cases of infection would have been expected in the homeopathically protected group. Instead, there were only four cases of Meningococcal infection, showing that the homeopathic option was 95% effective against Meningococcal disease.
The results of the first study led to the Brazilian government funding a larger study in 1998. It was conducted by two Professors of Medicine from the University Foundation in Blumenau, Brazil, and a Blumenau specialist physician and Health City Secretary.
A total of 65,826 people between the ages of 0-20 were protected homeopathically against Meningococcal disease while 23,532 were not. Over a 12 month period, the following results were obtained:
65,826 protected homeopathically – 4 cases of Meningococcal infection.
23,532 not protected – 20 cases of Meningococcal infection.
Based on the infection (attack) rate in the unprotected group, 58 cases of infection would have been expected in the homeopathically protected group. Instead, there were only four cases of Meningococcal infection. Statistical analysis showed that homeopathic protection offered 95% protection in the first six months and 91% protection over the year against Meningococcal disease.
  • Homoeoprophylaxis Research
In 1986, Australian homeopath Dr. Isaac Golden began a formal research study of homeopathic immunization. Over the course of 15 years, between 1988-2003, he gave homeopathic immunization against childhood diseases to 2342 children whose parents participated in his survey. He tabulated the survey responses, and found that the overall effectiveness of homeopathic immunization is 90.4%. Therefore, the effectiveness of homeopathic immunization is the same as, or in some cases even better than standard vaccinations. Unfortunately, neither homeopathic immunization nor standard vaccinations can offer 100% protection from a disease.
Between 2001-2004, Dr. Golden did a study of the relative safety of vaccination vs. homeopathic immunization. He surveyed parents of 781 children; some used vaccinations and some used homeopathic immunization. Dr. Golden found that children who received standard vaccination were 15 times more likely to get asthma, 7 times more likely to get eczema, and 2 times more likely to get allergies than those who used homeopathic immunization.

From the current literature it is evident that homoeoprophylaxis has the scientific data to progress in the future in the field of prevention of infectious diseases. Well designed rigorous clinical trials with good sample size exploring the efficacy of homoeopathic medicine in diseases like diphtheria, tetanus, pertussis is need by the profession. Presently conventional vaccination is dominant and mandatory by government policy for all the children. In this scenario Homoeopathy can serve people by assisting in neutralizing the bad effects of vaccination or vaccine injury. There are many drugs effective in vaccine injury.
  • Role of Homoeopathic Medicines  in Vaccine injury
Homoeopathic medicines were prescribed to strengthen the constitution, to remove the miasmatic influences and to recover from the bad effects of vaccination. Selection of medicine will depend upon the reaction of the individual to vaccination, his state of immunity and the patient’s present state of health.  The most commonly used medicine for bad effects of vaccination is Thuja, king of anti- sycotic remedies. It was used by Burnett for bad effects of vaccination (Smallpox) and he explored its effects in his book on vaccinosis through different case discussions.  Now in practice we are using Thuja, Silicea, Antim tart etc. successfully for bad effects of vaccination.

Thuja Occidentalis:
Thuja is indicated in 22 rubrics in different chapters in the “after vaccination” rubric in ‘Complete repertory’. It is indicated for symptoms after vaccination like anxiety; head pain; inflammation of eyes & conjunctiva; stomach pain; diarrhoea; asthma; emaciation of upper limb & paralysis of lower limb; suppuration of finger nails; felon paronyhia; swelling of shoulder & upper arm. In the Generalities chapter it is indicated for symptoms after smallpox vaccination; as prophylactic and in convulsion after vaccination. Because of this wide coverage of Thuja along with other remedies in our repertory, we have a powerful armamentarium in our hands to deal with vaccine injury.

Silicea:
Indicated in Scrofulous, rachitic children, with large head, open fontanelles and sutures, distended abdomen, slow in walking. For ill effects of vaccination. Symptoms of imperfect assimilation and consequent defective nutrition.

Antim Tart:
Indicated for bad effects of vaccination when Thuja fails and Silicea is not indicated.  Great sleepiness or irresistible inclination to sleep with nearly all complaints.  It has thickly coated tongue and desire for apples.  The child clings to those around; wants to be carried and doesn’t want to be touched.

Malandrinum:
An effective protection against small-pox and ill effects of vaccination.  Dry scaly itching; rhagades of hands and feet in cold weather and from washing.

Hypericum:
Indicated in injuries from needles, pins, splinters, from rat- bite. Prevents lock-jaw. Injury to the parts rich in sentient nerves, which are very painful. Nervous depression following wounds or surgical operations; removes bad effects of shock, of fright, of mesmerism.

Crotalus Horridus:
Indicated in diseases caused by a previous low state of the system. For dissecting wounds, insect stings, bad effects of vaccination. Malignant diphtheria or scaletina; edema or gangrene of fauces or tonsils.
Vaccination is always a controversial topic; we need to think in depth on the bad effects of conventional vaccination on the health of the child. Homoeopathy offers an option for disease prevention and cure.  There is scientific evidence in favour of homoeopathy for prevention of diseases. Detailed research in homoeoprophylaxis will show the positive path for the future.

References:
  1. Neil Z Miller and Gary S Goldman. Infant mortality rates regressed against number of vaccine doses routinely given: Is there a biochemical or synergistic toxicity? Human and Experimental Toxicology, 30(9) 1420–1428.
  2. Little Mountain Homeopathy, Vancouver, BC 604-677-7742  http://www.littlemountainhomeopathy.com
  3. Kate BirchVaccine free prevention and treatment of Infectious Contagious Disease with Homeopathy, 2008, B.Jain Publishers, New Delhi.
  4. Johann Loibner. Vaccination and Homoeopathy, 2008, http:// www.hpathy.com .
  5. AHZ2005; 250;DOI:0.1055/s-2005868696 Available online http://www.thieme-connect.com/ejournals/abstract/ahz/doi/10.1055/s-2005-868696
  6. Gustavo Bracho, Enrique Varela, Rolando Fernandez et.al. Large- sacle application of highly- diluted bacteria for Leptospirosis epidemic control, Homeopathy, 2010, 99,156-166.
  7. Bhaswati Bandyopadhyay, Satadal Das, Milan Sengupta et.al. Decreased intensity of Japanese encephalitis virus infection in chick Chorioallantoic membrane under influence of ultra diluted belladonna extract, American Journal of Infectious Diseases, April 2010.
  8. J.C.Burnett. On Vaccinosis and its Cure by Thuja Occidentalis with remarks on Homoeoprophylaxis,Pratap medical Publishers, New Delhi.
  9. Dr. Isaac Golden. Vaccination & Homoeoprophylaxis? A review of risk and Alternatives, 6th edition.
  10. R.E.Dudgeon. The Lesser writing of Hahnemann, reprint edition 2002, B.Jain Publishers, New Delhi.
  11. William Boericke. Pocket Manual of Homoeopathic Materia Medica & Repertory, B.Jain Publishers, New Delhi.
  12. H.C.Allen. Allen’s key Notes and characteristics, B.Jain Publishers, New Delhi.
  13.  Adverse effects of vaccines evidence and causality. August 2011 www.iom.edu/vaccineadverseeffects

Author: Dr. Rupali Dixit Bhalerao M.D. (Hom) pediatrics, currently works as a Senior Research Fellow, at CCRH, New Delhi. Her articles and studies have been published in Homeopathy, Indian Journal of Research in Homoeopathy, International Journal of Bio-Research, Masod, Homoeopathy For All, The Homoeopathic Heritage, Vital Informer, National Journal of Homoeopathy, Homoeotimes and www.audesapere.in/ejournal . Dr. Bhalerao has been involved in numerous research projects and presented a co-authored paper on HIV at LIGA 2011.
Source: Hpathy.com

LA SALUD EN TUS VIAJES. Pequeños consejos de la medicina natural y algunos remedios homeopáticos para los viajes y el verano. Botiquín homeopático familiar de viaje y para el verano.


En los viajes, los pequeños inconvenientes de salud y aún las más pequeñas indisposiciones pueden convertirse en un grave problema y obligarnos a estar pendientes de cosas muy alejadas de nuestra primera intención al emprender el viaje. Pequeños consejos de la medicina natural y algunos remedios homeopáticos, de fácil uso, pueden evitar problemas muy desagradables cuando estamos fuera de casa. Se dice que cada viaje encierra tres viajes dentro, antes de viajar, el viaje en sí y lo que contamos a la vuelta. Así que cuando planificamos la salida ya estamos despegándonos de lo cotidiano y realizando la parte imaginaria y posiblemente la más interesante, ya que va a determinar lo que suceda más tarde. Estos primeros pasos del viaje son claves para evitar problemas. Una caries o una pieza dental en mal estado son una bomba de relojería que si estalla en medio del camino. Es fácil imaginárselo. Tener la boca libre de caries u otros problemas es un detalle que no hay que olvidar en la preparación de un viaje. Si se trata de un viaje a un clima muy diferente, no está de más la consulta con su médico de confianza. Es muy importante que el punto de partida sea desde la salud, ya que la mejor y quizá la única forma verdadera de quitarle posibilidades a cualquier enfermedad es tener hoy un mejor equilibrio físico y emocional.
Los medios de transporte que usamos habitualmente son muy rápidos y no somos conscientes del esfuerzo adaptativo que ha de realizar nuestro organismo a los cambios de temperatura, horario, ritmo de sueño , presión, humedad y otras muchas influencias que se modifican tanto más y más rápido cuanto más largo es el viaje. Y a la llegada a destino queremos estar plenamente en forma para llenar la expectativa que teníamos sin tener en cuenta el trabajo duro que nuestro cuerpo ha realizado. Estos cambios bruscos provocan el llamado trauma de viaje (jet lag, en la jerga moderna) que se manifiesta con cansancio, dolorimiento general, insomnio o somnolencia, mal humor y lo que cada uno añade de sus propias tendencias. Podemos prevenirlo haciendo una toma de Arnica Montana 30 CH (tres gránulos bajo la lengua) en el momento de acostarnos. Si el cambio de horario ha sido de más de cuatro o cinco horas hay que tomarlo con calma y dormir o al menos reposar tantas horas como las que hayamos cambiado en nuestro reloj, aunque nos sintamos bien ya que el bajón nos puede sorprender en los días siguientes cuando menos lo esperamos.

Muchos de los habituales problemas de salud nos llegan a través de lo que comemos y bebemos y ésto es mucho más cierto en los viajes.
Comer menos cuanto más exótica sea para nosotros la comida, a fin de adaptar poco a poco el estómago al lugar y beber nada más que agua embotellada, en generosa cantidad, es la forma􀀀􀀀 más fácil y práctica de no tener problemas digestivos. Si el cambio de hábitos y horarios afecta al ritmo de evacuación intestinal provocando el molesto estreñimiento, nos vendrá muy bien tener a mano Nux Vómica 30 CH que en dos tomas de tres gránulos en un intervalo de doce horas nos permitirá librarnos de ése “equipaje interno” que a veces es el más pesado. Hay que evitar los laxantes que nos pueden llevar al extremo opuesto y que seguro darán por rebote mayor estreñimiento y debilidad en el intestino.
La diarrea es otro de los grandes enemigos del viajero y puede representar el inicio de un problema grave sobre todo si se acompaña de fiebre, en éste caso habrá que consultar con un médico. En cualquier caso es importante no cortarla con productos que secan el intestino pues pueden impedir que el cuerpo elimine el alimento o la toxina que están irritando el tubo digestivo. La mejor actitud en éstos casos es el reposo y el ayuno de alimentos sólidos, tomando únicamente agua embotellada con una pizca de bicarbonato, una puntita de sal y una cucharada de azúcar. Esta preparación puede sustituir muy bien al suero oral cuando no es fácil adquirirlo. Se puede mantener la dieta durante 24 horas sin correr ningún riesgo ya que habitualmente comemos más de lo necesario. Si las deposiciones son muchas y abundantes, sobre todo si se trata de un niño, hay que observar que la piel y las mucosas se mantienen hidratadas y pensar que un bebé puede dar síntomas de deshidratación muy pronto cuando la diarrea es intensa.
Si se realiza un viaje en condiciones de mucho calor es muy importante beber agua con abundancia y frecuencia, procurando que no esté muy fría. Hay que tener ésto especialmente en cuenta cuando se viaja con niños en los que el peligro de deshidratación es mucho mayor.

Siempre es preferible evitar los desplazamientos en las horas de calor intenso.
El sol puede ser muy agresivo tanto en la montaña como en el mar y debemos protegernos más cuanto menos pelo tengamos y la piel sea más blanca. Frente a la insolación, la sombra y las compresas de agua fría son el remedio instintivo y eficaz en primera instancia. Pero si hay alteración del estado general, con dolor de cabeza intenso, pulso acelerado, piel roja y muy caliente, será muy útil Belladona 30CH que se puede repetir cada quince minutos hasta que empieza la mejoría y luego espaciarlo hasta que se normaliza la temperatura.
Llevar el cuerpo cubierto para protegerlo del sol y de los insectos y calzar zapatos que protejan el pie, son medidas muy convenientes cuando se viaja a países del tercer mundo. Nunca estrenar calzado en un viaje es una buena costumbre para evitar rozaduras que aunque pequeñas y leves nos pueden inmovilizar. La tintura madre de Caléndula es indispensable en el botiquín de viaje ya que disolviendo unas gotas en un poco de agua y lavando con ella las heridas se convierte en un poderoso antiséptico y cicatrizante.
Evitar las picaduras de los mosquitos llevando el cuerpo cubierto con la ropa adecuada y el uso de repelentes como el extracto de menta o de geranio, sin olvidar las mosquiteras para la noche, va a ser la mejor prevención para los molestos efectos de la picadura en sí misma y sobre todo para evitar el paludismo cuando viajamos a zonas endémicas de ésta enfermedad. El Plasmodium, agente causal de las fiebres palúdicas, se ha hecho resistente a la Cloroquina, tratamiento químico habitual de esta enfermedad, en extensas zonas de África y Asia. Así que tanto la prevención como el tratamiento con éste producto es prácticamente ineficaz en muchos casos. Conviene informarse bien antes de viajar al trópico para saber las características de las enfermedades de la zona y valorar con su médico si merece la pena el tratamiento químico de prevención de la Malaria, sobre todo si la estancia en la zona de riesgo va a ser inferior a una semana o diez días ya que la Cloroquina no está exenta de efectos secundarios sobre todo si el hígado está delicado.

Respecto a las vacunas es evidente que si queremos viajar no podremos zafarnos de las obligatorias para el visado de las zonas en las que, especialmente la Fiebre Amarilla, son más expuestas. Otras como la del Cólera apenas protegen y no son necesarias. Son mucho más importantes en estos casos, para la prevención, las medidas higiénicas de los alimentos y del agua como ya he comentado en general para las diarreas.
Las picaduras de pequeños insectos, mosquitos o avispas tienen rápido alivio con Apis mellifica 30 CH, repetido a los quince minutos si es necesario. Apis es un remedio más eficaz cuanto más importante es la inflamación provocada por la picadura, con la típica sensación de dolor ardiente y picor. En caso de reacciones inflamatorias exageradas, en las personas alérgicas a las picaduras o cuando éstas se han recibido en zonas peligrosas como la boca o incluso la garganta, la rápida administración de Apis Mellifica habrá salvado la vida de una persona antes de que llegue al hospital.
Cuando no conocemos el insecto agresor y la reacción es más leve, con menor componente inflamatorio, está mejor indicado Ledum 30 CH. A nivel local y cuando no tenemos otra cosa va muy bien la aplicación de cebolla directamente sobre la picadura.

El mareo de viaje, en cualquier medio de transporte, es una experiencia común a casi todo el mundo y si el barco se mueve lo suficiente también se marea el viejo marinero. Hasta en éstos casos son muy eficaces los medicamentos homeopáticos como Cocculus 30 CH que conviene llevar ya preparado en disolución en un cuentagotas y tomar desde media hora antes de viajar cuando se conoce la tendencia a marearse o se teme mucho movimiento. Se puede repetir, si el viaje es largo y las condiciones poco favorables, cada media hora. El mareo de Cocculus se acompaña de debilidad y mucha salivación y mejora acostado bien quieto y al cerrar los ojos. Si el mareo se acompaña de extrema palidez, tremendas nauseas, sudor frío y a pesar de ello desea que le de el aire, el remedio más apropiado será Tabacum 30 CH. Como en todos los casos de tratamiento homeopático, la elección del remedio depende de las modalidades y las peculiaridades de cada persona, la eficacia mejora cuanto más se parecen los síntomas del medicamento a las características individuales de cada caso.

El viaje puede ser causa de enfermedad, pero también y muy frecuentemente es causa de salud como las sustancias que usamos los homeópatas, va a depender de las dosis y la forma en que nos lo tomemos.
Viajar nos permite alejarnos de nuestra circunstancia y nos brinda la oportunidad de cambiar o ver matices de nuestro entorno para los que habitualmente por excesiva proximidad estamos ciegos. Pero paradógicamente el viaje nos aproxima a nosotros mismos, al ponernos en situaciones nuevas rompe nuestros automatismos y nos permite conocernos un poco mejor haciéndonos ejercer cualidades, positivas y negativas, que en la vida cotidiana permanecían latentes.

Algunos remedios homeopáticos para un botiquín familiar de viaje:
Arnica Montana. -Especialmente útil en cualquier circunstancia de origen traumático con resultado de magulladura, contusión, equimosis (morado). Después de un golpe o de un accidente. Para después de la “paliza del viaje” y para evitar el “jet lag”.
Belladona. -Para los trastornos consecutivos a la exposición exagerada al sol desde una quemadura hasta una insolación grave. Calor y rojez de la piel muy marcados, dolor de cabeza pulsátil, pupilas dilatadas. Calor con escalofríos. Belladona es eficaz en la fase inicial de la inflamación aguda independientemente del origen causal.
Apis mellifica. - Picaduras con fuerte reacción de inflamación y dolor ardiente.
Ledum. -Picaduras con pequeña reacción con poco calor o incluso la piel fría.
Caléndula tintura madre. - disuelta en agua al 1%. (diez gotas en medio vaso de agua aproximadamente), para lavar las heridas. Es excelente para evitar la infección y como cicatrizante.
Cócculus. -Para el mareo de viaje en cualquier medio de transporte. Cuando se acompaña de náuseas y salivación. Tomarlo desde media hora antes de viajar y repetirlo cada media hora si los síntomas lo demandan.
Tabacum. -Cuando el mareo se acompaña de sudor frío, agravación por los olores y deseo de aire libre.
Nux Vómica. -En caso de estreñimiento en los viajes, acompañado de sensación nauseosa como de empacho. Especialmente adaptado a personas irritables e impacientes con tendencia a estresarse.
Acónitum. -Para las consecuencias de un shock, susto o sobresalto. Los síntomas se presentan con violencia y repentinamente.
Mercurius Solúbilis. -Dolores de muelas, por caries, especialmente nocturnos, con mucha salivación de la boca y sensibilidad al frío y al calor. La potencia recomendada es la 30CH en todos los casos.

La eficacia y rapidez de acción del remedio se incrementa disolviéndolo en agua y tomado a cucharadas. La frecuencia de las tomas depende de la intensidad de los síntomas. Hay que espaciarla y pararla a medida que los síntomas
cesan.
Autor: Dr. Miguel Luqui Garde, Barcelona.

IDEAS ANTROPOLÓGICAS Y TERAPÉUTICAS EN HAHNEMANN


1. Explicación del término 'antropología'.
Son muchos e intrincadamente superpuestos los significados de la palabra antropología. Nosotros nos referiremos al concepto de la  moderna antropología filosófica, que Ferrater Mora resume así: La antropología filosófica atiende a cuestiones muy próximas a las que constituyen los temas capitales de la antropología cultural, pero, de una parte, tiende a abarcar un radio más importante que el de esta última, y, por el otro, tiende a centrarse en el problema de la naturaleza del hombre en el mundo.
Esta naturaleza del hombre en el mundo es en términos absolutos el punto de partida de cualquier aproximación comprensiva del hombre. Del hombre sano y más aun si cabe del hombre enfermo.
Debo advertir que no es este el concepto de antropología que expresa Hahnemann en algún lugar de su obra, pero lo que aquí estudiamos no es lo que Hahnemann entendía por antropología, puesto que este término puede ser usado de muy diferentes maneras, sino lo que entendía por hombre.


2. Las ideas de Hahnemann sobre el hombre.
Suelo hacer mucho hincapié en estas ideas, en estos conceptos de Hahnemann, no porque entienda que proporcionen una herramienta clínica inmediatamente práctica, sino porque estoy convencido de que conocer el pensamiento de Hahnemann sobre la naturaleza humana en el mundo es la llave que hará posible la comprensión de la totalidad de su pensamiento y esto último no sólo será muy útil en la clínica sino que pondrá al homeópata a salvo de los engaños de los creadores de escuelas.
Pues bien, para Hahnemann el hombre es un ser único, es decir, un ser cuyos distintos componentes constituyen una sola y única realidad biológica y vital, gobernada por la dynamis, en estado de salud. Entiende la dynamis como algo inmaterial, un principio de organización o fuerza vital, que se ha llamado también energía vital. No es exactamente un tipo de energía como podrían serlo el calor, la electricidad o la energía mecánica. Todas estas energías existen y están involucradas en los fenómenos biológicos. La dynamis es aquello que las organiza a todas en una tarea común, la esencia misma de la vida, y debe ser concebida como un principio, no como una energía. Las energías son mensurables, los principios no.
La dynamis es la que resiente el impacto de las fuerzas hostiles a la vida, y la que, una vez desarmonizada, determina los fenómenos propios de la enfermedad de la misma manera que en equilibrio determinaba los fenómenos propios de la salud; unos y otros se manifiestan, alterados o no, al hilo de las operaciones de las potencias y de la plasticidad de los órganos. Son los signos y los síntomas (o la ausencia de estos). La desarmonización de la dynamis es imperceptible en sí misma (ya que la dynamis lo es también) pero los efectos que esta desarmonización produce en el organismo se pueden percibir por los sentidos (del médico, del paciente o de las personas que lo rodean) y constituyen la totalidad del proceso  morboso, la totalidad de la enfermedad. En la enfermedad, los síntomas más importantes, los más próximos al desequilibrio de la dynamis, son las alteraciones de las sensaciones y de las funciones.
Las fuerzas hostiles a la vida son los miasmas, entidades contagiosas, que, siendo de una naturaleza tan sutil como la misma dynamis, pueden desequilibrarla. Los miasmas agudos son, por su propia naturaleza, efímeros y, si no acaban con la vida del paciente, la dynamis puede vencerlos y restituir al organismo al anterior estado de salud. Los miasmas crónicos, por el contrario, desequilibran al principio vital de forma permanente y, una vez que han invadido el organismo,  éste no tiene recursos para recuperar la salud. La edad y las distintas aflicciones de la existencia, así como la vida física o moralmente  insalubre o los tratamientos inadecuados agravan  los miasmas crónicos manifestándose en los fenómenos que la patología ordinaria conoce como entidades clínicas, las que finalmente, tras prolongados sufrimientos, acaban con la vida del hombre.
Pero este no es el verdadero fin de la existencia humana, no es el destino previsto para el hombre por la Providencia divina. Este fin, este destino, lo encontramos expresado en la obra de Hahnemann junto con la importancia que para su logro tiene el arte de curar.
3. El fin de la existencia.
El parágrafo 9 es probablemente el más citado de todo el Órganon. Resume magistralmente la visión hahnemanniana del proyecto humano. Pero además, este proyecto corresponde a un destino, a un mandato de la providencia tanto como a una vocación. He aquí como lo expresa:
Sin embargo, ¡oh hombre, cuan noble es tu origen, cuan grande tu destino, cuan elevado el fin de tu vida! ¿No estás destinado a aproximarte por sensaciones que aseguran tu felicidad, por acciones que elevan tu dignidad, por conocimientos que abarcan el universo, al gran espíritu que adoran los habitantes de todos los sistemas solares? (Esculape dans la balance, en Études de medécine homéopathique. Tome I, pp. 363-364.
4. La inferioridad biológica del hombre.
Para referirse a esta circunstancia del drama humano, Hahnemann recurre al texto de Platón repetido más tarde por Aristóteles, por Santo Tomás,y por el mismo Kant (hacia el que Hahnemann sentía una confesada admiración), que recoge así:
Considerado como animal, el hombre ha sido creado más desprovisto de recursos que todos los otros animales: No tiene armas para defenderse como el toro, ni agilidad para huir de sus enemigos como el ciervo; tampoco tiene alas o aletas; ni abrigo impenetrable a las agresiones del exterior como la tortuga(…) ni aguijón como la abeja, ni veneno en los dientes como la víbora. Está expuesto, desnudo y sin defensa, a todos los ataques de los enemigos de su especie(…) Está sujeto a un número mucho mayor de enfermedades que los animales ,los que además, tienen para resistir a los enemigos invisibles de la vida un arte innato igualmente invisible, un instinto del que él mismo está desprovisto. El hombre sólo abandona con dificultad las entrañas de su madre; sale de ellas desnudo, débil, sin defensa, privado de todo lo que podría hacer su existencia soportable, de todo aquello con lo que la naturaleza se ha mostrado pródiga incluso hacia el insecto que se arrastra en el polvo. (La medécine de la expérience, en Études de medécine homéopathique. Maloine. Paris, 1989. Tome I, pp. 285 y 286.)
5. La terapéutica como don de la Providencia.
En el pensamiento de Hahnemann siempre estuvo presente la idea de que Dios debería haber dispuesto una respuesta para en hombre en su indefensión, e incluso que la misma indefensión formaba parte de un plan divino más amplio…
¡Oh! No, el ser infinitamente bueno, cuando permitió a las enfermedades herir a sus hijos sabía que había depositado en alguna parte un arte por medio del cual estas potencias martirizantes podrían ser encadenadas y aniquiladas. Pongámonos pues tras la pista de este arte, el más noble de todos. Este arte salutario es posible; debe ser posible, incluso ya debe existir. (Esculape dans la balance, en Etudes de médecine homéopathique. Maloine, París. Tome I, p.364.)
¿Se trata de un mero anhelo, de un simple desvarío de la fantasía? Ciertamente no. Hahnemann pasa revista al desastroso panorama médico de su época y observa que, a pesar de todo hay casos de pacientes que se curan de sus graves enfermedades cuando el pronóstico más optimista le hubiese concedido apenas unos días de vida. De entre estos, descarta aquellos casos que considera como curaciones espontáneas en las enfermedades agudas (que atribuye más bien al abandono intuitivo por parte del enfermo de las brutales medicaciones alopáticas permitiendo así obrar a la fuerza vital), los casos en los que la curación no es tal sino simplemente un cambio de la enfermedad por otra más grave (supresión y metástasis) y los casos en los que la curación sobreviene por la potente acción revulsiva de un tratamiento brutal que obliga al organismo a reaccionar in extremis(curas heroicas). De estos casos dice con su humor característico: Semejantes curas se parecen bastante a los asesinatos; únicamente el resultado las sustrae al peso de la ley, y les presta incluso los colores de una buena acción.
Y aunque en estos casos reconoce que existe curación reflexiona así:
Este no puede ser de ninguna manera el arte divino que, al igual que el gran agente de la naturaleza, debe producir  los grandes efectos de una manera simple, suave e imperceptible, con los más pequeños medios. (Esculape dans la balance, en Etudes de médecine homéopathique. Maloine, París. Tome I, p.364.)
Pero, dejando a un lado los anteriores supuestos, aún quedan algunos en los que de manera misteriosa y sorprendente se produce una verdadera curación. ¿Qué ha ocurrido en estos casos?:
O bien lo que es raro, pero no obstante ocurre algunas veces como hacer una línea en la lotería, la curación se debe a que, entre los medicamentos que han sido prescritos en revoltijo, se encuentra uno apropiado al caso. (Esculape dans la balance, en Etudes de médecine homéopathique. Maloine, París. Tome I, p.377.)
Y esto, junto con la deficiente descripción de la enfermedad, hace imposible obtener de una tal curación enseñanza alguna de tipo universal. Sin embargo, si tales curaciones existen es que son posibles y si son posibles debe existir una ley que las regule, un método que las ponga a nuestro alcance. El arte de curar debe existir y es preciso buscarlo. Estos eran los planteamientos de Hahnemann, su punto de partida.
6. La terapéutica como recurso del intelecto humano. La búsqueda del método.
Pero si el arte de curar ha sido puesto por la Providencia, ¿qué lugar ocupa el hombre, el médico en todo esto?, ¿no sería lo adecuado que la Providencia, a través de los mecanismos de la naturaleza, se encargase de curar las enfermedades?
Pero no es esa la idea que Hahnemann tiene de los planes divinos ni del papel del hombre en el mundo. Su idea de la inferioridad del hombre se limita a la animalidad, considerando, lo que no es nuevo en la filosofía, que esa inferioridad, esa indeterminación biológica, es condición requerida para el desarrollo de las potencias superiores:
Pero la fuente eterna del amor no ha desheredado en el hombre más que la animalidad, a fin de dispensarle con más profusión esta chispa de la Divinidad, este espíritu que le hace encontrar con qué satisfacer todas sus necesidades (…) Corresponde a esta energía del espíritu humano descubrir los recursos que el padre de los hombres había dispuesto para desviar los males por los que el organismo delicado de sus hijos podría ser afectado.
Era preciso que los esfuerzos de los que el cuerpo era capaz por si mismo para alejar las enfermedades fuesen muy limitados a fin de que el espíritu humano experimentase más aun la necesidad de buscar auxilios más eficaces que aquellos que el Creador había juzgado oportuno poner en la simple organización. (La medécine de la expérience, en Études de medécine homéopathique. Maloine. Paris, 1989. Tome I, pp. 286 y 287.)
Este hombre hahnemanniano, que como se ha señalado sólo puede entenderse en su interacción con el mundo, ha sido creado biológicamente en precario, pero dotado de un espíritu, de una inteligencia, con la que debe enfrentarse a un mundo hostil, en el que Dios ha puesto, sin embargo, todo lo preciso para su mantenimiento, su disfrute y su salud. Ese mundo hostil constituye para Hahnemann un constante desafío:
Es así como él permite a todos los agentes naturales actuar sobre nosotros en nuestro detrimento, hasta que encontremos algo que nos ponga al abrigo de su influencia o que disminuya sus inconvenientes para nosotros.
También permite a la innumerable cohorte de enfermedades atacar nuestra organización delicada, trastornarla, ponerla en peligro de muerte y de destrucción, sabiendo que lo que hay de animal en nosotros es raramente capaz de alejar al enemigo, sin sufrir muchos de los esfuerzos que esta tarea le impone, o incluso sin sucumbir. Pero era necesario que las fuentes medicatrices del organismo abandonado a si mismo fuesen débiles, a fin de que nuestro espíritu se viese obligado a ejercer su noble prerrogativa en una circunstancia en la que se trata del más precioso de los bienes terrestres, la salud y la vida. (La medécine de la expérience, en Études de medécine homéopathique. Maloine. Paris, 1989. Tome I, pp. 287 y 288.)
Y en esta visión se involucra la acción, no ya de la naturaleza humana, sino del hombre, del espíritu humano, de la libertad…ese otro modo de hacerse las cosas. He aquí como lo expresa el  maestro de la Homeopatía:
El padre del género humano no quería que nosotros actuásemos como actúa la naturaleza; quería que hiciésemos más que la naturaleza orgánica, pero no de la misma manera, no con sus medios (…) él no permite que, a semejanza del organismo humano librado a si mismo, nos sirvamos del esfacelo para separar del cuerpo un miembro aplastado, sino que ha armado nuestra mano con un cuchillo acerado que opera la separación con menos dolores, menos fiebre y mucho menos peligro para la vida. No permite que nos sirvamos, como la naturaleza, de movimientos llamados crisis para curar una multitud de fiebres; ni está en nuestro poder imitar los sudores críticos, las orinas críticas, los abscesos críticos, las hemorragias nasales críticas; sino que, buscando bien, encontramos medios que nos permitan curar las fiebres más rápidamente de lo que lo hacen esas crisis, con más seguridad, más fácilmente y con menos dolores, con menos peligro para la vida, con menos sufrimientos consecutivos. (La medécine de la expérience, en Études de medécine homéopathique. Maloine. Paris, 1989. Tome I, pp. 288 y 289.)
Y después de esta afirmación del espíritu humano, de la inteligencia como instrumento privilegiado de la Divinidad para el cumplimiento del glorioso destino del hombre, Hahnemann expresa su asombro de que la medicina nunca haya vislumbrado la primacía del espíritu, de la libertad, en la salud humana:
Me sorprende pues que la medicina se haya elevado tan raramente por encima de la imitación de estos movimientos groseros, y es que ha creído en casi todos los tiempos que no tenía nada mejor que hacer para curar las enfermedades, que provocar también evacuaciones por el sudor, las deposiciones, los vómitos, las orinas, las sangrías o las úlceras artificiales. (La medécine de la expérience, en Études de medécine homéopathique. Maloine. Paris, 1989. Tome I, p. 289.)
Así, la tarea que Dios ha encomendado al hombre en cuanto médico no es imitar a la naturaleza, lo que no está a su alcance, sino descubrir un método propio para curar. Este método se inscribe en un plan más general:
Su voluntad era que perfeccionásemos nuestra  persona toda entera, por consecuencia también nuestro cuerpo y la curación de sus enfermedades. (La medécine de la expérience, en Études de medécine homéopathique. Maloine. Paris, 1989. Tome I, p. 289.)
Fuente: Homeopatía Online