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AGÁRICUS MUSCARIUS en verso

Agárico es una seta o un hongo, como tú quieras definirlo. No nace en una maceta; crece libre cual las fieras, como un mirlo. A veces, un buscador con la oronja la confunde por su aspecto, pero más de un pecador la busca por lo que cunde (por su efecto). Mas ese efecto buscado no es a veces lo agradable que desea, pues tiene por otro lado una acción insoportable que lo brea. Pero, droga o medicina, agárico es vegetal interesante y desde aquí hasta la China su estudio es serio y cabal; importante. Es notable su delirio con la fuerza muscular no explicada. Y supera al hidrargirio en la PGP curar. ¡Ahí es nada! Al igual que el populacho, exagera sin rubor y es locuaz. Y cual si fuese un borracho enaltece su valor, y es audaz. Canta y habla sin mesura, jamás responde a pregunta ni se achanta. Por su estado no se apura, y aún con la fiebre consunta, ríe y canta. Pero el esfuerzo mental lo agota más que a otra gente que yo veo. Para la expresión verbal su memoria es impotente (o eso creo). Aversión a que lo toquen; sobresaltos por la tarde mientras vela. Es frecuente que se apoque como tímida y cobarde sanguijuela. Siente pena de sí mismo, pero abraza a sus amigos y los besa. Se mueve como un seísmo porque le importan tres higos si se lesa. Durante el sueño mejoran todas sus actividades excesivas. Y cuando el raquis le exploran le dan risas –¡necedades!­– muy festivas. Todas esas convulsiones, sobresaltos, mioclonía y temblores se agravan por supresiones, por coito (la alferecía) o licores. Remedio de sabañones que se agravan por el frío (¡cómo pican!). Son parecidos a habones, y, puesto que tienen brío, mortifican. Siente (y esto es señalado) como si agujas heladas lo pinchasen o si, después del rascado, zonas que estaban templadas se enfriasen. Por lo demás lo empeoran cualquier frío, las comidas y el pensar. Las tormentas colaboran, antes de ser producidas, a agravar. Los párpados se contraen; hay nistagmo, diplopía (no es bisojo). Y, pues la rima lo trae, le gusta la profecía (¡mucho ojo!). Le parece, en la micción, que la orina que él excreta, sale fría; y después, la sensación de que una gota concreta se saldría. Y ya para terminar, una imagen reducida que dé idea: recuerda para empezar que el frío en cualquier medida lo putea. Recuerda las convulsiones con cada modalidad que ya sabes, y también las contracciones que lo atacan sin piedad. Y la tabes. Su carácter, excesivo; y el talante fanfarrón o al contrario: se vuelve más evasivo, temeroso y cobardón; solitario. Recuerda los sabañones, lo de las agujas frías, y acabamos. Para no tardar eones (también por no darte el día) ya nos vamos.
Autor: Dr. Emilio Morales.
Publicado en Doctor Similo, los ripios de la materia médica homeopática. Editorial Mínima.

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