Cómo afrontar un caso de polimedicación
La enfermedad de Alzheimer es una condición neurodegenerativa que
afecta progresivamente capacidades intelectuales como la memoria y la
atención y, finalmente, el llevar a cabo aún las tareas más básicas.
El tratamiento farmacológico convencional tiene el objeto de aliviar
los síntomas y retardar el desarrollo de la enfermedad. La terapia se
basa en los inhibidores de la colinesterasa como donezepilo,
rivastigmina y galantamina y un antagonista del receptor NMDA, la
memantina. Estos medicamentos se utilizan para mejorar algunos síntomas
pero no impiden el progreso de la enfermedad. Su uso indiscriminado está
en tela de juicio. Su limitada eficacia, su alto precio y sus numerosos
efectos secundarios deberían ser considerados seriamente antes y
durante su prescripción.
El ejercitar tanto el cuerpo como la mente, cambios en la
alimentación, el uso de la homeopatía y determinados micronutrientes y
suplementos vitamínicos pueden tener un impacto positivo en esta y otras
demencias.
CASO CLÍNICO
Paciente de 83 años diagnosticada desde hacía 3 años de una demencia
tipo Alzheimer. Presentaba frecuentes crisis de ansiedad, de tres a
cuatro por semana, de intensidad grave, por las que había requerido
atención urgente en diversas ocasiones. Además, presentaba un progresivo
deterioro de las funciones superiores de atención, memoria y cognición
propias de su enfermedad, necesitando ayuda para la realización de las
actividades de su vida diaria.
Antecedentes patológicos
Fue diagnosticada tres años antes en la unidad de neurología de un
hospital tras un deterioro de las funciones cognitivas, confirmándose
mediante una tomografía axial computarizada (TAC) craneal compatible.
Además, la paciente había presentado una cáncer de mama hacía cinco años
que fue tratado con la resección del tumor y radioterapia posterior
junto a tratamiento hormonal antiestrogénico durante cinco años,
finalizado un mes antes de la visita. Otros antecedentes eran una úlcera
de estómago y frecuentes infecciones urinarias de repetición (3-4 al
año) tratadas con múltiples antibióticos.
Su tratamiento consistía en 13 medicamentos sin presentar mejoría.
Para la enfermedad de Alzheimer: memantina y rivastigmina desde dos
años antes, junto a piracetam para la memoria. Para la ansiedad, un
antidepresivo, el citalopram, junto a dosis altas de benzodiacepinas
(diazepam y lorazepam) y valeriana. Para la HTA enalapril, furosemida, y
nifedipino, para la úlcera estómago omeprazol y para la artrosis
paracetamol.
Análisis del caso y estrategia
Se trata de una paciente polimedicada con ansiedad grave y un gran
deterioro de su calidad de vida, que genera una gran angustia a sus
familiares. A pesar del gran número de medicamentos prescritos,
evolucionaba cada vez peor.
Primeramente se procedió a la retirada de la medicación de dudosa
eficacia, como el piracetam y la valeriana, y se inició una pauta
descendente de los sedantes, de escasa eficacia y que están
desaconsejados en pacientes mayores. En virtud de la sintomatología
presente y de algunas características de la paciente, se seleccionó un
medicamento homeopático para tratar el fondo del caso, Arsenicum Album
una vez a la semana. Además, se añadió tratamiento con vitaminas
B1-B6-B12 y probióticos para reforzar la flora intestinal.
Durante las siguientes semanas, se produjo una leve mejoría de la
ansiedad. Sin embargo, la paciente sufrió una crisis de ansiedad durante
las vacaciones, por la que acudieron de urgencias a un centro
hospitalario. Allí aumentaron la dosis del antidepresivo y se
restauraron los sedantes a dosis altas. Este nuevo incremento en la
medicación se siguió de un agravamiento de la sintomatología,
volviéndose al estado inicial con frecuentes crisis de ansiedad.
Durante la siguiente visita reevaluamos el caso en profundidad. El
síndrome ansioso-depresivo curiosamente coincidía con el inicio del
tratamiento de memantina y rivastigmina. Ambos fármacos, ente otros
posibles efectos secundarios, pueden producir ansiedad, y la memantina
puede inducir cuadros alucinatorios. Además, su eficacia es más que
discutible mas allá de los primeros 18 meses de tratamiento. De acuerdo
con la familia, suspendimos ambos medicamentos temporalmente para
observar la evolución. En segundo lugar, retomamos la prescripción
homeopática teniendo en cuenta rasgos de la personalidad de la paciente
previos a la demencia y aspectos de su comportamiento durante las crisis
de ansiedad. Se seleccionó Pulsatilla Nigricans y se empezó una pauta
en dosis crecientes de la escala LM.
De forma paulatina, se disminuyeron las crisis de ansiedad, que
pasaron a ser de carácter leve. Una vez estabilizada, se procedió de
nuevo a la retirada progresiva de los sedantes, lo que se acompañó de
una rápida mejoría. Ahora presentaba una crisis leve de ansiedad mensual
en lugar de las crisis graves diarias. Tras un nuevo aumento de la
potencia de la Pulsatilla, procedimos a la pauta descendente del
antidepresivo y su posterior retirada, persistiendo en su mejoría. La
paciente iba recuperando lentamente los niveles de atención y de
memoria. Podía cocinar sin supervisión y seguir algunos programas de
televisión.
En las visitas subsiguientes, continuamos aumentando la potencia de
la Pulsatilla, con una mejoría mantenida a todos los niveles. En cada
revisión fueron mejorando la atención y la memoria. También mejoró su
imagen y expresión corporal, mostrándose en ocasiones incluso irónica y
divertida. La tensión arterial también disminuyó y procedimos al ajuste a
la baja de la medicación antihipertensiva. Tras 13 meses de evolución,
la ansiedad medida en una Escala Analógica Visual (EAV) de 0-100mm, pasó
de 100mm a 10mm. Asimismo, pasó de utilizar 13 medicamentos a tan solo
dos.
Comentario
Estamos ante un caso por desgracia muy frecuente hoy en día. Una
paciente con una enfermedad crónica polimedicada sin un criterio claro: a
pesar de una evolución desfavorable, van sumándose medicamentos en
lugar de analizar el caso y valorar posibles efectos secundarios. La
conjunción de la retirada de la medicación sospechosa, la selección de
un medicamento homeopático adecuado de fondo y la suplementación de
vitaminas y minerales indujeron cambios muy positivos que se han
mantenido en el tiempo. La gran mejoría de la ansiedad y un moderado
aumento de la memoria y la atención conllevó un gran impacto en su
calidad de vida y en la de sus familiares.
Vemos cómo el tratamiento de estas enfermedades puede realizarse con
un enfoque distinto al convencional. La Medicina Integrativa tiene una
visión holística del ser humano, es decir, entero y no fragmentado.
Considera fundamental la relación cuerpo-mente y reconoce las
dimensiones psicológicas y espirituales de las enfermedades, pero desde
el conocimiento profundo de la medicina y la farmacología
convencionales, con sus indicaciones, contraindicaciones, efectos
adversos y posibles interacciones medicamentosas. Se trata de ayudar al
organismo a conseguir una curación natural utilizando las terapias
apropiadas, potenciando la reducción o la retirada de los medicamentos
no necesarios.
Autor: Dr. Sergio Abanades. Doctor en farmacología y médico especialista en farmacología clínica y homeopática (Medicina Integrativa).
Fuente: Revista Integral