Páginas

La gran estafa del colesterol

El conocimiento médico tradicional acerca del colesterol y del rol de las estatinas (*1) está ahora siendo modificado por un pequeño pero creciente grupo de profesionales de la salud. Entre ellos el Dr. Malcom Kendric, médico clínico de 25 años de trayectoria, que ha trabajado también con la European Society of Cardiology (Sociedad Europea de Cardiología) y escribe para las principales revistas médicas.
En lo que se refiere a la enfermedad cardíaca, nos vendieron un paquete. Un gran paquete. En realidad, un gran paquete con moño y todo. Todos hemos sido estafados.

Si usted tiene riesgo elevado de enfermedad cardíaca, la indicación de la medicina tradicional es tomar una droga para bajar el colesterol del grupo de las estatinas para impedir que tenga un ataque, por esa razón, como todos bien sabemos, el colesterol es un asesino.
En verdad, muchos de ustedes creen que deberán tomar estatinas por el resto de lo que les queda de vida.

Casi todos están de acuerdo acerca de la necesidad de bajar el colesterol. El NHS (Servicio Nacional Salud) gasta casi 1 millón de libras esterlinas en prescripciones de estatinas y posiblemente la misma suma en exámenes complementarios referidos al colesterol.
Pero, ¿todo esto sirve? Según un artículo publicado en la revista médica The Lancet esta semana, la respuesta probablemente sea que no.
Un investigador muy importante de la Harvard Medical School encontró que en el grupo femenino no hay beneficio de tomar estatinas en absoluto, ni en los hombres de más de 69 años que no hayan tenido un ataque cardíaco previo.
Tienen un débil beneficio, si usted es un hombre más joven que no ha tenido ningún ataque cardíaco – sobre 50 hombres que tomen la droga por 5 años, uno se beneficiará.
Pero éste no es el primer estudio que sugiere que combatir el colesterol con estatinas no son nada más que palabras vacías.
Lo que el trabajo muestra, y que su doctor debería estar informando es lo siguiente:

1. Una dieta alta en grasas, saturados o no, no afecta los niveles sanguíneos de colesterol.

2. Altos niveles de colesterol no causan enfermedad cardiaca.

3. Las estatinas no protegen contra la enfermedad cardiaca por disminuir el colesterol – cuando lo hacen, es de alguna otra manera.

4. La protección provista por las estatinas es tan pequeña como para no ser de valor para la mayoría de las personas (y todas las mujeres). La realidad es que el beneficio ha sido inflado por la publicidad.

5. Las estatinas tienen muchos más efectos adversos desagradables de los que han sido admitidos, mientras que expertos en esta área deberían ser tratados con saludable escepticismo porque ellos reciben largas sumas por los productores de las estatinas para cantar en voz bien alta su himno.
Así que, ¿cómo puedo decir que las grasas saturadas no importan cuando todos saben que es un asesino? ¿Todas esas millones de personas que ponen pollo sin piel y yogur 0% de grasas en sus carritos de la compra haber estado perdiendo su tiempo?
Los expertos están tan ocupados recomendándole encarecidamente que consuma menos grasas y más estatinas que usted nunca llega a estar advertido de las contradicciones y falta de evidencia detrás de esta estafa del colesterol.

En realidad, lo que muchos estudios grandes muestran es que en lo que se refiere a la protección de su corazón, la supresión de las grasas saturadas no hace diferencia, y hasta es dañino.

Pero, ¿cómo se ganaron las grasas y el colesterol tan mal nombre?
Todo comenzó 100 años atrás, cuando un investigador encontró que alimentando a conejos (que son vegetarianos) con una dieta carnívora alta en colesterol, se bloqueaban sus arterias con placas (1a. etapa arterioesclerosis).

Pero recién tomo vuelo en los 50´ con el estudio Seven Countries (Siete Países) de Ancel Keys, el que mostró que cuanta más grande es la ingesta de grasas en un país, más altos son los niveles de colesterol y más altos los porcentajes de enfermedad cardiovascular.
Los países que él eligió para ser realizar su estudio fueron Italia, Grecia, EEUU y Holanda. Pero, ¿porqué estos en particular?

Recientemente yo hice mi propio estudio incluyendo 14 países usando las estadísticas de la Organización Mundial de la Salud, y encontré lo opuesto.

Países con el consumo más grande de grasas saturadas como Austria, Francia, Finlandia y Bélgica tenían el porcentaje más bajo de muertes por enfermedad cardiovascular.

¿Georgia, Ucrania y Croacia? Tenían los porcentajes más altos de mortalidad por enfermedad cardiaca.

Sumado a esto, el estudio más grande sobre modificaciones dietarias puso a 50 millones de personas en una dieta baja en grasas saturadas por 14 años.
Embutidos, huevos, queso, cerdo y la leche fueron restringidos. La fruta y el pescado, sin embargo, eran de libre disponibilidad. Estoy hablando de la ración de alimentos durante la Segunda Guerra Mundial. En ese tiempo, las muertes por enfermedad del corazón eran más del doble.

Aún más condenable es lo que sucedió en 1988. The Surgeon General´s office en EEUU decidió reunir toda la evidencia que apuntaba la relación entre las grasas saturadas y la enfermedad cardiovascular, silenciando cualquier información contraria para siempre.
11 años después, sin embargo, el proyecto fue suspendido. La carta que anunciaba esto declaraba que la oficina “no anticipó por completo la magnitud de expertos adicionales y recursos que iban a necesitar”.

¿11 años después necesitaban expertos adicionales y recursos? ¿Qué estuvieron haciendo hasta entonces? Si encontraron alguna pequeña evidencia, nunca oirá nada sobre ella.
Los estudios grandes desde entonces no han tenido más éxito. Uno incluyó 30.000 hombres y mujeres de mediana edad en Suiza, seguido durante 6 años.
¿La conclusión? “Las grasas saturadas no muestran relación con la enfermedad cardiovascular en el hombre. Entre las mujeres, la mortalidad cardiovascular mostró una tendencia decreciente con el incremento de las grasas saturadas.” (En otras palabras, cuantas más grasas saturadas ingerían, menos posibilidades de morir de un ataque cardíaco).

Sin embargo, la evidencia más importante de los beneficios de una dieta con grasas y colesterol incrementados provienen de Japón. Entre 1958 y 1999, los japoneses duplicaron la ración de proteínas, ingerían 400 % más grasas y sus niveles de colesterol subieron cerca del 20%.
¿Cayeron como moscas? No. Los porcentajes de infartos, que habían sido los más altos del mundo, fueron siete veces menores, mientras que las muertes por ataques cardíacos, ya bajos, cayeron un 50%.

¿Es una paradoja, no? Ésta es una de las peculiaridades de la hipótesis dietética – incluye un montón de paradojas.

La más famosa es la Paradoja Francesa. Ellos comen más grasas saturadas que nosotros en Gran Bretaña; se fuma más en Francia, hacen menos ejercicio, tienen los mismos niveles de colesterol/LDL, tienen la misma presión sanguínea promedio y el mismo índice de obesidad.
¿Y saben qué más? Tienen un cuarto del índice de enfermedad cardíaca del nuestro.

La explicación oficial es que los franceses están protegidos de la enfermedad cardiovascular por beber vino tinto, comer vegetales simples y ajo.
Pero no hay evidencia que indique que ninguno de estos tres factores sean protectores. Ninguna. Por la evidencia, quiero decir, estudios médicos científicos.
Cada vez que se encuentra una población que no encaja con la hipótesis grasas saturadas/colesterol – los Masai que viven de carne y leche sin cardiopatías, los Inuit alimentan de grasa de ballena con muy bajo índice de enfermedad cardíaca – siempre aparece algo que lo explica.

Un trabajo de investigación publicado hace más de 20 años encontró 246 factores que podrían proteger contra la enfermedad o promoverla. Hasta el presente ya debe haber más de mil.
Cuanto más detalladamente se mira, más se decubre que la hipótesis del colesterol es un asombroso engaño. Es un proceso de adaptación constante para acomodar toda la información contradictoria sin depurarla ni corregirla.

Pero no es necesario observar países lejanos para encontrar paradojas – la más grande está aquí mismo en casa. Las mujeres tienen un 300% menos de posibilidad de sufrir enfermedad cardiovascular que los hombres, aunque en promedio ellas tienen en promedio mayores niveles de colesterol.
Por años existió una hipótesis ad hoc para explicar esta aparente contradicción – las mujeres estaban protegidas por las hormonas sexuales femeninas.
En realidad, nunca hubo un estudio que mostrara que las hormonas las protejan contra la enfermedad cardiovascular en humanos.
Pero en los noventa, a millones de mujeres les prescribieron HRT para evitar la enfermedad cardiovascular.

Luego apareció el estudio HERS para probar la idea. Encontró que la HRT aumentaba el riesgo de enfermedad cardiovascular.
Así que, ¿qué hacer? Indicar estatinas, disminuir los niveles de colesterol. Debajo de 5.0 mmol es la indicación oficial.
Pero, como se enfatiza en el artículo de The Lancet, las mujeres no se benefician con las estatinas. La frase “Las estatinas no salvan las vidas de las mujeres” debería estar en un cuadrito en todo consultorio médico.

Pero no sólo es una directiva infructífera inmensa indicar estatinas a mujeres y hombres que nunca se van a beneficiar con ellas; también se los expone a un riesgo de efectos adversos totalmente innecesarios.
Estos incluyen debilidad muscular (miopatía) y problemas mentales y neurológicos como irritabilidad y pérdida de memoria.
¿Cuán comunes son? Muy raros, dicen los expertos, pero una investigación halló que el 90% de los pacientes que ingerían estatinas se quejaban de padecer efectos adversos, la mitad de ellos graves.
Recién la semana pasada, un trabajo de investigación reportó una asociación entre el colesterol LDL “bajo” y la aparición de enfermedad de Parkinson.

Las estatinas están diseñadas para disminuir el colesterol LDL. En vías a encarar esta propaganda anticolesterol, es fácil olvidar que el colesterol es vital para el funcionamiento de nuestro cuerpo.
¿Porqué piensa usted que un huevo está lleno de colesterol? Porque se necesita una gran cantidad de colesterol para construir un pollo saludable.
También se necesita una inmensidad de colesterol para construir y mantener un ser humano saludable.
En realidad, el colesterol es tan vital que casi todas las células pueden producir colesterol; una de las funciones claves del hígado es la síntesis de colesterol.
El colesterol es vital para el funcionamiento apropiado del cerebro y es la roca fundamental de la mayoría de las hormonas sexuales.

Así que no sería una sorpresa observar que disminuyendo el colesterol puede incrementar la tasa de muertes.

El grupo femenino con un nivel de colesterol de 5 ó 6 tiene menor riesgo de morir que aquel con un nivel por  debajo de cuatro.
The Lancet reportó que las estatinas no beneficiaron a nadie de más de 69 años, ni a los hombres; en realidad, hay bastante buena evidencia de que pudieron incluso adelantar su muerte.
El estudio Framingham en EEUU encontró que en las personas cuyos niveles de colesterol disminuían, aumentaba el 14% el riesgo de muerte por enfermedad cardíaca por cada 1mg/dl.
Constituído en 1948, el estudio reveló en toda la población de Framingham, cerca de Boston, los factores que pudieran haber estado involucrados en la enfermedad del corazón y luego seguirlos para ver qué sucedía con ellos.
Todavía continúa, siendo el trabajo de investigación de enfermedad cardivascular de más larga duración y más citado.
Un estudio masivo de larga duración realizado en Honolulú, que observaba los niveles de colesterol y mortalidad en personas mayores, publicado en The Lancet, encontró que la presencia de una concentración baja de colesterol por largo tiempo incrementa el riesgo de muerte.
¿Esto puede ser porque el colesterol es necesario para combatir infecciones o por otras razones? Otros muchos estudios encontraron lo mismo.

Baja concentración de colesterol, incrementa el riesgo de morir joven.


Veamos cómo queda entonces la hipótesis del colesterol:
No hay evidencia que las grasas saturadas sean nocivas – y hay montones de “paradojas” donde países con una ingesta muy alta de colesterol no poseen riesgo alto de muerte por enfermedad cardiovascular.
Pero existe un problema más fundamental. La teoría proclama que las grasas y el colesterol le hacen cosas al cuerpo que no tienen sentido.

Para comenzar, las grasas saturadas y el colesterol son tratados como si estuvieran muy relacionados. Una dieta hipograsa disminuye el colesterol; una dieta rica en grasas lo aumenta.
Lo que nunca se explica es cómo funciona esto. No es sorprendente, porque las grasas saturadas no elevan el colesterol. No hay conexión bioquímica entre las dos sustancias, que pudiera explicar todas esas conclusiones negativas.
Es verdad que los alimentos que contienen colesterol también tienden a contener grasas saturadas porque ambas provienen de la fuente animal.
También es verdad que ninguna se disuelve en agua, así que para viajar en el torrente sanguíneo tienen que ser transportadas en un tipo de molécula conocido como lipoproteína – como la LDLs (lipropoteínas de baja densidad) y las HDls (lipoproteínas de alta densidad).
Pero siendo compañeros de viaje están estrechamente relacionadas a las grasas y el colesterol ingeridos. Una vez en el cuerpo, la mayor parte de las grasas de la dieta es transportada por los lipocitos en una lipoproteína llamada quilomicrón.
Mientras tanto, el colesterol es producido por el hígado en una vía de increíblemente complicados 13 pasos; el camino que las estatinas interrumpen.
Ningún bioquímico ha sido capaz de explicarme porqué la ingesta de grasas saturadas tendrían un impacto en esta producción hepática.
Por otro lado, el hígado sintetiza grasas, en grandes cantidades. Todo el exceso de carbohidratos que comemos, primero se transforma en glucosa y luego en grasa en el hígado.
Y ¿qué clase de grasas produce el hígado? Grasas saturadas; obviamente el cuerpo no lo considera dañino en absoluto.
Recientemente, la atención ha sido desviada desde los peligros de las grasas saturadas y el colesterol “malo” LDL a los beneficios del colesterol “bueno” HDL, y nuevas drogas que lo elevarían.
Pero la idea de que más colesterol HDL combate la enfermedad cardiaca está construida en fundamentos con igual insustancialidad.
Estas lipoproteínas parecen ser “excavadores”, succionando el colesterol que es descargado cuando una célula muere y traspasándola a otras lipoproteínas, que lo retornan al hígado.
Cosa muy interesante, las lipoproteínas LDL “malas” participan del proceso. La idea parece ser que las HDLs también pueden sacar el colesterol de las placas de arterias bloqueadas.
Sin embargo hay una inmensa diferencia entre absorber el colesterol libre circulante y succionarlo de una placa aterosclerótica que está cubierta con una capa impermeable.

Autor: Dr. Malcolm Kendrick
Extraído del libro The Great Cholesterol (La gran estafa del colesterol) de Malcolm Kendrick, publicado por John Blake el 29 de Enero.
Publicado por Daily mail
Traducido por la Dra. Mariana Chapochnikoff. Junio 2007.
Las citas de este artículo fueron verificadas en MedLine.
Fuente: guiahomeopatica, web de la Dra. Mariana Chapochnikoff.

1 comentario:

  1. Otro artículo sobre el mismo tema. http://vidaferrea.com/​salud/​el-gran-mito-del-colesterol​.html

    ResponderEliminar