La hipótesis de la llamada "memoria del agua" no explica ni puede explicar el "fenómeno homeopático". Entiendo por "fenómeno homeopático" la persistencia de la actividad biológica –independientemente de si también es una actividad de carácter médico terapéutico (un efecto curativo) – de las diferentes sustancias químicas más allá del límite físico representado por el Número de Avogadro.
Dicho en forma muy simple: cuando una sustancia cualquiera es diluida más allá de cierto límite, su presencia en tal solución tiene necesariamente que desaparecer. De acuerdo con los conocimientos físicos y químicos habitualmente aceptados, es una necesidad que deba existir ese límite; por tanto, el "fenómeno homeopático" debería ser imposible.
Si, a pesar de todo, aceptamos como un hecho efectivo que la actividad biológica persiste más allá del límite de Avogadro, entonces esta actividad no puede ser explicada sino por su persistencia en las moléculas de agua (el solvente), ya que el soluto ha desaparecido completamente. ¿Y de qué forma podría persistir una actividad biológica potencial en un grupo de moléculas de agua?
La respuesta que utiliza a la hipótesis de la "memoria del agua" como explicación es insuficiente porque, aun suponiendo una modificación de la estructura del agua causada por la presencia anterior del soluto ("memoria molecular"), cuando este soluto ya ha desaparecido dicha modificación –esta "memoria molecular"– no tiene forma de transmitirse a nuevas moléculas de agua.
Se requiere postular un agente productor de tal memoria –que en su comienzo podía ser el soluto–, pues la modificación misma es un resultado, vale decir, tiene un carácter meramente pasivo.
Es evidente que la modificación sufrida por el agua –por ejemplo: la polimerización de las moléculas de agua de una manera específica para cada sustancia– demanda, tanto en su origen como en su propagación, de un agente capaz de producirla. La modificación, que es comparada con una memoria (una huella específica), es el resultado de un cierto agente que hay que precisar y que nosotros llamamos "Información".
Si sostenemos que, a diferencia de la hipótesis de la "memoria del agua", es la Información la que es capaz de modificar el estado físico del agua –modificación que, al mismo tiempo, tiene que ser generadora de orden, o sea, de carácter neguentrópico, como veremos–, entonces, y sólo entonces, será comprensible que también pueda propagarse mientras ella esté presente.
Siendo la Información de la sustancia que sea el caso, y no la sustancia en cuanto un mero conjunto de moléculas, la que posee la capacidad de modificar a las moléculas de agua –capacidad que, por otra parte, solamente puede manifestarse bajo ciertas condiciones estrictas de no equilibrio del sistema–, podrá hacerlo tanto cuando dicha Información se encuentre asociada a las moléculas de soluto, mientras éstas persistan, como cuando se encuentre asociada a las moléculas de agua (o sea, al solvente).
La Información se hace activa bajo condiciones neguentrópicas del sistema (que es la solución), es decir, lejos del estado de equilibrio, y su actividad consiste precisamente en producir la modificación del solvente, convirtiendo a las moléculas de agua desordenadas en polímeros ordenados específicos de cada sustancia (o soluto).
Es imprescindible que destaquemos el siguiente hecho: el "fenómeno homeopático" implica tomar un conjunto desordenado de moléculas de agua y transformarlas en un conjunto ordenado.
Se trata de un conjunto azaroso de moléculas de agua que carecen de toda organización específica en común – y que, si por casualidad poseyeran alguna, tuviera además la capacidad de persistir en el tiempo–, se transforme en un sistema organizado de moléculas persistente y estable en el tiempo. Creo que este hecho no se ha destacado como merece y, sin embargo, aquí está la clave del "fenómeno homeopático".
Pues la transformación, por efecto de la dilución y de la "sucusión" (que es la agitación mecánica de la solución), de un gran número de polímeros acuosos diferentes e inestables, como los que se encuentran en cualquier porción de agua común, y que son producto del azar, en un grupo bastante homogéneo de polímeros constituye la expresión de un proceso de tipo neguentrópico.
En otras palabras, el proceso va en sentido opuesto al del aumento de la entropía, tal como lo predice la segunda ley de la Termodinámica para los sistemas aislados, como es el caso, lo cual es sin duda sorprendente.
Pero no se trata solamente de la obtención de un tipo homogéneo de polímeros estables sino se trata también de que estos polímeros contienen por su estructura una gran cantidad de información. En otras palabras, el sistema se ha enriquecido en cantidad de información.
Desde luego, esta Información viene de afuera del sistema original, que es el agua en estado de equilibrio, sólo que ésta tiene la capacidad de almacenarla. Naturalmente, la Información viene del soluto que ha sido diluido en el agua.
Tenemos, entonces, que un sistema más bien desordenado conformado por un conjunto de moléculas de agua en equilibrio térmico con su ambiente se convierte en otro sistema relativamente más ordenado –y, según parece, sucesivamente más ordenado en la serie de diluciones y "sucusiones"–, cuando lo que sería dable esperar es, por el contrario, que el sistema tienda nuevamente al equilibrio y, por tanto, alcance su nivel más alto de entropía luego de cada acto de dilución y "sucusión".
Podríamos hacer una analogía que nos ayude a entender lo que llevamos dicho. Si ordenar una habitación consiste en cambiar una habitación desordenada en otra ordenada, entonces ese cambio exige para su realización de dos condiciones: a) de un agente ordenador que tenga la capacidad de realizar dicho cambio, y b) de aislar esa habitación para evitar que nuevamente se desordene. En el caso del "fenómeno homeopático", el agente ordenador no es, ni puede serlo, el operador del proceso de dilución y "sucusión" sino que la Información del soluto disuelto que sí posee la capacidad de realizar ese cambio. Posteriormente, el sistema permanece aislado y de esa manera se evita que el orden logrado se pierda.
Decíamos que el operador del proceso de dilución y "sucusión" no es el agente ordenador. Y no es el agente ordenador porque su actividad, al diluir y agitar –aportando energía cinética al sistema–, sólo debería aumentar la agitación molecular lo que lleva a un aumento de la temperatura y, finalmente, de la entropía. En lugar de ordenar, desordena todavía más. Pero, sorprendentemente, el resultado final es de un aumento del orden.
Empero, debemos ser cuidadosos. El sistema total, una vez en reposo, está en equilibrio térmico con su ambiente; luego, su nivel de entropía es máximo. La segunda ley sigue siendo válida. Pero el sistema ya no es el mismo que al principio sino que representa el equilibrio de un orden diferente, es decir, cualitativamente diferente. Al comparar ambos equilibrios, podemos observar que el último equilibrio presenta un ordenamiento mayor que el primero. Vale decir, contiene una mayor cantidad de información. Es necesario explicar cómo es posible este aumento en la cantidad de información.
Si nos limitamos a cuantificar la energía degradada (la diferencia entre la energía aportada y la energía perdida), no podremos apreciar el "fenómeno homeopático" que se expresa por un orden nuevo para el agua.
Es, por decirlo así, como si comparáramos entre la energía gastada en ordenar realmente una habitación y un esfuerzo consumidor de energía que pretendiera igualmente ordenar, pero que no lo consiguiera.
El balance de energías en ambos casos podría ser muy similar, quizás el mismo, pero el resultado es absolutamente diferente. En un caso, el resultado es un cierto tipo de orden; en el otro caso, sólo desorden. Lo cual implica que el orden mismo no ha consumido energía, aunque haya consumo de energía en el proceso de ponerlo de manifiesto.
La operación de ordenar por parte de la Información se produce en algún instante entre el momento en el cual se inicia la dilución y "sucusión", y el momento en el cual tal proceso termina. Y el resultado de esa actividad ordenadora, el orden logrado por el agua (o "memoria del agua"), está al final de todo el proceso.
Se trata de la Información activa, en el primer caso, y de la Información pasiva (o latente), en el segundo caso, vale decir, en el estado de reposo.
Por tanto, para nosotros los observadores humanos, la actividad de la Información permanece en todo momento invisible. Solamente podemos conjeturar su acción a través de su efecto, la así llamada "memoria del agua", vale decir, la modificación de la estructura de las moléculas del agua según lo que se supone sea un patrón específico propio de cada soluto sometido a dilución.
En realidad ni siquiera es necesario que la modificación del solvente represente un isomorfismo espacial con el soluto. En otras palabras, podría ser perfectamente el caso que microestructuras de polímeros de agua semejantes entre sí, contuvieran Informaciones diferentes. En realidad la complejidad de la microestructura es la consecuencia de la cantidad de información almacenada y no trasunta necesariamente la especificidad de la Información.
La especificidad de la Información solamente se puede poner de manifiesto mediante la modificación ejercida sobre su receptor (acción ejecutiva de la Información). Quizás una manera más exacta de decirlo sea la siguiente: el receptor de la Información debe entrar en resonancia con ella, y es esta capacidad específica de ser receptor de una Información y no serlo de otra la que permite que el receptor que sea el caso sufra una modificación de parte de la Información.
Ahora bien, de la misma forma que la huella de una pisada humana en la arena nos hace conjeturar la presencia de un ser humano en la playa, la "memoria del agua" nos hace conjeturar la presencia de la Información en el "fenómeno homeopático". Por eso, explicar el "fenómeno homeopático" solamente considerando la "memoria del agua" es tan equivocado como pretender explicar la presencia de esa huella de pisada sin la existencia de un ser humano capaz de provocarla.
Toda modificación de carácter físico requiere como explicación de un agente físico capaz de producirla de una manera igualmente física. Sin agente no hay acción. ¿Cómo explicar que una mera modificación en la estructura de las moléculas de agua posea por sí misma la capacidad de reproducirse indefinidamente?
En otras palabras, ¿cómo puede ser que un efecto, un resultado, como es la modificación del agua, tenga la capacidad de, a su vez, modificar a otras moléculas de agua?
Si sostuviéramos que la "memoria del agua" no es pasiva sino que activa, que posee la capacidad de reproducirse activamente, entonces el concepto de Información sobraría porque estaríamos asumiendo su misma capacidad ordenadora activa, ejecutiva.
Estaríamos usando así un concepto diferente (que nosotros denominamos "Información") bajo la misma expresión ("memoria del agua"), cuando el concepto encerrado por esta expresión claramente no lo contiene. Pues, ¿qué es la memoria sino el resultado de la Información?
La memoria retiene, conserva la Información precisamente porque es un producto de la Información, es decir, se convierte en Información pasiva o latente. Sin Información, no hay memoria. Entonces, primero está la Información y luego el resultado de la Información que es la "memoria del agua".
Ahora, si en lugar de poner nuestra atención en las moléculas de agua, el solvente, nos preocupamos del soluto, observaremos que aquí también podríamos hablar de "memoria". Pues, la "memoria del agua" procede absolutamente de la "memoria de soluto"; es decir, que la "memoria del agua" no existiría sin la Información del soluto. Es porque hay algo que podemos llamar "memoria del soluto" que hay también algo que podremos consecuentemente llamar "memoria del agua", ya que esta última procede de la primera.
Mas lo importante es el paso entre ambas "memorias", aquello que permite que desde la "memoria del soluto" se pase a constituir la "memoria del agua". Y ese algo es, por cierto, la Información.
Luego, es la presencia de la Información lo decisivo en este proceso. La Información partiendo del soluto determina en el solvente, en las moléculas de agua, la modificación específica que llamamos "memoria del agua".
Hablando en términos generales, es la diferencia que hay entre la causa y lo causado. La causa preexiste a lo causado. La causa, en este caso la Información, existe independientemente si produce o no la modificación del solvente, que es lo causado. Lo que, por otra parte, nos sugiere que la Información existe siempre.
Existe la Información asociada a las moléculas de soluto, lo que hemos llamado "memoria del soluto", pero también existe asociada a las moléculas de solvente y, por tanto, disociada del soluto. Entonces, su existencia autónoma –ya que en algún momento de su transferencia entre el soluto y el solvente no estará asociado ni al uno ni al otro–, implica su naturaleza energética. La Información es energía, pero energía no-degradable.
Precisamente por la presencia de esta energía no-degradable, es importante considerar a la "dilución homeopática" no como un sistema estático sino como un sistema dinámico donde se están produciendo constantemente transformaciones del desorden al orden y viceversa, entre las moléculas de solvente.
Esto quiere decir que si algunas moléculas de agua, en un instante dado, se organizan en la forma de ciertas microestructuras específicas, otras se encontrarán en estado de agitación térmica, o sea, en desorden.
Luego, en otro instante posterior, las moléculas ordenadas y las desordenadas se intercambiarán, y así sucesivamente en el tiempo. Tal dinámica implica que debe existir un patrón ordenador –que es la Información– que no se pierde, pues de otra manera no se podría explicar la constancia de la cantidad de información total del sistema.
Lo que estamos diciendo es que en un sistema aislado como es la "dilución homeopática", la cantidad total de información permanece constante en el tiempo, salvo cuando ese sistema se abre y se produce intercambio con el medio.
Otro punto importante de mencionar es el siguiente: la existencia de un sistema provisto de código exige, conceptualmente, la existencia de otro sistema que sea decodificador. De otra forma el supuesto código dejaría de ser tal. En otras palabras, un código tiene sentido solamente si puede ser decodificado.
La teoría de la "memoria del agua" considera que la presencia en las moléculas de agua de una configuración espacial específica de cada soluto, es decir, de un polímero estereoespecífico, equivale a un código, el cual representa una información –con minúsculas pues usamos la palabra "información" en su sentido corriente– que puede ser copiada y transmitida.
Sin embargo, esta teoría trae aparejada profundas dificultades si se intenta aplicar a la explicación del efecto de la información (concebida de esta manera corriente) sobre el agua del organismo; en otras palabras, cuando se intenta entender su efecto biológico.
Toda teoría que pretenda explicar el "fenómeno homeopático", debe ser capaz de explicar todas las fases que involucra este fenómeno y no solamente una de ellas.
Por tanto, debe también ser capaz de explicar su acción biológica, su acción en organismos (especialmente en el organismo humano). Así, la "memoria del agua" debe explicar porqué existirían en el organismo –humano, animal y vegetal– decodificadores de un código correspondiente a un elemento extraño a su constitución, e, incluso, correspondiente a una sustancia sintética que no existe en la naturaleza.
Porque es un hecho que cualquier sustancia diluida más allá del límite impuesto por el Número de Avogadro, y sin excepción alguna, es capaz de producir efectos sobre organismos sensibles, lo cual implicaría que ha sido decodificada por ellos. ¿Cómo es posible que el organismo sea capaz de decodificar códigos (vale decir, reconocerlos) a los cuales nunca antes se ha enfrentado y que nada tienen que ver con su supervivencia?
Pero resulta aún más extraño que sustancias que están presentes normalmente en el organismo, sean capaces en dilución de provocar efectos tan notables. Por ejemplo: Natrium muriaticum, el cloruro de sodio o sal común diluido más allá del límite físico determinado por el Número de Avogadro, produce en organismos sanos sensibles efectos en forma de síntomas (experimentos llamados "patogenesias"), aun cuando de su dilución se ingiera una cantidad de moléculas no significativa en comparación con el gran número de moléculas de cloruro de sodio que hay en el organismo.
Tenemos, entonces, que una dosis insignificante de moléculas de agua con el código del cloruro de sodio, produce un efecto muy superior al de todas las moléculas de esta sal presentes en el organismo. Esto es inexplicable.
Lo racionalmente esperable (según la Química) sería que fuera exactamente al revés, o sea, que el efecto de una cantidad tan pequeña de moléculas fuera prácticamente nulo.
Al parecer no se repara en que cuando se usa una teoría completamente mecanicista –como es la de la "memoria del agua" –, o sea, una teoría fundada exclusivamente en la existencia de elementos aislados (como son las moléculas), los cuales guardan ciertas relaciones relativamente fijas entre ellos, indefectiblemente se está dejando con ello de lado la presencia de un factor activo no mecánico.
Vale decir, se está dejando de lado la presencia de un factor capaz por sí solo de provocar un efecto significativo sobre la totalidad orgánica. Pues en un sistema mecánico, el sistema total es la suma de sus partes y nada más.
La acción mecánica de molécula a molécula tiene un efecto estrictamente local y, por tanto, está sometida a la ley de acción de las masas como cualquier reacción química ordinaria. Siendo este tipo de acción estrictamente proporcional a la concentración de la masa activa, un efecto que involucre a todo el organismo logrado con una cantidad tan feble de moléculas –como el que se observa en cualquier patogenesia–, resulta imposible de comprender.
Sin embargo, la existencia de este efecto patogenésico está fuera de toda duda, por lo cual requiere de una explicación consistente.
Si, por el contrario, partimos de la hipótesis de la Información como agente ejecutivo, o sea, como factor activamente capaz de afectar al organismo entero, simplemente se necesita suponer la existencia en todo organismo vivo de una entidad integradora única constituida por el conjunto de todas las Informaciones que lo controlan. De manera que la Información procedente del exterior del organismo pueda actuar en esta totalidad orgánica a través de esta especie de comando informacional.
Pues bien, esta entidad integradora es, según nuestro criterio, el genoma, pero siempre que se entienda no como un conjunto de genomas individuales (el genoma de cada célula) sino como la Información común a todos ellos.
En un sistema total auténticamente no mecánico (como sería éste), el sistema total no es equivalente a la suma de sus partes. Lo que se observa es que el todo está en cada parte.
¿Qué queremos decir con que el todo está en cada parte por pequeña que sea? Pues que la Información genética no está, propiamente hablando, distribuida autónomamente en cada núcleo celular sino que la Información genética total se expresa a través de cada núcleo –y, por tanto, de cada célula, tejido, órgano, etc.– aunque de distinta manera según las circunstancias ambientales, tanto internas como externas al organismo.
Por tanto, no es difícil concebir coherentemente la acción directa de la Información sobre la Información, de la Información de ciertas moléculas sobre la Información orgánica; entendiendo esta acción, por supuesto, independientemente de la ley de acción de las masas.
Observamos una diferencia muy importante en la forma de actuar de la Información cuando ésta se haya asociada a las moléculas propias de la sustancia a la cual pertenece, que cuando se encuentra libre de ella y laxamente asociada a moléculas de agua.
Mientras que la Información latente en la masa de cualquier sustancia que pueda ser transportada en el interior del organismo, en algún momento puede hacerse activa –principalmente por la acción de enzimas–, lo cual requiere de tiempo (desde su absorción hasta su excreción); la Información disociada de la masa y transportada por moléculas de agua actuará directa e inmediatamente sobre la Información orgánica total (la entidad genómica global). Este efecto directo es instantáneo, pero sutil.
En otras palabras, si asociada a la masa de la sustancia que sea el caso producirá un efecto ineludible (como lo es toda acción química), disociada de ella sólo provocará un efecto si se dan determinadas condiciones de la Información orgánica. Habrá efecto en algunos casos y en otros no (según que opere o no la Ley de los semejantes).
Solamente al concebir el funcionamiento total del organismo como siendo controlado por la Información orgánica, o sea, por parte del genoma en tanto única entidad integradora global –versión actualizada del concepto de "fuerza vital" de Hahnemann–, es posible comprender cómo una cantidad insignificante de moléculas de agua codificada pueda actuar de manera de provocar efectos tan significativos.
La explicación es que la Información de la "dilución homeopática" actúa sobre el organismo porque el organismo es controlado por la Información y sólo por la Información. ¿Cómo siendo así podría ser de otra forma? La Información, entonces, y no la "memoria del agua" es la explicación de lo que hemos llamado el "fenómeno homeopático".
Por cierto, la "memoria del agua" es solamente el subproducto de la acción de la Información sobre las moléculas de agua –el solvente de la "dilución homeopática" –, cuando se dan las condiciones adecuadas a su manifestación.
El agua, en la preparación de la "dilución homeopática", se encuentra suficientemente aislada de la influencia de otras Informaciones como para sufrir sólo el efecto organizador de la única Información disponible, la del soluto.
Además, el estado neguentrópico, o estado de desequilibrio del sistema constituido por la "dilución homeopática", permite que la Información, hasta ese momento latente, se exprese. El resultado de esa expresión es la "memoria del agua".
La "memoria del agua", resultante de la actividad ejecutiva de la Información del soluto de la "solución homeopática" (como ya lo hemos dicho), representa un estado de organización, vale decir, constituye la expresión de un orden que el agua previamente no poseía, pero no es precisamente lo que hemos denominado un orden ordenante. Es simplemente un orden ordenado, como el orden de un cristal, al cual por otra parte se le parece.
En pocas palabras, la "memoria del agua" es orden ordenado; en cambio, la Información es orden ordenante. Es la diferencia que existe, por ejemplo, entre una molécula inerte de glucosa y una molécula viva de ADN (capaz de generar un nuevo ser biológico).
Digamos, por último, que, dado que toda manifestación patológica, cualquiera sea la forma sintomática de manifestarse, representa una pérdida de orden para el organismo, la causa estará en la alteración de su organización, luego, en la alteración de la Información orgánica.
En consecuencia, si la enfermedad es desorden, la curación no podrá ser sino la recuperación del orden perdido. El tratamiento que pretenda ser curativo deberá aportar orden, exactamente el orden que el organismo enfermo que sea el caso necesita.
A diferencia de la Información, la "memoria del agua" no es capaz de aportar orden al organismo. La razón está en que la "memoria del agua" no posee la capacidad ejecutiva que pueda poner orden en el desorden. En cambio, ese orden que el organismo enfermo requiere para retornar a la salud es Información.
La Información es orden porque la Información es, por un lado, cualitativamente específica y es, por otro lado, energía capaz de ordenar activamente el sistema que sea capaz de recogerla.
Ambos aspectos son solidarios, pues la capacidad ejecutiva de la Información no puede ejercerse sino sobre el receptor adecuado, que es aquel capaz de resonar con dicha Información porque es cualitativamente semejante. (Véase: La Homeopatía, las enzimas y la Información.)
Autor: Dr. Gabriel Hernán Gebauer
4ª parte del POST SCRIPTUM ensayo "UNA NUEVA TEORÍA ACERCA DE LAS ‘DILUCIONES HOMEOPÁTICAS’
Fuente: http://homeoint.org/books3/diluciones/postscriptum.htm#4
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