Tratamiento médico homeopático de las lesiones por radiaciones


Radiación atómica - Radiactividad

Introducción
Nos encontramos ante un peligro real, al cual ya ha estado expuesta la humanidad en diferentes ocasiones desde hace varias décadas: accidentes nucleares (Three Mile Island. EUA (1979); Chernóbil. Ucrania (1986); Fukushima. Japón (2011), pruebas nucleares al aire libre, explosiones de guerra (Hiroshima y Nagasaki, 1945), entre otras, conocidas por todos.
La radiactividad tiene unas características que la hacen especialmente peligrosa:
  • su invisibilidad aparente (no se ve, no quema, no huele),
  • su capacidad de expansión por toda la Tierra y
  • su muy prolongada potencia destructiva a través del tiempo.
En Europa aún se reciben diariamente, pequeñas cantidades de radiación por contaminación atmosférica, procedente de la explosión de Chernóbil (26 de abril de 1986); esta explosión, lanzó radio-elementos volátiles que siguen dando la vuelta a la tierra y contaminando todo lo que está a su alcance, según declaró la epidemióloga Elisabeth Cardis, responsable del Grupo de Radiación de la OMS durante 20 años, y en 2011, en el Centro de Investigación en Epidemiologia de la Generalitat de Catalunya (El Periódico de Cataluña, 16.03.2011, Material de alto riesgo. Antonio Madridejos y Àngels Gallardo). Según sus datos, se puede atribuir a la explosión atómica de Chernóbil, la aparición en Europa de 60.000 cánceres en los últimos 25 años (lo cual representa el 0,01% del total de cánceres en Europa desde 1986).
El redactor de El Periódico cita textualmente, un comentario de Elisabeth Cardis, que tiene su interés:
Con motivo de 25 aniversario del accidente de Chernóbil, diversos investigadores, analizaron el pasado viernes (10 de marzo de 2011), las circunstancias del suceso, y “alguien enfatizó en voz alta que el mundo no se debía preocupar, porqué no volverían a ver otro accidente nuclear así. Ya lo veis, al día siguiente todo explotó en Japón, uno de los países mejor preparados del mundo contra los accidentes nucleares”. Alguien debía haber hecho un comentario similar antes del hundimiento del Titanic.

En un estudio de las capas de sedimentación en el Llac Redó a 2.100 m, en el Pirineo catalán (Estudio de los lagos del Pirineo. Universidad de Barcelona, Departamento de Ecología. Centre de Investigación Alta Montaña. Jordi Catalán, Marc Ventura), se extrajeron a 70 m de profundidad, cilindros de 60 cm de largo que representan el sedimento de 10 mil años. Estos sedimentos son las capas de sedimentación lenta y no están sujetas a perturbación. En ellas, el estudio del Plomo-210 y el Cesio como marcadores radiactivos, fueron positivos en el registro fósil de todos los años en que se realizaron pruebas nucleares (1960-80) y las explosiones nucleares de la 2ª Guerra mundial (Hiroshima y Nagasaki, 1945), y el accidente de Chernóbil (1986).
Otra historia poco conocida, pero que afectó a personajes muy conocidos, como John Wayne, es la exposición que el equipo de filmación de The Conqueror (El conquistador de Mongolia, 1956), sufrió en Snow Canyon, Utah (USA), a 100 millas a sotavento de la zona donde el ejército de los EUA, realizó desde 1953, once pruebas nucleares a cielo abierto. En 1980, la revista People, contó la historia, y al hacer el recuento de los sobrevivientes de aquella filmación, expuestos durante 13 semanas a bajos niveles de contaminación nuclear, resultó que de los 220 componentes del equipo, 91 habían contraído cáncer y entre ellos, 46 habían muerto. Estadísticamente, superaba en más de 3 veces, las muertes que se podrían esperar por cáncer en aquel grupo al cabo de aquellos años. John Wayne, también murió de cáncer de estómago y de pulmón (teniendo en cuenta que era un gran fumador y por lo tanto, también un gran factor de riesgo), junto con Susan Hayward, Agnes Moorehead y el director Dick Powell. El actor Pedro Armendariz, de origen mejicano, al enterarse de que tenía cáncer, acabó suicidándose al ver que iba a morir.
Cita de Bill Brodi en How to Help support the Body’s Healing After Intensive Radioactive or Radiation Exposure.

Fuentes de contaminación radiactiva

1. Radiactividad natural. Por isótopos radiactivos en estado natural primigenio, y las radiaciones cósmicas que actuando sobre materiales no reactivos, genera radiactividad cosmogénica. Son fuentes de radiación ionizante, que en el hombre representa una dosis media de 2,4 mSv al año, siendo el Radón el responsable de la mitad. La parte debida a la energía nuclear, no debe superar el límite legal de 1 mSv al año.
Los efectos orgánicos de la radiación se miden en Sievert (Sv) o miliSievert (mSV), submúltiplo o milésima parte del anterior.
• Un vuelo transoceánico, supone recibir 0.03 mSv.
• RX de tórax: 1 mSv como máximo.
• Un TAC abdominal supone 10 mSv.
• Profesionales expuestos a áreas de radiología, pueden llegar a 50 mSv.
• Exposición a 100-250 mSv. Se inicia el riesgo de sufrir cáncer, problemas cutáneos y digestivos.
• Exposición a 500 mSv: se añade, leucopenia.
• A partir de 3.000 mSv, fiebre, fatiga, y problemas graves que pueden llevar a la muerte en 30, 15 días, o menos según la dosis recibida.
• 7000 mSv: provoca la muerte del 100% de las personas.
 
2. Centrales nucleares (Reactor nuclear).
Combustible: Uranio (la mayoría), Plutonio (muy pocas), Torio (menos residuos).
Objetivos: producción de energía, calor, y fabricación de subproductos atómicos con fines médicos, militares e industriales. La producción de plutonio para fines militares (bomba atómica) es uno de ellos.
• Producen calor que se transforma en energía eléctrica.
• La combustión, produce materiales de residuo radiactivos, de vida media muy elevada: americio, neptunio y curio (basura nuclear).
• Productos de explosión (accidentes):
-área directa próxima: radiación gamma y beta.
-materiales volátiles, isótopos radiactivos productos de fisión: Plutonio, Cesio, Estroncio, y Yodo-131 (3%), entre otros...

3. Bombas atómicas.
Bombas usadas con fines militares. Combustible: Plutonio, producido expresamente en reactores atómicos. No es útil el uranio. Producen los tres tipos de radiaciones.

4. Bombas sucias. Son bombas de dispersión radiactiva, usadas con fines terroristas, que se pueden fabricar a partir de las llamadas fuentes huérfanas que aparecen en el mercado negro. Están constituidas por la mayoría de elementos radiactivos. Producen los tres tipos de radiaciones, según el elemento inicial. Pueden no producir Yodo radiactivo.

Partículas y radiaciones radiactivas
Los elementos radiactivos pueden producir radiaciones y partículas ionizantes, capaces de alterar la materia, extrayendo electrones de sus estados ligados al átomo.
a) Las radiaciones ionizantes, están formadas por fotones, sin partículas y son de dos tipos: rayos gamma y rayos X.
b) Las partículas radiactivas ionizantes, incluyen las partículas alfa, beta, protones y neutrones.


Radiación / Constitución / Penetración / Efecto / Elementos

Partícula Alfa: / Núcleo Helio-4 sin electrones / Muy corta, gran masa y carga eléctrica. Detenida por una hoja de papel. / Sólo interno, muy ionizantes / Plutonio-238

Partícula Beta: / Electrón / Media. Detenida por hoja de aluminio / Interno / Estroncio-90, Yodo-131

Radiación Gamma / Fotón intranuclear muy energético / Alta. Penetra materiales densos. / Desde el exterior. Lesión intranuclear, DNA. / Cobalto-60, Cesio-137, Yodo-131

Radiación X / Fotón extranuclear / Alta. Penetra materiales densos / Desde el exterior. Lesión intranuclear. /

Efectos de la radiactividad
La exposición del ser humano a la radiactividad, produce lesiones destructivas de todos los sistemas corporales: inmunológico, sanguíneo, digestivo, respiratorio y cardiovascular, junto con la aparición de cáncer sanguíneo (leucemia) y tiroideo, principalmente.
Los accidentes nucleares o las explosiones nucleares por actos de guerra, liberan a la atmosfera, los principales elementos radiactivos volátiles, que actúan sobre los órganos siguientes:
• Yodo-131: tiene una vida media de 8 días; se capta en la glándula tiroides y produce cáncer tiroideo. Las “bombas sucias”, es probable que no contengan yodo radiactivo. El Yodo-131, es el mismo isótopo radiactivo, usado en medicina, para realizar gammagrafías tiroideas, hepáticas y cerebrales, y tratar el cáncer de tiroides o el hipertiroidismo con radio yodo. Se contrarresta con Yoduro potásico (IK), y algas marinas que tienen un elevado contenido en yodo, junto a un efecto radioprotector.
• Estroncio-90: tiene una vida media de 28 años; se capta en el tejido óseo, y puede producir cáncer óseo, y al ser captado por la médula ósea, producir leucemia. En la misma línea que el Yodo 131, el Estroncio 90, también se ha utilizado, en dosis muy controladas, para tratar el cáncer óseo (sarcomas). Se contrarresta con calcio y magnesio biológicos, algas marinas (alginato sódico) y la Spirulina.
• Cesio-137: tiene una vida media de 30 años; se capta en el tejido muscular, y puede producir cáncer en tejido muscular y circundante. Se contrarresta con Spirulina y Azul de Prusia.
• Otros: Kryptón-85, Xenon-133 y Telurio-132.
Estos productos, emiten básicamente, radiación alfa y beta, que destruyen el tejido humano, animal y vegetal. Las radiaciones gamma, son mucho más penetrantes y pueden acompañar a las anteriores. Estas radiaciones lesionan, perforan y rompen el ADN, y con ello el código genético celular, destruyendo el ciclo reproductivo, que evoluciona hacia la reproducción indefinida de sí mismas, sin el control habitual que incluye la muerte celular y su renovación, con lo que aparece el cáncer que avanza invadiendo el resto del cuerpo.
La velocidad con que aparece esta destrucción, depende de la intensidad de la radiación recibida. Por ejemplo, las explosiones nucleares de Hiroshima y Nagasaki (Japón), del 1945, causaron leucemias masivas en la población irradiada a partir de los 5 años (1950). Diez años más tarde, surgieron los tumores sólidos y las malformaciones fetales, que aún persisten.

Mecanismos de irradiación:
Irradiación directa externa: las más penetrantes son las radiaciones gamma. Solamente lesiona los tejidos durante el tiempo que esta expuesto a la radiación, pero no convierte a los tejidos ni a la persona en radiactiva. Es la radiación que comporta el síndrome de irradiación aguda.
Contaminación externa por productos radiactivos volátiles (piel y mucosas). Convierte al cuerpo en radiactivo, y si no se realiza un lavado, con el tiempo, puede penetrar a través de los folículos pilosos.
Contaminación interna, por inhalación o ingestión de productos radiactivos en aire, agua y alimentos.

Síndrome de irradiación aguda
Los principales síntomas de la exposición radiactiva, son básicamente, fiebre, hemorragias, vómitos y diarreas, con sobreinfecciones, que pueden llevar al colapso y a la muerte. Los síntomas son similares a los producidos por la sobreexposición accidental a elevadas dosis de rayos X. Podemos dividirlo en tres categorías, siguiendo a Vermeulen y Brodi:

1. Síndrome cerebral.
a. Náusea y vómitos, seguidos de,
b. Postración, apatía,
c. Temblores, convulsiones, ataxia, que pueden llevar a la muerte.

2. Síndrome gastro-intestinal.
a. Náusea resistente al tratamiento, vómitos, diarrea, con sangre (hemorragias).
b. La mucosa bucal y la garganta, están rojas, con ulceraciones y necrosis.
c. Deshidratación y anemia aguda, que lleva al shock.
d. Colapso y muerte.

3. Síndrome hematopoyético
a. Anorexia, apatía, náusea y vómitos, a las 12 h de exposición aguda.
b. A partir de las 36 h, atrofia linfática, y de médula ósea que conduce a la aplasia medular con pancitopenia.
c. Heridas y quemaduras sobre-infectadas, con supuraciones que no curan.
Vermeulen, F. Prisma, Haarlem (Netherlands): Emryss bv Publishers (1st ed., 2002).
Brodi, B. How to help support the body’s healing after intense radioactive exposure, 2004. Top Shape Publishing, LLC. 1135 Terminal Way Suite 209, Reno, Nevada 89502.

Tratamiento del Síndrome de Irradiación Aguda
El Síndrome de irradiación aguda, precisa el ingreso hospitalario en una unidad de vigilancia intensiva, y requiere la puesta en marcha de todos los mecanismos de rehidratación, transfusión sanguínea y reequilibrio biológico, junto con vigilancia a sobreinfecciones (aislamiento estéril) y tratamientos antibióticos específicos cuando sea adecuado. Uno de los antibióticos utilizados es la neomicina oral. En situaciones extremas se ha utilizado el trasplante medular.
Un especialista en medicina homeopática puede contribuir a las medidas de reparación tisular de lesiones y lucha contra las infecciones producidas por la baja inmunidad, con medicamentos especialmente seleccionados, que requieren una gran experiencia. Algunos de estos medicamentos complementarios, los citaremos a continuación.

Efectos crónicos de la irradiación
Los tejidos mas radio-sensibles son: epitelio intestinal, órganos reproductivos (ovarios y testículos), médula ósea, sangre y glándula tiroides.
Médula ósea: disminuye bruscamente la producción de glóbulos blancos (leucopenia) en 48 h, con alto riesgo de infección. Leucemias posteriores.
Sangre: destrucción de glóbulos rojos (hematíes) con producción de anemias malignas, y destrucción de plaquetas, con producción de hemorragias espontáneas resistentes.
Glándula tiroides: absorbe el yodo radiactivo, con riesgo de cáncer, sobretodo en niños.
Glándulas mamarias: cáncer de mama.
Pulmones: inflamación con neumonitis y posterior fibrosis por cicatrización. Cáncer en fases posteriores.
Estómago e intestinos: hemorragias internas.
Sistema genital reproductor: los ovarios y los testículos son 20 veces más sensibles que la piel. Atrofia, esterilidad y cáncer.
Piel: irritación, eccema que descama, fisurado y muy doloroso; cáncer de piel.


Protección y antídotos frente a la radiactividad

Barreras físicas y descontaminación externa
1. Alejarse de la zona de contaminación, si es posible, es la mejor opción.
a. Llevar linterna, radio portátil, pilas de recambio.
b. Botiquín de primeros auxilios con pastillas de IK, Calcio, Radium bromatum 30 CH y Phosphorus 30 CH.
c. Comida y agua.
d. Dinero y tarjetas de crédito.
e. Abrelatas o cuchillo multiusos.
f. Ropa de abrigo en invierno.
2. Usar mascarillas de seguridad. Las mascarillas de tela o celulosa, son de poca utilidad.
3. Encerrarse en casa y cerrar ventanas y vías de ventilación, cuando alejarse no es posible. Provisión de agua potable, comida y medicamentos. Radio con pilas para estar informado en caso de restricción eléctrica.
4. Trajes de protección radiactiva (anti-radiación), con ventilación autónoma o filtros de seguridad. Para equipos de socorro y personal técnico de emergencias en el lugar del accidente. Son trajes de protección estanca contra radiaciones y polvo nuclear. Materiales basados en el principio de apantallamiento, a base de plomo, o bien en un material sintético, a base de polímeros y de fórmula registrada (DemRon®, Radiation Shield Technologies), que es mas ligero y dúctil, y mucho más caro. Protege de radiaciones alfa y beta, pero menos de las gamma.
5. Limpieza exterior: ducha con agua y jabón para limpiar los elementos radiactivos que se adhieren a piel, vello y pelos, con cepillos.
a. Quelantes (compuestos con la capacidad de fijar metales): soluciones que contengan EDTA (Edetato disódico, EDTA® Acofarma) , añadido al agua de lavado, al 03-0.5 %.
b. Baño con Sales de Epson: contiene sulfatos y sales de magnesio, y tienen propiedades ligeramente desintoxicantes. Debe vigilarse la concentración adecuada y las personas alérgicas a las sales de magnesio.
c. Baño de sales: sal común y bicarbonato sódico, en agua caliente. Mantenerse dentro del agua hasta que se enfríe, pues facilita a desintoxicación de la piel.
6. Cortarse el pelo: si hay contaminación en el cabello, es una forma radical y eficaz de evitar una continua acción radiactiva.

Antídotos radiactivos químicos

Yodo. Esta contenido en las algas marinas, que además tienen una capacidad radio-protectora, y en las tabletas de yodo. Protege de la asimilación en la tiroides del yodo radiactivo, si se toma en suficiente cantidad para saturar la glándula. Las necesidades diarias son de 150 microgramos (0.15 mg). Una cuarta parte de una cucharada de te de gránulos de algas kelp, contiene 3 mg de yodo.
o Yoduro potásico (KI) o Yodato potásico (KIO3). En España Yoduk® 100 mcg.; Yodafar®, comp. 200 y 300 mcg; Natifar®, comp. 200 mcg / en EUA: ThyroSafe® (Recip US), 65 mcg., aprobada por la FDA).

o Dosis recomendada por la FDA: 100-150 mcg / 24 h, según el peso, en adultos.
 Niños: entre 30 y 60 mcg.
 Lactantes: 10-20 mcg.
 Tomar más dosis, no aumenta la integración del yodo, y presentará efectos secundarios.
 Mujeres lactantes y su bebé: cada uno debe recibir su propia dosis. Lo pueden tomar si peligro tanto las mujeres embarazadas, como las que dan el pecho, y sus bebés.

o Sólo sirve para evitar el desarrollo de cáncer de tiroides, y lesiones tiroideas, a consecuencia de las explosiones o accidentes nucleares que liberen yodo radiactivo.
o Las bombas sucias (terrorismo), no acostumbran a desprender yodo radiactivo.
o Debe tomarse cuanto antes, para bloquear la tiroides, y evitar que se fije el yodo radioactivo y lesione la glándula. Prioridad en los niños, y después, las personas menores de 40 años, que son las más sensibles.
o El Yodato potásico, tiene un efecto similar, y es menos amargo.
o Personas con híper o hipotiroidismo medicados, también pueden tomar IK, pero deberían ajustar la dosis con su médico.
o La ingestión de yodo, en forma del desinfectante cutáneo, povidona yodada (Betadine ®) es tóxica y no es aconsejable, porqué no sirve para incorporar yodo elemental a la tiroides. (ver Nuclear War Survival Skills. Cresson H. Kerarny. Oak Ridge National Laboratory, 1987).
o No administrar en personas alérgicas al yodo.
o En las zonas de riesgo nuclear, es aconsejable guardar en casa un par de frascos del preparado. En caso de emergencia nuclear, el producto se agotará en el momento más necesario.
Calcio y magnesio orgánicos (impide la absorción ósea del estroncio (entre otros, Coral Natural ®, Calciflavón ®, Magnesio Orgánico Soria Natural ®). Otra buena solución es Lactato cálcico (Citorsal Polvo ®).
Azul de Prusia y quelante DTPA. Recomendados por el Center for Diseases Control and Prevention, como medicamentos de uso y control médico, para reducir la absorción de elementos radiactivos (cesio, plutonio, americio y curio):
o El Azul de Prusia (ferrocianuro férrico), absorbe en el intestino el Cesio-137 y facilita su expulsión.
o El DTPA (Ácido Dietilen Triamino Pentaacético), está aprobado como quelante del plutonio, americio, y curio. Su administración es intravenosa. Referencia e información facilitada por Silvia García, que podemos consultar en:
-http://emergency.cdc.gov/radiation/prussianblue.asp
-http://emergency.cdc.gov/radiation/dtpa.asp

Antídotos radiactivos con fitoterapia
• Hay múltiples alimentos y compuestos naturales, que han demostrado proteger al ser humano de la radiación. Estos alimentos y complementos de fitoterapia, favorecen la excreción y eliminación de metales radioactivos, sobretodo Estroncio 90 , Yodo 131 y Cesio 137:
o Té. En varios estudios llevados a cabo en la China y en Japón, se ha comprobado el efecto protector del té en las radiaciones. Té verde y té negro.
o Algas marinas. Se ha comprobado su efecto protector y desintoxicante en la intoxicación radiactiva, a partir de la propiedad de las algas de concentrar iones metálicos marinos. También se ha demostrado que disminuyen la absorción de estroncio radiactivo en ratones (Tanaka, 1968). Las algas marinas contienen grandes cantidades de yodo, que no se destruye por la cocción. Se debe vigilar y reducir su consumo en personas hipertensas (alto contenido en sodio) y con hipertiroidismo (alto contenido en yodo).
 La experiencia del Hospital St. Francis de Nagasaki, demostró que la alimentación del equipo médico y los pacientes con arroz integral, miso, sopa de soja, y una variedad de algas marinas (Kombu, Nori, Wakame), junto con sal marina y la prohibición de azúcar y dulces (por reducir la inmunidad), mejoró la supervivencia de los afectados, mucho más que en otros centros que no utilizaron esta dieta (Tatsuichiro Akuziki, M.D. Nagasaki 1945, London Quarter books, 1981).
 Mecanismo de acción: las algas marinas contienen alginato sódico, que atrapa el estroncio y el radio, radiactivos y metales pesados como el cadmio, el bario y el zinc y los elimina del cuerpo. Otro componente de las algas marinas, el fucoidan, parece reducir la proliferación cancerosa y los ataques virales.
 La Comisión de Energía Atómica de Estados Unidos (U.S. Atomic Energy Comission), aconseja tomar un par de veces a la semana, algas marinas, para protegerse de la toxicidad radiactiva. (US Dept Health and Human Services. "Dietary aspects of carcinogenesis," Nov. 1981).
 Destacan como algas detoxicantes, entre otras:
Laminaria japónica, Fucus vesiculosus (Laminaria o encina de mar) y Ascophyllum (Modifilan ® – Algas Kelp ®). Kombu Mojaban. Kelp (Macrocystis pyrifera – MegaKelp ®). Son ricas en yodo, en alginatos y fucoidina.
Algas Cochayuyo (Durvillaea antartica, Sudamerica; Alga Cochayouyo® Brotasol), utilizada ampliamente por los indígenas sudamericanos y de la zona astral, como aporte nutricional, tiene un alto contenido en alginatos.
Algas Wakame (Undaria pinnatifida): contiene uno de los índices más elevados de yodo), conteniendo casi todos los minerales presentes en el agua de mar. Resulta desintoxicante por su contenido en alginato.
Tanaka, Y, Stanley C. Skoryna and Deirdre E, “Studies on the Inhibition of Intestinal Absorption of Radioactive Strontium, Alginate Degradation Products as Potent in vivo sequestering Agents of Radioactive Strontium” Canad. Med. Ass.J. June 22 and 29, 1968., vol. 98.
Chlorella (Sun Chlorella A®, Chlorella 500 mg ® Supersmart, Alga Chlorella Santiveri®). Es una alga verde unicelular, de grancontenido en clorofila, ácido fólico, vit. B12, hierro, proteínas y aminoácidos esenciales. Se le han atribuido propiedades desintoxicantes, estimulantes de la inmunidad y antitumorales. Es
uno de los componentes del producto comercial NDF ® (Natural Detox Factors, de Bioray), utilizado ampliamente en el mercado anglosajón, como desintoxicante general (metales pesados y radiactivos). Aumenta la producción de interferón, mejorando la inmunidad. En España.
Singh S, Tiku A, Kesavan P. Post-exposure radioprotection by Chlorella vulgaris (E-25) in mice. Indian
Journal of Experimental Biology. August 1995; 33(8):612-5.
o Spirulina. Es una cianobacteria (bacterias gramnegativas capaces de fotosíntesis oxigénica y fijadoras de nitrógeno atmosférico), anteriormente clasificada dentro del grupo de las algas verde-azules, pero que realmente son organismos procariotas (sin núcleo, no algas). Contiene proteínas de alto valor biológico, y vit. B12.
 En un estudio realizado en Ucrania, después del accidente de Chernóbil, por el Instituto de Medicina Nuclear (Institute of Radiation Medicine, Minsk), se observo una mejoría en el sistema autoinmune y en el recuento de linfocitos T, en los niños afectados por el síndrome de irradiación. La dosis fue de 5 gramos de
Spirulina durante 45 días. También redujo la radiactividad urinaria en el 50%, al cabo de 20 días. Llegaron a la conclusión de que “la Spirulina, aceleraba la evacuación de los radionúcleos del cuerpo humano”. Fue activa sobretodo para eliminar el cesio y el estroncio. Uno de los mecanismos sugeridos de su capacidad quelante, es su gran contenido en beta-carotenos, que reduce el daño celular, producido por los radicales libres, a parte de su contenido en hierro, que ayuda a recuperar de la anemia.
 Otros estudios han demostrado su capacidad desintoxicante y protectora renal, frente a la intoxicación por metales pesados y medicamentos nefrotóxicos, y también sus efectos paliativos en los efectos de las radiaciones gamma.
The effect of Spirulina on nephrotoxicity in rats,” Yamane Y, et al. Chiba Univ. Presentedat Annual Symposium of the Pharmaceutical Society of Japan, April 15, 1988.
Radioprotective effect of extract from Spirulina in mouse bone marrow cells studied by using the micronucleus test. Qishen P, Kolman et al. Toxicology Letters 1989; 48: 165- 169.

o Miso es una pasta aromatizante fermentada, hecha con semillas de soja y/o cereales y sal marina. Es considerado un alimento curativo en China y Japón, y existen diferentes variedades según la composición y el tiempo de fermentación. Ya hemos citado la experiencia del Hospital St. Francis de Nagasaki, donde el miso, fue uno de los complementos alimentarios administrados. Se han comprobado sus efectos radio-protectivos en ratones, con mayor supervivencia y menores lesiones (ver Ohara).
Radioprotective effects of miso (fermented soy bean paste) against radiation in B6C3F1 mice: increased small intestinal crypt survival, crypt lengths and prolongation of average time to death. Ohara M, Lu H, Shiraki K, Ishimura Y, Uesaka T, Katoh O, Watanabe H..Department of Environment and Mutation, Research Institute for Radiation Biology and Medicine, Hiroshima University, Japan.
o Pectinas. Los preparados a base de pectinas, usados a partir del accidente de Chernóbil, para tratas las secuelas de la radiación, se demostraron útiles, para desintoxicar el Cesio-137, en el 65% de los participantes que tomaron pectina, frente al 13,9% del grupo placebo (Nesterenko, 2004). Las frutas que más pectinas tienen son las manzanas, los cítricos y el membrillo. Se ha reconocido a los compuestos de pectina, la capacidad de desintoxicar el organismo de metales pesados, desde el plomo y el mercurio, hasta los radiactivos. En 2005, la Federal Comission for Radiation Protection of the Population, en Alemania confirmó que las curas repetidas de pectina pueden ser la base de medidas preventivas para la radio-protección de la población. Más recientemente, la Federación Rusa ha aprobado una nueva formulación a base de pectinas para el tratamiento o prevención en caso de accidentes nucleares con liberación de diferentes radionúclidos (Sorokyne AY, Zosterine-Ultra, is registered as a food additive for removing heavy
 metals and radionuclides from the organism. Department for medical emergency, Ministry for Public Health of the Russian Federation, 2005).

(Información facilitada por Silvia García).
Nesterenko VB, Nesterenko AV, Babenko IV: Reducing the Cesium137-load in the organism of Chernobyl children with apple-pectin. Swiss Medical Weekly, 134: 24-27, 2004.


o Antioxidantes, Selenio, vit. E, A y C. Levadura de cerveza, germinados.
o Aceite de oliva. Contiene antioxidantes.
o Arcilla. Poder absorbente de toxinas.
o Polen de abeja, usado como estimulante de la producción celular en la médula ósea.
o Suplementos de hongos (Mushroom suplements): Maitake, Chaga, Reishi y Turkey Tail, son moduladores de la inmunidad, a través de los betaglucanos insolubles.
Ooi VE, Liu F (July 2000). «Immunomodulation and anti-cancer activity of polysaccharide-protein complexes». Curr. Med. Chem. 7 (7): pp. 715–29. PMID 10702635.
o Panax ginseng (Ginseng Panax 200 mg, Biovea ®): para prevenir la hemorragia post-irradiación, protege de la lesión en la médula ósea y estimula la recuperación sanguínea.
o Alquigliceroles de tiburón (CFN Alkiescualen Aceite de hígado de tiburón®): usados en quimioterapia, para estimular la recuperación plaquetaria.
o L-glutamina: el aminoácido L-glutamina (Adamin G Polvo ®), ha sido recomendado por nutricionistas para contrarrestar el síndrome gastrointestinal de la irradiación aguda.
o Aloe vera, crema. Aplicación cutánea en áreas afectadas, ulceraciones crónicas post radiación.
Se han identificado otras plantas con capacidades radio-protectoras. En el estudio de Jagetia, se pueden valorar con mayor detalle (información facilitada por Silvia García):
Jagetia, GC. Radioprotective Potential of Plants and Herbs against the Effects of Ionizing Radiation. Clin
Biochem Nutr. 2007 March; 40(2): 74–81. Published online 2007 March 14. doi: 10.3164/jcbn.40.74.
http://www.jstage.jst.go.jp/article/jcbn/40/2/74/_pdf.
Gruenwald J, Brendler T, et al, eds. PDR for Herbal Medicines. Montvale, NJ: Medical Economics Company; 1998: 898,899,924,925.
Brodi, B. How to help support the body’s healing after intense radioactive exposure, 2004. Top Shape Publishing, LLC. 1135 Terminal Way Suite 209, Reno, Nevada 89502.

Antídotos radiactivos homeopáticos
Se han experimentado remedios homeopáticos, para hacer frente y antidotar los efectos, de este tipo de accidentes, unos, como isopáticos (los actínidos), y otros como homeopáticos o similares. Se deben valorar los síntomas posteriores y el remedio correspondiente. Estos casos han de ser controlados por un médico homeópata experto y han de seguir controles periódicos de sus constantes biológicas y humorales. Los principales son: Radium bromatum, Diospyros kaki Creveld, Uranium nitricum, Plutonium nitricum, Phosphorus, Causticum y Kali iodatum.

Radium bromatum
o Dosis: 30 CH, 3 gránulos cada 8-12 h los primeros 3 días, seguido cada día, durante al menos 15 días. Si el impacto nuclear es muy cercano y las lesiones graves, la dosis será cada 10 minutos las primeras 4 horas,
reduciendo paulatinamente la frecuencia. Se puede preparar una dilución de 8-10 gránulos en un botellín de agua mineral (250 ml), y administrar el equivalente a una cucharada mediana.
o Está indicado en las lesiones por radiaciones atómicas y en radiaciones por rayos X. Su utilidad ha estado comprobada clínicamente en diferentes ocasiones, y se puede recomendar como el primer medicamento homeopático a administrar. Entre los clásicos, es aconsejado por Foubister y por Clarke. Clarke, en su Dictionary, expone extensamente su experiencia con el remedio, pues él mismo llevó a término una experimentación con Radium. Según él (125):
Radium puede causar y curar el cáncer, y a su vez, dermatitis eccematosas en las manos causadas por quemaduras de Radium y de rayos X, los cuales desaparecieron durante la experimentación (proving)”.

Phosphorus, a la misma pauta, en caso de no disponer de Rad-br. Predomina el ardor y las hemorragias de sangre roja, con sed intensa. Palpitaciones, temblor y sensación de vacío pueden acompañar. Los pacientes desarrollan vómitos y diarrea con debilidad creciente y están muy sensibles a todo lo que sucede en su entorno. De todas maneras, puede considerarse un remedio de primera línea.
Causticum. Es un remedio muy similar a Phos. Cuando las quemaduras por radiación, tardan mucho en curar, con gran ardor, escozor, pérdida de fuerza muscular y parálisis de algunas partes, emaciación, marcha descoordinada (ataxia) e incontinencia urinaria.
Uranium nitricum, especialmente para los efectos crónicos de la radiactividad, por exposición al uranio radiactivo, en mineros y trabajadores que están expuestos a radiación, y a la explosión de bombas atómicas. Los síntomas más comunes son: gran emaciación y adelgazamiento, con apetito y sed desorbitados, debilidad y edema generalizado. Se puede acompañar de ardor gástrico, flatulencias y vómitos. Ardor interno y úlceras en todo el tracto digestivo, son la pauta posterior. Síntomas similares a los de las víctimas de Nagasaki.
Diospyros kaki Creveld. Este es el remedio obtenido del árbol que sobrevivió cerca del epicentro de la explosión de la bomba atómica en Nagasaki, el 9 de agosto de 945. Se ha ganado el apodo de “El árbol del mundo” (“The World Tree”), por aber sobrevivido al infierno. A raíz de esta observación se experimentó este emedio, y se ha utilizado con éxito en enfermedades cancerosas, leucemia y para ratar los efectos de la quimio y de la radioterapia. También esta indicado en los raumas físicos y mentales de los soldados vuelven de la guerra. La xperimentación del remedio, llevada a cabo por la Dra. Marijke Creveld, de olanda, se realizó con la técnica de experimentación por sueño (dream proving), los síntomas característicos, están añadidos al Repertorio Synthesis.
Diospyros kaki Creveld. Marijke Creveld, 2005. ISBN 90-808392-3-X. m.creveld@planet.
Plutonium nitricum. Para la exposición a la radiación de plutonio, esta es su rimera indicación (isopático). Como elemento radiactivo, se puede usar como edicamento homeopático, para tratar los efectos de las radiaciones. Su onocimiento se debe a la experimentación de Jeremy Sherr y su equipo (The omeopathic proving of Plutonium nitricum), y se esta convirtiendo en un medicamento de uso amplio, cada vez más usado en patologías graves, tanto psiquiátricas como cancerosas.
• Satti y Ullman, han recomendado, junto con la ingesta de pastillas de IK, la administración de Kali iodatum 6 y 30 CH, para facilitar la incorporación del yoduro potásico (con el Kali-i 6 CH), y para desintoxicar el yodo radiactivo que haya penetrado en el organismo (Kali-i 30 CH).
J. Satti, Dana Ullman, Homeopathic Medicines for Radiation Exposure. Homeopathic Educational Services. www.homeopathic.com.
• Otros remedios:
o Belladonna, para el ardor y los dolores congestivos y como de quemadura solar.
o Plumbum, parálisis y parestesias progresivas y muy dolorosas. Secuelas posteriores, neurológicas de evolución lenta y con gran deterioro motor y mental, similares a la demencia grave con parálisis.
o Cadmium sulphuratum. Las sales de cadmio, fueron utilizadas ampliamente por Grimmer para tratar el cáncer. Cad-s, da síntomas como formas agotantes de enfermedad (cólera, fiebre amarilla) donde con agotamiento, vómito y extrema postración, la enfermedad lleva a la muerte. Síntomas gástricos importantes: carcinoma del estómago; vómito persistente. El paciente debe mantenerse quieto, con sensación de frío y frialdad incluso cerca del fuego. Puede tener lesiones agrietada y ardorosas en la piel.
o Cadmium iodatum. Náusea por olores desagradables, agr. pensar en ellas. Vómitos violentos con cefalea; biliosos y ácidos. Alternancia de calor y frío. Dolor sordo, opresivo en el hígado y el bazo. Estreñimiento. Deposiciones color tiza. Micción frecuente. Hemorragias, de color oscuro con pequeños coágulos; de color brillante.
o Apis. Calor, enrojecimiento, ardor, pinchazos y edema, que mejoran con agua fría. (Bildet, 1990).
o Ruta graveolens y Ginseng quinquefolium. En un estudio con animales de laboratorio (ratones albinos), que fueron expuestos a radiaciones X, la combinación de Ginseng 6X, 30X y 200X con Ruta 30X y 200X, administrada antes y después, mostró una reducción muy significativa del daño cromosómico celular.
o Graphites. Lesiones en piel con grietas, dolor, picor intenso, eritema, supuración pegajosa y eccema costroso y descamativo.
o Marble y Granite Murvey. El granito de la zona de Murvey, contiene una pequeña parte de uranio (10 ppm), a parte de un 70% de SiO2 (sílice), y emite un cierto grado de radiactividad natural. La administración de Granite Murvey, mejoró a un grupo de niños de Belarus (a 40 km de Chernóbil), afectados por la radicación, en 1993, tratados por Eising. Los síntomas más característicos fueron: tristeza y sentimiento de resignación; palidez, y apariencia de la piel traslúcida; ojos muy grandes con mirada directa y muy seria, con miedo intenso a que les tocaran. (Nuala Eising, Granite, Marble and Limestone, 1995).
o Ceanotus. Remedio con un tropismo especial en el bazo y tejido linfático. Esplenomegalia, leucemia. Diarrea y deseo constante de orinar.
Bildet, J.,Guyot, M., Bonini, F., et al. (1990) "Demonstrating the Effects of Apis mellifica and Apium virus Dilutions on Erythema Induced by U.V. Radiation on Guinea Pigs," Berlin Journal of Research in Homeopathy, 1:28.

Tratamiento homeopático de las secuelas de un accidente nuclear
Es muy interesante el estudio ruso publicado por Vasilyeva y por Zajarchenko en el British Homoeopathic Journal (abril de 1992),126 donde se explica el tratamiento homeopático de 54 niños expuestos a la radiación de Chernóbil durante el accidente del reactor nuclear en 1986:
«Resultados. El tratamiento disminuyó la frecuencia y la aparición de infecciones del tracto respiratorio superior en un 72% y de amigdalitis crónica en el 18% durante un año. La incidencia de colecistitis-colangitis disminuyó en un 56%. Las quejas por dolor de cabeza disminuyeron considerablemente. Muchos padres manifestaron la superioridad del tratamiento homeopático sobre el tratamiento convencional que habían recibido antes. Los padres notaron una mejoría considerable en la salud general, en la capacidad para el trabajo, en el apetito, en el sueño y en la desaparición de la astenia.
Analizando la frecuencia con que eran prescritos los remedios homeopáticos resultó que los niños que teníamos bajo nuestra observación fueron tratados más frecuentemente con Cina (46%), en segundo lugar con Calcarea carbonica (24%), y en tercer lugar Silicea (20%).
El pasado junio acompañamos a Holanda a un grupo de niños que habían estado bajo nuestra observación a unas vacaciones. Pudimos observar que el grupo de niños que habían sido tratados con medicación homeopática se adaptó mejor a los cambios de tiempo y a los cambios del entorno. Y al contrario, los niños que no recibieron tratamiento homeopático contrajeron más frecuentemente resfriados, algunos de los cuales les hicieron sufrir durante el viaje. Los tuvieron que tratar por hidrosadenitis, enfermedades respiratorias, bronquitis aguda, amigdalitis folicular y disquinesia biliar.»

También se utilizaron compuestos múltiples de medicamentos homeopáticos para tratar de manera estándar, las secuelas de la radiación en Chernóbil (Síndrome de irradiación / Irradiation syndrome). Uno de estos “compositum” que nos ha llegado es la combinación de:
Aconitum + Phosphorus + Caesium + Cobaltum + Strontium + Iodum a la 1M K.

Efectos de la radioterapia y quemaduras por rayos X
Los efectos secundarios de la radioterapia pueden llegar a ser muy molestos y, en algunos casos, los accidentes por errores en la radiación pueden ser mortales. Por otro lado, las quemaduras producidas por los rayos X, tanto por la radioterapia como por la exposición excesiva del personal médico (médicos de la vieja escuela que no utilizaban protección), producen unas dermatitis graves que pueden evolucionar hasta el cáncer de piel. Dentro de la farmacopea homeopática hay remedios especialmente indicados para contrarrestar estos efectos. Destacaremos entre ellos: Phosphorus, X-ray, Sol, Radium bromatum, Fluoricum acidum y Cadmium.

Phosphorus ya se ha comentado, junto con Radium bromatum, en las radiaciones atómicas. Los dos son remedios muy útiles en el tratamiento de los accidentes por rayos X, sobre todo las dermatitis y las quemaduras. Grimmer fue un gran promotor del uso de Phosphorus para esta grave indicación:

En caso de accidente nuclear, debemos enfrentarnos con el problema de la radiación, y el remedio Phosphorus, es, de lejos, el primero y el mejor como antídoto de todas las formas de radiación, sean de radium, rayos X, o radiación atómica. Phos., contrarresta los efectos destructivos producidos en la circulación capilar y más tarde en los propios componentes sanguíneos. Phos., es un remedio para quemaduras profundas y para ulceraciones de naturaleza grave; incluso ha llegado a curar casos de grangrena. (145)
Grimmer, A. Homeopathic War Remedies.

En mi experiencia he encontrado que uno de los remedios que más se antidota por las radiaciones X (cuando un paciente lo toma para curar otros procesos) es Phosphorus, y esto demuestra la similitud de estos dos remedios y, por lo tanto, la utilidad de Phosphorus en el tratamiento de las lesiones por rayos X. Anoto dos casos demostrativos de la interferencia de los rayos X con Phosphorus, que tuve la oportunidad de tratar en el Hospital Comarcal de Igualada (Barcelona):

Caso 1. Una chica de 23 años, que sufría migrañas de muchos años de evolución, con síntomas neurológicos de inicio (parestesias en el lado derecho y visión borrosa) inició tratamiento con Phosphorus 30 CH, de tal forma que al cabo de 24 horas el dolor había desaparecido. Al cabo de cuatro días se le practicó un TAC cerebral para descartar causas vasculares expansivas o tumorales. El resultado fue negativo. Pero al día siguiente de la prueba, la migraña reapareció con una intensidad desmesurada. La administración de una nueva dosis de Phosphorus redujo el dolor, sin conseguir la rapidez y la eficacia de la primera dosis. Fue necesaria una dosis 200 CH para acabar de resolver la crisis. Su evolución fue muy buena, de tal forma que sólo fue necesario repetir una 10M K al cabo de dos meses, y al cabo de tres años, no había repetido ningún otro ataque.

Caso 2. Un chico de 19 años, de constitución asténica (alto y delgado), sufrió una neumonía lobular izquierda con fiebre alta, mucha sed y un estado de miedo y ansiedad característico que indicaba el remedio Phosphorus, el cual fue administrado a la 30 CH y en dilución, repitiéndola cada seis horas. Al día siguiente la fiebre había disminuido de 39.2° C hasta 37.3° C, el dolor pleurítico había mejorado considerablemente y el estado general empezaba a mejorar. Al cabo de 48 horas creí conveniente hacer una radiografía de tórax para vigilar la evolución radiológica de la condensación. Al día siguiente de las dos radiografías (frente y perfil), el paciente volvió a tener fiebre (38.8° C), con reaparición del dolor pleural y del malestar. Tuve que aumentar la potencia (200 CH), también repetida en dilución, para superar la recaída al cabo de tres días. La recuperación fue más lenta que la de las primeras dosis.

Estos casos me indican el efecto de antídoto que los rayos X tienen sobre el curso del tratamiento homeopático, sobre todo cuando el paciente responde al remedio Phosphorus, y a la vez el interés de esta observación es ver que este remedio también es uno de los más indicados para antidotar los efectos perjudiciales de las radiaciones X.

Radium bromatum 15-30 CH.
Ha sido útil en el tratamiento de dermatitis por rayos X, tal como vemos en dos casos clásicos, el primero relatado por Clarke en su Dictionary, y el segundo por Dieffenbach, autor de la experimentación de Radium bromatum:

«Una chica que trabajaba en el departamento de rayos X del hospital, presentó una dermatitis en la mano derecha y en los dedos. Se le prescribió un ungüento sin ningún beneficio y le empezaron a aparecer cortes y grietas en la piel. Se le administraron dos dosis de Radium br. 30, por sugerencia de Mr. Pierrepont, una por la mañana y otra por la noche. Al día siguiente le apareció a la paciente una erupción generalizada que la enfermera directora confundió con un sarampión, con los ojos llorosos, los dedos muy doloridos y con sensación de estar muy enferma. Al día siguiente le había desaparecido la erupción y se encontraba muy bien. Los dedos ya estaban mejor y evolucionaron muy bien, excepto un ligero dolor que notaba después de lavarse

Es el caso de un voluntario de la experimentación de Radium bromatum. Tenia las dos manos cubiertas con lesiones evidentes de radio-dermatitis crónica, que se habían resistido a cualquier tratamiento durante años. Las lesiones eran eccematosas, con cortes y fisuras, engrosamientos que descamaban, y abultamientos verrugosos que picaban y quemaban constantemente. Después de haber tomado Radium 6X para la experimentación, las lesiones desaparecieron paulatinamente, y al cabo de sesenta días, al escribir este relato, no habían reaparecido”.
Dieffenbach, W.H. Proving of Radium bromatum. The Journal of the American Institute of Homeopathy, August, 1911.

X-ray 30 CH.
Actúa como antídoto isopático de las lesiones por radiaciones X. Sus indicaciones son: eccema seco y pruriginoso; eritema alrededor de la raíz de las uñas; la piel seca y arrugada, con grietas dolorosas; crecimientos verrugosos con engrosamiento de las uñas, y persistencia de lesiones que no curan, como llagas por quemaduras, todos los cuales recuerdan las conocidas lesiones en las manos de los médicos que han sufrido la acción de los rayos X por exponerse sin protección, a lo largo de muchos años haciendo radioscopias a sus pacientes. Ardor que mejora con aplicaciones calientes. También encontramos anemia, leucemia, afectación preferente de las glándulas sexuales con esterilidad y atrofia testicular y ovárica; dolores muy intensos. Se puede utilizar la 30 ó la 200 CH, repetida varias veces, controlando la evolución de las lesiones.

Fluoricum acidum 30 CH.
Ha sido propuesto por Foubister127 en los Tutorials, como remedio indicado para tratar las lesiones por radiaciones X, incluso mejor que Phosphorus. La acción de Fluoricum acidum destaca en las lesiones en la piel que se acompañan de picor, gran enrojecimiento y empeoramiento con el calor local. Dermatitis con tendencia al engrosamiento, con grietas y dilatación venosa.

Sol 30 CH.
Ya hemos comentado en la insolación, que también fue Foubister quien nos trasmitió su interesantísima experiencia en el uso de este remedio en las lesiones por radioterapia. Sol se utilizó para tratar las secuelas de la radio y de la cobaltoterapia, a partir de una observación interesante: algunos pacientes irradiados presentaban una sensibilidad muy aumentada a la radiación solar, de tal forma que no podían soportar ponerse al sol, aunque fuera por breves momentos. Siguiendo a Foubister:

«Una mujer de sesenta años fue sometida a una colostomía, junto con la extirpación de una tumoración maligna del intestino grueso. Estaba a mi cargo en lo que se refería a su cura postoperatoria y se mantuvo razonablemente bien, durante los cinco años siguientes a la operación. Después, su salud general se deterioró, a pesar de una revisión cuidadosa que no pudo revelar ninguna recaída del tumor. Se le hizo radioterapia, después de la cual notó que no podía soportar la menor exposición a la luz solar, considerando que había sido una adicta a los baños de sol desde los tiempos que tenía memoria, incluyendo el período postoperatorio. Le prescribí Sol 30 CH una dosis diaria, durante tres días, con un resultado excelente. Esta medicación se tuvo que repetir algunos meses más tarde, y en ocasiones posteriores después de la radioterapia, con buenos resultados. Murió a la edad de ochenta años.
Esto me llevó a prescribir Sol 30 CH de forma rutinaria para contrarrestar los efectos adversos de la radioterapia, administrando tres dosis cada dos horas inmediatamente después de la radiación, o de alguna otra forma según la hora del día en que había recibido la radioterapia. Los pacientes que habían recibido radioterapia previamente decían que el tratamiento con Sol les resultaba muy efectivo

Para ampliar la información, ver el libro de Foubister Tutorials on Homoeopathy, donde se explican otros casos (radioterapia en la enfermedad de Hodgkin, cobaltoterapia por mastectomía y efectos de radiaciones múltiples para diagnóstico radiológico).

Cadmium sulphuratum 30 CH.
Es un remedio aconsejado por Grimmer, junto con Phosphorus, como antídoto de las quemaduras por radioterapia. La característica de las lesiones de la piel es el picor tan intenso y voluptuoso que sufre, que predomina por la noche, y mejora rascándose; las lesiones por las quemaduras son descamativas, con cortes y grietas húmedas y dolorosas que supuran; pueden aparecer sobre lesiones herpéticas. También suelen empeorar con la luz solar.

Diospyros kaki Creveld 30 CH, y recordarlo de nuevo, ya citado en los efectos secundarios de quimio y radioterapia.

N-4 Radiation Antitox ®, (Apex Energetics – http://www.apexenergetics.com/). Me parece interesante citar la existencia de este medicamento homeopático complejo, que se aconseja para tratar sintomáticamente los efectos de la radiación ionizante en general (excesos de radiación, estrés geopático y estrés electrodinámico). Viene recomendado en la completa monografía de Bill Brodi, citada anteriormente. Este complejo contiene:
o Aloe socotrina
o Bone marrow, hematopoietic
o Tissue, placenta, skin
o DNA
o Echinacea angustifolia, Echinacea purpurea
o Ferrum metallicum
o Fucus vesiculosus
o Lecithin
o Iodum
o Kali phosphoricum
o Phosphorus
o Ribes nigrum gemmae
o Vitamin A
o Vitamin E
En sus indicaciones consta: para el alivio temporal de inflamación, fatiga y debilidad, agotamiento, anemia y para el apoyo tiroideo.

Apéndice: Para una información más completa de los procedimientos de emergencia ante la exposición radiactiva, se puede consultar el Manual: “Medical Management of Radiological Casualties Handbook”, Armed Forces Radiobiology Research Institute’s (http://www.afrri.usuhs.mil/).


Agradecimiento por la colaboración en la documentación y revisión de capítulo a la Sra. Sílvia García, Veterinaria.

Autor: Dr. Manuel Mateu-Ratera, mmateu@comb.cat
Capítulo de la 2ª edición del libro Primeros Auxilios con Homeopatía, de la Editorial Kairós. Barcelona, 2011.
Fuente: web de la Academia Médico Homeopática de Barcelona.

Sobre la medicina basada en la evidencia (réplica al Profesor Berrios)

El artículo del profesor Berrios publicado como editorial en psicoevidencias.es el pasado 26 de febrero de 2010, no sólo ha constituido un hit dentro de los documentos de esta web con más de 2.000 visitas desde la fecha de su publicación, sino que ha sido visto por muchos como un escrito “anti-evidencia”, una interpretación más paradójica aún si cabe, teniendo en cuenta la trayectoria científica de su autor.

Una perspectiva crítica sobre la medicina basada en la evidencia
Sin embargo, yo no entiendo que este escrito sea una andanada “anti-evidencia”. Es más, no entiendo en base a qué se justifican los argumentos de quienes lo han calificado así. Desde mi punto de vista, el profesor Berrios lleva a cabo una crítica de la medicina basada en la evidencia (MBE) en la que pone de manifiesto sus ambigüedades semánticas y epistemológicas, pero muy especialmente, lo que voy a denominar a partir de ahora, la práctica ingenua de la MBE como un modelo de desarrollo y práctica profesional.

El nudo del argumento del profesor Berrios lo constituye el hecho de que la estadística, especialmente la empleada para la elaboración de revisiones sistemáticas (RS) y meta-análisis (MA) -los estándares de oro de la evidencia-, se haya transformado en el criterio último que permite decidir la verdad de una afirmación. Las revisiones sistemáticas y los meta-análisis poseen escasa sensibilidad y especificidad para decidir sobre cuestiones metodológicas y especialmente, sobre las circunstancias que rodean la producción de un conjunto de datos. Dichas circunstancias de producción de datos, se refieren no sólo a factores internos del diseño de los estudios resumidos en las RS y los MA (metodología, reclutamiento, etc.), sino también a los intereses subyacentes a los estudios que se publican (económicos, de prestigio, sesgo editorial hacia los resultados positivos, etc.) y al contexto histórico, social y económico que gobierna las transacciones sociales que acaban por conformar qué es lo que se va a considerar como evidencia de calidad y lo que no. En otras palabras, me parece que lo que se está criticando es que en los tiempos que corren parece hacerse más cierto que nunca el viejo dicho de que la mujer del César no sólo debe serlo, sino que también debe parecerlo.

Pero es que, además, la práctica ingenua de la MBE, que considera como verdaderas y evidentes toda afirmación que haya sido matematizada a través de las técnicas estadísticas, socava el fundamento mismo de la práctica sanitaria: la relación profesional-paciente, en cuyo seno se negocia lo que le conviene a un paciente particular. Esta práctica ingenua de la MBE, basada en la aplicación de guías de práctica clínica (GPC) y protocolos cerrados de tratamiento que se han probado eficaces en los ensayos clínicos aleatorizados, tiende a cosificar la relación médico-paciente al operacionalizarla exclusivamente desde el punto de vista de la prescripción (de un fármaco, de un plan de cuidados, de una prueba diagnóstica, de una psicoterapia, etc.), transformándola, como consecuencia lógica de este punto de vista ingenuo, en una aplicación mecánica de un árbol de decisión (auto) “evidente”. Además, la operacionalización de la relación médico-paciente desde la óptica exclusiva de la prescripción, reduce ésta con todas sus consecuencias, a una cuestión exclusiva de costes-beneficios. Esto conlleva el chantaje moral de que no primar el uso de lo mejor (en el sentido de “evidente”) y más barato, no es ético.

La radical (en el sentido de “desde la raíz”) argumentación del profesor Berrios me parece muy próxima en ciertos detalles al análisis antropológico de la investigación científica que realizaron hace tiempo Latour y Woolgar (1986). Este análisis que acabo de citar mostró que la actividad científica, lejos de constituir una práctica esotérica y extraña al sentido común, como éste mismo, está sometida al devenir histórico de modas y tendencias conceptuales y epistemológicas, al contexto y a las circunstancias en la que se desarrolla. Así, el viejo sueño de Russell, Whitehead y otros de encontrar sistemas formales completos en los que no cabe el psicologismo (esto es, el científico como persona) se muestra como una quimera de la razón. Es tentador además, y por cierto nada extraño ni desencaminado, encontrar paralelos aquí con los olvidados análisis que realizó Skinner sobre el comportamiento del científico (Skinner, 1957).

En resumidas cuentas, lo que estoy llamando práctica ingenua de la MBE tiende a obviar el hecho de que una afirmación científica tiende a ser reificada, es decir, transformada en un objeto o cosa (como un PC, un automóvil o un pino) en cuanto son obviadas o ignoradas las circunstancias históricas, políticas, económicas, sociales e inmediatas que rodean la producción de un hecho científico. Y en cuanto una afirmación científica es reificada o cosificada, se transforma en una mercancía lista para ocupar su lugar en los estantes de un hipermercado. No me extenderé por razones de espacio en citar múltiples ejemplos de esta última afirmación. Baste decir, cómo, paradójicamente, los tratamientos psicológicos iniciaron una febril carrera hacia su validación empírica cuando, ante las pruebas acumuladas sobre la eficacia de la farmacoterapia a principios de la década de los noventa del pasado siglo, estuvieron a punto de ser barridos de la cartera de servicios de las compañías estadounidenses de seguros de salud. La reacción resultante fue la aparición en 1993 de los criterios de la Comisión Chambless y su famoso listado de tratamientos psicológicos empíricamente validados y su posterior publicación (Task Force on Promotion and Dissemination of Psychological Procedures, 1995).

La crítica a los fundamentos históricos, semánticos y epistemológicos del término “evidencia” (y de la MBE) realizada por el profesor Berrios, así como su breve análisis sobre la locura reinante en el actual mercado de la información sanitaria y de la salud, me parece muy pertinente y oportuna en el actual contexto, donde “ciencia” se confunde con “tecnociencia” (esto es, desarrollo tecnológico) y “mejor”, es en muchos casos un mero sinónimo de “más actual”, de “mayor índice de impacto”, o de “estadística inferencial” (a ser posible aplicando el SPSS) entendido este último significante como el máximo exponente del carácter científico de un conjunto de datos o de una recomendación basada en ellos.

Sin embargo, por muy pertinente que pueda parecerme el artículo del profesor Berrios, es una obra humana, y por tanto tiene su punto débil. El punto débil que le encuentro al artículo que estoy comentando, es que el profesor Berrios no propone ninguna posible alternativa viable que pueda oponerse para intentar contrarrestar o neutralizar lo máximo posible los efectos perniciosos de los puntos débiles que critica a la concepción ingenua de la MBE y que, al mismo tiempo, haga justicia a la relación profesional-paciente ya no sólo como fundamento mismo de la práctica sanitaria, sino también, añado, como medio donde tiene lugar un cambio terapéutico (Kohlenberg y Tsai, 1991).

Una alternativa contextual a las debilidades de la MBE
Una alternativa viable a las debilidades señaladas por el profesor Berrios a la MBE puede ser propuesta. Esta alternativa debe ser doble: por un lado debe conceptuarse de forma alternativa qué es el conocimiento, y por otra parte, debe pasarse de un modelo de evaluación de tecnologías de cambio conductual basado en los resultados donde predomina la información sobre la eficacia, a un modelo de proceso donde se tengan en cuenta múltiples fuentes de información.

En primer lugar, cabe preguntarse qué es el conocimiento, pregunta que guarda relación con la naturaleza de la famosa evidencia. No cabe cosificar, como se ha hecho, al conocimiento científico como EL CONOCIMIENTO por excelencia, máxime cuando el conocimiento científico es confundido con la tecnociencia. Esto no es más que una consecuencia epistemológica de la descontextualización del conocimiento legitimada por las filosofías de corte dualista y mentalista.

Como respuesta alternativa a esta pregunta, creo que es útil y epistemológicamente razonable, distinguir entre conocimiento como producto (gráficos, datos, artículos, etc.), y conocimiento como actos relacionales en contexto, es decir, como modos de conocimiento. Modos de conocimiento es una expresión que se refiere a formas especiales de proceder en la formulación, sistematización y validación de conceptos. Aquí me interesan especialmente los modos de conocimiento dado que estoy enfatizando la importancia de los contextos en los que tienen lugar las actividades de producción del conocimiento. De este modo, y como función de variables contextuales, distingo entre tres modos de conocimiento: a) el científico, b) el tecnológico, y c) el práctico (Carrascoso López, 1998).

El modo de conocimiento científico se interesa por lo abstracto, lo general, y caracteriza sus modos de proceder y sus productos de conocimiento como enunciados que permiten describir una amplia generalidad de eventos. No está interesado por particularidades, sino por relaciones entre variables de amplia aplicabilidad. La descripción y la comprensión constituyen sus objetivos principales.

El modo de conocimiento tecnológico se caracteriza por su interés en la eficacia promedio de procedimientos sintetizados en base a los productos del modo de conocimiento científico. Por ello es de carácter eminentemente sintético, y sus principales objetivos los constituyen la predicción y la influencia (o control) de eventos.

El modo de conocimiento práctico (por ejemplo, la práctica clínica habitual) se centra en lo individual, lo único e irrepetible, procediendo a menudo de un modo relativamente estereotipado al concentrarse sobre las circunstancias concretas en que tienen lugar un conjunto irrepetible de eventos. Su objetivo último lo constituye la modificación de dichas circunstancias.

Cada uno de estos modos de conocimiento es relativamente autónomo e independiente de los demás, en el triple sentido de que a) se ocupan de universos de distinta generalidad conceptual y empírica, b) son una función de intereses y criterios sociales distintos, y c) poseen sus propios criterios de validación respecto a lo que es útil y verdadero. Los tres modos de conocimiento no constituyen ámbitos aislados, sino que pueden interactuar entre sí continuamente, planteándose los unos a los otros límites a sus universos de generalidad empírica y conceptual y preguntas relevantes para investigar. Esto es lo que se conoce como un modelo de influencia mutua (Hayes, 1998). Los tres modos de conocimiento pueden compartir funcionalmente las mismas metas de trabajo: describir, comprender, predecir e influenciar un conjunto de eventos. Sin embargo, los contextos que los gobiernan hacen que se enfatice una u otra de estas metas según qué modo de conocimiento esté siendo practicado. Adicionalmente, esta concepción de los modos de conocimiento como actos relacionales en contexto tiene la ventaja de que evita descontextualizar los actos mismos de producción de conocimiento, por lo que, como consecuencia, ningún modo de conocimiento es necesariamente más importante que los demás.

En segundo lugar, esta concepción contextual del conocimiento como actos relacionales tiene implicaciones para la evaluación de tecnologías, en nuestro caso, tratamientos. Una consecuencia de este punto de vista es que el proceso de validación de un tratamiento debe tener en cuenta múltiples fuentes de información. Una propuesta en este sentido está ya disponible (Carrascoso López y Valdivia Salas, 2007). Esta propuesta de criterios alternativos de validación de un tratamiento tiene tres peculiaridades importantes:

a)Se reconoce la enorme complejidad del proceso de validación de un tratamiento, formalizando seis conjuntos de criterios que permiten contemplar multitud de fuentes de información: criterios conceptuales (información histórica, sociológica, fundamentos filosóficos del tratamiento); criterios referidos a la relación del modo de conocimiento científico con el tecnológico (especificación de datos relevantes de la investigación básica, estudios descriptivos que buscan determinar si procesos conductuales básicos pueden ser identificados en la vida diaria); criterios sobre la investigación de procesos de cambio (identificación empírica de procesos de cambio responsables de los efectos de un tratamiento); criterios sobre la investigación de los resultados del tratamiento (investigación empírica sobre la eficacia, investigación y eficiencia del tratamiento).

b)Al especificarse criterios sobre procesos de cambio responsables de los efectos observados de un tratamiento, se busca por un lado, respetar la relación médico-paciente como centro de la prestación sanitaria, y como núcleo del cambio terapéutico, y por otro lado, permitir no sólo que se validen paquetes de tratamiento (como es usual, por ejemplo, en la mal llamada terapia cognitivo-conductual), sino también principios de cambio (por ejemplo, la escucha empática), lo que obliga a especificar en manuales de tratamiento las conductas relevantes por parte del profesional y del paciente en su relación mútua.

c)Estos criterios permiten obtener información sobre tres aspectos a tener en cuenta en todo tratamiento: su utilidad clínica, su potencial de innovación, y su facilidad para ser diseminado (administración a los pacientes y formación de los profesionales). No basta simplemente con decir que un tratamiento es más eficaz que otro. Un tratamiento puede ser muy eficaz, pero la realidad nos indica cómo muchas veces ni siquiera se le propone a los paciente. Baste citar como ejemplo el caso mencionado de la terapia cognitivo-conductual del pánico (un ejemplo de tratamiento eficaz) y del psicoanálisis (un ejemplo de tratamiento eficiente).

Como puede deducirse, desde nuestro punto de vista, el conocimiento científico no puede constituir un conocimiento aplicado, sino APLICABLE, dado que no tiene sentido desarrollar tecnologías de cambio conductual desde la perspectiva de la extrapolación directa de un producto de conocimiento desde un contexto a otro. Por ejemplo, en la investigación experimental de laboratorio pueden ser muy relevantes los tiempos de reacción medidos en milisegundos. Pero en una unidad sanitaria que atiende a pacientes con trastorno mental grave que está desarrollando programas de rehabilitación cognitiva, conseguir que un paciente concreto mejore 200 milisegundos su ejecución ante una tarea computerizada, puede ser una auténtica tontería, dado que en la vida cotidiana la escala de tiempo físico relevante se mide en segundos, minutos, horas, etc. (y con mucha frecuencia el tiempo físico ni siquiera es relevante en la vida diaria). Semejantes minucias experimentales no son relevantes en los contextos diarios, salvo que se los quiera emplear como argumentos retóricos de justificación de las excelencias de un tratamiento, por supuesto, de cara a su mejor venta.

Ya para terminar, no creo que estos argumentos recién expuestos vayan a cambiar nada (de hecho se hacen públicos en un medio con escaso índice de impacto, y ya se sabe lo que ocurre en estos casos). Pero si se tienen en cuenta, nos pueden permitir mantener la honestidad intelectual y el sano escepticismo que siempre deben formar parte de lo que era CIENCIA con mayúsculas para que, al encuentro con la noble (y hermosa) Sophia, esta no huya espantada ante la deformidad de los monstruos que puede producir una razón descontextualizada y desencarnada. Sólo deseo insistir que el profesor Berrios ha realizado una crítica sumamente pertinente en los tiempos que corren, pero que señalar justamente unas debilidades y deformaciones no basta; es necesario también plantear alternativas por rudimentarias, absurdas o irreales que puedan parecernos. Esto es todo.


Notas al pie
(1)Ryle, G. (1979). Dilemas. México D.F.: Universidad Nacional Autónoma de México (pág. 16 de la traducción castellana).

(2)Jünger, E. Citado en: Robles Rodríguez, F.J. (1996). Para aprehender la psicología. Un análisis histórico epistemológico del campo psicológico. Madrid: Siglo XXI (cita introductoria). Sustitúyanse en esta cita “Idea” por “evidencia” (mejor por “pruebas”) y “Materia” por “experiencia”.


Referencias
Carrascoso López, F.J. (1998). Un análisis conceptual del problema de las relaciones entre la investigación básica y el trabajo aplicado en psicología: los ejemplos del análisis experimental y aplicado de la conducta. Apuntes de Psicología, 16 (1-2), 81-114.

Carrascoso López, F.J. y Valdivia Salas, S. (2007). Towards alternative criteria for the validation of psychological treatments. International Journal of Psychology and Psychological Therapy, 7 (3), 347-363.

Hayes, S.C. (1998). Building a useful relationship between “applied” and “basic” science in behavior therapy. The Behavior Therapist, 21, 109-112.

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Autor: Francisco Javier Carrascoso López. FEA Psicología clínica. Área Hospitalaria “Reina Sofía”.
Fuente: Psicoevidencias
Réplica al artículo On evidence-based medicine del profesor German E. Berrios, de la Universidad de Cambridge (UK), publicado como editorial en psicoevidencias.es el 26 de febrero de 2010.

On evidence-based medicine

I am grateful to Matilde for asking me to write this preface. ‘Evidence-based medicine’ (EBM) is a theme which has exercised me for years. Superficially innocent and well-meaning it is however a destructive confidence trick and one which needs determined opposition before it is adopted by developing countries. The damage it has caused to the practice of psychiatry in the ‘developed’ world may well prove to be irreparable.

Since EBM came into fashion, the concept of evidence itself has come under scrutiny, particularly in the hands of those who have taken issue with the view that to be ‘scientific’ (and hence ‘ethical’) medical practice should be exclusively governed by guidelines. Undertaken from the perspective of historical etymology and semantics, the said scrutiny triumphantly shows that because the signifier ‘evidence’ refers to an ambiguous ‘signified’, EBM is just a confusing and confused fashion.

Although useful, this criticism is insufficient. The Achilles heel of EBM is to be found elsewhere, deep into the concept of science that it peddles and in the links it has with the business subculture which from the start has been its driving force. Were it not because of the fact that EBM is negatively affecting the quality of doctoring and patient care many might just want to dismiss it as a little neocapitalist ploy to make an ‘honest buck’.

The deeper issues
There is little ‘evidence’ available to show that running medicine on the basis of EBM has statistically significant advantages upon the old system that it has replaced, namely the one based on medical experience, authority, and the placebo effect generated in the bosom of the doctor-patient relationship. This is not surprising for after all such ‘evidence’ could only be obtained from running a major ‘controlled trial’ comparing the two systems, and most people would consider such a trial as practically impossible to carry out. So, we are faced with the paradoxical situation of doctors being asked to accept a radical change in the way they practice their trade (i.e. abandon the wise counsels of their own experience and follow some impersonal statistical dictates) NOT on the basis of actual ‘evidence’ but only on the ‘say so’ of statisticians, theoreticians, managers, purpose-built enterprises (like the Cochrane Institute) and investment capitalists, i.e. on the ‘say so’ of precisely those who stand to make money out of EBM.

The real issue with the term ‘evidence’
It was mentioned above that critics had commented upon the way in which the multivocalness of ‘evidence’ rendered EBM unworkable. This needs to be unpacked. In English ‘evidence’ has two central meanings. There is the ‘ontological’ usage (the oldest) which goes back to ‘Energeia’, which was one of the Greek criteria for ‘truth’ and ‘objectivity’. ‘Energeia’ referred to the basic situation where an object presented itself fully and ostensibly to the observer’s perception. Given the metaphysics of perception predominant at the time, this meant a ‘physical’ contact between object and man. This constituted primary, unmediated ‘evidence’ for the existence of the object in question.

The second English meaning is epistemological and relates to having ‘grounds for belief’ in something. Now, what actually constitutes ‘having grounds for saying so and so’, however, has never been part of the ‘definition’ of evidence. The reason is obvious: throughout history such grounds have been negotiable for they depend upon epistemological fashion. So, in relation to its etymology it is not so much the problem that the term ‘evidence’ is confusing, but that its correct application requires an epistemological apparatus whose specification has changed over the years.

Thus whilst it is true that in some cases (e.g. a Court of Law) the epistemological usage can be made to be based on a putative ontological meaning (the fact that witness saw X doing a deed can be taken as evidential grounds to believe that ‘X is the murderer’), in the case of EBM this cannot apply, as the ‘grounds for believing’ that treatment T works (epistemological usage) is not based on any objective ‘perception’ (ontological meaning) of any type but on a numerical sleight of hand, namely, that an arbitrarily chosen statistical significance (say 5%) is present and that this 5% is tantamount to ‘seeing’ some kind of ‘object’ that can be defined as objective or truthful.

The Achilles-heel of EBM
To deal with this it is necessary to provide a modicum of background information. The story starts during the 1920s when the old definitions of ‘scientific objectivity’ (as sponsored first by 17th century Baconianism and 19th century Comtian positivism) came under attack. Both had been based on different forms of inductivism and experimentalism, i.e. on the view that nature can be interrogated or even tricked into ‘giving answers’ - Galileo, Newton, and the whole of Enlightenment descriptivism illustrate this trend. Finally, in the 1840s, John Start Mill put all this together by listing in a canonical inductivist textbook the logical rules that allowed to obtain universal knowledge from the analysis of a sample of specimens. Interestingly enough, all that Mill did was to re-state the way in which the mind of any expert (whether medic, plumber, lawyer or engineer) operated to extract ‘generic information’ from their experience.

By the end of the 19th century, everything that Mill had stood for came under attack. To the new philosophy of science (as developed by Frege, Russell, etc.) the view that knowledge could be based on personal ‘experience’ (a psychological concept) was abhorrent; instead it proposed that logic and mathematics were to be the new foundations of knowledge. This marked the end of ‘psychologism’ and Comtian positivism and led directly to the development of the logical positivism of the Vienna circle, that is, of the idea that a statement could only be truthful when ‘verified’, i.e. that its meaning consisted in the set of operations that specified how such verification could be implemented.

Soon enough it became clear that ‘operational verificationism’ was unworkable and modifications were introduced to make it work such as softening the definitions of ‘truth’, ‘verification’, and ‘knowledge’. Another opportunity was offered by the development of statistical techniques, most of which were constructed in England by men like Fisher, Pearson, and Kendall. What has been called the ‘probabilistic revolution’ describes the importation of probabilistic thinking into biology and the social sciences. Additional help came from the erosion of Newtonian fixed time-space ‘objectivity’ occasioned by the views of Einstein, Heisenberg and Gödel according to which definitions of reality needed to be corrected or completed by the perspectival presence of the observer or by information which was not contained within such definitions. By the end of the interbellum period ‘objectivity’ and ‘truth’ had been recast as ‘probabilistic concepts’ capturable by means of statistical analysis and determined by an (arbitrary) level of statistical ‘significance’.

Probability arrives in Psychiatry
Without realizing the important epistemological and ethical repercussions that this major change in scientific Weltanschauung was going to have, the probabilistic proposals were soon embraced by all and sundry. An immediate consequence of such a change was that crucial epistemological rights and duties (the sense of responsibility that all ‘scientists’ must have in relation to the narratives they create) were abolished. Somehow, knowledge was now to be determined by impersonal mathematical mechanisms, knowledge was value-neutral, and science was the only generator of knowledge. Personal experience and wisdom, the noble notion of Sophia was to be discarded as a source of bias and of distortion of the truth.

Achieved first in the hard natural sciences, this shift reached medicine and the social and human disciplines only after the Second World War. Psychiatry resisted until the 1960s but via the Trojan horse of drug trials it allowed a modicum of statistical analysis. I do vividly remember this change for at the time I was assistant to Professor Max Hamilton from Leeds University and the man who introduced medical statistics into psychiatry. Ab initio, such analysis was only used to evaluate drug trials and most psychiatrists were sensible enough to believe that once the results of the trial were determined, Sophia (wisdom) and Empeiria (experience) took over and the psychiatrist could freely negotiate in the intimacy of the doctor-patient relationship what was best for his/her individual patient.

The birth of EBM
But as it is always the case, greed prevailed. Research groups and Institutions that originally had been created to garner information on cancer trials were emboldened into believing that their activity could be extended to all areas of medicine including psychiatry. To do this a new ‘philosophical justification’ was needed. Meta-analysis, an old and weak statistical technique was elected as the best candidate to become the ‘final arbiter’ and all its mathematical and statistical weaknesses were dismissed as minor when compared to its wonderful synthesizing advantages. The magic word ‘evidence’ was dusted up and imported into medicine with blatant disregard for its meaning and usefulness, and ‘evidence-based’ medicine was born as a post-hoc conceptual justification for what was just the obvious new business of constructing and selling clinical information.

Not surprisingly, the pharmaceutical industry supported these manoeuvres for they soon realized that drugs that could ‘pass’ the meta-analytical test would acquire a new legal and ethical force, particularly if Governments were persuaded to issue prescribing ‘guidelines’. It is likely that the brighter in their midst also realized that such guidelines would in practice destroy therapeutic spontaneity in Psychiatry and change the ancient creative and flexible art of prescribing into a regimented, mechanical activity which in practice not even requires that issuers of psychiatric prescriptions be medically qualified.

Summarizing
To summarize, the nonsense of, and harm caused by, EBM does not stem out of the semantic ambiguities of the word in question nor of the fact that the court-philosophers that constructed it did not observe historical niceties. Its problem stems out of a much deeper epistemological travesty itself the result of a reification of the activity of prescribing and looking after people suffering from mental disorder. This reification in turn related to the needs of the neo-capitalistic economy to open up new markets and create new consumeristic needs.

First of all, it is an epistemological travesty for it proposed a view of the activity of doctoring which is inappropriate and harmful. This view relates to old-fashioned verificationism, an epistemological approach to meaning that has been abandoned even by physics, the mother of the old natural sciences. Given that next to nothing is known about the causes of mental disorder, the idea that it is possible to create systems of assessment based on speculative aetiologies is ludicrous, dangerous, and unethical. Given that throughout history all treatments meted out in psychiatry seem to have worked according to Black’s law of thirds (one third recovers, one third recovers partially, and another does not, thus giving a good 66% recovery rate - which is what we still get nowadays), and that we know very little as to the nature and role of the placebo effect in these figures, then it is irresponsible to cover this up by means of meta-analysis and related techniques which have little mathematical sensitivity to detect detail at the lower levels (i.e. at the level of people actually taking the pills).

It is also an epistemological travesty for psychiatrists are being asked to accept EBM without any evidence other than the moral blackmail created by claims that mathematics are the highest form of science and hence anything which is ‘mathematically demostrable’ trumps everything else. No defender of EBM has ever explained why it is that a large scale trial designed to demonstrate that prescribing and therapeutic decision-making based by EBM is significantly better than decision-making based on the wisdom and experience of physicians.

It is a moral travesty for in order to quantify, cost and govern ‘prescribing’ (which should be considered as just a minor component of the doctor-patient relationship) EBM needs to implement a wholesale reification of the contents of such a relationship including the deep emotional human negotiations and the elusive intersubjective placebo response it contains. In this context ‘reifying’ means rendering human relationships into inanimate objects or things, divesting them of all dynamism, personal value and meaning. Once reified these human relationships by themselves can no longer explain change, and any change that is measured by ‘outcome studies’ has to be attributed to the ‘active’ ingredient, namely the drug in question. To say that such dynamic changes are perfectly managed by the fact that fair drug trials are ‘controlled’ and ‘double-blinded’ etc, etc. is not sufficient as interactions between such dynamic factors and the drug effects may occur at a non-conscious level and remain beyond the reach of the controlled design.

It can even be granted that reification does not result from the malfeasance of a few court philosophers. Since the classical writings by Marx and Lukács it is known that such changes come from deep in the heart of the economic system still pervading the West. Considering Health as just another commodity that can be sold and bought is part of this process. Cleverly sold to people as the right to choose when and where to buy health with their own money (witness of this is the current debate going on in the USA just to create a timid generic and free national health care system), the language in which health services are currently sold imitates the language of supermarkets. There are no longer patients but ‘purchasers of health’, doctors ‘sell health’ and hence it is expected that like a pair of shoes the goods sold must come under strict regulations and be perfect.

The illusion of having a supermarket of health has for good destroyed the doctor-patient relationship. The latter has become a business contract subjected to all the legal paraphernalia of the market place, and the press and internet have made sure that ‘purchasers’ of health are aware of their rights to get perfect health. Since doctoring will for ever remain an imperfect art, a defensive industry has been born to ‘protect’ doctors from selling faulty goods and this has enlarged an already expensive health budget. EBM thrives in this environment for it sells ‘evidence’ to lawyers working for both purchasers and sellers of health.

And in the middle of this feeding frenzy, where everyone wants to make an ‘honest buck’ the old doctor-patient relationship, and the old suffering patient, have disappeared for ever. This is what is really wrong with EBM.


Author: Professor German E. Berrios. University of Cambridge, UK.
Published as editorial in psicoevidencias.es the 26th. february 2010.
Source: Psicoevidencias

Nuphar luteum

Vous trouverez ci-joint la fiche du nénuphar jaune. On peut souvent le confondre avec Phosphorus.... J'ai un peu remanié les fiches. Concernant les plantes, dans l'introduction il y a maintenant :

- la description botanique avec la famille, le nom latin, les noms communs ainsi que des informations sur la plante en question

- la composition et les propriétés

- l'éthnopharmacopée, l'utilisation historique et populaire

De plus, dans les ajouts au répertoire, il y a en plus le degré des symptômes.

Auteur: Dr. Edouard Troesch - edtro@no-log.org
Posté a Planète Homéo le 28 juillet 2011.
Source: http://planete-homeo.org/2011/07/28/nuphar-luteum/
Lien à l'article complet.